XXXIV
16 de julio de 2019
Aron
La última vez que vi a Josephine fue hace más o menos dos semanas, pero el tiempo no hace que duela menos.
Casi me arranca la puerta del auto cuando se bajó echa una furia.
—No vuelvas a besarme, ¿te quedó claro? —le dije evitando ver sus ojos llenos de lágrimas.
—Está bien, lo he entendido, no es necesario que seas tan cruel —me respondió mirando al techo de mi coche.
—Sé que tú estás acostumbrada a meter a los hombres entre tus piernas para conseguir lo que quieres, pero conmigo eso se acabó.
—¿Me estás tratando de zorra?
—¿Acaso estoy mintiendo? ¿Acaso no fue eso lo que hiciste conmigo?
Y se bajó de mi coche sin responderme.
La pude ver correr con el rostro entre sus manos. Esperé a que entre en su departamento y cuando me aseguré de que ya lo había hecho, me fui pitando del lugar, porque si esperaba un segundo más hubiera tirado todo a la mierda y corrido hacia ella para besarla hasta borrar el pasado.
Me levanto de mi cama sabiendo que el día de hoy va a ser una mierda. Para ser honesto, todos los días desde aquel 13 de junio que me enteré la verdad han sido una mierda. Parece imposible que haya logrado sobrevivir un mes sin ella... sin la que creía que era el amor de mi vida, pero lo estoy logrando.
El punto es que hoy volveré a verla. Es el cumpleaños de Theo y ella está invitada. Leah me lo preguntó y no pude decirle cuánto me dolería verla porque sabía que ella quería disfrutar del cumpleaños de su novio con su mejor amiga, en cambio, le dije que no me importaba y que ya lo había superado. Theo estaba ahí y los dos me miraron con pena, todos en esa habitación sabíamos que mis palabras eran completamente mentira, pero por suerte decidieron no hondar en el tema.
A Theo se le ocurrió festejar su cumpleaños en un karaoke. Sí, como leyeron. No solo tendré que ver a Josephine, sino que también tendré que soportar que los idiotas de mis amigos se emborrachen y arruinen mis tímpanos toda la noche sin descanso.
El resto del día lo paso preparándome para la tortura que me espera en unas horas. En un momento se me ocurrió la idea de invitar a alguna mujer para que me acompañe y así joder a Jo, pero descarté esa idea en el siguiente instante. Dudo que ella sienta celos de mí, después de todo nunca me amó. Además, no sería justo utilizar a una mujer para mis propios beneficios. No puedo hacer lo mismo que hizo Josephine. No soy esa clase de persona y espero jamás serlo. No voy a sacrificar mis ideales para hacerla sufrir, por más de que ahora sea lo único que desee.
Theo se fue a recoger a las chicas por su departamento y quedamos en que nos veríamos directamente en el karaoke.
Estoy seguro de que sólo el alcohol podría hacer que sea más fácil soportar la tortura a la que me someteré, pero iré con mi coche y no soy tan idiota como para conducir borracho... y por supuesto jamás consideré ir en el coche de Theo porque estar en un espacio tan reducido con Josephine no sería bueno para mi salud mental... no después de lo que pasó la última vez.
Cojo las llaves de mi coche y salgo por la puerta de mi residencia prometiéndome a mí mismo que no le arruinaré el cumpleaños a mi mejor amigo.
El karaoke está a casi 40 kilómetros de distancia del campus y me maldigo a mí mismo por no haber salido con un poco más de tiempo extra cuando siento que el coche comienza a fallarme. El volante empieza a vibrar y me obliga a determe a un costado de la carretera para revisar cuál es el problema. Creo que pinché una rueda.
Cuando me bajo, efectivamente compruebo que una de las ruedas delanteras está desinflada y pateo el coche en señal de frustración porque sé que llegaré tarde al cumpleaños de mi mejor amigo...
O quizás me enfado porque estoy desesperado por verla y no puedo soportarlo un segundo más.
