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Capítulo 19.

No era de extrañarse que Joshua haya tenido otro ataque de nervios. Una vez más, Vernon tuvo que sedarlo para que se calmara y, a la vez, encargarse él mismo de todo hasta que su mayor regresara en sí. Dudaba que lo hiciera, dudaba que Joshua pudiera continuar luego de enterarse que Jeonghan...

Sin duda, no era una noticia fácil de digerir. Menos si se trata de la persona que uno ama y que a pesar de todo, jamás pudo decírselo.

Vernon aprovechó el tiempo para ver lo que les había enviado anónimo en aquella memoria que descansaba al fondo del sobre y a los segundos ya se arrepintió de haber reproducido el único video que había en ella.

Mino, la luz y la fuerza de su familia estaba siendo torturado a latigazos frente a Nubia mientras ella disfrutaba del espectáculo.

Vernon ni siquiera se atrevió a reproducir eso hasta el segundo dieciocho y ya lo quitó. Unas terribles arcadas lo albergaron de la nada y tuvo que correr al baño para dejar salir esa bilis que subía por su garganta, dejando un horrible sabor amargo a su paso.

«Cuando acabará toda esta mierda» era en lo único que podía pensar el castaño de rizos, entre cada arcada que daba, y no necesariamente se refería a sus ganas de vomitar, sino a toda esa situación; ellos perdidos a la deriva, sin saber qué hacer, un pobre e inocente niño siendo torturado, _____ y Ren posiblemente corriendo la misma suerte que su hijo y Jeonghan...

Se puso de pie lentamente cuando ya se sintió un poco mejor y enjuagó su boca, así como las lágrimas secas que marcaban su rostro. Sabía que ahora más que nunca debía ser fuerte, y no solo por él, por Joshua también. Por eso, mientras su mayor descansa, él se encargaría de todo hasta que despertara.

Regresó a la habitación donde el otro dormía y tomó una libreta que se encontraba entre las pertenencias de la pelinegra. Buscó una pluma y luego de arrancar una hoja, garabateó una simple palabra, sabiendo que, pasara lo que pasara, no se arrepentiría de su elección.

Al acabar de escribir, enrolló el papel como anónimo se lo había pedido y lo dejó sobre la muralla del balcón, esperando en el marco de la puerta a que algo pasara. De la nada, el fuerte chillido de un ave se oyó y en solo segundos, vio como un águila de plumaje oscuro levantó con sus garras el pequeño pergamino, llevándoselo lejos.

Vernon corrió asombrado hasta el balcón, intentando ver al dueño del ave a lo lejos, pero no pudo ver más que casas, edificios y calles que rodeaban el inmenso hotel.

Suspiró rendido ante la idea de ver a anónimo y regresó para tomar la computadora y caminar hacia la sala.

Lo primero que hizo fue sacar la memoria y romperla a la mitad. Su mayor ya tenía suficiente con la pérdida de Jeonghan, no lo dejaría ver algo que podría perturbarlo aún más.

Luego de recorrerse todo el cuarto de baño y encontrar una pequeña caja de cerillos, que por lo general eran necesarias para encender las velas aromáticas, prendió el último cigarrillo que le quedaba, dándole una gran calada antes de sentarse una vez más frente a la maquina e intentar continuar con la tarea del otro castaño.

Era consciente de que él no era tan bueno como Joshua cuando de tecnología se trataba, pero confiaba en sus habilidades y en que a pesar de no hacer mucho, lograría un gran avance que luego su mayor solo necesitaría modificar para tenerlo listo en pocos minutos.

—Ya tienes tu maldita respuesta, anónimo. No dejes que mi familia pase un día más en ese infierno —murmuró, dándole la última calada a su cigarro antes de aplastar la colilla en el elegante cenicero en forma de esfinge.





Elevó la mirada hacia la puerta luego de oír tres pequeños golpes en ella. Suspiró e hizo a un lado el IPad en el que veía un programa de variedades y bajó los pies del escritorio, sentándose correctamente.

—Adelante —autorizó y en segundos, un moreno entró a la oficina con una carpeta azul en manos.

—Lamento molestarla, jefa. Le traigo los últimos informes de las misiones que han sido terminadas.

En el pasado, a JR siempre le agradó ser en encargado de llevarle las buenas noticias a su jefe; siendo aquel que siempre llevaba los informes con el desempeño de cada uno de los agentes y de las pagas y recompensas que obtenían con su esfuerzo.

