Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXXV

21 de julio de 2019

Josephine

Fue una estupidez haberme subido al escenario a cantar esa canción, pero cuando la vi en el repertorio supe que no podía desaprovechar la oportunidad. Era mi momento para pedirle perdón a Aron, aunque todos sabemos que no me va a perdonar, pero necesitaba decirle todo lo que siento y... ¿qué mejor que una canción cuando las simples palabras ya no son suficientes?

Desde ya que no esperaba que corriera a mis brazos, pero sí, aunque sea que la canción le haga cambiar de opinión y decida escucharme de una vez por todas. Después de todo, nunca quiso saber mis motivos, él cree que los conoce, pero no sabe toda mi versión de la historia, se queda con lo que a él le parece que es. Yo sé que nada puede justificar lo que hice, pero todo cambió... lo que empezó siendo mi propia búsqueda de justicia, terminó por llevarme al verdadero amor, y voy a luchar por él.

Después de planear mi mejor estrategia, llamo a la única persona que me podrá ayudar a recuperar al amor de mi vida.

Solo espero que por una vez en la vida uno de mis planes sí funcione...

—Martin, necesito un favor...

Martin es el dueño del bar donde Aron y yo cantábamos los martes. Bueno, él cantaba y yo a veces lo acompañaba, pero eso es un detalle menor. El punto es que necesito que organice alguna presentación para que Aron y yo cantemos. Vi con mis propios ojos cómo luchó contra sí mismo para no perdonarme cuando canté hace unos días en el cumpleaños de Theo. Después de todo, como dije antes, si algo puede volver a unirnos es la pasión que compartimos por la música.

—Jo, ¿cómo estás? Es un gusto volver a saber de ti, hace mucho no hablamos. Dime, si puedo con gusto te ayudaré —me responde cordialmente.

Pongo los ojos en blanco porque sé que no puede verme ante su reclamo de hace mucho no hablamos. Hace más de un mes que no hablamos porque decidí cancelar las presentaciones... no tenían sentido sin Aron. Leah me dijo que él también las dejó y, aunque Martin no tiene la culpa de nuestro desastre, fue un daño colateral que sé que a ninguno nos importó.

—Necesito que llames a Aron y le digas que alguien quiere contratarnos para alguna presentación, o algo así, lo que sea estará bien, pero necesito que él y yo retomemos las presentaciones...

—No sé si podré hacer eso... Aron siempre fue muy importante para mi negocio, ya sabes que los martes cuando él cantaba era cuando más clientes venían aquí... intenté que no deje de venir... hasta le dije que estaba perjudicando mi negocio haciendo eso, pero no le importó, me dijo que estaba muy dolido como para seguir cantando y que solo iba a arruinar aún más las cosas si lo forzaba. De verdad, lo siento, pero no podré.

Una punzada de dolor me presiona el pecho. Martin no se merece que, por mi culpa, su negocio decaiga.

Por suerte, contaba con una respuesta así de su parte y estoy preparada para replicar.

—Pues, entonces solo cítalo a una reunión, no le digas para qué, y cuando esté allí él ya no podrá negarse, lo conozco.

—De igual modo, Josephine, no conozco a ninguna persona que esté buscando a dos cantantes para alguna presentación —me responde.

—De eso me encargaré yo, no te preocupes.

—Jo —por la larga pausa que hace, sé que nada bueno puede venir a continuación—... no sé qué pasó entre Aron y tú, pero de lo que sí estoy seguro es de que fue algo verdaderamente malo por como él está sufriendo.

—Yo también estoy sufriendo —respiro hondo y me justifico porque de verdad necesito que Martin me ayude.

—Estoy seguro de que si, Jo. Te entiendo... pero tú también tienes que entenderme a mí, él ha llegado a convertirse en un amigo para mí —lo escucho suspirar a través del teléfono—. Si quieres que te ayude, quiero que me cuentes todos los detalles de lo que vas a hacer, y ahí decidiré...

—Me he contactado con una empresa socia de mi padre que tiene un evento la próxima semana y están buscando dos personas para hacer una presentación, les mostré videos míos y de Aron cantando y les encantaron, pero si yo se lo pido a Aron va a decirme que no. Entonces esperaba que tu...

