Capítulo 11.
*Vuelo con destino a El Cairo, 08:15 horas. Favor de abordar por zona este, plataforma 25*
Esa era la única voz que habían estado esperando todos, desde que despertaron. Jeonghan, simulando ser un buen asistente, tomó el enorme bolso de mano de ______ y la ayudó a levantarse de aquella silla donde descansaba. La pelinegra, con su perfecto peinado hacia un lado, cortesía del rubio, ajustó sus lentes oscuros que no se había quitado en ningún momento y volvió a ponerse los finos guantes color crema, antes de aceptar la mano del joven. Ren arregló las solapas de su saco, como si estas estuvieran desarregladas y pasó una de sus manos por su cabello perfectamente arreglado en una coleta baja, antes de ponerse de pie y seguir a su mujer. Josh y Vernon, simulando ser la seguridad, los siguieron, guardando cierta distancia. ¿Querían pasar desapercibidos? No necesariamente. Solo simulaban ser personas importantes que obviamente viajarían en primera clase.
Esa mañana, ninguno de ellos pudo creer que la mujer que había bajado las maletas a la sala, preparado las vestimentas de cada uno, reordenar los papeles e instrumentos que llevarían y preparado el desayuno, haya sido ______. Ren no esperaba verla tan calmada cuando bajó estrepitosamente al no encontrarla entre sus brazos y la halló leyendo el periódico en la sala, con un café en mano.
«Sin duda ésta no eres tú» pensó el joven, pero no hizo más que besar su mejilla y desearle los buenos días. No pasó mucho tiempo para que los demás se les unieran y desayunaran rodeados por un perturbador silencio. Cuando la pelinegra volvió a hablar, más de uno se sintió aliviado y poco a poco, relajado. Sin duda, ______ había tomado el mando otra vez. En su noche de insomnio, había aprovechado en registrarlos en un hotel —cosa que los demás habían olvidado— y se había comunicado con un servicio de transportes que se encargaría de recogerlos al día siguiente de su vuelo.
El vuelo había durado poco más de trece horas, sin escalas. Cuando bajaron del avión, una suave y fresca brisa de verano acarició sus rostros, haciéndoles saber que la temperatura allí no era la misma que en Japón. A pesar de que aún no salía el sol, ya se sentía como la temperatura subía poco a poco.
—Joder, tendré que ajustar mi reloj —se quejó el menor de todos cuando quiso ver la hora y su reloj marcaba las diez de la noche en Japón —. Josh, tú eres el listo. Dime qué hora es.
—Qué hora es —respondió el mencionado, con una característica poker face, metido en su papel de guardaespaldas, provocando una suave risa en el rubio que ayudaba a bajar el último escalón a "su señora" para así pisar suelo árabe al fin.
—Son las cuatro de la mañana del viernes —le respondió Ren, poniéndose unas gafas que simulaban tener aumento.
Vernon abrió la boca a punto de protestar que eso era imposible. Habían salido de Japón un jueves por la mañana y solo habían pasado casi catorce horas. Su mandíbula quedó a medio camino de cerrarse, así que Joshua tomó su mentón y lo hizo juntar sus labios de nuevo en una perfecta línea.
—No es imposible, tonto. Es la diferencia horaria —habló, como leyendo su mente.
El castaño de rizos solo bufó, arregló la hora en su accesorio de mano y se aseguró de tener las armas de ______ en su lugar o ésta lo mataría. Cuando entraron dentro de las instalaciones del aeropuerto para salir de allí, se sorprendió al encontrarlo parecido al de Narita. Sí, quizás sus expectativas eran las más tontas, pero esperaba encontrar muchas personas con turbantes, camellos y arena; mucha arena.
En la entrada, una limusina color negro, los esperaba tras un valet parking que llevaba un letrero en las manos.
*Matrimonio Clars*
______ no dudó en acercarse, hablando un perfecto árabe con el hombre de mediana estatura que la recibió con una amable sonrisa. Como parte de su trabajo, le abrió la puerta mientras Jeonghan y Vernon guardaban las maletas en la cajuela del auto y Joshua miraba hacia todos lados, no solo simulando hacer su tarea, sino también percatándose que no haya ningún Mikage o Yenaid cerca. Después de todo, en el momento en el que bajaron del avión, se convirtieron en presas asechadas.
