Capítulo 14.
El jeep se detuvo en un punto donde no había más que arena y una enorme pirámide a unos pocos metros de distancia. El pitido del rastreador ahora era más continuo e irritante, y eso solo significaba una cosa; estaban sobre el enemigo.
_______ fue la primera en bajar, tomando una gran bocanada de aire para calmar ese temblor en sus manos. Podía sentir a su hijo cerca. Algo en su corazón de madre le decía que él estaba allí y que la necesitaba.
Cuando Vernon llegó a su lado, apretó su mano derecha para darle un poco de seguridad. Todos tenían miedo porque lo que estaban a punto de hacer era una locura. Sin embargo, no retrocederían por nada en el mundo.
—Estamos contigo —le susurró el castaño de rizos, a lo que ella asintió, agradecida.
Unos segundos después, Joshua y Jeonghan se les unieron, esperando a que Ren terminara de ocultar el jeep para que nadie lo viera. Entre arena y más arena, no había mucho que pudiera hacer, pero al menos contaban con el velo nocturno del firmamento que proporcionaba poca visibilidad en el exterior.
—¿Dónde se supone que esté la entrada? —susurró Joshua, igual de ansioso que el resto.
—Debe haber una compuerta en uno de los lados de la pirámide. Después de todo, la usan como una distracción para que no sea muy evidente una puerta en el desierto.
—Buen punto —habló el menor de todos y señaló a Jeonghan enviándolo al este, a Joshua al oeste, Ren al norte y el iría al sur.
Por su parte, ______ permaneció en su lugar, con ambas armas en la mano, dispuesta a disparar a cualquier extraño que entrara en su campo visual. Ahora más que nunca era cuando la adrenalina que sentía, estaba de su lado. Sabiendo lo rara que era ella, en momentos así era cuando actuaba mejor y su puntería no fallaba.
Joshua presionó el intercomunicador de su oreja cuando halló una trampilla algo oculta por una fina capa de arena. No era una entrada común que pudieran haber hecho investigadores o arqueólogos en una excavación, porque requería de un escaneo de huellas dactilares para abrir la puerta. No cabía duda, esa debía ser la entrada a la base.
Una vez lo comunicó por el aparato en su oreja, los cuatro restantes, corrieron hacia el lado oeste para encontrarse con el castaño. ______ fue la primera en arrodillarse frente a la caja de escaneo. Rápidamente buscó en su bolsa de cintura y tomó un cable delgado. Un extremo lo conectó en su celular y el otro lo insertó en una ranura en la parte de arriba de la caja de seguridad. Ren la veía expectante mientras los demás cuidaban sus espaldas. Cualquier movimiento en falso, cualquier error que la pelinegra cometiera podría activar una alarma, alertando a los Mikage de su presencia.
—Mano —pidió la joven, luego de hackear el sistema e ingresar los datos de Ren.
El pelilargo no dudó un segundo cuando se inclinó junto a ella y posicionó su mano sobre el aparato que, al sentir el contacto, realizó un escaneo de ida y vuelta.
Cuando dos pitidos se oyeron y la trampilla se abrió hacia arriba, ______ celebró internamente por no haberlo estropeado todo. En un segundo, volvió a guardar sus herramientas y tomó sus armas para ser la primera en bajar.
—Esto... parece que sigue abandonado —dudó el rubio al ver las condiciones de ese lugar.
Había charcos de agua y moho por todas partes. Era raro que debajo de un desierto existiera un lugar así. Allí era como si la temperatura descendiera de forma violenta. En lo alto, había farolas que parecían no funcionar y la falta de aire hacía que el ambiente se sintiera tan sofocante como ser enterrado vivo.
— Tomen sus linternas y estén alerta —ordenó la pelinegra y el resto obedeció al instante.
Ren y Vernon adelantaron su paso para proteger a ______ si la situación lo ameritaba mientras que los otros dos cuidaban su espalda.
De un instante a otro, un chirrido inoportuno se oyó, alterando a todos, hasta darse cuenta que solo se trataba de una rata, alimentándose de insectos. Vernon estuvo a punto de dispararle para que se callara, pero ______ lo detuvo sabiendo que, si en verdad había alguien allí, un disparo los delataría, así que al joven no le quedó más que suspirar y regresar su mirada al frente.
Al final de ese extenso pasillo, se podía ver un claro de luz, siendo la única prueba de que allí había vida. Sin perder el tiempo, todos avanzaron en formación hasta dar con una puerta de hierro con una caja de seguridad con escaneo de huellas dactilares. La diferencia era que esta vez la pelinegra no necesitó hackear el sistema porque los datos y el ADN del pelilargo ya habían sido ingresados.
Ren dio un paso al frente y apoyó su mano en el área correspondiente, esperando a que ésta terminara de ser escaneada. Cuando el seguro de la puerta sonó, todos se tensaron al no saber que esperar del otro lado. Pronto, la joven hizo unas señas, indicando al resto que se pusieran contra las paredes de ambos lados. De esta forma, los dos castaños terminaron con Ren y _____ con Jeonghan, cuidando su espalda.