—Esperabas que yo se lo pidiera como un favor hacia mi —termina él por mí.

—Exacto, Martin, te lo suplico.

—Está bien —concede—... pero con una condición.

—Lo que sea —respondo sin dudar.

—Si Aron se niega, no lo presionaremos, ¿de acuerdo?

—Por supuesto, Martin, te lo agradezco muchísimo.

—Reúnete conmigo dentro de dos horas en mi bar, llamaré a Aron también para informarle de la reunión.

—Perfecto —le respondo y cuelgo.

Fase 1 de mi plan para recuperar a Aron: completa.

Las horas nunca pasan tan lento como cuando estás ansiosa porque algo suceda.

Dos horas después de haber hablado con Martin, me encuentro en la puerta de su bar. Decidí venir en taxi porque si Aron veía mi coche aparcado aquí, no accedería a realizar la reunión, estoy segura.

Miro mi reloj y me sorprende mi exacta puntualidad... me debato entre ingresar o esperar unos minutos más, pero descarto la idea de aguardar aquí porque, otra vez, sé que, si Aron me ve en la puerta, no entraría.

Adentro del bar me encuentro con Martin. Rápidamente me acerco a él y lo saludo con un abrazo. No es raro entre nosotros porque tenemos una relación muy cordial. Él es una gran persona y, una vez más, me lamento por haberlo perjudicado.

—Aron debe estar por llegar —me dice cuando nos separamos—. Por favor, recuerda lo que hablamos.

—Si, no te preocupes —lo tranquilizo.

Le explico rápidamente los detalles de la presentación para que él se los explique a Aron y luego nos distraemos hablando de otras cosas cuando el sonido de la puerta nos sorprende. Vemos a Aron entrar y fruncir el ceño cuando me ve a mí.

—¿Qué hace ella aquí? —dice, sin siquiera saludar primero.

Sé que no le molesta verme a solas con Martin, porque además de que es varios años mayor que yo, era común entre nosotros reunirnos a tomar algo y hablar mientras esperábamos a Aron realizar sus presentaciones solistas.

—Lo mismo que tu —le responde Martin tranquilamente—... he acordado una reunión con los dos.

—Se te olvidó informarme de ese pequeño detalle.

—Pensé que no te importaría —le responde Martin encogiéndose de hombros.

—Yo me piro —dice y rápidamente miro a Martin para que lo detenga cuando Aron no me ve.

—Aron, ya estás aquí. Siéntate y escucha lo que tengo que decir... luego ya podrás irte.

—De acuerdo, que sea rápido —bufa Aron y yo me relajo porque por lo menos está dispuesto a escuchar a Martin.

Aron se sienta enfrente mío en la mesa y Martin queda sentado a mi lado.

—Me han contactado de una importante empresa para solicitar la presencia de ambos en un evento...

—No —interrumpe Aron tajante.

—Déjalo terminar —digo intentando no perder los nervios.

Aron entorna sus ojos hacia mí y Martin nota la incomodidad, pero decide continuar con su monólogo para que la situación no se nos vaya de las manos.

—Es un evento tranquilo... para celebrar el crecimiento de activos en la empresa, solo asistirán los empleados y quieren un buen show así que los recomendé a ambos.

—¿Has terminado? —pregunta Aron impaciente—, diles que yo no podré, que ese día ya tengo otro compromiso asumido.

—Pues yo sí lo haré —digo cuando lo veo intentando levantarse y con eso logro llamar su atención y hacer que continúe sentado—. Diles que cuenten conmigo, estoy segura de que podré encontrar alguna canción solista que sea acorde al evento.

—Ellos querían un dúo, Jo.

Ahora es cuando mi plan comienza a decaer.

Una ligera idea cruza mi mente, pero dudo que sea la mejor...

—Bueno, puedo conseguir algún hombre que quiera acompañarme en el escenario —digo sin pensarlo mucho.

