Por unos tragos
En alguna isla más allá de los límites del Gran Mar...
¿Cómo habían terminado en este predicamento? Se suponía que habían desembarcado para abastecerse un poco y descansar antes de continuar su travesía. Los piratas de Tetra (y Link) continuaban su viaje más allá de las islas del Gran Mar, en busca de la tierra donde se establecerían para fundar lo que sería el nuevo reino de Hyrule.
Bueno, aunque se decían "piratas", Link prefería llamarlos "aventureros marinos", ya que nunca realmente se involucraban en actividades que pudieran llamarse piratescas o ilegales. A lo mucho, en una que otra pelea de bar, y nunca eran ellos quienes la iniciaban.
- ¿Estás lista, preciosa?
- Nací lista, aliento de dragón. ¡Vamos, dame lo mejor que tengas!
Link únicamente podía mirar la contienda que estaba a punto de comenzar. Todo porque recién llegados a la posada, que era muy popular entre piratas, corsarios, pescadores y marineros variados, su capitana aparentemente se sentó en el lugar favorito de uno de los clientes más regulares del local, que era el único que estaba vacío en el momento.
A dicho cliente, un sujeto enorme y corpulento, calvo y de una rubicunda barba, no le agradó mucho que ocuparan su banquillo habitual en la barra para pedir un trago, y como Tetra se negó a desocuparlo (argumentando que tenía derecho por haber llegado antes), estuvo a punto de estallar una pelea entre los dos, hasta que el tabernero, por fortuna para ellos, sugirió una forma más pacífica de resolver el conflicto.
- Muy bien, ya conocen las reglas. Cada uno se irá tomando un trago, y el primero que termine cayendo ante el alcohol, tendrá que pagarlos todos. – dijo mientras ponía dos jarras espumosas de cerveza sobre la barra, una para cada uno. – ¿Listos? ¡Comiencen!
Tetra rápidamente se bajó la suya, y el sujeto barbón hizo lo propio. El tabernero no perdió el tiempo en reemplazarlas por unas nuevas, mientras se llevaba las ahora vacías para lavarlas y volver a llenarlas para continuar.
- Oye, Tetra, ¿te parece que esto es una buena idea?
- No molestes, Link. – dijo Tetra. – Le voy a enseñar a este local que conmigo no se juega.
- ¡Ja! Pon tu dinero donde está tu boca, preciosa. – le dijo el barbón, bajándose su segunda jarra casi de un solo trago. – ¡Siguiente!
Tetra se bebió la suya para no quedarse atrás. El público alrededor vitoreaba y aplaudía cada vez que el barbón se bajaba su trago, aunque había algunos que apoyaban a la forastera. Pasaron cinco rondas y ninguno de los dos evidenciaba ningún signo de ebriedad, ni siquiera se veían mareados.
- Eres buena. La mayoría terminan bajo la mesa después de la cuarta.
- Ja, hace falta más para hacerme caer. – replicó Tetra, alzando su jarra para bebérsela primero.
- ¡Pues no me destronarás! ¡Nadie me gana en peleas ni en beber!
Cuatro rondas más, y ninguno de los dos quería darse por vencido. La mayoría animaba al campeón local mientras empezaban a hacer apuestas de cuándo caería Tetra. Link se preguntaba cómo Tetra lograba mantenerse luego de beber tanto; ¿acaso era humana semejante resistencia al alcohol?
- Ah, esto no es nada. ¡Mejor traigan algo más fuerte! – ordenó Tetra luego de bajarse la onceava.
- ¿Más fuerte? ¿A quién intentas impresionar, rubiecita? – le dijo.
- ¿Qué pasa? ¿Es que crees que no podrías aguantar?
El barbón pareció enfadarse por la insinuación de Tetra, y aceptó su desafío, pidiendo que trajeran el trago más fuerte que tuvieran. Link tragó en seco, ¿de verdad era buena idea seguir con este concurso? Estaba bien que Tetra tuviese aguante, pero todos tenían su límite.