A la cuenta de tres, el pelilargo empujó la puerta con fuerza para abrirla por completo, encontrándose con... nada. De nuevo había un extenso pasillo en el que se podían ver puertas de cada lado y algunas farolas encendidas. Ese ambiente no le daba buena espina a nadie y solo podía significar dos cosas: los estaban esperando o todos estaban dormidos y con la guardia baja.
Sin vacilar, la pelinegra avanzó a paso lento y seguro, atenta de no caer en ninguna trampa. Mentiría si dijera que en un momento así se encontraba tranquila, pero quiera o no, debía permanecer serena para no estropearlo todo.
—¿Creen qué... Mino pueda estar detrás de alguna de esas puertas? —preguntó Vernon, ganándose una dura mirada de la joven.
—Es lo menos probable —le respondió Joshua, sin mirarlo.
—Este lugar debe ser más extenso de lo que parece y las fotografías que nos enviaron dejan ver partes de una reja. No creo que las celdas se encuentren justo en la entrada —agregó el pelilargo, concentrado en su camino y en la mujer a su lado.
—Lo mejor será continuar y evitar esas puertas. Podrían ser una trampa —aseguró ______ y, sin esperar más, pidió al resto que avanzaran hasta la siguiente puerta de hierro al fondo del pasillo.
De los cinco, Jeonghan fue el único en percatarse de las cámaras que se encontraban ocultas en los lugares donde no había luz. Sabía que debía mantener eso en completo secreto, logrando que esa horrible sensación en su pecho lo hacía sentirse más miserable de lo que era. Más allá de eso, optó por seguir el plan y sacó un chip rastreador del bolsillo de su chaqueta para activarlo antes de continuar avanzando con el resto.
En ese momento, Aron, quien se encontraba en la cabina de vigilancia sonrió con satisfacción cuando Jeonghan marcó su posición. Rápidamente indicó a sus ayudantes que hicieran un primer plano de las cámaras del frente y lo primero que vio fue a la pelinegra con una mirada oscura.
—Así que, entrando sin tocar ¿eh? —comentó burlón y adelantó su mano sobre el tablero para encender el micrófono —. Tenemos visitas por la entrada principal.
—Entendido —respondió JR, recibiendo el mensaje que pronto comunicó a su escuadrón.
Los hombres detrás de él rápidamente retiraron el seguro a sus armas y avanzaron con él hacia el ala oeste de la base. Como siempre no faltaba el que se atrevía a cuestionar a su mayor al mando con que esa no era un área que le correspondiera a ellos. Sin embargo, una mirada del moreno era todo lo que bastó para que los demás callaran y solo acataran sus órdenes.
De nuevo en la sala de vigilancia, Aron tronó sus dedos antes de dar inicio al juego. Luego de ver por la pantalla a esos cinco correr hacia el final del pasillo, presionó un botón oculto debajo de la mesa, haciendo que apareciera un nuevo tablero sobre el que ya tenía en frente.
—Hora de jugar con las ratas —canturreó y presionó el botón amarillo de la tercera fila a la derecha.
En ese momento, una por una, las farolas de aquel estrecho pasillo comenzaron a estallar, sorprendiendo a los jóvenes y la pelinegra. Vernon ni siquiera dudó un segundo cuando ordenó la formación escudo para proteger a ______. Sin embargo, ella continuó avanzando, sin importar lo que pasara a su alrededor. Nada la iba a detener, ni siquiera un tonto juego de luces.
Cuando llegaron al final del pasillo, la última farola estalló, dejándolos en penumbras, a merced de cualquier cosa que pudiera salir de la nada. Inmediatamente, todos volvieron a encender sus linternas y Ren se apresuró en intentar abrir la puerta de hierro que... ya se encontraba abierta.
—Es una trampa —murmuró mirando rápidamente a la joven junto a él.
Dos segundos después, se oyeron como todas las puertas se abrían lentamente, emitiendo un horrible chirrido. En ese momento, hasta Jeonghan se encontraba nervioso. Después de todo, no sabía que esperar de los Mikage. Ni siquiera podía decir con total certeza que cumplirían el trato y no los matarían a todos en ese mismo instante.
Como si el mayor temor del rubio se hiciera realidad, ensordecedores disparos comenzaron a oírse dentro de las habitaciones más allá de esas puertas. Los tiros solo eran al aire porque el objetivo de Aron era alterarlos para que siguieran adelante. Cosa que la pelinegra concedió.
El resto la siguió en formación cuando ella se adentró en lo oscuro, más allá de esa gran puerta, pero frenaron en seco cuando se oyó un estruendoso portado, percatándose de que estaban encerrados.
—Definitivamente es una trampa —musitó entre dientes el menor de todos, golpeando su pie contra el suelo para evitar gritar de la impotencia que sentía.
—Hay dos caminos al frente —habló Joshua, sorprendiendo a los demás.
No fue hasta ese momento que se dieron cuenta de que lo que decía el castaño era verdad. Sin embargo, no era ningún misterio que no lo notaran antes, pues esas compuertas permanecían abajo hasta el momento que Aron las abrió. Solamente no se percataron de ello por los disparos que apenas los dejaban oírle los unos a los otros.