Sé que, si hay algo más fuerte que el orgullo de Aron, son sus celos. Él no va a permitir que yo comparta con otra persona algo que es nuestro. Es un golpe bajo de mi parte, sí, pero ya lo dije, estoy desesperada.

—No va a ser necesario —dice Aron y tengo que hacer un esfuerzo para no sonreír—. Está bien, lo haré... pero solo porque no quiero hacerte quedar mal a ti, Martin.

¡BINGO!

—El evento será el 29 de julio, la próxima semana —nos informa Martin y yo asiento como si no lo supiera ya—. Luego les enviaré por Whatsapp los detalles y las exigencias que pidió la empresa, pero no son nada fuera de lo común, no se preocupen... no es nada que no hayan hecho ya.

Aron se levanta y se dirige hacia la puerta sin volverse para saludarnos, pero antes de llegar a ella, se gira para hablar:

—¿Han pedido alguna canción en especial? —nos sorprende preguntando eso.

—No, ¿por qué? —le responde confundido Martin.

—Porque ya tengo la canción perfecta. Josephine —bajo mi mirada ante su forma tan fría de decir mi nombre—, luego te enviaré los acordes para que te la aprendas.

—De acuerdo —le respondo simplemente porque no quiero seguir forzando la situación.

Aceptó, por ahora eso es lo único que importa.

—Adiós —nos dice Aron y abandona el bar.

—Espero que sepas lo que haces —me dice Martin cuando ya estamos solos.

—Yo también, Martin, yo también...

Dos días después, Aron se dignó a enviarme la canción que él eligió. Cuando creía que mi corazón ya no podía romperse aún más, me sorprendo a mí misma con un dolor incontrolable. Una vez más, Aron se encargó de dejarme claro que él nunca me va a perdonar, pero esto no va a detenerme. Rápidamente comienzo a navegar por Spotify buscando una canción que pueda utilizar a mi favor. Si él va a elegir esa, yo también puedo elegir una que lo afecte de igual manera.

Estoy recostada sobre mi cama cuando encuentro la canción perfecta.

No pasó ni un minuto de que le haya mandado mi elección de tema, cuando mi teléfono comienza a sonar y veo su nombre en la pantalla.

—¿Aron? —pregunto confundida porque estoy segura de que me llamó sin querer.

—No me queda cómoda esa canción —me responde sin preámbulos.

—Lo siento, pero el tono te queda perfecto y, si igual no te sientes cómodo, podemos hacer arreglos, pero la canción se queda.

—No.

—Si —replico.

—No me puedes obligar a cantar una canción que no me gusta —me dice y lo imagino frunciendo el ceño.

—Es lo mismo que estás haciendo tu.

—¿Estás segura de que quieres hablar de lo que cada uno le hizo al otro?

—Mira, no quiero discutir. Estoy en mi departamento, si quieres puedes venir para que ensayemos. Es un evento, Aron, debemos ser profesionales.

—No voy a ir a tu departamento, Josephine —su voz ya no suena tan severa.

Sé que no es necesario que ensayemos, casi nunca lo hacíamos porque no lo necesitamos, pero quiero verlo y no se me ocurre otra excusa.

—¿Ahora quién es el cobarde? —lo desafío recordando las palabras que salieron de su boca para hacerme cantar en el cumpleaños de Theo hace unos días.

—Estaré allí en unos minutos.

Y sin darme tiempo a emitir cualquier otra palabra, me colgó el teléfono.

Comienzo a mover mis puños en el aire en plan de festejo y me paro sobre mi propia cama para perrear arriba del colchón.

—¡Oh sí, oh sí! —comienzo a decir moviendo mis puños en círculos.

Es una suerte que Leah no se encuentre en el departamento en este momento por si Dios se apiada de mí y me da un momento de intimidad con Aron.

Detengo mi festejo cuando me veo reflejada en el espejo. ¡Estoy horrible! Rápidamente me meto en mi baño para cepillarme el cabello y lavarme mis dientes. La residencia de Aron no queda muy lejos de mi departamento así que descarto la idea de ducharme porque no quiero que mi pelo siga húmedo para cuando Aron llegue y piense que me preparé para él... aunque me estoy preparando para él.