La competencia siguió, trago tras trago. El barbón cada vez parecía tener más dificultades para coger su jarra, pero aun así persistía. Por su parte, Tetra ni siquiera se veía afectada, simplemente miraba a su adversario con los ojos en rendijas. Al llegar a la vigésima copa desde que iniciaron, ella se la bajó sin problemas, mientras que el gigante barbón apenas pudo tragarse la mitad antes de desplomarse sobre la barra dejándola caer. La jarra golpeó el suelo con un estrepitoso ruido metálico, y Tetra alzó los brazos en señal de triunfo.
- ¡Jaja, se los dije! ¡Esto no era nada! ¡Tabernero, una más para celebrar! ¡Mejor, que sean dos!
- En seguida, señorita. – dijo mientras los amigos del barbón trataban de reanimarlo. A su vez, Link miró a su capitana con ojos extrañados.
- ¿Dos?
- Uno para ti, mi estimado compañero. – dijo ella. – En serio, rara vez bebes conmigo o los muchachos; deberías soltarte más de vez en cuando.
Link tragó ligeramente en seco; él sinceramente no tenía muchas ganas de poner a prueba su resistencia al alcohol. De hecho, varias veces había visto cómo se ponían los demás de la tripulación cuando se pasaban de copas, y sinceramente había lados de sí mismo que prefería no terminar revelando por tomarse un trago de más.
- No lo sé, Tetra, ya sabes que esto no me gusta tanto.
- Aguafiestas. – dijo Tetra. – Vamos, un solo trago, hazlo por mí.
Y dijo las palabras mágicas. Una jugada sucia; sabía perfectamente que cuando decía "hazlo por mí" no iba a tomar un no por respuesta, por lo que tratar de discutir con ella siempre era una batalla perdida antes de comenzar. Suspirando, aceptó por bien de paz, aunque realmente fue un infierno de tragar.
- ¡Sí! ¡Vamos, muchachos, tómense otra ronda, que este idiota barbón la paga! – exclamó Tetra.
El resto de su tripulación rápidamente se unió. A Link le preocupaba un poco que cuando el sujeto barbón despertara y viera la cuenta que le tocaba pagar, se rehusara a hacerlo. Por si las dudas, tenía una bolsa de dinero consigo para al menos pagar un poco de la suya, pero al menos de momento, no le quedó de otra sino relajarse.
...
Para cuando cayó la noche y terminó la pequeña fiesta en la taberna, los piratas se fueron a la posada para descansar. A Link le tocó quedarse más tiempo ya que Tetra quiso llevar su tolerancia al alcohol hasta sus límites, y alguien tendría que llevarla a su habitación.
Efectivamente, Tetra también tenía su límite con el licor, y cuando finalmente se desplomó, Link la cargó en su espalda y subió las escaleras. Debido a que eran demasiados tendrían que compartir habitaciones de dos o tres, pero a Tetra le tocaban privilegios de capitana y por eso tendría una para ella sola.
- No tienes remedio. – murmuró mientras la veía, aunque sin poder evitar esbozar una sonrisa.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que se conocieron? ¿Diez, once, doce años? Ya no estaba totalmente seguro, no había llevado la cuenta de los meses con exactitud. El hecho era que ambos habían cambiado mucho. Los años los habían hecho crecer tanto física como emocional y sentimentalmente. Sus experiencias y aventuras juntos los acercaron mucho entre sí, y aunque nunca se lo había dicho de frente, en más de una ocasión se había atrapado a sí mismo mirándola con otros ojos.
Pero no, no estaba bien hacerlo. Ella era su capitana, su compañera. No habría forma de que ella lo viera de esa forma, ¿cierto?
El joven abrió la puerta de la habitación. No era demasiado grande, pero se notabía bastante limpia y cuidada, y la cama ya estaba hecha y se veía muy cómoda. Con cuidado, colocó suavemente a Tetra en la cama y con mucho cuidado le quitó sus sandalias para que pudiese dormir.
- Dulces sueños, capitana. – le dijo, disponiéndose a retirarse a su propio cuarto. Según habían quedado, le tocaría compartir con Gonzo, afortunadamente con camas separadas.
Sin embargo, cuando estaba por irse, una mano le agarró la muñeca, y con una fuerza inusual, haciéndole detenerse en seco. Lentamente giró la cabeza algo nervioso.
- Huh... ¿Tetra?
- Hmm... *hic* ¿a dónde creesshh que vasshh, Link? – le dijo, arrastrando las palabras. Sí, definitivamente excedió su límite de tolerancia con el alcohol.
- Eh... ¿me voy a dormir?
- No te vayasshhh... la cama aquí es bastante grande para los dos. – dijo con una sonrisa muy maliciosa mientras guiñaba un ojo.
Esa que solía darle cuando se le ocurrían ideas diabólicas que lo involucraban a él. Y ahora que eran mucho mayores, usualmente significaban algo mucho más vergonzoso para él. Y su sospecha se vio confirmada cuando la chica, de alguna manera, se incorporó sobre el colchón y lo atrapó en un abrazo.
- Uh... Tetra, ¿qué estás haciendo?
- Hmm... Link, quiero que duermas conmigo...
- ¿Qué? Oye, no, de verdad te pasaste de tragos hoy, mejor no vuelvas a...
- ¡Ah, cállate! – dijo ella, apretándolo más. – Dije que duermas conmigo *hic*, obedéceme...
- Claramente bebiste demasiado, y ya suéltame, ¿quieres?
- ¡No quiero! – Y al decir esto, bruscamente lo jaló hacia la cama. – No quiero que te vayassh...
- Tetra, lo digo en serio, no puedo quedarme a dormir contigo.
En este momento fue que empezó a tratar de soltarse, pero él sabía mejor que nadie que Tetra era mucho más fuerte físicamente de lo que su figura delgada sugería. Y con toda certeza, se negó a dejarlo ir, obligándolo a tener que empujarla.
- ¡Dije que no te vayas! – empezó a gritar ella, esta vez furiosa. – ¡Te quedas aquí conmigo!
- ¡No puedo hacer eso! – exclamó él. – ¡Ya déjame!
- ¡Que no!
Los dos empezaron a forcejear. Link se preocupó porque si alguien pasaba por el pasillo y escuchaba los gritos seguramente vendría a ver qué sucedía. No quería verse metido en una situación comprometedora que alguien fácilmente podría malinterpretar.
- ¡Tetra, suéltame! ¡Me vas a meter en problemas!
- ¡¿Problemas?! *Hic* ¡Tú eres el del problema!
Y sin más, Tetra alargó la mano y le conectó una tremenda bofetada que lo hizo caer sobre el colchón. Acto seguido se le echó encima quedando encima de él en cuatro patas, de tal forma que fácilmente tenía su escote muy dentro del rango de su línea de visión. Se obligó a sí mismo a no mirarlo más de lo necesario y se concentró en sus ojos...
- ¿Eh?
Solo para encontrarse con que su expresión no era de enojo. Parecía más bien... ¿triste? Sus ojos estaban húmedos, como si estuviera a punto de soltarse a llorar, y esa imagen, combinada con el rubor que le provocó el licor, era algo que muy rara vez veía en ella.
- ¿Tetra...?
- Link... *hic* ya sé que no soy atractiva. Alguien como tú nunca... sí, qué tonta fui... ¿cómo iba a creer *hic* que te ibas a fijar en mí?
- ¿Qué? ¿De qué estás hablando? – preguntó él ofendida.
- No finjas. – replicó ella. – A ningún hombre le gustan las mujeres como yo *hic*. Y eso te incluye. Todavía... todavía me acuerdo...
Link no dijo nada, solo le dirigió una mirada interrogante. ¿De qué estaba hablando Tetra? ¿Y por qué se veía tan deprimida por eso? ¿Eran los efectos del alcohol?
- Sí, claro que me acuerdo *hic*. – continuó, acercándosele al oído para susurrarle. – Me preferías más como Zelda, ¿verdad?