Lamentablemente, las cosas habían cambiado mucho desde que esa odiosa mujer había tomado el lugar de Maximus. JR se sentía tan frustrado de saber que su clan ya no era como los otros. Ya no realizaban misiones con el objetivo de servir a los demás. Más bien, ahora se servían a ellos mismos.

—La misión tomada por S.Coups y Mingyu fue un éxito. Tuvieron que asesinar al dueño de la empresa automotriz, pero lograron re direccionar los millones y las acciones a su cuenta, señora —le informó, sin siquiera elevar la mirada de los papeles que portaba, antes de extendérselos.

—Uhm. Bien, bien —sonrió maliciosamente y volvió a subir sus pies al escritorio, leyendo los demás papeles que el moreno le había entregado —. ¿Algo más? —preguntó extrañada, cuando vio que JR seguía allí sin moverse, con ambas manos en su espalda.

—El informante. Esta mañana lo encontré muerto en la habitación aislada.

Lentamente llevó su mano derecha hacia el frente, dejando una pequeña cápsula vacía en el escritorio de la mujer que ahora lo miraba ciertamente curiosa.

—Al parecer portaba una droga algún tipo de veneno para quitarse la vida. Solicito permiso para revisar la celda de la prisionera y verificar que ella no tenga una también. Supongo que no le agradará la idea de que ella misma se quite la vida.

—Uhm... —murmuró la morena, jugando con la cápsula entre sus dedos —. Sí, eso sería un fastidio para mí. Ve y revisa —autorizó desganada y lanzó el pequeño objeto en la papelera que se encontraba en la sala —. También encárgate del cadáver.

—Ya lo hice, mi señora —aseguró el moreno e hizo una corta reverencia antes de girarse sobre sus talones y salir por donde había venido.

La mujer esperó a que el joven saliera de allí para tirar el montón de papeles a un lado y volver a tomar su IPad.

—Quien lo diría. Así que la nena al menos tuvo las agallas suficientes para quitarse la vida —rio divertida y le dio play a la pantalla para que el video siguiera reproduciéndose.





No había pasado más de un día en esa celda y ya comenzaba a perder la noción del tiempo. Si no fuera por el reloj en su muñeca izquierda, estaría perdida, sumida en tanta oscuridad y silencio.

Cambió de posición al sentir su espalda adolorida a causa del frío suelo y la recostó en la pared, sin quitar la mirada de la puerta de hierro al final del pasillo que daba a todas las celdas.

Ni siquiera había pegado un ojo en las horas que llevaba allí. Cómo podría, sabiendo que su hijo estaba tan cerca, pero no a salvo. Subió una de sus manos a su pecho, acariciando la delicada cadena y el dije que colgaba al final de ella. No solo pensaba en su hijo, sabía que Ren también podría estar corriendo la misma suerte que ella. Lo único bueno era que no lo había oído en ninguna de las celdas y eso solo le daba a pensar que podrían estarle dando un trato especial por ser un ex Mikage.

Bufó divertida ante la tonta idea. Eso era tan absurdo como pensar en regresar con su clan y esperar a que su padre no la castigara como un traidor se lo merecía; mas ella no era una traidora. Solo huyó. Trató de buscar su propia felicidad junto a los que ama, pero quizás, el concepto de traición estaba un poco erróneo en las reglas del clan Yenaid.

Elevó la vista rápidamente, saliendo de sus pensamientos, cuando escuchó un pitido y luego vio como la luz sobre la gran puerta pasaba de azul a verde. Hasta el último músculo de su cuerpo se tensó cuando vio a JR avanzar hasta su celda. La última vez que lo vio, la había dejado con un fuerte dolor en su rostro y, estando con las manos esposadas, sabía que no podría hacer mucho si él intentaba atacarla.

La pelinegra no le quitó la vista de encima en ningún momento. Mientras el moreno caminaba despreocupadamente hacia ella, abría la celda y se le acercaba, _____ lo inspeccionó, marcando en su cabeza las zonas de su cuerpo en las que había visualizado un arma; ya sea cortante o de tiro.

Una vez estuvo frente a ella, JR se puso en cuclillas y al fin la miró. Nunca, en lo poco que llegó a conocerla o a encontrarse con ella, jamás se había tomado el tiempo de mirarla a los ojos y ver a través de ellos. Él se consideraba alguien que podía leer las expresiones de las personas, aún más las miradas y la de _____ no hacía mucha diferencia. Solo con observarla unos simples segundos pudo ver la dureza en sus ojos, pero también el miedo. Quizás no temía por su vida, pero sí por la de su hijo. Todo este tiempo, estos interminables meses que había estado separada de su pequeño, siempre estuvo temiendo por su vida.