Una vez que mi apariencia está un poco más decente, trato de relajarme el tiempo que me queda hasta que Aron llegue. No puedo creer que haya accedido a venir tan rápido, pensé que me costaría un poco más convencerlo... eso solo demuestra que él también quería venir, pero se niega a admitirlo porque es demasiado orgulloso.

Una sonrisa escapa por mi rostro y no puedo evitar reprimirla porque esta situación la único que hace es darme falsas esperanzas.

Cuando suena el timbre tengo que respirar hondo y forzarme a mí misma a no salir corriendo para abrir la puerta tan rápido. Trato de que mis pasos sean largos así me demoro unos segundos y no parezco tan desesperada por ver a Aron cruzar la puerta de mi departamento otra vez después de más de un mes.

—Hola —le digo cuando finalmente abro la puerta.

—Terminemos con esto de una vez —me dice entrando al departamento, pasando de saludarme.

¿Es que la palabra "hola" se ha borrado de su vocabulario?

Pongo los ojos en blanco y decido dejar pasar su mala educación porque no quiero echar a perder esta oportunidad que me está dando.

—¿Quieres algo para beber? —le pregunto para ser cordial mientras que él se sienta en uno de los sofás de mi living.

—No, estoy bien. Quiero que comencemos a ensayar de una vez, tengo cosas que hacer en un rato.

—De acuerdo, ¿has visto los arreglos que te mandé? —le digo sentándome a su lado.

Él se aleja ligeramente y lo noto un poco incomodo ante mi cercanía, pero siempre nos sentábamos de esta manera y si él no me dice que me aleje, no lo haré.

—Si, vayamos al grano por favor ¿tienes la pista? —me pregunta.

Tomo mi celular y pongo la pista de TBT de Sebastián Yatra. Ambos sabemos en qué parte debe cantar cada uno así que ya esto preparada para escucharnos cantar.

"No caigas en tu propia mentira que yo vivo en tu mente todavía. Amores como el nuestro no expiran. Yo soy tuyo, tú eres mía. Mientes, si dices que ya me olvidaste, que solo soy pasado, que tú me superaste. Dime dónde quedó todo lo que vivimos porque tengo años sin negar lo que sentimos"

De verdad pensaba que antes de que termine la canción, Aron nos interrumpiría y eliminaría la distancia que nos separa para besarme como si nada más importara en este mundo... pero no fue así. En cambio, me pidió que la volvamos a poner para ultimar detalles y luego de repetirlo algunas veces más, se despidió de mí y abandonó mi departamento sin que hayamos hablado de absolutamente nada más.

Por suerte, no hemos ensayado la canción que él eligió, porque honestamente, no sé si lo hubiera soportado.

No volvimos a hablar hasta hoy... pero es el día del evento y decido que es tiempo de romper con este silencio estúpido. Le envío a Aron un mensaje diciéndole que iré con mi coche y que no me importaría pasar a recogerlo. Su repuesta me desanima:

Yo también iré con mi coche.

Decido no responderle porque no quiero ponerlo de mal humor unas horas antes del evento.

Pero si quieres puedo pasar a recogerte yo a ti, no tiene sentido ir en dos coches.

Tengo que releer varias veces su segundo mensaje porque de verdad me pregunto si lo leí mal. Una vez que me aseguro de que no fue producto de mi imaginación, lo respondo:

Genial. Muchas gracias. Tienes razón, no tiene sentido.

La sonrisa no se borra de mi rostro.

Paso por ti en una hora así llegamos a tiempo.

Decido que es tiempo de finalizar nuestra pequeña charla para no forzar la situación y me limito a simplemente responderle con un Emoji y él me devuelve otro.

Me muerdo el labio como una quinceañera porque, aunque solo fue un Emoji de una carita sonriente, me sorprendió que me lo devuelva.

Una hora después me envía un mensaje que dice que ya llegó y salgo corriendo de mi departamento. Me observo en el espejo del ascensor para asegurarme de que mi aspecto esté perfecto. Mi reflejo me convence completamente. Me puse un vestido blanco largo de tiras finas y lo combiné con una chaqueta nude y unos zapatos del mismo color. A penas me maquillé, porque sé que a Aron le gusta mi rostro lo más natural posible, y deje mi pelo suelto formado con ligeras ondas en las puntas.

Sonrío y asiento para mí misma con el objetivo de auto infringirme valor. La noche de hoy puede salir muy bien o muy mal, y solo rezo porque sea la primera opción.

Cuando finalmente salgo a la calle en busca de Aron, lo encuentro fuera de su auto apoyado en la puerta del copiloto y sonríe hacia mí. Le devuelvo el gesto y ubico mi pelo detrás de mi oreja.

Está hermoso vestido completamente de negro. Ese color hace que el azul de sus ojos resalte aún más de lo que ya lo hacen. Sé que él también se vistió para mí porque durante toda nuestra relación siempre le dije que ese era el outfit que más me gustaba.

¿De verdad no estoy soñando?

Cuando llego a él, me acerco para darle un beso en la mejilla... algo que él no hizo la última vez que nos vimos... y Aron me devuelve el gesto al mismo tiempo que ubica una de sus manos en la parte baja de mi espalda. En leve escalofrío recorre mi cuerpo y el calor me invade por la intimidad de su toque.

—Hola —le digo alejándome un poco para poder mirarlo a sus ojos, pero no lo suficiente como para que su mano deje mi espalda.

—Hola —me responde con una media sonrisa—... estuve pensando y quiero proponerte algo.

Sus palabras ahora sí me obligan a separarnos completamente y ponerme en guardia porque no sé qué es lo que pretende.

—Dime... —le respondo volviendo a levantar mi guardia y enderezando mis hombros.

—Quiero proponerte una tregua... no pretendo que olvidemos todo lo sucedido, pero por esta noche podemos hacer como si no hubiera ocurrido... ¿no crees?

Lo pienso durante un segundo, pero antes de que pueda meditarlo más, mis labios responden por mí:

—No sé si podré hacer eso, porque fingir que nada ocurrió significaría que aún puedo besarte, y me has dejado claro que ya no tengo ese beneficio.

—No, claro que no Jo... pero no sé... yo estoy dispuesto a hacer una tregua por esta noche y comportarme.

—De acuerdo, si tú puedes hacerlo, yo también.

Sin más palabras, entramos en el coche y emprendemos nuestro camino hacia el evento. Apenas está a unos kilómetros así que no demoramos más de treinta minutos en llegar. Todo el camino lo pasamos en silencio, solo con la música de la radio acompañándonos. No me atreví a hablarle porque no quise abusar de nuestra tregua y estoy segura de que Aron tampoco. Me duele fingir que no pasa lo que en realidad pasa, pero igual agradezco su actitud porque no sé si soportaría su crueldad hoy.

Cuando llegamos al evento, saludamos al organizador y este nos indica dónde podemos ubicar nuestras cosas. Una vez que ya estamos listos, nos dirigimos al escenario y Aron comienza a conectar su guitarra mientras yo preparo los micrófonos. En un momento llego a creer que en realidad nada ha cambiado, pero con ese pensamiento lo único que logro es engañarme a mí misma y lo sé.

Cuando estamos listos, le pregunto con la mirada si quiere que la presentación la haga él o yo... él asiente hacia mí y yo me giro hacia el público para hablar:

—Buenas noches, mi nombre es Josephine y él es Aron. Estamos aquí con el objetivo de mejorar aún más vuestra noche. Esperamos que disfruten de nuestra humilde presentación porque la haremos con mucho amor.

Cuando digo esa última palabra mis ojos inevitablemente se conectan con los de Aron, pero él no se detiene en eso y comienza a tocar los acordes de la canción que yo había elegido.

Cuando terminamos esa primera canción, aguardamos a que el público deje de aplaudirnos para continuar con la que eligió él. Aprovecho ese tiempo para respirar hondo y prepararme para lo que está a punto de suceder porque sé que esa canción nos movilizará a ambos y por eso Aron la eligió.

