XXVIII
12 de junio de 2019
Josephine
Mi teléfono no deja de sonar. Me estiro sobre mi propio cuerpo hasta alcanzar la mesita de luz donde el insufrible aparato se encuentra. Ni siquiera sé qué hora es, pero notando la luz que se filtra por la ventana deduzco que ya es medio día. Es sábado, no tenía ninguna excusa para levantarme temprano así que no me molesta despertar a esta hora.
Mis ojos se abren completamente cuando veo el nombre de mi abuela Tita en la pantalla. Desde que nos reencontramos estuvimos enviándonos mensajes algunas veces, pero nunca me había llamado. ¿Por qué me llama? ¿Le habrá pasado algo al abuelo? Mi corazón se paraliza de solo pensarlo. No tardo un segundo más en contestar.
—¿Abuela...? —la saludo con el corazón en la boca.
—Hola, mi niña... ¿Cómo estás? ¿Qué estabas haciendo?
Su voz pausada logra calmarme. Por suerte no pasó nada malo, si no, no estaría tan tranquila.
—Bien abuelita, estoy muy bien por suerte. Estaba durmiendo, por eso tardé en responderte la llamada.
—¿Durmiendo hasta tan tarde? Tu padre no estaría muy orgulloso —dice medio en broma.
Ambas reímos ante la burla hacia mi padre.
—Últimamente no estuve descansando muy bien... el sueño y yo estamos medio peleados.
—Ohhh —la escucho apenada a través del teléfono—, ¿y eso por qué?
Quiero ser sincera con ella, pero no puedo... ¿Cómo le dices a tu abuela que te enamoraste del posible asesino de su otra nieta? Es imposible. Por otro lado, si oculto algunos detalles puede que ella sepa consolarme...
—Aron y yo no estamos del todo bien —hago una pausa para exhalar un suspiro antes de continuar—... ambos fingimos que no es así, pero pasaron algunas cosas...
—Querida —me responde mi abuela—, lamento tanto oír eso... parece un buen chico...
Si... no... todavía no lo sé.
—No te preocupes abuela, ya lo solucionaremos, supongo que es cuestión de tiempo.
—Josephine, cielo... no te confíes en el tiempo, hay cosas que es mejor dejarlas estar, sí, pero también hay otras que lo mejor es no ignorarlas porque se convierten en un agujero negro que logra consumirnos por dentro. No sé qué pasó entre tú y Aron, pero estoy segura que podrán resolverlo...
Tiene razón. Ella tiene razón. Mi abuela solo amó a una persona en toda su vida, si alguien sabe lo que es el amor y los problemas que puede conllevar, es ella.
—Eso espero, abuelita...
—Bueno, supongo que mi llamada ahora no tiene mucho sentido —me dice un poco triste.
—¿A qué te refieres? —le pregunto porque todavía no me dijo el motivo de su llamada.
—Tu abuelo y yo te echamos muchísimo de menos. Te llamaba para invitarlos a ti y a Aron a pasar el fin de semana con nosotros, pero si no quieres viajar con él, está bien. Aunque la invitación sigue en pie para ti... o también podemos dejarlo para otra ocasión si tienes muchas cosas en mente...
—¡No! —la interrumpo—, me encantaría ir a visitarlos, abuela. Yo también los extraño... sólo déjame hablar con Aron para saber si él tiene otros planes. De igual modo, si él no puede acompañarme, iré sola. Estaré allí en 4 o 5 horas, ¿está bien?
Logro percibir que mi abuela sonríe a través del teléfono y mi corazón explota de felicidad.
—De acuerdo, te esperaré con tortitas caseras.
Ahora soy yo la que sonríe.
Luego de despedirnos, cuelgo rápidamente la llamada y le envío un mensaje a Aron, pero estoy demasiado emocionada con la idea de ver a mis abuelos como para esperar por su respuesta, así que decido llamarlo antes de que tenga oportunidad de responder mi texto.
—¿Jo...? —me dice luego de responder, se nota que él también acaba de despertarse.
—Buen día, mi amor...
—¿Qué haces? —me pregunta lanzando un bostezo a través del teléfono.
—Lo siento, pero no quiero perder tiempo con preliminares, luego hablaremos de eso. Te llamaba porque acabo de hablar con mi abuela y nos invitó a pasar el fin de semana con ella y mi abuelo, ¿te apuntas?
—¿Estás bromeando? Me encantaría...