El trayecto hasta el hotel en el que se alojaría, duró poco y a su vez, lo suficiente como para que el sol los persiguiera, comenzando a nacer por el este. Vernon al fin pudo ver la arena que esperaba, pasando por calles más precarias y otras con grades edificaciones.
Tener enfrente ese gran hotel cinco estrellas le dejó la boca abierta a más de uno esta vez y ahora Ren fue quien tuvo que encargarse de cerrarlas. Como toda una refinada dama, _____ caminó hasta la recepción para corroborar su reservación, enseñando su identificación que no levantó ninguna sospecha. Otro hombre, vestido de azul, con un saco de botones dorados, llegó hasta ellos para acompañarlos a su suite y llevar sus maletas.
A petición de ______ habían arreglado el lugar para que cinco personas pudieran dormir allí. Su asistente debía estar a su lado en todo momento y sus guardaespaldas solo descansarían por turnos. A las recepcionistas no les pareció raro puesto que muchos millonarios pedían que sus guardaespaldas permanecieran en la misma habitación que ellos.
Una vez frente a su suite, el botones abrió la puerta con una tarjeta electrónica y se la entregó a Ren luego de invitarlos a pasar. Era exactamente como pensaron que serían esos lugares. En pasillos, recepción y lobby, el hotel parecía tener un estilo europeo, pero en su interior, en las habitaciones ocupadas por sus huéspedes, su ambientación era la típica de su país. Cortinas de lino separando el pequeño living de la enorme habitación con una gran cama matrimonial y una más pequeña que habían incluido. Una sala de descanso con divanes elegantes y una pequeña mesa con algunos aperitivos y un buen vino, cortesía del hotel, para darles la bienvenida. Sin duda tenía que agradecerle al dinero de su padre que había sido quien pagó todo eso.
—Todo en orden. Si necesitamos algo, llamaremos a recepción —le habló la pelinegra al hombre y este asintió, retirándose con una corta reverencia antes de desaparecer tras la gran puerta.
—Te pasaste mujer. Te pasaste —dijo Vernon, con una gran sonrisa en sus labios y lo primero que hizo fue lanzarse a uno de los divanes y tomas un pequeño racimo de uvas verdes.
—Vaya que sí —sonrió el joven angelado y ocupó un lugar en otro mueble, relajándose un poco.
—No se pongan cómodos. Nos cambiamos y saldremos ahora mismo —soltó ______, quitándose los guantes y los lentes de sol, junto con ese molesto saco que ya comenzaba a darle calor.
—Amor, acabamos de llegar. Estamos cansados y debemos comer algo más que la comida del avión. ¿Por qué no descansamos un rat-?
—No estamos aquí para descansar, Minki —espetó, mirándolo con fiereza. El mejor consejo que podían tomar todos era no molestar a ______ cuando podía oler a kilómetros el peligro. Nadie más que ella podía sentir esa ansiedad de sentirte tan cerca de su hijo. Sabía que él debía estar allí. Lo sentía —. Les doy tres horas. Yo misma saldré si no quieren venir —suspiró luego de ver los ojos tristes de Ren. Ella sabía que esa mirada era producto de su mal genio, pero debían entenderla.
—No dejaré que vayas sola, es peligroso.
Ahora fue el pelilargo quien habló serio, esperando que ella se negara solo para contraatacar una y otra vez.
—No soy una niña. Desde los dieciséis que sé usar un arma. No me subestimes —se molestó.
—Ehm... chicos. Creo que están olvidando el verdadero objetivo de esto. No estamos aquí para pelear. Ren, ______ es grande. Sí, es peligroso, pero ella sabrá cuidarse. Si lo prefieres, puedo acompañarla para mayor seguridad, pero pienso que, si vamos todos, sería un poco peligroso. Seríamos un blanco fácil —habló Jeonghan, mediando entre el matrimonio que, si fuera real, posiblemente dudaría menos de un día.