Lo veo también suspirar cuando sus manos comienzan a tocar ¿Dónde Está El Amor? de Pablo Alborán y Jesse & Joy, y yo trato de contener mis lágrimas cuando es mi turno de cantar:

"No hace falta que me quites la mirada para que entienda que ya no queda nada. Aquella luna que antes nos bailaba se ha cansado y ahora nos da la espalda. ¿Dónde está el amor del que tanto hablan? ¿Por qué no nos sorprende y rompe nuestra calma? Déjame que vuelva a acariciar tu pelo. Déjame que funda tu pecho en mi pecho, volveré a pintar de colores el cielo. Haré que olvides de una vez el mundo entero. Déjame tan solo que hoy roce tu boca. Déjame que voy a detener las horas, volveré a pintar de azul el universo. Haré que todo esto solo sea un sueño. Tengo contados todos los besos que nos damos y tú, fugitiva, andas perdida en otro lado. Yo no quiero caricias de otros labios, no. No quiero tus manos en otras manos porque yo, quiero que volvamos a intentarlo"

Cuando la canción termina, ambos nos miramos y tenemos los ojos empañados. Aron se levanta, dejando la guitarra, y toma mi mano para que hagamos una leve reverencia, pero antes de que pueda procesar toda la situación, me suelta y se baja del escenario para salir por la puerta de atrás del salón.

Cuando caigo en la cuenta me dispongo a seguirlo y lo encuentro en el patio trasero con la cabeza entre sus manos y respirando agitadamente.

—¿Sabes lo que creo? —le pregunto para que note mi presencia—. Creo que eres un cobarde, Aron Montgomery. Eres un cobarde porque te mueres por perdonarme, pero tienes miedo.

—¡¿Qué dices?! —me responde girándose para enfrentarme.

—Sabes perfectamente de lo que te hablo... estás acostumbrado a que toda la gente que quieres te abandone excepto por Theo y tienes miedo a que yo también lo haga, por eso no quieres perdonarme... pero entérate de una vez, ¡no me iré a ningún lado! ¡Lucharé para que volvamos a estar juntos porque te amo!

—¡Deja de decir eso! Tu perdiste el derecho de amarme cuando decidiste engañarme y hacerme creer que estabas enamorada de mí.

Es una suerte que este patio sea solo para el personal, no quisiera que Aron y yo arruinemos el evento con nuestros gritos, pero tampoco es algo que me importe demasiado.

—Pues lo repetiré hasta que te quede bien claro y no se te olvide: ¡Lucharé por lo nuestro con todas mis fuerzas porque aún tenemos mucha historia que contar! —le grito acercándome a él con paso firme—. Dentro de unos días nos iremos todos —le digo refiriéndonos a nosotros y a nuestros mejores amigos—a acampar y lo sabes, solo quiero advertirte que no desaprovecharé mi oportunidad para recuperarte.

Luego del cumpleaños de Theo, Leah me contó que todos los años él y Aron se van una semana a acampar a la montaña y que este año su novio la invitó y ella decidió invitarme a mí. Al principio dude en aceptar, porque no sabía si Aron estaría de acuerdo, pero Leah me aseguró que Theo lo convenció para que acepte, así que vi este viaje como mi oportunidad perfecta para acercarme a él sin que tenga ningún lugar para huir.

—Sé que le dije a Theo que no me importaba que vinieras —me dice furioso—, pero he cambiado de opinión, ahora no puedes venir, ya no estás invitada. Si le dije que no me importaba era porque él estaba desesperado porque Leah nos acompañara y sabía que ella no iría sin ti, pero estoy seguro de que él entenderá mis motivos.

—Ya no puedes retirar la invitación —le respondo decidida—. Theo y Leah irán... yo iré... y tú también irás —me acerco más a él hasta que nuestros rostros quedan a solo unos centímetros y ahora le hablo en un susurro—. Si no quieres ponérmelo fácil, está bien, pero no te engañes a ti mismo porque tú tienes tantas ganas de perdonarme, como yo de que me perdones. Nos amamos y lo sabes. Deja de tener miedo porque yo haré lo que haga falta para que me perdones. Nuestra historia no ha acabado, cariño.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro