Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XXXIX

22 de mayo de 2018

Katherine

Mierda.

Mierda. Mierda. Mierda.

El idiota de mi padre ha suspendido mi fideicomiso. ¿Quién se cree que es? ¿De verdad piensa que tiene derecho a controlar mi vida?

Durante toda mi vida nuestra relación no fue la mejor... de hecho, nuestra relación siempre fue una mierda. El muy hijo de puta engañó a mi madre con otra mujer y luego la dejó tirada como si fuera un trapo viejo.

Mi madre siempre me decía en que lo que pasó entre ellos no debía influir en mi relación con él... pero en cuanto cumplí 18 años y decidí cambiar mi apellido, dejó de insistir porque se dio cuenta que era imposible cambiar la forma en la que yo lo veo.

En toda su vida mi padre solo me ha dado una sola cosa buena: mi hermana Josephine... la persona más buena que conozco. Daría cualquier cosa por alejarla de mi padre y así evitar que la contamine como me arruinó a mí, pero sé que ella es fuerte y sabrá hacerse valer por sí misma. Sé que su valentía la llevará lejos, y aunque este mundo es cruel con las mujeres, algo en mi interior me dice que ella sabrá cómo enfrentarse a él.

No sé cómo solucionar esto. Si no accedo al dinero de mi fideicomiso, no podré pagar la matrícula de la facultad y suspenderé el año.

¡Demonios!

Ese dinero es mío, me corresponde por derecho. No puedo entender cómo ha hecho mi padre para suspenderlo. Hace unos años lo intentó, pero no lo logró porque llegué a hacer una gran extracción a tiempo.

Necesito pensar con claridad y solucionar esto cuanto antes si no quiero atrasar mis estudios.

Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos. Alzo mi vista hacia el reloj de mi pared y me noto que se me ha pasado el tiempo sin darme cuenta. Aron debería estar del otro lado de la puerta. Hemos quedado para ir a cenar y, aunque ahora es lo último que me apetece, no quiero dejarlo plantado.

Aron es mi folla-amigo. Nunca me gustó ese término, pero realmente es el único que describe a la perfección lo que tenemos.
Tanto él como yo somos hijos de unos padres tan millonarios como idiotas. Si alguien que me puede entender en este momento es Aron. Creo que por eso nos llevamos tan bien... ambos buscamos lo mismo: descargar la tensión que nos provocan nuestros problemas sin involucrar los sentimientos en el medio. En Aron no solo encuentro una persona con la cual follar, también es un amigo al que puedo contarle mis problemas sin preocuparme de que me juzgue... porque eso es lo que hace el resto del mundo: me juzgan porque no pueden entender que rechace a mi padre con la cantidad de millones de dólares que rellenan su cuenta bancaria.

Me levanto de la silla que está en mi escritorio y me dirijo a la puerta para dejar que Aron pase. Mi residencia no es muy grande, de hecho, solo está conformada por una habitación con el tamaño justo para que entre una cama, un escritorio y una silla, y yo no necesito más que eso.

Abro la puerta y me encuentro con el rostro de Aron. Le dedico una media sonrisa que hace que se dé cuenta de que algo no va bien.

—¿Qué ha pasado? —me pregunta preocupado tomando mi cara entre sus manos.

—Mi padre ha suspendido mi fideicomiso.

—¡¿Qué?! —rápidamente entra en mi residencia dispuesto a escuchar todos los detalles.

—Lo que has escuchado... parece ser que su abogado ha encontrado una cláusula en mi fideicomiso que dice que, para seguir disponiendo de él, necesito de su conformidad porque lo que sustenta ese dinero son las acciones de una de sus empresas. Claramente, él no ha accedido a seguir manteniéndolo.

—Pero tiene que haber algo que puedas hacer...

—Si, debo conseguir un trabajo y rezar para que me paguen lo suficiente para poder seguir costeando la universidad —le digo encogiéndome de hombros.

—Sabes que encontrar un trabajo en el que te paguen el dinero suficiente para la matricula es casi imposible...

—¡Lo sé! —le grito exasperada porque lo último que necesito en este momento es que él no me apoye—, pero es lo único que se me ocurre.

—¡Pues llámalo! Creo que es tiempo de que dejes tu orgullo de lado. Después de todo, puede ser un hijo de puta, pero sigue siendo tu padre.

