
🚬00🥃
Todavía recuerda el comienzo de ese infierno lleno de odio, malas decisiones y caminos equivocados en el se sumergió. Aquella primavera; tan cálida y tan amarga. Las flores de cerezo nacían otra vez, el cantar de los pequeños pajarillos volvían en conjunto con las verdes hojas que bailaban con el viento, pintando el mejor de los paisajes; Los campos llenos de su color vibrante natural, dejando atrás los cálidos colores del otoño y el abrumador frío del invierno. Realmente era magnífico.
Por las transitadas calles de Seúl, las personas caminaban en su habitual revuelo mientras hablan de sí mismos, algunas felices, otras algo cansadas de su propia vida, pero todas por igual, ignorando que en uno de esos tantos callejones cercanos y oscuros; yacia el cuerpo de una adolescente pelirroja. La chica de rasgos delicados, se podría decir que casi etéreos, con una hermosa sonrisa que había abandonado su rostro para ser reemplazado por una expresión llena de dolor y miedo.
Sus piernas se movían apresuradas sobre el sucio suelo, siendo perseguida por aquel auto negro de lujo. Su desesperación crecía a medida que se iba debilitando y sus piernas no respondían, su vista se nublaba y la sangre entre sus piernas cada vez era mayor, su cuerpo dolía luego de ser brutalmente abusada en ese horrible lugar, por ese hombre en que tanto confiaba.
—Ayu...da...~— De sus labios resecos se escapó su voz entrecortada en apenas un débil susuro. En imperturbable silencio, rezaba por alguien, alguien que le ayudará y no le dañara aún más. Su garganta dolía de tanto gritar por alguien, por ayuda, llamado que fue completamente ignorado, nadie la escuchó , sus cuerdas vocales ya no le permitían emitir, más que pequeños balbuceos incoherentes.
Tembló con fuerza al ver entre las sombras del lugar una silueta caminar hacía su frágil cuerpo. Su andar se detuvo abruptamente, a punto de su inconsciencia cerró sus ojos, con el brillo del miedo recorriendo su cuerpo, hasta que sintió unos brazos envolverse en su cuerpo pequeño y debilitado para caminar con ella en brazos.
Su cuerpo aún estaba tenso y a la defensiva. Abrió rápidamente su ojito sano para contemplar al dueño de aquel suave y sutil...Su rostro estaba serio,tanto que podía sentir la ira que llevaba dentro, también se notaba tenso, podía sentirlo en su ser. Bajó su cabeza avergonzada, sabía que le estaba ayudando pero aún así, tenía miedo y sobre todo desconfianza; no muy convencida, se dijo a si misma que era normal ser desconfiada.
El castaño la cubrió con su chaqueta, evitando mirar su cuerpo casi desnudo y las condiciones en que este se encontraba; no sentía repulsión hacia ella pero sería descortés, si no cubría su pequeño cuerpo. De su bolsillo saco su teléfono y marcó a emergencias, pués temía lastimarla y el hospital no estaba muy cerca.
Fue internada rápidamente y atendida por los enfermeros y médicos que estaban de turno esa tarde. Los golpes en tonalidades preocupantes; las quemaduras de cigarro en piernas, espaldas y brazos que dejarían cicatrices y los desgarres en zonas íntimas; Fueron claros signos de agresión física y sexual. Los padres de la joven fueron informados, quiénes rápidamente asistieron al hospital en busca de su hija y de la respuesta a lo sucedido. La oficial de policía que asignaron al caso intento varias veces preguntar los sucesos pero la chica solo miraba a la nada. Varios sicológos la consultaron, pero siempre era el mismo resultado. Jihyo miraba a la nada mientras en su cabeza se reproducían los recuerdos que tantas pesadillas le causaban. Su dolor era tan inmenso que ni siquiera podía llorar cuando su madre lloraba junto a ella mientras le acariciaba su cabello rojo; O cuando su padre la miraba con desprecio por manchar la honra de la familia y la culpaba por haber seducido a uno de sus jefes.
Pasaron las semanas y pronto fue dada de alta, finalmente se le permitió volver a su hogar donde su infierno volvió teniendo que escuchar a su padre insultando y burlándose de su persona y a su madre tratándola de defenderla, ganándose unas cachetadas de por medio. Su pozo era cada vez más hondo y su única solución era aquel chico que la visitaba, mismo tiempo la ayudó aquel fatídico día. El hijo de los Park, Park ChanYeol.
La primavera fue pasando lentamente en tormentosos días y noches de soledad y tristeza hasta que llegó el verano con sus olas de calor y un nuevo florecer para la pequeña muchacha de corazón roto y sonrisas falsas. En todo este tiempo ChanYeol se preocupó por ella y la invitaba a salir porque era consciente de lo que estaba pasando y el como su padre la trataba.
Esa tarde había demasiado calor, por lo que el más alto la invitó a tomar helado, a lo que ella accedió y rápidamente se preparó maquillado un poco su rostro y colocándose un hermoso vestido corto y suelto.
—Te has vuelto alguien muy valioso para mí...— Su voz se escuchó como un leve murmullo. Camino al lado del más alto, viendo su rostro con timidez y una suave sonrisa , la cual le fue cálidamente correspondida.
Le costaba mucho depositar su confianza en las personas, desde aquel espantoso suceso, pero su mayor le demostró que era una buena persona y no solo por ayudarla , sino por cada uno de los detalles que tuvo con ella desde las flores todas las mañanas hasta los desayunos y la forma en que la hacía sentir.
—Tu también te has vuelto especial para mí, desde que nos conocimos, me he dado cuenta de que eres una gran chica , eres como una hermanita pequeña para mí, tan amable y adorable—.
El castaño sonrió sinceramente hacía la pelirroja a su lado , sin saber, que le había roto el corazón a la pequeña, quién solo miro al suelo tratando de no sentirse mal. Tal vez, no la veía como ella lo hacía por asco, porque estaba sucia, manchada.
El tiempo no sé detuvo pero ella sentía que sí, cuando cada día veía a ChanYeol con una hermosa sonrisa acompañado un nuevo ramo de flores o chocolates. La pelirroja estaba enamorada pero el más alto hacía todo esto porque después de ir a varios sicológos para aconsejarse llegó a la conclusión de que existía una co-dependencia y lo mejor era ir soltando sus lazos poco a poco.
Esa mañana nuevamente había vomitado, sintiendo ese horrible malestar y unas ganas terribles de comer cosas agridulces la había poseído. Llevaba un tiempo así por lo que se encontraba más delgada, lavó su rostro para refrescarse y miró su reflejo.
Su rostro estaba mucho mejor y a pesar de tener pequeñas cortadas como cicatrices, este seguía siendo hermoso. Suspiro para tomar la pequeña prueba de embarazo, rezando por un resultado negativo. Los minutos pasaron y ya era hora de saber la verdad, una verdad para la cual no estaba preparada.
Positivo…Se quería morir, esa...cosa arruinaría no solo su cuerpo y futuro, sino también las posibilidades de que Chanyeol la amase, como ella lo amaba...
Aquella noche lloró, lloró como hace tiempo no lo hacía; se sintió desepcionada y sola , se daba asco, se sentía repulsiva. Pero no era su culpa, ella no había pedido que un borracho cualquiera abusara de su cuerpo, destrozando su alma y mente.
Un mes después, cuando sus padres supieron de su problema, no le permitieron abortar . Su madre diciendo que un bebé era una bendición, no un error, que el bebé no tenía la culpa, que el hombre que había abusado de ella era el culpable, pero que el niño no debería morir por ello. Mientras su Padre decía que fue su culpa y que debía afrontar sus errores. Pero ella lo odiaba, esa cosa solo arruinaba su vida y su cuerpo, estaba engordando y asqueada teniendo que usar tallas más grandes y no su preciosa ropa ceñida nueva, que últimamente adoraba usar.
Cada que Chanyeol la iba a visitar o la invitaba a salir ella usaba fajas que oprimían su vientre hasta ser casi insoportable, pero no le importaba, mientras que la viera hermosa, todo sacrificio valía la pena , aunque dañará al engendro de ese enfermo violador.