—Quiero que me entregues la cápsula que ocultas —espetó, sin perder más tiempo.

______ lo miró sorprendida, pensando en cómo pudieron haberse dado cuenta de ello, hasta que su cerebro rápidamente pensó en Ren. Titubeó unos segundos, tragándose la ansiedad que comenzó a invadirla de a poco y movió lentamente sus manos, metiendo una a su bota para tomar la cápsula de su interior.

—¿Qué es esto? —preguntó el moreno mientras la miraba. Ya lo sabía, pero sin saber por qué, sintió la necesidad de crear plática con la pelinegra que parecía estar a punto de desmoronarse.

—E-Es... —la joven carraspeó al sentir su voz temblar —. Joshua lo creó. Es un veneno potente que te quita la vida ni bien ingresa a tu sistema.

—Uhm... —murmuró el moreno, observando el objeto hasta fijar nuevamente su mirada en la joven.

Lograba ver claramente como ella no podía controlar a la perfección sus nervios, y, sabiendo que posiblemente estaría pensando en Ren, llegó a la conclusión de que todos tenían una de esas cápsulas para casos de emergencia.

—Dime —habló apenas, llamando una vez más su atención —. ¿Qué de bueno te ha dejado el amor hasta ahora?

_____ dejó de temblar, sintiéndose cohibida por la extraña pregunta del moreno. No pudo evitar fruncir su ceño sin saber claramente qué responder. Después de todo: ¿qué esperaba él que dijera?

—Su amor solo hizo que los separaran, que intentáramos matarlos —soltó una sonrisa irónica —. Por su amor perdí a unos de mis mejores amigos junto con dos más. Te secuestramos por el niño. Ren volvió de entre los muertos y te arrancó de nuestras manos dejando más muertes a su paso. Personas que no estaban involucradas perdieron su vida. Tú también perdiste a algunos amigos...

Tras oír eso, _____ no pudo evitar recordar a Jungkook y Suga, haciendo que inevitablemente un horrible nudo se formara en su garganta.

—En cinco años creíste formar una familia que te daría esa felicidad que buscabas —JR tomó su mentón, pretendiendo que ni por un segundo apartara la mirada de la suya —. Ahora esa familia morirá de a poco y tú no podrás hacer nada. Nubia te dará asientos de primera fila para que veas morir a cada uno y por último caerás tú; el rey de este juego.

—Te equivocas —espetó ella, sin que siquiera le tiemble la voz. JR elevó una de sus cejas, curioso por lo que podría tener para decir. Apartó su mano del rostro ajeno y apoyó ambos brazos sobre sus muslos, esperando por más; más palabras que no llegaron.

Luego de un interminable silencio, sonrió de forma burlesca y se puso de pie, guardando la cápsula de veneno en su bolsillo. Sabía que ella no encontraría las palabras necesarias para responderle. Jamás entendería por qué su amigo había dejado todo por alguien así. Sin duda pensaba que sus vidas hubieran sido distintas si ellos no se hubieran encontrado o si esa bala hubiera sido más certera y entrado directo al corazón de la pelinegra, pero el más que nadie sabía que el destino quería que las cosas pasaran así.

—¡JR! —gritó _____ cuando él ya hubo avanzado unos pasos lejos de la celda. Extrañado, la miró por sobre su hombro esperando a que hablara de una vez por todas —. No me arrepiento de amar a Ren. No me arrepiento de haber bajado mi arma aquella noche, no me arrepiento de haber dejado sangre inocente a mi paso y no me arrepentiré de masacrar a todos lo que se encuentran en este nido de arañas —sonrió perversamente, logrando erizar hasta el último vello del moreno. Todo parecía haber sido una vil artimaña. Ese miedo que llegó a ver en sus ojos, ya no estaba allí. Solo veía oscuridad, y sin saber por qué, eso lo perturbó.

_____ sabía muy bien cuál era su lugar en ese juego de sangre. Sin duda no sería la última en caer y tampoco pensaba dejar que nadie más de su familia se hundiera.

Ella era la reina en ese tablero, aquella que podía moverse a diestra y siniestra, con un único objetivo en el mundo; proteger al rey; su rey. A Mino. 

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