—Debemos separarnos —ordenó la pelinegra y Ren rápidamente se puso a su lado.
—Yo voy contigo. Vernon, tú ve con Jeong y Joshua por el otro camino.
—No —espetó la joven, antes que el menor de todos pudiera afirmar o negar algo.
—______, no te dejaré sola. Uno de estos dos caminos podría ser una trampa y no dejaré que algo te pase. Me lo prometí hace tiempo y no pienso ir en contra de mi palabra —confesó Ren, sujetando sus hombros con fuerza, viéndola a los ojos con miedo; miedo a perderla.
—Así como dices, uno de estos dos caminos puede ser una trampa —alegó ella, ablandando su mirada por primera vez en todo ese tiempo —. Si yo no encuentro a Mino, tú tienes que hacerlo, así que necesito que tomes el otro camino —suplicó, guardando sus armas y llevando ambas manos a las mejillas del contrario —. Minki...
—No. No, _____. No, no, ¡no! No me hagas esto. No te dejaré —se negó con su voz a punto de quebrarse.
—Amor... —murmuró viéndolo con suplica, como si quisiera transmitirle algo con la mirada entre esas penumbras que apenas eran opacadas por las luces de las linternas de los demás —. Llévate a Vernon y Joshua. No quiero que mires atrás hasta encontrar a nuestro hijo. Tenemos los intercomunicadores, así que, si algo pasa, lo sabremos. Confía en mí —pidió al final, plantando un casto beso sobre sus labios.
—Está bien —respondió resignado —. Pero quiero que tú te lleves a Vernon —la condicionó. A lo que ella solo negó.
—Vernon te hará más falta que a mí. Joshua es bueno con las computadoras, así que te será útil pero no es tan buen tirador como Vernon. Llévate a ambos. Jeonghan cuidará mis espaldas —le aseguró, mirando al rubio que tragó duro antes de asentir temeroso.
Ren no pudo hacer más que chasquear su lengua antes de atraer a la joven hacia sus brazos y besarla como si fuera la última vez.
—Te amo —confesó, como lo había hecho en todo ese tiempo y, sin perder más tiempo, le hizo señas a los castaños para que lo siguieran.
—Y yo a ti —susurró ella, cerrando sus ojos unos segundos para prepararse mentalmente para lo que veía —. Andando —le ordenó al rubio que la siguió sin replicar.
Una vez entraron al túnel, la compuerta tras ellos cayó con fuerza, sellándose en el acto. _____ prefirió ignorar eso y continuó avanzando hasta que una compuerta frente a ella también cayó, dejándolos atrapados y sin salida.
A la pelinegra no le quedó más que sonreír desganada cuando oyó en sonido del seguro de un arma.
—Sabía que eras tú —dijo con frialdad, girándose lentamente para encontrar a Jeonghan frente a ella, apuntándole con su arma.
*¿______? _______, ¿qué está pasando allí?*
—Espero algún día me perdones —pidió el rubio antes de que un pasadizo se abriera a su derecha, dejando ver a JR frente a todo un grupo de hombres armados.
*¡______! ¡Responde, maldita sea!* se desesperó el pelilargo al igual que los otros dos al no tener respuesta de la joven, solo siendo capaces de escuchar lo que pasaba del otro lado.
Vernon y Joshua corrieron de regreso para ir a ayudar a los otros dos. Sin embargo, cuando Ren intentó cruzar de regreso, la compuerta de su túnel también se cerró, dejándolo atrapado.
—¡Ren! —gritaron los dos, abatidos, e intentaron buscar desesperadamente algo que les permitiera abrir esa pared de hierro.
—¡Escúchenme! —gritó el pelilargo para tranquilizarlos —Quiero que salgan de aquí. ¡Ahora! Ya no podemos hacer nada, así que huyan ahora.
—¡No los dejaremos aquí, idiota! —gritó Vernon, sintiendo impotencia.
—Solo ustedes pueden salvar a ______ y a Mino —susurró, ahora hablándoles solo por el intercomunicador —. Estoy dejando todo en sus manos.
Joshua apretó los dientes, frustrado y golpeó la compuerta con fuerza antes de tomar al menor del brazo y comenzar a correr hacia la salida. Vernon no dejaba de gritar, y forcejear, queriendo regresar por los otros, pero el mayor de los castaños era consciente de que ellos dos, solos, no lograrían hacer la diferencia.
______ sonrió aún más mientras se quitaba el intercomunicador para lanzarlo y romperlo bajo su bota. Solo bastó unos segundos para que cuatro hombres la desarmaran y apresaran frente a los ojos del traidor.
—Todo es por Mino —se excusó Jeonghan antes de que JR lo apartara de su camino, parándose frente a la joven que lo veía con una cínica sonrisa en sus labios.
—Es un gusto verte de nuevo, perra —dijo el moreno, con sarcasmo, y lo último que sintió fue un fuerte golpe en su rostro, que la llevó hasta la inconsciencia.
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