La pelinegra suspiró rendida y abrió su maleta mientras comenzaba a desvestirse al mismo tiempo. Tres de los jóvenes se voltearon al sentirse incómodos con ella así y prefirieron ir a esperar a la sala de descanso hasta que terminara de cambiarse. Ren fue el único que se quedó todavía viéndola con tristeza. Estando allí, tan cerca de sus enemigos era cuando menos quería perderla de vista. ______ jamás lo entendería porque pensaba que éste no confiaba en sus habilidades, pero lo cierto era que temía que ellos fueran más y todo terminara por acabar como hace casi cinco años atrás; con ella en manos de los Mikage.
—¿Me llamarás si algo sucede? —susurró, abrazándola por la espalda, repentinamente.
______ suspiró y asintió a pesar de que él no pudiera verla y acarició sus manos que descansaban sobre su vientre.
—Estaré bien. Me llevaré a Jeonghan. Tenemos los comunicadores. Tú descansa —respondió luego de girarse. Al terminar de hablar, depositó un casto beso sobre los labios el contrario y regresó a lo suyo, vistiéndose con una camisa café de algodón y unos pantalones cortos marrón suave que dejaban ver un poco sus piernas. Era la típica vestimenta de una arqueóloga exploradora. Nadie sospecharía de ella y no sería fácil reconocerla ahora que llevaba el cabello más corto, sus lentes que no dudó en tomar, junto a su bolso y un sombrero que protegería su cabeza del abrasivo sol.
Dejando atrás a tres jóvenes preocupado. Jeonghan y ______ salieron del hotel a tomar un taxi que los llevaría a la zona indicada. Cuando volvieron a toparse con los barrios bajos, supieron que estaban en el lugar correcto. En Egipto eran muy estrictos con la ley así que debían tener cuidado de no ser atrapados en una transacción de armas, pero era necesario arriesgarse. Jeonghan pagó el taxi mientras la joven bajaba de éste, mirando a su alrededor con ojos de halcón. Una vez el rubio estuvo a su lado, desdobló un mapa con algunos lugares marcados con una cruz. Eran particularmente bares de mala muerte, donde encontrarían a los hombres que buscaban; saqueadores de tumbas. Ellos sabrían bien como abastecerlos de lo que necesitaban, a cambio de una muy buena paga.
—Estas calles me perturban un poco —confesó el más alto, haciendo sonreír de lado a la pelinegra.
—Descuida, no dejaré que nada le pase a tu lindo trasero —bromeó y empujó la puerta de una taberna que, a pesar de que recién sean pasadas de las seis de la mañana, ya había algunos hombres bebiendo. O tal vez ni habían abandonado ese lugar aún.
Sin quitarse los lentes ni bajar la cabeza, la pelinegra caminó hasta la barra, con el rubio pisándole los talones, sintiéndose intimidado por tantas miradas. Ambos se sentaron en un taburete y la joven tronó sus dedos antes de posar sus codos en el mesón y pedir una cerveza para ella y su acompañante inquieto.
—Actúa normal o no conseguiremos lo que necesitamos —lo regañó en un susurró para que se calmara. Jeonghan asintió a pesar de que no pudiera consentirla mucho y solo comenzó a tamborilear la mesa con sus delgados dedos para descargar de alguna forma su ansiedad.
—Aquí tienes, preciosa —dijo el barman, entregándole sus tragos.
_______ sonrió y sacó su carta magna, usando el truco de la seducción para obtener la información que necesitaba.
Jeonghan en serio admiraba a esa mujer. Desde que la conoció mejor, cada día se asombraba un poco más de todo lo que podía lograr con sus tácticas. ______, no era como cualquiera, jamás necesitó llevarse a un hombre a la cama para seducirlo. Ella era como una serpiente de cascabel que te hipnotizaba con el siseo de las palabras que salían de sus labios y danzaban hasta los oídos de su víctima.
«Vas a traicionarla. Tienes que hacerlo»
Le recordó su cabeza y no pudo hacer otra cosa más que intentar ahogarse en ese tarro de cerveza. Sorprendentemente, como si el karma atacara de nuevo, su celular vibró al recibir un mensaje de "él ya sabía quién". Aprovechó que la pelinegra estaba haciendo negocios y casó el aparato de su bolsillo para leerlo.