- ¿Cómo? ¡No, yo jamás...!
- No te hagas el tonto. – lo volvió a interrumpir. – Pero no te culpo. Los hombres prefieren a una princesa, que se porta como una dama *hic*, y no a una pirata marimacha como yo...
La joven capitana volvió a mirarlo de frente, quedándose ambos en total silencio. Aun en ese estado, el muchacho no pudo evitar detenerse y apreciarla. Tetra no era fea de ninguna manera; de hecho, él creía que los años la habían vuelto una mujer mucho más hermosa, y que proyectaba una gran confianza en sí misma. Él no se imaginaba que ella tuviera esa clase de complejo.
- Tú me gustas... desde hace años... – murmuró. – Pero claro, tú nunca me verías de ese modo *hic*.
- No, te equivocas. – aseguró él. – Tú... tú también me gustas, y mucho.
- Mentiroso. Si te gustara... *hic*, no estarías tratando de escaparte... no me dejarías sola...
Link tragó saliva ante ese comentario. Al parecer, el alcohol había sacado a flote el lado más libidinoso de Tetra, que parecía esforzarse por retenerlo a como diera lugar en esa habitación. No obstante, al hacerlo también trajo consigo su lado más sentimental.
En cuanto a lo que dijo, no estaba tratando de escaparse porque no le gustara. Estaba tratando de escaparse porque no estaba bien hacer algo con Tetra mientras ella se encontraba en ese estado. No era que no hubiese tenido pensamientos íntimos con ella, pero no iba a aprovecharse de una Tetra ebria, sin control de sus actos...
- "Diosas, ¿en qué diablos estoy pensando?"
- ¿Link, acaso es que no te gusto? – preguntó Tetra, sacándolo de su ensimismamiento.
- C-claro que me gustas. E-es solo que... ¡hmmph!
Sin decirle ni una palabra más, Tetra lo agarró detrás de la cabeza, y acercándole el rostro, lo besó a la fuerza. El chico se quedó totalmente paralizado, incapaz de oponer resistencia.
Lo que sucedió esa noche quedaría marcado en la memoria del joven Héroe de los Vientos por el resto de su vida.
(--0--)
A la mañana siguiente...
Tetra abrió los ojos lentamente cuando la luz del sol se coló por la ventana y llegó a su rostro. Tenía una jaqueca infernal, y la cabeza le daba vueltas.
- Ugh... creo que sí bebí demasiado. – dijo mientras se paraba.
Miró alrededor y vio que estaba en la habitación que reservó ayer en la posada. Seguramente alguien debió traerla mientras estaba ebria. Al ver más detenidamente, notó que algunas de sus prendas estaban tiradas alrededor de la cama, concretamente su chaleco, bandana y sus pantalones...
- Pantalones... ¡¿pantalones?!
Como si eso prendiera un foco en su cabeza, luego se miró y se tocó a sí misma. Solo traía puesto su top y su ropa interior para preservar su modestia, pero el hecho de que todo lo demás estuviese tirada de ese modo implicaba habérsela quitado... o que alguien debió haberlo hecho.
- ¿Qué pasó anoche? – se preguntó. – Lo último que recuerdo es que estaba tomando mis tragos con Link, y entonces... entonces...
Empezó a forzarse a recordar. Tenía fragmentos muy vagos, pero podía visualizar a Link cargándola en la espalda para llevarla a su habitación. Pero aparte de eso...
- Ugh... ¡glup!
De pronto le dieron arcadas, y rápidamente tuvo que salir corriendo hacia el baño. No creía que a los dueños de la posada les hiciera gracia si vomitaba en una de sus camas. Afortunadamente, pudo contenerlo hasta llegar allá y vaciarlo.
Se miró al espejo, y vio que tenía un aspecto terrible. Abrió el grifo para lavarse un poco la boca, al igual que también la cara y el pelo para mejorar un poco su aspecto y terminar de despertarse. Hecho esto volvió a la habitación, donde recogió su ropa para volver a ponérsela donde debía ir.
Si alguien debía saber lo que pasó anoche, ese tenía que ser Link. Y ella debía averiguarlo.
- "Link... tú y yo no hicimos nada anoche, ¿verdad?"
¿Por qué ese pensamiento no la dejaba en paz? Ella sabía que Link nunca le haría nada, menos en ese estado. Y tampoco era que ella quisiera que él le hiciera algo... ¿o acaso sí quería?
- Estoy perdiendo la cabeza. Se lo preguntaré y él me dirá que no pasó nada, y asunto arreglado.
Sin perder tiempo terminó de vestirse y salió de la habitación. No tenía un reloj a mano para saber qué hora era o cuánto habría dormido, pero eso no tenía importancia. Al bajar a la taberna toda la tripulación, a excepción de Link, ya se encontraba en la mesa ordenando el desayuno.
- ¡Ah, buenos días, señorita Tetra! – saludó Gonzo. – Le reservamos su lugar.
Tetra bajó las escaleras y fue a sentarse. Mientras los camareros les servían el desayuno, la capitana de los piratas miró a su alrededor.
- ¿Alguien ha visto a Link?
- Salió temprano. – dijo Nico. – Dijo que necesitaba ir por algo en el barco.
- Aunque se veía algo extraño. – agregó Zuco. – Parecía que no había dormido en toda la noche.
Esas palabras hicieron que Tetra se sobresaltara. ¿No había dormido? Entonces, algo lo debió mantener despierto toda la noche...
O tal vez, alguien lo mantuvo despierto. Y esa sensación hizo que le bajara un escalofrío por toda la espina.
- Voy a verlo. – dijo poniéndose de pie y sin tocar el desayuno.
- ¡Espere, señorita Tetra! ¿No va a comer?
- ¡Lo haré después! ¡Ustedes no se atrevan a tocar mi ración! – les advirtió, antes de atravesar la entrada y salir corriendo hacia su barco.
Mejor quitarse esa duda de encima de una vez. Al diablo con la resaca, y el desayuno podía esperar. Tenía que preguntarle a Link exactamente qué era lo que había pasado anoche. Esperaba no haber hecho alguna tontería, o peor, que él se la hubiese hecho.
...
En el muelle, Link se encontraba parado mirando hacia el horizonte sobre el mar, sin verlo realmente.
Había desayunado temprano e inventado un pretexto para irse al barco, pero solo era para intentar alejarse un poco y poder ordenar su cabeza, que estaba hecha un lío tras lo sucedido anoche con Tetra. Las palabras de la chica lo habían dejado perplejo; más concretamente, lo que dijo sobre sentirse atraída a él y pensar que él no lo estaba.
- "¿Por qué me habría dicho eso?"
- ¡Link! ¡Oye, Link!
La familiar voz de Tetra lo sacó de su ensimismamiento, mientras se daba la vuelta. El chico tragó en seco; ¿estaría enojada? ¿Querría preguntarle sobre anoche?
- H-hola, Tetra, buenos días. – la saludó, tratando de aparentar una tranquilidad que evidentemente no tenía.
- Nada de "buenos días" conmigo. – dijo ella, agarrándolo del cuello de la camisa. – Confiesa ahora, dime qué pasó anoche.
- ¿A-anoche? Bueno... p-pues lo que ocurre cuando te pasas de tragos, ¿no? Te desplomaste y te tuve que llevar a tu cuarto. – le dijo.
- Eso ya lo sé. Lo que quiero saber es... es... – La joven se sonrojó, parecía que le costaba decir estas palabras, pero finalmente sacudió su cabeza. – Dime qué pasó después de que me llevaste a mi cuarto.
- ¡Nada! – respondió él. Tenía esa respuesta ya en la punta de la lengua y preparada para cuando ella hiciera la inevitable pregunta. – No pasó nada.
- ¡No me mientas! – gritó ella. – ¡Desperté hecha un desorden, no hay forma de que no haya pasado nada! ¡Ahora confiesa!
- ¡Te aseguro que no pasó nada! – exclamó él. – Nada que debiéramos lamentar, en todo caso...
- ¿Nada que lamentar? ¿Qué quieres decir con...? No... ¡¿no me dirás que tú y yo... que nosotros dos...?!
Ay no, estaba llegando a eso. Él se rio nervioso, pero eso bastó para delatarlo, y la chica lo fulminó con la mirada de tal forma que podría haberlo matado unas diez veces por lo menos.
- Link... te conozco y no creo que me hayas hecho nada. – le dijo calmándose ligeramente, aunque aún había un tono de advertencia en su voz. – Pero si yo estaba ebria, y si acaso te hice algo, más te vale que no me lo ocultes.
- T-tú no me hiciste nada, en serio. – dijo él. – Es cierto, te pasaste de tragos, y te descontrolaste un poco, pero... no me hiciste nada que me cause un daño permanente.
- Link... por la forma en como me lo dices, algo tuve que hacerte. Como tu capitana, te ordeno que me lo digas. – dijo en tono autoritario. Él estuvo a punto de protestar, pero ella lo calló con el dedo. – Sea lo que sea, créeme que no te odiaré. No fue tu culpa después de todo. Vamos, dímelo.
Link la miró fijamente. Su expresión era severa, pero compasiva. No era una orden, solo se lo estaba pidiendo, y quizás quería estar tranquila.
- Cuando te llevé a la habitación... te iba a dejar en la cama, pero... me sujetaste. – le dijo.
- Ajá. – asintió ella. – ¿Y después?
- Después... – Link se rascó detrás de la cabeza, pensando cuál sería la mejor manera de decirlo – te pusiste un poco...
- ¿Un poco qué? – Tetra puso los brazos en jarras.
Link tragó saliva de nuevo, intentando buscar la palabra más apropiada. Su mente andaba a toda velocidad, pero no aterrizaba en ninguna. Finalmente, se decidió por la que, en su mente, sonaba menos peor que las demás.
- Un poco... cariñosa. – dijo ruborizándose. – Me abrazaste, y empezaste a decir cosas como... como que te gustaba, y que querías que durmiera contigo.
- ¿De verdad dije eso? – preguntó Tetra, sonando ligeramente incrédula. Link tuvo que mantener la mirada fija en los ojos de ella, para que entendiera que no estaba bromeando.
- Sí, eso dijiste. El hecho es... creo que el alcohol te puso algo... calenturienta, y la verdad no sabía qué hacer. Traté te apartarte, pero me agarraste con fuerza y luego me tiraste a la cama. Y entonces...
- ¿Entonces qué? ¿Qué pasó?
- Entonces tú... – Link tragó saliva. Se le hacía muy difícil pronunciar las palabras, y no sabía cómo se lo iba a tomar Tetra. – Tú... me besaste a la fuerza.
Cerró los ojos con fuerza, esperando el inminente grito de su capitana, de horror, furia, asco, lo que fuera. Simplemente se resignó a su destino, en cualquier momento despotricaría contra él.
Pero pasaron unos segundos y no vino. Al abrir otra vez los ojos, Tetra seguía simplemente allí, con los brazos cruzados y mirándolo como si esperase que dijera algo más.
- ¿Y? ¿Luego de eso?
- Bueno... luego de eso... no pasó más nada. – dijo él tímidamente.
- Link... – La chica puso los ojos en rendijas. – No me mientas. Ya te dije que cuando desperté mi ropa estaba tirada por la habitación, es obvio que algo más tuvo que haber pasado.
- ¿Eh? – Esa parte lo tomó por sorpresa.
- Confiesa, ¿acaso hicimos algo tú y yo? O mejor dicho... ¿yo te hice algo que no debía?
- ¡No, no! – exclamó él, agitando las manos frenéticamente. – ¡Te aseguro que no sucedió más nada! Luego de eso, tú solo... te quedaste dormida, y entonces yo me salí de la habitación.
Tetra le lanzó otra mirada, como si no le creyera. Tuvo que respirar profundo para calmarse y subir su temple, y pese a que cuando lo veía de ese modo lo intimidaba, era la única manera de hacerle ver que no estaba bromeando.
- Es la verdad. – dijo en el tono más firme que pudo sacar. – Cuando salí de tu habitación todavía seguías vestida. Así que... no sé qué habrás hecho después de que me fui.
Los dos mantuvieron la mirada fija en el otro por varios segundos, casi sin parpadear. Link se mantuvo muy tenso durante todo ese período, sin estar totalmente seguro de si ella le creería. Hasta que finalmente Tetra relajó su semblante, exhaló y sacudiendo negativamente la cabeza, suspiró resignada.
- La verdad no sé qué me pasó por la cabeza. – dijo llevándose la mano a la frente. – No había forma de que tú... bueno, ya sabes.
Por alguna razón sonaba... ¿decepcionada, tal vez? Eso lo confundió. Él más bien creería que ella se sentiría aliviada de que no hubiera pasado nada entre ambos. Vio como ella caminaba hacia el borde del muelle, y se sentaba dejando sus pies colgando en el aire.
Él hizo lo mismo y se sentó junto a ella, a distancia prudente para no incomodarla, pero lo suficientemente cerca como para poder mirarla. Era muy extraño verla con esa expresión melancólica; ese era un lado suyo que muy rara vez mostraba. Por lo general, únicamente lo hacía con él.
Mientras la veía, Link no pudo evitar pensar en lo mucho que había cambiado con los años. Pese a que usaba su atuendo habitual, compuesto por su chaleco azul, bandana roja, y pantalones grises hasta la rodilla, el mismo con el cual la conoció, era obvio que Tetra ya no era una niña. Su piel estaba todavía más bronceada por los años, y su cabello rubio verdoso, que había crecido hasta caerle hasta la mitad de la espalda, ondeaba ligeramente con el viento que soplaba por el muelle. Una imagen que siempre llevaba grabada e en su mente.
- Honestamente... no sé por qué pensé que habría pasado algo. – dijo Tetra. – Ja, es gracioso, no sé si sentirme aliviada o molesta porque no hiciste nada.
- ¿Cómo dices? – preguntó Link.
- Por un lado, me gusta que hayas sido un caballero conmigo, no lo niego. – sonrió Tetra. – Por el otro... una parte de mí no se habría molestado si algo hubiera pasado entre nosotros. Especialmente porque no habría sido culpa tuya.
- Oye, oye, no hay forma de que fuera a aprovecharme de ti en ese estado. – dijo Link. – Si quisiera que pasara algo, prefiero que sea cuando estemos sobrios.
- ¿Oh? – La expresión de Tetra de pronto se tornó en una sonrisa. Era de esas sonrisas maliciosas, acompañadas usualmente de un guiño, que le daba cuando estaba tramando algo, y siempre le traían recuerdos de salir mal parado.
Después de todo, era difícil olvidar cuando te metían en un barril para lanzarte por los aires con una catapulta.
- Entonces... – Tetra se le acercó, y comenzó a hacer caminar sus dedos por el torso de él de manera sugestiva – ¿quieres decir que sí te habría gustado que pasara algo?
Link tragó saliva. No sabía exactamente cómo debía responderle; si le decía que no ella seguramente se sentiría mal, rechazada, y si le decía que sí, no dejaría de burlarse de él por ello. Parecía un escenario donde él saldría perdiendo.
Después de pensarlo mucho, y tratando de ignorar ese cosquilleo que le provocaban los dedos de su capitana, finalmente pudo ordenar sus ideas y dejar salir lo que, según él, podría ser la menos peor de las respuestas.
- No niego que a veces me atrapo teniendo... pensamientos muy íntimos contigo. Pero nunca te forzaría a hacer algo que no quieras.
- ¿Y si fuera mutuo? – dijo ella. – ¿Si yo también lo quisiera?
- Eso ya sería diferente. – Link se encogió de hombros. – Pero tendrías que estar consciente; yo nunca me aprovecharía de ti en un estado como ese.
Tetra le sonrió de nuevo, pero a diferencia de la anterior, esta era una que pocas veces le veía. Mucho más genuina y cálida, totalmente sin ningún rastro de travesura o malicia. De nuevo, ese era un aspecto suyo que rara vez mostraba, por lo general solo cuando estaba con él.
- Entonces... ¿qué tal estuvo ese beso? – preguntó para romper el silencio. – ¿Te gustó?
- ¿Eh? – La pregunta lo atrapó fuera de guardia. – B-bueno, ese beso fue... inesperado.
- Link... – Tetra volvió a entrecerrar los ojos. – No estás respondiendo a mi pregunta. ¿Te gustó o no?
De nuevo estaba atrapado; decir que sí sería una mentira, y decir que no seguramente pondría mal a Tetra. Después de todo, ¿cómo se sentiría cualquiera de que le dieran su primer beso con aliento del alcohol más fuerte de toda la taberna?
- Después de los tragos que te tomaste anoche... ¿tú qué crees? – preguntó el chico, en un punto medio entre sonar amable y desafiante.
Afortunadamente, eso bastó para satisfacer a Tetra, cuya expresión se relajó al captar el mensaje. La capitana suspiró y se rio de sí misma.
- Por las Diosas, no solo di mi primer beso con aliento a alcohol, sino que apenas sí puedo recordarlo bien. Bueno, supongo que me lo merezco por poner mi resistencia al límite.
- También fue el mío, por cierto. – comentó Link.
- Vaya, pues eso todavía lo empeora. – dijo Tetra muy seriamente. – Bien, creo que solo hay una forma de arreglarlo.
- ¿Arreglarlo? ¿Qué qui—¡hmph!?
Igual que la noche pasada, Tetra lo atrapó y lo besó por la fuerza. Bueno, quizás no con tanta fuerza como anoche, y definitivamente no traía el aliento del alcohol. Ya superado el shock inicial, lentamente se relajó y se dejó llevar por ella.
Esta vez, el beso se sintió muy diferente, más apasionado y genuino. Probablemente fuese porque nacía de los deseos auténticos de ella, y no de un impulso que el alcohol podría inducir en alguien para hacer lo impensable.
Y admitiéndolo, le encantaba sentirla entregada a él, rodear con sus manos aquella cintura que quiso sujetar la noche anterior, pero que por respeto se contuvo. Porque estaba seguro de que si cedía a ese impulso, después no podría parar.
Finalmente se separaron, y volvieron a mirarse a los ojos. Link se había quedado sin aliento, por lo que se tomó un momento para recobrar el habla.
- Wooow. Eso... sí que fue diferente.
- Ahora lo vuelvo a preguntar. – dijo Tetra. – ¿Te gustó?
- Me encantó, princesa.
- ¡Ya te he dicho que no me llames así! – expresó molesta, halando un mechón de cabello de Link. – Pero solo por ese beso te lo perdono.
La pareja se disponía a retirarse del muelle, tomados de la mano. Sin embargo, al ponerse de pie, el estómago de Tetra gruñó ruidosamente, haciéndola sonrojar. Link se rio.
- ¿Todavía no desayunas?
- No. Los demás me dijeron que tú ya lo hiciste, así que...
- No me molestaría repetir. – dijo Link con una sonrisa. – Si a ti no te molesta que te acompañe.
- Jamás me molestaría tu compañía. – aseguró Tetra.
- Después de eso... ¿quieres que terminemos lo de anoche?
La pirata se sonrojó terriblemente ante la propuesta del joven, pero casi de inmediato se calmó, cuando comenzó a reír a carcajadas.
- Lo siento. Considéralo mi venganza, por haberme dejado despierto toda la noche...
Tetra hinchó los cachetes, pero casi inmediatamente sonrió. Le parecía un trato justo, así que se lo dejaba pasar.
Pero algún día, quizás no hoy, quizás no mañana, tendrían que terminar ese asuntito pendiente.
FIN.
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