No puedo evitar sonreír. Sabía que diría que sí. Ahora la ilusión es más grande: no solo veré a mis abuelos, sino que veré a mis abuelos con Aron. Después de tantos días... esta noche por fin volveremos a dormir en la misma cama. Por fin tendremos un poco de intimidad, con Marco viviendo aquí y con Leah y Theo en la residencia de Aron, puedo contar con los dedos de una sola mano la cantidad de veces que tuvimos sexo. Lo echo de menos... mi cuerpo lo echa de menos.
—Bien, paso por ti en una hora, iremos en mi coche —le digo antes de colgar.
—Aguarda, Jo —me interrumpe—... ¿Qué hay de Marco?
Es cierto. No lo había pensado. Dejarlo solo todo un fin de semana me da un poco de culpa. Ese es el motivo por el cual Aron y yo no dormimos juntos ni siquiera una noche desde que Marco está viviendo aquí. Aunque, por otro lado, no puede quedarse a vivir aquí para siempre, tarde o temprano se irá a su casa otra vez. De a poco debo empezar a dejarlo solo, para que pueda resolver sus problemas de adicción, porque solo él puede resolverlos...
—Él estará bien, descuida. Le avisaré a Leah para que esté atenta por si él necesita algo...
—De acuerdo —me responde, pero no lo noto muy convencido.
Igual, nos despedimos y cuelgo la llamada. No quiero darle tiempo a que cambie de opinión.
Comienzo a preparar mi bolso con la ropa necesaria para los próximos dos días y luego empaco un regalo que compré ayer para mí misma, porque sé que a Aron también le gustará.
Una vez que estoy lista para partir, salgo de mi habitación con la intención de decirle a Marco que me iré por dos días, pero me sorprende escondido detrás de mi puerta y me tapa los ojos para que no pueda ver nada mientras me empuja hacia el living.
—Marco, lo siento, hoy tengo prisa, no hay tiempo para esto...
Rápidamente descubre mis ojos para que vea que preparó el desayuno para ambos esforzándose hasta en la decoración. Me da un poco de pena desperdiciarle el gesto, pero no tengo otra opción. De verdad, se me hace tarde.
—Ohhh —le digo apenada—, todo se ve tan delicioso, pero...
—Pensé que hoy, como no tienes que ir a la universidad, podríamos desayunar juntos.
—Me encantaría, Marco, pero he quedado con Aron.
Evito decirle que iré a ver a mis abuelos porque no quiero que le cuente a mi padre que volví a tener relación con ellos.
—Estaré afuera todo el fin de semana —continúo—, ¿estarás bien sin mí?
—Lo intentaré —me responde agachando su cabeza tratando de apelar a mi lástima.
—Anda, sé que estarás bien, solo procura alejarte de cualquier tipo de polvo blanco.
Marco sonríe pensando que lo decía en broma, pero lo cierto es que lo dije para asegurarme de que no cometerá ninguna estupidez en mi ausencia.
Tomo una tostada para comerla de camino a mi coche y lo saludo con un beso en la mejilla. Sé que no le gusta que me vaya, lo veo en su cara, pero también sabe que me iré de todos modos no importa lo que me diga, así que me corresponde el saludo y se ofrece a cerrar la puerta tras mi salida.
Una vez que estoy en mi coche, programo el GPS con la dirección de mis abuelos y me dirijo hacia la residencia de Aron.
Mi novio se encuentra esperándome en la puerta de su residencia y se acerca a mi rápidamente cuando me ve bajar de mi auto. Deja su bolso en el piso y toma mi cara entre sus manos para besarme con fuerza. Pasan varios minutos hasta que podemos separar nuestros labios.
—Mhmmh... —ni siquiera puedo pronunciar una palabra concreta, así que me lamo mis propios labios para saborear el rastro que Aron dejó en ellos.
—Mi cuerpo no hubiera soportado un segundo más sin besarte —me responde tomando su bolso del suelo para meterlo en mi coche.
La forma en la que sus músculos destacan cuando toma su bolso con fuerza hace que mis piernas se contraigan. Con Aron el sexo siempre es bueno, pero últimamente no estamos pudiendo dedicarle el tiempo que nos gustaría y mi cuerpo lo sabe... ante cualquier movimiento sexi de Aron, ya estoy cachonda, y debo aclarar que todos sus movimientos son sexis.
—¿Sabes qué? —le digo intentando captar su atención para arrojarle las llaves del coche—, hoy conduces tu.
Aron abre los ojos como platos porque sabe que no me gusta que pilotee mi coche, pero pensar en él haciendo algo tan simple como conducir, logra calentarme. Dios, parezco una gata en celo.
Toma las llaves al vuelo y me guiña el ojo para alardear de sus grandes reflejos. Algo en mi vientre se contrae y envía vibraciones a todo mi cuerpo. Qué largo va a parecer este viaje si no logro enfriarme...
Llevamos una hora de trayecto cuando el cansancio comienza a apoderarse de mí y me hace cerrar los ojos involuntariamente.
—No te estarás quedando dormida, ¿verdad? —me pregunta Aron alzando una ceja hacia mi antes de volver la vista hacia la carretera.
—No, solo estaba descansando la vista —respondo sarcásticamente.
—Veo que hoy está un poco beligerante, señorita Hastings —me responde con voz ronca al tiempo en el que acera su mano derecha a mi pierna.
Comienza a acercarse a mi muslo e inevitablemente me enderezo en el asiento. Respiro hondo y aparto su mano.
—No puedes hacer eso mientras conduces —lo regaño medio en broma—, ¿es que no te importa la seguridad vial?
—Tienes razón, tendrá que esperar... bueno, tu tendrás que esperar... ¿crees poder esperar?
Sus palabras me provocan.
La carretera está vacía porque este camino no es muy transitado. De hecho, hace más de veinte kilómetros que no vemos otros coches. Una idea cruza mi mente... una idea muy excitante cruza mi mente...
—Aron, para el coche —le ordeno.
—¿Qué? —parece no entender a lo que me refiero.
—Que pares el coche. No podemos continuar así, me late el clítoris.
Decido ser honesta, pero me arrepiento en el segundo en el que una sonrisa petulante aparece en su rostro.
Aron frena el auto al costado de la carretera y se baja rápidamente al tiempo en el que yo abro mi puerta. Cuando intento bajar yo también, él me detiene. Mis piernas se encuentran afuera del coche, pero continúo sentada en mi asiento. Aron levanta mi falda, aparta mis bragas y sin previo aviso ingresa dos dedos en mi interior. Es una suerte que ya esté tan excitada. Comienza a besarme el cuello al tiempo en el que sus dedos ingresan y egresan de mi interior. No voy a durar mucho. Su dedo pulgar masajea mi clítoris y esa es la sensación más deliciosa que experimenté en toda mi vida. Sus dedos saben exactamente como tocarme para hacerme temblar, como si estuvieran hechos específicamente para la tarea de darme placer. Comienzo a desabrochar sus pantalones porque necesito su polla dentro de mí y tomo uno de los condones que específicamente metí en la guantera del coche para alguna emergencia. Desgarro el envoltorio con los dientes mientras gimo porque los dedos de Aron aún continúan con su trabajo. Arqueo mi espalda hacia atrás porque sé que estoy demasiado cerca de correrme y necesito que Aron aumente la intensidad. Él me arrebata el condón de las manos y envuelve rápidamente su polla con él luego de liberarla de sus calzoncillos.
—Necesito estar dentro de ti —me dice mientras retira sus dedos para poder penetrarme con la parte más dura de su cuerpo—. Quieres que lo haga, ¿verdad? —me pregunta y yo asiento—. Esta vez será rápido y duro —me advierte—, pero en cuanto tengamos un verdadero momento de privacidad, te voy a follar hasta que te duelan las piernas, te prometo que no vas a poder sentarte durante una semana.
Es una promesa que espero que cumpla.
Aron comienza a penetrarme con su polla y el sonido de nuestros cuerpos chocando en sintonía con nuestros gemidos es música para mis oídos. Me aferro al asiento cuando Aron toma uno de mis pechos sobre mi blusa. Le muerdo el cuello porque mis piernas comienzan a temblar y mi cuerpo necesita descargar tensión.
Ambos nos corremos a la vez. Estoy segura de que acabamos de romper nuestro propio récord en tiempo.
Aron le hace un nudo al condón y lo guarda para luego poder tirarlo. Tomo un trozo de papel de la guantera y me limpio entre las piernas. Aron me besa la frente y acomoda otra vez mis piernas adentro del auto antes de cerrar mi puerta. Reclino mi cabeza en el asiento al tiempo en el que elevo mis ojos al techo del coche. Dios, ese orgasmo fue muy intenso.
—Tengo que confesarte algo —le digo luego de que se ubica otra vez en el asiento del conductor—... he traído un amigo conmigo, está dentro de mi bolso... un amigo que vibra...
Aron se retuerce en su asiento y acomoda su polla en los pantalones.
—No puedes decirme eso luego de hacer que me corriera de esa forma, debes darme tiempo a recuperarme antes de mi próxima erección.
Sus palabras me hacen reír tanto como me excitan. No puedo esperar a estrenar mi satisfyer nuevo con él.
Me estiro y le beso el cuello al tiempo en el que él vuelve a poner el coche en marcha para retomar nuestro viaje.
Le envío un mensaje a mi abuela para avisarle que estamos cerca.
En cuanto llegamos, ella y mi abuelo están esperándonos en la entrada. Bajo rápidamente del coche y corro hacia ellos. Cruzo uno de mis brazos por el cuello de mi abuela y el otro por el de mi abuelo con la intención de abrazarlos a los dos por igual. Mi abuelo se aferra a mi cintura y con ese simple gesto mi cuerpo se inunda de paz.
Aron se acerca a nosotros con nuestros bolsos y le tiende la mano a mi abuelo para saludarlo luego de que yo me separe ligeramente de ellos, pero Roque no lo permite y tira de mi novio para abrazarlo por la espalda. Mi abuela imita el gesto y también se acerca a Aron para saludarlo con mucho cariño. Mi pecho se infla de felicidad al darme cuenta que Aron no se siente incómodo ante esa muestra de afecto, es más, me atrevo a decir que le gustó.
—Vamos, muchacho —le dice mi abuelo a Aron instándonos a todos a ingresar en la casa—, nos estamos perdiendo el juego de los Dodgers.
Honestamente, no sé de qué equipo es Aron, pero sé que, aunque no fuera de los Dodgers, jamás se lo diría a mi abuelo, es demasiado educado y buena persona como para herir sus sentimientos.
Aron y mi abuelo se sientan en el sillón frente al televisor para poder ver el juego. Se me escapa una sonrisa cuando veo a mi abuelo colocarse una gorra azul con las letras "LA" blancas en su cabeza.
Sigo a mi abuela hacia la cocina porque el olor a tortitas llama mi atención.
—Están recién hechas —me dice mientras se pone un guante para sacar la bandeja del horno.
—No puedo esperar a probarlas...
Mi abuela apoya la bandeja en la mesada y yo intento estirarme para agarrar una, pero en cuanto mis dedos tocan la masa, me quemó y lanzó al aire una maldición silenciosa. Todavía están muy calientes como para comerlas.
—Mientras aguardamos a que se enfríen, cuéntame una cosa... ¿pudieron solucionar sus problemas? —me pregunta señalando hacia el living de la casa donde se encuentra Aron.
—En realidad, no del todo... —le respondo con sinceridad.
—¿Y qué es lo que te lo impide?
—Es complicado —digo y al ver su cara de expectación, decido explicarme—, todo es complicado... no se supone que sea complicado, ¿no? No quiero que sea complicado... Ese es el problema, abuelita.
—Jossie, mi cielo, el amor no es sencillo...
—Son tantos los problemas que debemos superar... que no creo que lo vayamos a conseguir... Lo quiero a él, sí, pero no sé si podré soportar el dolor si alguna vez se termina... Pero no solo temo por mi propio dolor, abuela, también temo por el de él, porque no quiero lastimarlo... creo que no se lo merece... Le dije que lucharía por lo nuestro, pero no sé si soy tan fuerte.
Es la primera vez que expreso mis miedos en voz alta.
—Pero, ¿tú qué te crees, niña? —me pregunta con pena—, si el amor fuera fácil sería para cualquiera, y yo soy de las que creen que no todos tienen la suerte de enamorarse y ser correspondidos... deberías sentirte afortunada.
—¿Cómo lo supieste? Cuando decidiste que querías pasar el resto de toda tu vida con el abuelo... ¿Cómo lo supieste?
—Una vez cuando era mucho más joven, durante una pelea, intenté visualizar mi vida sin él y me di cuenta que sería una vida sin vida, porque él es mi vida... que sería una vida sin colores, porque él es mi arcoíris... que sería una vida sin risas, porque él es mi alegría... que sería una vida sin amor, porque él es mi gran amor. En ese momento... en ese momento me di cuenta que no quería pasar ni un segundo de mi existencia sin él... y cuando supe que mis sentimientos eran correspondidos, bueno... simplemente no dejé que nada se interponga entre nosotros. Supe que sería el hombre de mi vida, mi familia hasta el día que mi corazón deje de latir... supe que nunca más estaría sola...
Sus palabras logran calarse en mi interior y mis ojos comienza a empañarse. Ella describe un amor tan real, un amor tan puro... algo que Aron y yo jamás podremos tener, porque mis secretos ya nos condenaron.
—Espero algún día amar a alguien tanto como se aman ustedes... —digo refiriéndome a ella y al abuelo.
Mi abuela se acerca para cruzar sus brazos alrededor de mis hombros y besarme la cabeza.
—Ya lo haces, mi niña...
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