Sacudo mi cabeza para alejar ese pensamiento y concentrarme en cambiar la rueda de auxilio lo más pronto posible.
Un poco de tierra mancha mi camisa, pero me la limpio con mi mano y subo otra vez a mi coche. Sé que igual quedó sucia, pero si vuelvo a mi residencia a cambiarme, no llegaré al festejo y Theo no me lo perdonaría.
Cuando llego finalmente al local, comienzo a buscar a mis amigos donde siempre suelen estar. El karaoke es un ex club remodelado con un sector vip en el lado derecho y un escenario en el lado izquierdo. En el centro hay una pista de baile, pero solo se inaugura después de las 2 de la mañana cuando todos están muy borrachos como para seguir cantando. En ese momento se da por terminada la noche de karaoke y el local se transforma en un club nocturno normal. Sonrío ante la ironía de la situación cuando me doy cuenta que alguien en el escenario está cantando la canción A Partir De Hoy de David Bisbal y Sebastián Yatra... es como si el universo me estaría haciendo una puta broma.
"Tú me obligaste a soltarte y me tiraste al viento. Yo me obligaré a olvidarte o muero en el intento. A partir de hoy le vendaré los ojos a mi corazón. No quiero que te mire y vuelva a enamorarse y, aunque duela extrañarte, a partir de hoy del cuento que escribimos borraré el final para que nada quede de lo que juraste. Aunque duela dejarte, puede que mañana sea tarde y ya no pueda olvidarte"
Como si mi mirada solo existiera para ella, a la primera que mis ojos encuentran es a Josephine. Casi me atraganto con mi propia saliva cuando me doy cuenta que está sentada sobre el regazo de Luca.
¿Qué carajos?
Trato de enfocar mi mirada porque estoy seguro que estoy viendo mal. Quizás el aire tiene algún tipo de alucinógeno que me está confundiendo. Esto no puede ser. Comienzo a observar mejor la escena y me doy cuenta de que mis ojos no se equivocaban. Ella está sentada sobre Luca y él le acaricia la espalda. Busco a mi alrededor algo para cortar su mano en pedacitos y luego dársela de comer a los perros, pero descarto esa idea cuando no encuentro nada que me sirva.
Josephine está vestida simplemente con un vestido blanco y una chaqueta de cuero, y aunque está sentada, se nota que le queda increíble.
También están con ellos Leah, Theo, Christian, Javier, Connor y Mauro... todos sentados alrededor de una mesa con muchos chupitos de alcohol sobre ella y una botella acostada justo en el medio.
Hubiera preferido encontrarla sobre Christian, como la última vez que la vi. Me hubiera molestado, sí, pero por lo menos Christian tiene códigos, no como el idiota de Luca que siempre quiso follarse a Josephine sin preocuparse en ocultarlo.
No entiendo por qué mierda Theo no hace nada al ver a mi nov... a mi ex novia en el regazo de otro hombre.
Me doy la vuelta para irme de este maldito lugar. Haber venido fue una muy mala idea y yo lo sabía desde un principio.
Logro hacer tres pasos, pero escucho que alguien grita mi nombre y me giro para enfrentarlo. Connor me saluda desde la mesa y hace que todos se volteen a verme. Mis ojos automáticamente se posan en los de Josephine y ella me sostiene la mirada por más tiempo del necesario hasta que me obligo a mí mismo a dejar de observarla. No quiero armar una escena.
Camino hacia ellos porque irme de aquí, ahora que ya me vieron, no tiene sentido. No quiero parecer un cobarde. Solo me queda esperar que Dios se apiade de mí y haga esta noche un poco más soportable.
Cuando finalmente llego a ellos, les sonrío a todos cordialmente sin saludar a nadie especialmente y me siento en el único lugar vacío.
—Llegas justo a tiempo, bro —me dice Christian y lo fulmino con la mirada, es mi amigo y lo conozco, pero no es el mejor día para provocarme—. Estábamos jugando a un juego.
—Ah, ¿sí? —pregunto con inocencia—. Bueno, pues yo también juego.
Me doy cuenta al instante de que fue una mala idea haber dicho eso. No sé de qué va el juego, pero conozco a estos idiotas y sé que no puede ser nada bueno.
Josephine mira hacia cualquier lado menos a mí.
—Te explicaré las reglas —me dice Luca—... tú tienes que hacer girar la botella —y señala la botella que está acostada sobre la mesa—, a la persona que señala debes hacerle un reto, si no acepta, bebe —y señala los chupitos—. Es fácil.
No sé qué pretende, pero en sus ojos veo que no hay buenas intenciones.
Más de una vez durante mi relación con Josephine se le insinuó y ella tuvo que frenarlo. Sé que es mi amigo y que seguramente en ese momento pensaba que para mí Josephine era una mujer más, pero lo hablamos muchas veces y le dejé claro que para mí ella era especial. No sé qué pretende Luca con su actitud, pero por su bien espero que no haga ninguna idiotez con ella porque no respondo. Él es la clase de hombre sin códigos de amistad... no es mala persona, simplemente no cree en los códigos entre amigos para con las mujeres, para él son solo objetos para su placer, pero como se atreva a tocar a mi nov... mierda... a mi ex novia, lo mato.
No me acostumbro a llamarla ex en mi cabeza.
—Es mi turno —dice Leah y toma la botella para hacerla girar.
La botella gira y se frena frente a Josephine y todos comienzan a reír, pero yo no entiendo qué es tan gracioso.
—¿Es que alguien ha embrujado esa botella? ¡No puede ser que solo me señale a mí! —todos siguen riéndose y ella se tapa la boca para evitar mostrar su diversión—Mierda, por favor Lelé, no seas mala esta vez.
Josephine arrastra las palabras y por el color de sus mejillas logro darme cuenta de que está un poco borracha.
—Te reto a... —Leah toma su barbilla como si estuviera pensando el mejor reto de su vida—. ¡Ya sé! Te reto a que nos digas quién te parece el chico más lindo de esta ronda.
Mi corazón se detiene. Es obvio que Leah lo hizo para que Jo diga mi nombre, o eso quiero creer, pero al ver que Jo la fulmina con la mirada, me doy cuenta de que mi nombre es el último que ella emitiría... es muy orgullosa como para admitirlo.
—Prefiero beber —dice cambiando su tono de voz a uno más severo y tomando uno de los chupitos.
—Creo que ya has bebido suficiente —le dice Luca tomándole el brazo.
Josephine quita su mano y desliza el líquido por su garganta.
—No vuelvas a decirme lo que puedo o no puedo hacer —le dice y una sonrisa de satisfacción se escapa de mis labios—, ¿ya puedo quitarme de tu regazo? Empiezo a sentirte duro debajo de mi —Josephine lo pone en evidencia y todos estallan en carcajadas, inclusive Luca, pero yo solo me enfurezco.
—No, nena, un reto es un reto. Te quedaras aquí hasta que termine el juego.
Como vuelva a decirle nena en mi cara lo mato.
Josephine suspira y toma la botella para hacerla girar. Es obvio que esta noche Dios no está de mi lado porque la misma se frena justo apuntando hacia mí. Josephine pone los ojos en blanco cuando todos la miran expectante esperando a que me desafíe.
—Te reto a que tu pagues la próxima ronda de chupitos —dice sin ninguna emoción.
—Que aburrido —pongo mis ojos en blanco y arrojo varios billetes a la mesa.
En realidad, agradezco que haya sido el reto menos imaginativo del mundo porque no hubiera soportado otra cosa.
—Anda, ahora tú tienes que girar la botella —me dice Christian, que está a mi lado, mientras me golpea las costillas con su codo.
Tomo la botella sin responderle y la hago girar. Empiezo a preguntarme si Josephine tenía razón y de verdad esa botella está embrujada porque vuelve a apuntar hacia ella.
—¡Mierda! Yo no juego más —bufa y se levanta del regazo de Luca.
Rápidamente me levanto yo también y la tomo del brazo cuando llego a su lado.
—Un reto es un reto, nena —le repito las palabras de Christian.
—He dicho que ya me cansé de este juego.
—Te reto a que te subas a ese escenario y cantes una canción.
Todos en la mesa se sorprenden por mis palabras y yo mismo también. No sé por qué se me ocurrió eso, pero ya es tarde para echarme atrás.
—No —me desafía.
Me acerco a su oreja y le susurro:
—Siempre fuiste una cobarde.
Josephine me fulmina con la mirada y se gira para dirigirse al escenario.
La vemos subir al mismo y todos aguardamos mientras selecciona la canción. Ubica el micrófono a su altura y una vez que está lista, se prepara para lo que, estoy seguro, será mi propia tortura personal.
—Sé que todos están aquí para divertirse —dice hablando por el micrófono hacia todos los que están en el club, el público deja de bailar y la escucha atentamente—, y también sé que la canción que voy a cantar no es acorde a la situación... pero no me importa. Es la única canción que conozco del repertorio y también es una de mis favoritas. Se llama Vas A Quedarte de Aitana y se la dedico a todas las personas que alguna vez se equivocaron en el amor... porque todos merecemos una segunda oportunidad, aunque seamos condenadamente culpables.
Los acordes comienzan a sonar y mi corazón se rompe cuando Josephine conecta su mirada con la mia.
"Yo sé que fue por mí que acabó esta historia y queda en manos de mi memoria que por las noches te pueda ver. ¿Por qué nunca admití estar enamorada? Siempre lo supe y no dije nada, mi corazón se quiso esconder. Dirá la gente que yo estoy loca... si yo estoy loca es porque andas en mi cabeza. Quise obligarme a olvidar tu boca, y ahora mi boca dirá que si tú regresas vas a quedarte, porque te juro que esta vez voy a cuidarte. A nuestra historia le hace falta una segunda parte, aunque nos digan que eso nunca sale bien. Vas a quedarte, que haré de todo por volver a enamorarte. Yo tengo miedo porque nunca pude reemplazarte. Y si lo intentas te prometo que esta vez vas a quedarte"
La letra de esa canción... está dedicada a mí... me está cantando a mí.
No apartó su mirada de la mia ni en una sola estrofa y sé que todos los presentes lo notaron.
Josephine termina la canción con los ojos humedecidos y se baja rápidamente del escenario para que nadie lo note, pero es tarde porque ya todo el mundo se dió cuenta de lo que pasa entre nosotros. Incluso nuestros amigos nos miran con ojos apenados pese a que ya conocían nuestro sufrimiento.
El dj nota la melancolía que invadió el club y da por finalizada la noche de karaoke, inaugurando la pista de baile con música un poco más cachengue.
La veo a Josephine ir hacia el baño y decido seguirla. La alcanzo luego de varios segundos y la tomo del brazo.
—¿Por qué has hecho eso? —la acuso.
—No sé de qué estás hablando, tu fuiste quien me desafió a cantar.
—No te hagas la idiota, lo has hecho apropósito... has cantado esa canción apropósito.
—Pues la próxima deberás pensarlo mejor.
Aunque sus palabras me molestan, en un impulso inexplicable mis manos se acercan a sus mejillas y le limpian las lágrimas.
—No hagas eso —me dice tomándome de las muñecas—, porque lo único que generas es que mis esperanzas crezcan.
—No sé cómo perdonarte... —le digo en otro impulso de sinceridad agachando mi cabeza.
—Por eso solo te pido que lo intentes...
—No —le respondo tajante cuando la cordura regresa a mí—. Jugaste conmigo, me demostraste que eras la persona más hija de puta que conocí porque me diste todo para luego quitármelo, y eso no voy a perdonártelo nunca.
La dejo allí viéndome alejarme, parada en el medio de ese puto club... porque pese a que es lo que más quiero en este preciso instante, no puedo quedarme con ella.
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