Los meses pasaron y ahora con casi ocho meses su vientre era demasiado grande, casi que le costaba caminar pero aún así no le importaba. A todos le ocultaba su embarazo como podía, iba a las mejores fiestas bebiendo alcohol y drogándose incluso de vez en cuando tenía relaciones con desconocidos, por simple diversión.
Su Madre intentaban hacerla cambiar de opinión sobre el bebé, pero era casi imposible. Aunque detrás de todo ese descontrol, ella sufría y lloraba, incluso se golpeaba, su bonito vientre, estaba lleno de moretones, todas las noches se lastimaba , hasta que el doloroso cansancio, la hacía dormir.
Pasaron los meses en horas de dolor con las heridas que se iban esfumando de su piel pero grabando en su alma, cada noche, como un arma cortante su mente repetía los recuerdos de aquella noche. En esa mañana soleada y calurosa mientras desayunaba con una insoportable resaca, sus piernas se sentían húmedas y cuando menos lo esperaba, rompió fuente y el dolor se hizo presente. En los siguientes momentos fue llevada al hospital más cercano de inmediato junto a sus padres; quiénes llamaron a ChanYeol, contándole la verdad, una que él ya se había imaginado. Fue colocada en la camilla y rápidamente la llevaron a la sala de parto mientras lloraba de dolor. Los médicos y enfermeras le preparaban y ayudaban a traer su pequeña criatura al mundo. El dolor la atravesó aún más fuerte su espalda baja como si se estuviera rompiendo sus caderas y desgarrando su carne.
—¡Sácalo ya!...Duele...—Gritó con todas sus fuerzas desgarrando su garganta; al doctor encargado, quién rápidamente hizo su trabajo recibiendo al pequeño mientras era ayudado por sus compañeros y la chica gritaba y lloraba del insoportable dolor.
—Felicidades, es un bebé muy hermoso—La enfermera se acerco regalando una suave sonrisa al pequeño bebé en sus brazos y a la nueva madre.
—Llévate esa cosa...No lo quiero—Hablo con indiferencia y seriedad mientras cerraba los ojos para intentar descansar y recuperar energías que el engendro le había robado. Un sollozo, algo bajito sonó en el lugar—¡Cálla al mocoso!—.
Su grito, dejó algo sorprendidas a las enfermeras que quedaban en el lugar, quiénes la despreciaron con tan sólo la mirada, hipócritas. Suspiro una ves estuvo sola dejando salir las lágrimas y pequeños sollozos.
A pesar de todo le dolía tener que abandonar a su pequeño engendro, pero sabía que era lo mejor antes de ser asesinado por su padre, quien meses atrás le había advertido de lo que pasaría si daba a luz a un doncel.
Asustada dejo caer el cuchillo ensangrentado al frío suelo de madera, con el cuerpo tembloroso y las lágrimas corriendo por su rostro, se deslizó por la pared hasta terminar en el suelo con un ataque de ansiedad abrazando sus piernas.
Observó sus manos sin poder creerlo, se supone que solo asustaría a el mayor para que se alejará y no ganarse una nueva golpiza. Su esposo se estaba desangrando después de apuñalarlo varías veces, La pelinegra estaba en shock, miro sus manos ensangrentadas y temblorosa con miedo. A los pocos minutos después de reaccionar se acercó a su marido con rapidez y tomó su pulso, percibiendo lo débil de este.
Asustada fue q la cocina con el cuchillo y este lo envolvió en trapos que se encontraban ahí, escondiendo el arma en lo más alto de la alacena. Volvio nuevamente donde su esposo, en sus manos tenía paños de cocina que utilizó para limpiar la sangre a su alrededor y las huellas en el suelo.
Sus pasos eran apresurados rumbo a la habitación de su pequeño de dos años de edad, quien lloraba asustado por la reciente discusión. Entró a la habitación con manos sudorosas, tomando el bolso de su hijo para después tomarlo en brazos junto con la manta que lo tapaba del frío, sin importar si está se manchaba de la sangre en sus manos.
Bajo las gradas desesperada buscando las llaves del auto de su esposo y tomando su mochila con algunas ropas y dinero, tomó su teléfono llamando a emergencias de forma anónima. Su frente sudaba por la presión del momento y su cuerpo temblaba ligeramente con nerviosismo, intentando calmar a su pequeño. Salió de la casa dejando el pequeño rastro de sangre en el piso y en la hierba, hasta que abrió como pudo el auto, algo viejo de su esposo.
La lluvia caía con rapidez, era casi imposible manejar sumado interminable tráfico que incrementaba cada vez más. El dolor en su mejilla y brazos por los golpes proporcionado por su esposo se hacía más grande y las lágrimas parecían no querer abandonar sus ojos.
Observó a su pequeño Taehyun dormido por el retrovisor, sonrió de forma inmediata; su hijo lo era todo para ella. En la radio sonaba una agradable canción que conocía perfectamente; era su canción, La de ambas. Si hubiera sido valiente hubiera detenido aquella boda sin sentido pero el hubiera no existe y ahora se encontraba casada con un tipo violento, con hijo pequeño y un embarazo de 4 meses.
La lluvia incrementaba con rapidez desechando aquel agradable momento. Su cuerpo temblaba con demasía y su teléfono no paraba de sonar por lo que se vió obligada a orillarse para esperar a que la lluvia disminullera, pero lo que no esperaba era que en ese preciso momento una ambulancia a toda velocidad impactará contra su auto y mucho menos por el lado donde iba la silla para bebés de su hijo.
Entre esas cuatro paredes blancas, Jenni despertó con gran dolor en su cuerpo y cabeza, miro incrédula a su alrededor callendo en cuenta que estaba en el hospital. Su mirada bajo hacia su vientre, el cual dolía; llevaba una bata puesta pero algo llamo su atención , ya no estaba aquella pequeña y hermosa redondez que amaba acariciar.
Los recuerdos penetraron su mente como una filosa navaja cortante.
Aquella Boda que no pudo evitar ; La fuerte discusión con su esposo y sobretodo...La ambulancia impactando contra su auto.
Su vista se nublo debido a las lágrimas, tenía miedo, estaba asustada pero aún así quiso ser optimista y pensar que todo estaría bien y que talvez su pequeño angelito ya había nacido y por eso no tenía su vientre abultado . Escucho la puerta ser abierta y su esposo apareció con apariencia desaliñada detrás de esta con un rostro para nada amigable.
—¿Q-Que paso?¿Cómo?—Pregunto con miedo palpable y grandes dudas. Se intento sentar pero fue imposible por el dolor y todos los cables conectados a su cuerpo -—¿D-Donde está mi be—
La puerta fue abierta rápidamente por una enfermera, quien al verla despierta llamo a un doctor. Una vez la examinaron, la enfermera se retiró dejando al doctor con la paciente confundida.
—Horas después de su llegada al hospital le informamos a su esposo y familiares pero éstos no se han presentado— La suave voz del doctor no hizo más que asustarla. El hombre de bata blanca la miraba con profunda pena.—Mis condolencias , su bebé... Su bebé ya estaba muerto mucho antes de ese accidente. Deduzco que murió debido al traumatismo causado por un gran golpe. Y en cuanto al menor que le acompañaba, murió a causa de las heridas y la perdida de aire en el cerebro. Lo siento—.
En ese momento su mundo se destruyó totalmente. Estaba destrozada, grito y suplico por su hijo era mentira ¿Verdad? Su bebé tenía que estar vivo, no era posible. Se encontraba siendo arrastrada por unos enfermeros mientras intentaba salir de su agarré, en estado de shock. Una vez consiguió safarse del agarré corrió sin importar si se lastimaba. Cuando llegó donde se supone que estaría su pequeño cuerpecito. Encontró el cuerpecito desfigurado de su niño.
Fue sedada debido a él fuerte impacto de la trágica noticia mientras que su madre daba la autorización de donar los órganos del niño. Al día siguiente se encontraba perdida, miraba a hacía la ventana observando la lluvia y sonriendo a la par que decía cosas sin sentido alguno. El doctor le pidió firma unos documentos y así lo hizo, sin saber que era la autorización para donar los órganos del menor. Su cordura tendía de un hilo, ya ni siquiera respondía cuando la llamaban por su nombre o cuando su esposo le recalcaba que todo había sido su culpa por huir de él, dejándolo en el frió piso desangrándose.
Consulta trás consulta de varios especialistas en sicología, no fue de utilidad cuando le informaron que su útero estaba muy dañado y que no podría tener hijos, volviéndose alguien sin valor completamente.
Días después en una noche mientras estaba en el departamento de neonatología, observando de lejos a los bebés, preguntándose como sería si hubiera dado a luz al bebé en su vientre. Un bebé pelirrojo llamó su atención por lo que observo su hermoso rostro y sus gestos. Una enfermera que pasaba fijó su vista en ella por lo que la tomó del brazo suavemente para llamar su atención.
— Perdón Señora pero aquí no puede estar— Su voz suave y delicada eran tan calidad que Jenni miro su rostro, para luego sonreír — Si su bebé no está ahí es mejor que se retiré, yo personalmente la llevaré a su habitación correspondiente.— La enfermera se había graduado hacer poco por lo que aún no tenía experiencia. Tomó el brazo de la paciente y la alejó un poco pero ésta se safo del agarré.
— Mi bebé…¿Cuál es el nombre de ese pequeño? Parece un ángel — La pelinegra colocó las manos en el ancho cristal, mirando con interés y curiosidad al recién nacido, evadiendo la mirada algo confusa de la enfermera.
— No tiene nombre, su madre lo abandonó y— Miro su reloj para después observar a la pelinegra a su lado, quien estaba pensativa— Ya es hora de su alimentación, por lo que buscaré su fórmula—.
Jenni al escucharla, se emocionó por lo que tomó sus manos entre las suyas y la miro con súplica.
— Yo puedo darle pecho, tengo demasiada leche— Señaló sus pechos abultados, los cuales dolían. Y como palabra mágica minutos después se encontraba en su habitación amamantando al pequeñito y a otros bebés. Los días pasaron y ella seguía visitando ese lugar para amamantar al pelirrojo y jugar un poco con él pero aquella madrugada antes de ser dada de alta, no vió al pequeño en el lugar que le correspondía por lo que se preocupo pero no le dieron información más detallada; solo que se había marchado. Noticia que la dejo desconcertada y sobre todo herida porque había perdido al diminuto rayo de esperanza en su corazón.
Los días y noches habían pasado lentamente en horas cruciales para el pequeño doncel, pues a pesar de haber nacido a los 8 meses, sus pulmones no eran totalmente fuerte para respirar por sí solo.
La joven madre se la pasaba totalmente fuera de lo que sucedía a su alrededor, aveces lloraba angustiada por no permitirse conocer a su hijo y actuar como si este no le importará, por negarse a amamantarlo mientras le canta y sobre todo porque había tomado lo que sería la mejor decisión para ambos. Solo quedaban dos días para marcharse de ese lugar tan horrendo.
Le fastidiaba que ChanYeol y sus padres estubieran tan al pendiente de ella y del recién nacido, por si se quería escapar, lo que ellos no sabían, era que ella ya tenía una idea perfecta para deshacerse del mocoso, sin que pareciese intencional.
La madrugada había llegado en conjunto de aquel sentimiento dentro de sí no quería ejecutar su perfecto plan pero sabía que ya era demasiado tarde cuando vió a su nueva amiga y cómplice entrar a su habitación.Volteó su cabeza para no ver cómo la chica se colocaba su mascarilla y sus lentes de sol negros para proceder a tomar al pequeño bulto cubierto por mantas azules en la cuna al lado de la cama de la muchacha.
Una vez pasada la media noche; La delgada mujer vestida con su uniforme. Caminó haciendo resonar sus finos tacones; Atravesando el estacionamiento teniendo especial cuidado con las cámaras del lugar.Al llegar a una esquina ocurra, con el odioso bebé en sus brazos quién dormía profundamente. Divisa una silueta junto a un auto negro y sonríe.
El hombre alto, con rostro serio y mirada profunda; la observó con una expresión demandante. Ella le extendió al pequeño con cuidado y El lo sostiene con una expresión de molestia.
—Espero que no se arrepienta, porque él niñato, no estará con vida y no querrá un órgano para enterrar—Hablo por primera vez demandante y fríamente— Si la chica se arrepiente, ya sabes lo que debes de hacer—Yirem bufo ante la orden.
— Byun Jihyo sabe que su abre la boca estará arruinada—.
—Estás advertida— sonríe maliciosamente —Es mejor que desaparezcas si no quieres que yo lo haga. El dinero a sido depositado en tu cuenta—.
Ella rueda los ojos con fastidio y una sonrisa triunfante. Voltea sobre sus talones ignorando la amenaza de su jefe para regresar a su labor en el hospital.
JiHyo se sintió por primera vez el peso de sus malos actos y al darse cuenta de lo que hizo, se sintió devastada...Mierda...Había vendido a su propio hijo. Las lágrimas salían de sus ojos con arrepentimiento en su corazón. Las Malditas voces en su cabeza le recriminaban pero; ya era tarde.
En la mañana siguiente fue llevada por una enfermera hacía donde su familia se encontraba, vió a su madre llorar mientras se acercaba a ella, para abrazarla en un intento de consolar su destrozado corazón. Pero su padre solo se mantuvo en silencio, sin decir ni una palabra, solo sonreía porque él sabía que en el fondo era lo mejor. Solo pudo sentirse culpable mientras las voces en su cabeza le decían:"Te vas a arrepentir".
Días después de ser dada de alta, Jenni caminaba decaída devuelta a él departamento que había rentado. Después de la muerte de sus hijos y la desaparición de su esposo fué llevada a ese lugar bajo la supervisión de una enfermera, pues había intentado quitarse la vida en varias ocasiones pero después de un tiempo dejo de intentarlo.
Actualmente se encontraba volviendo de la consulta con el siquiatra, TaeYang; su esposo, la acompañado pero éste estaba desaparecido y ella conocía bien las razones. Había tomado la decisión y se mudaria a las afueras de Seúl para alejarse de todo ese mundo y de todo lo que vivió para empezar de cero, retomando su carrera como enfermera e iniciar el negocio de sus sueños.
Caminaba por las calles casi desiertas, cuando se vió obligada a detenerse a medio camino por aquel sonido que llamo su atención. Un llanto desgarrador llegó a sus oídos, sonaba ahogado, desesperado cómo si con su llanto quisiera la atención de alguien en específico, miró a los lados pero solo encontró una pareja de adolescentes y su mascota.
El lugar estaba casi desolado, ya que era la parte trasera de un edificio casi abandonado y por lo tanto no era tan transcurrido. Se encamino hacía el hediondo callejón de dónde provenía el llanto ya casi imperceptible. El lugar tenía poca luz debido a que la luz del sol no llegaba en su totalidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas y rápidamente corrió hacia el latón de basura para tomar en sus brazos aquel pequeño bebé dentro de esa caja desalmada . Lo acunó entre sus brazos brindándole el calor que no le ofrecía aquel horribles lugar, ni aquella manta sucia.
El bebé sintió su calor dejando de llorar con respiración un poco agitada, poco a poco cerro sus hermosos ojos relucientes entre la suciedad de su cuerpo, cosa que preocupo a la mayor ya que pudo percibir la herida mediana en su pequeña pancita. En ese momento solo pensaba en salvar a la criatura, su mente decía que debía protegerlo y eso hizo.
A partir de ahora ese bebé sería su hijo; cuidándolo como si fuera MinSeok, Por lo único que seguirá adelante.
Lo llevo al hospital más cercano donde le hicieron muchas preguntas debido va la condición mala del pequeño el cual paso bastante tiempo en la incubadora luchando por su vida. Cuando por fin estaba lo suficientemente fuerte fue entregado a ella. Porque le había metido a todos y de alguna forma ahora el pequeño era un Kim.
Una vez salieron los dos del hospital. Jenni empacó sus cosas y las que tenía para el bebé, junto al dinero que tenía y se marchó a las afueras de la ciudad por miedo a que alguien quisiera reclamar a su hijo porque sabía que un bebé no era un juguete y ser madre no era un juego pero ella se negaba a abandonar su juego y perder a su Kim Baekhyun.
Porque el era su vida y lo protegería mientras tuviera fuerzas.
Holis:)
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