«No me hagas perder la paciencia, Yoon. O sabes lo que les pasará a tus amiguitos»
Tragó saliva con fuerza y rápidamente tecleó una respuesta que mantendría conforme a esa persona, al menos por ahora.
«Estamos en Egipto. Ahora estoy en una taberna con ______, buscando a traficantes o saqueadores de tumbas que nos puedan vender armas»
«Perfecto»
Eso fue lo único que recibió en respuesta y se sintió tan miserable por haberla entregado de esa manera. Sabía que los Mikage no tardarían en encontrarlos. Solo esperaba que no intentaran ir por sus amigos y cumplieran con liberar a Mino. Después de todo, ese había sido el trato desde un principio.
—¡Han! Te estoy hablando —le dijo _____, arrastrándolo lejos de sus pensamientos —. Ya tengo la información que necesito. Deja de estar en las nubes —agregó y se bajó del taburete luego de pagar por las bebidas y dejar una "buena propina" por la información recibida.
______ era lista; muy lista. No iba a negar que había notado algo raro en el rubio desde que dejaron el hotel. No mentiría, las palabras de aquella carta de anónimo, habían quedado grabadas en su cabeza a fuego vivo y no podía evitar sentirse un poco intranquila al respecto. No quería dudar de él ni de nadie. No de aquellos que estuvieron y están para ella, pero... todo era muy raro. Lo mejor sería seguir actuando con normalidad, seguir sin decirle a nadie de aquella última nota y esperar a que, si había una rata, esta cayera sola en su trampa. Después de todo, nadie debía subestimar a _____ Mei Yenaid. Cuando la verdadera fiera despierta, ésta siempre termina a un paso delante de todos.
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Ya está, hoy si les diré, porque saben o deberían saber lo ansiosa que soy xD
¿Les confieso algo? Clímax, en un principio, comenzó como una idea de a dos. Es decir, escribirlo con otra chica que "mágicamente se borró un día". La cosa es que, al seguir escribiéndolo sola, se me terminaron las ideas y por momentos algunos capítulos me quedaron un poco kk. En lo único que pensaba todo el tiempo era en poder terminarlo y olvidarme de ese fic, porque, por más que en su momento me dio ganas de cancelarlo, no le iba a hacer eso a las personas que lo seguían. Al acabar la primera temporada, una lectora me dio una idea para hacer la continuación y entre pensarlo y pensarlo, al final dije: Uhm... ¿por qué no? Así que terminé escribiendo una temporada más, que acabó en una tercera. Y aquí estoy ahora, amando la historia que en su momento pensé en cancelarla.
Irónico ¿no?
Ahora, el asunto en el que me encuentro es que me he estado cuestionado el final. Ya saben que mis desenlaces son bien sad :'v Y ahora me debato entre ser sad o súper sad XD Además de eso, he pensado en hacer una cuarta temporada pero me faltaría contenido para desarrollarla. La idea principal estaría, como siempre solo faltaría el relleno. Así que mejor iré a mi rincón a seguir pensando.
Tema principal de este apartado. He pensado en convertir esta saga de fanfics en una novela o bueno, varias. Eso implicaría incorporar personajes nuevos, darle un nombre a ______ y dejar a los chinos para luego XD por supuesto que la trama se extendería y arreglaría muchas cosas de la primera temporada que no me gustaron y también incorporaría más detalles para una mejor comprensión de los escenarios y el desarrollo de la historia. Ahora es donde entran ustedes. ¿Creen que sería una buena historia? ¿La leerían o la recomendarían a sus amigos lectores no kpopers? Que haga esto no significa que dejaré de escribir sobre k-pop, pero me gustaría tener mi primer novela como futura escritora que me considero.
¡Opinen mis niñas! (y niños si hay xD) Me gustaría saber qué piensan al respecto, en cuanto a hacer una cuarta temporada o no (para ir pensándola), hacer un final sad o super sad :'v y sobre adaptar los fics a novelas.
Ahora sí, me despido hasta la próxima nota.
NinaG. <3
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