¿Qué mierda está diciendo? ¿Está insinuando que debería fingir que todo está bien entre mi padre y yo para poder acceder a mi fideicomiso? Ni loca.

—No voy a hacer eso, Aron. No vuelvas a sugerir algo así nunca.

Lo veo exhalar un largo suspiro y negar con la cabeza.

—Entonces deja que hable con mi padre —dice y me sorprende—, quizás pueda lograr que él acceda a hacerte un préstamo...

—¡¿Estás loco?! —le espeto furiosa—. ¡Jamás voy a aceptar el dinero de un juez corrupto! ¡El hecho de que a ti no te importe humillarte ante tu padre para conseguir unos centavos, no significa que yo esté dispuesta a hacer lo mismo!

Sé que solo quiere ayudarme, pero yo no soy una niña que necesita que un hombre le solucione la vida. Soy una mujer empoderada. No necesito el dinero de ningún hombre, mucho menos de un hijo de puta, y el padre de Aron es tan hijo de puta como el mío.

—¡Yo solo quería ayudarte porque eres mi amiga! —bufa furioso señalándome con su dedo índice—, pero con esa actitud de mujer superada lo único que vas a lograr es quedarte sola.

Eso fue un golpe bajo. Muchas veces Aron y yo hablamos de lo sola que me sentía, de cuánto me costaba confiar en la gente y de lo mucho que me dolía no tener a nadie en quien sostenerme, porque, aunque sé que mi hermana jamás me abandonaría, nunca la pondría en la situación de tener que elegir entre sus padres y yo.

—¡Vete de aquí, imbécil!

Y sin siquiera responderme, Aron salió de mi residencia dando un portazo tras él.

Comienzo a llorar, pero no es tristeza lo que recorre mi cuerpo, sino impotencia.

Mis lagrimas son de furia... estoy furiosa con mi vida porque yo no elegí tener el padre que tengo.

Lo único que ha hecho Aron ha sido empeorarlo todo y ahora también estoy furiosa con él.

Otra vez escucho golpes en mi puerta y no dudo ni un minuto en abrirla porque estoy segura de que es Aron que ha vuelto para seguir vomitando mierda por su boca.

—¡¿Qué mierda quieres ahor...?! —pero me detengo cuando veo que no es Aron quien está del otro lado, sino Ian.

Ian Ribs comparte conmigo y Aron dos de mis clases. Hace unos meses tuvimos algo, nada que valiera la pena recordar, para ser sincera, pero luego lo conocí y me di cuenta de que era un idiota.

Un verdadero idiota.

Luego de una fiesta en una de las fraternidades más conocidas del campus, lo invité a mi residencia a follar porque realmente es un tío atractivo... pero cuando me empezó a demostrar su manera de ver la vida, me arrepentí al instante de haberlo dejado meterse entre mis piernas. Pensé que había sido clara cuando le advertí que lo que pasó entre nosotros había sido cosa de una sola vez, pero el muy idiota se obsesionó conmigo y comenzó a acosarme hasta que lo amenacé con denunciarlo ante la policía. Eso logró asustarlo y, luego de un tiempo, yo comencé a follar con Aron y, como todo el campus sabía de lo que había entre Aron y yo, supongo que Ian se enteró y eso ayudó a que no me persiguiera más.

—¿Qué... qué haces aquí? —le pregunto al tiempo en que un escalofrío recorre mi cuerpo.

Intento cerrar la puerta lentamente, pero Ian la sujeta con su mano impidiendo que lo haga.

Su presencia aquí no augura nada bueno.

—¿No vas a invitarme a pasar?

Algo me dice que lo mejor es no contradecirlo. La forma en la que lo dice me intimida demasiado así que me limito a hacerme a un lado y dejarlo entrar.

—¿Quieres tomar algo? —le pregunto y trago grueso.

Quiero dejar la puerta abierta porque no quiero estar sola aquí con él, pero sin pedirme permiso, Ian toma el picaporte y la cierra tras él asegurándose de girar el seguro.

Doy varios pasos hacia atrás, todavía demasiado intimidada. Mi corazón no deja de latir fuerte en mi pecho y tengo ganas de llorar. No sé si es porque la discusión con Aron todavía le pasa factura a mi cuerpo o porque verdaderamente la situación me está incomodando.

Quizás sólo estoy exagerando. Quiero decir... no hay por qué temer, después de todo solo estoy con un compañero. Encerrada.

Ian nunca me hizo nada, no sé por qué mi instinto me está advirtiendo de esta manera. No sé si es por su forma de mirarme o por cómo me acecha, pero claramente su visita no es casualidad.

—Hace calor, ¿no crees? Deberíamos dejar la puerta abierta.

Pero Ian me ignora y comienza a acercarse a mí. Yo sigo dando pasos hacia atrás hasta que la parte posterior de mis rodillas choca con mi cama. Por suerte Ian me esquiva y se dirige a mi escritorio. Ahora está de espaldas a mí, toma los papeles de mi fideicomiso y comienza a leerlos.

—¿Estabas estudiado?

—Algo así... —le respondo simplemente.

Ian continúa tocando mis cosas, pero no me atrevo a pedirle que se vaya. Es como si mi voz no se animara a revelarse ante él.

—He visto a Aron irse de aquí hecho una furia hace un momento —Ian rompe el silencio—, y te advierto que no fui el único... mañana serán la comidilla de todo el campus.

—Si, hemos dis... discutido.

—¿Problemas en el paraíso?

—Ian, ¿qué estás haciendo aquí? —le repito la pregunta que le hice antes.

—He venido a pasar tiempo contigo...

—Voy a tener que pedirte que te vayas. Aron va a volver en cualquier momento —miento fingiendo una sonrisa.

—Yo no creo eso —me dice y comienza a acercarse a mí.

—Si te sigues acercando voy a gritar —le digo porque ya no tengo lugar para seguir retrocediendo y él comienza a invadir mi espacio personal.

Tengo ganas de llorar, pero por alguna razón un nudo en mi garganta no me deja.

—Solo conseguirás que la gente piense que continúas discutiendo con Aron. Nadie va a venir a ayudarte.

—¡Por favor, aléjate de mí! —le digo cuando su cuerpo se encuentra a unos centímetros del mío.

Nunca pensé que me encontraría en esta situación, así... sometida por un hombre.

Ian se abalanza sobre mí, empujándome sobre la cama y sentándose a horcajadas sobre mi cuerpo. Sus manos aprisionan a las mías a los costados de mi cabeza. Intento forcejear y soltarme de su agarre, pero no lo consigo. Él es demasiado fuerte y me está aplastando.

Las lágrimas comienzan a caer por mi rostro de solo imaginar lo que está a punto de hacerme.

—¿Qué quieres de mí? ¡Por favor, Ian, te lo suplico, no me hagas nada!

Ian suelta una de mis manos y yo aprovecho para empujar su torso con ella, pero antes de que pueda hacerlo, su mano estalla contra mi rostro. El dolor de mi mejilla invade todo mi cuerpo y me paraliza.

—¡¿Sabes cómo me he sentido cuando me dejaste para irte con ese idiota?! —creo que se refiere a Aron.

—Yo no... yo no te he dejado para irme con Aron. Lo mío con él ni siquiera es algo serio, solo somos amigos.

—¡Mientes, puta de mierda! —y otra vez vuelve a golpearme.

—¡Por favor no me hagas nada! —pero sé que ya es tarde para suplicar, realmente estoy sometida a él—, ¿qué es lo que quieres? ¿Quieres dinero? Mi padre se llama Garrett Hastings y es empresario... tiene mucho dinero... por favor... si te vas ahora puedo decirle que te de todo el dinero que tú quieras... por favor Ian.

—¡No quiero tu estúpido dinero, zorra! ¿Sabes lo que haré ahora? Te follaré —me dice y veo que lleva su mano libre hasta la bragueta de su pantalón—... te follaré hasta que no recuerdes ni tu propio nombre, y luego vas a estar tan sucia que ningún otro idiota querrá acercarte a ti otra vez. ¡Ya nadie querrá estar contigo y serás solo mía!

Mi corazón se paraliza y el miedo recorre todo mi cuerpo. La presión que Ian hace sobre mí no se compara con lo que siento en mi interior.

Tengo miedo. Quiero gritar, pero no puedo.

—¡Por favor, no! —grito, pero es como si me hubiera quedado sin voz.

Intento resistirme y luchar. Golpeo su pecho con mi mano libre y comienzo a retorcerme bajo su cuerpo para lograr empujarlo lejos de mí, pero él tiene más fuerza que yo y alejarlo me resulta imposible.

Ian aprieta mis caderas con sus piernas haciéndome imposible zafar de su agarre, pero no me importa... lucharé hasta el final.

Sigo tratando de liberarme y logro alcanzar su rostro. Mi mano choca débilmente con su nariz, pero sé que le dolió por su reacción:

—¡Maldita zorra, me las pagarás! ¡Te arrepentirás de haberme dejado por ese idiota!

Ian cree que yo lo dejé por Aron, pero eso no fue así. Lo mío con él fue algo de una sola vez, y Aron y yo comenzamos a follar mucho después... pero Ian siente la necesidad de mostrar que él es el macho alfa y se cree con el derecho de poseerme. Piensa que, porque soy mujer, no soy dueña de mi propio cuerpo y cree que puede reclamarme como suya. Esto es una lucha de poder entre él y Aron, solo que Ian compite solo porque Aron jamás le haría algo así a una mujer.

Lo que Ian no puede soportar es que yo disfrute del placer del sexo con quien se me dé la gana. Toda mi vida me follé a quién quise sin que me importe el qué dirán. A muchos les cuesta entender la idea de que las mujeres tenemos el mismo derecho a follar que los hombres. Si ellos lo hacen son unos campeones, si lo hacemos nosotras somos unas zorras. A mí eso nunca me importó, yo haré lo que quiera con mi cuerpo, porque es mío y de nadie más. Las mujeres no somos objetos, nosotras decidimos sobre nuestro cuerpo y lo que hacemos con él, y quien no piense así puede lamerme el trasero. Toda mi vida me llamaron zorra por tener sexo con muchos hombres, pero que el mundo se entere: yo elijo a quien meto entre mis piernas, y si quieren llamarme así por eso, pues soy una zorra orgullosa.

La sociedad nos quiere así: finas y discretas. Sólo así respetan a las mujeres, pero yo sé que algún día eso va a cambiar. Toda muerte de una mujer va a merecer justicia, sin importar qué tan corta haya sido su pollera.

—¿Crees que esto es tuyo? —me dice como si hubiera leído mi mente apretando demasiado fuerte uno de mis senos provocándome un dolor insoportable—. ¿Y esto? —ahora su mano se encuentra entre nosotros sobre mi entrepierna—. ¡Esto es mío... no del estúpido de Aron, y la próxima vez que él quiera estar entre tus piernas, deberá pedirme permiso a mí!

—¡Por supuesto que no! —grito—. ¡Mi cuerpo es mío y solo yo decidiré a quien me follo o no!

—¡Perra atrevida! —me grita porque no dejo de forcejear con él.

—¡¡AYUDA!!

Ian abre los ojos sorprendido ante mi grito porque hasta ese momento no había elevado tanto la voz. Grito tan fuerte que alguien en el resto de las residencias debe poder escucharme, estoy segura.

—¡¡QUE ALGUIEN ME AYUDE, POR FAVOR!!

Tengo mucho miedo a que me viole. Estoy desesperada.

Su mano libre se envuelve alrededor de mi cuello y comienza a apretar su agarre con la intención de hacer que deje de gritar, pero mi pedido de auxilio no cesa porque no dejaré de luchar.

La presión que su mano hace sobre mi garganta comienza a ser más fuerte y, cada segundo que pasa, al aire le cuesta más ingresar en mí.

Trato de concentrarme en respirar porque empiezo a sentir la falta de oxígeno en mi cuerpo, pero no lo logro.

Me estoy muriendo. Siento como mi cuerpo lentamente va perdiendo fuerza y ya no puedo seguir luchando.

—¿Sabes la cantidad de mujeres que mueren a diario en manos de un hombre? ¿De verdad crees que alguien vendrá ayudarte? —me susurra mirándome fijamente a los ojos, su mano cada vez hace más fuerza alrededor de mi cuello—. Nadie vendrá a ayudarte porque a nadie le importan las zorras como tú que meten a cualquiera entre sus piernas.

Y esas son las últimas palabras que escucho antes de dejar de respirar para siempre.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro