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XXIV

29 de mayo de 2019

Aron

Hace exactamente seis días que no hablo con Josephine y estoy empezando a desesperarme.

Los primeros dos días decidí que lo mejor era darle espacio para que me perdone, porque sí, lo arruiné todo yo solito. Honestamente, no sé qué estaba pensando cuando no me puse el condón sin consultárselo. Jamás había hecho algo así, pero como ella no se negó pensé que simplemente no le importaría, no me di cuenta de que no lo había notado.

Pero tiene razón, pese a que mis ganas de estar dentro de ella sin barreras eran fuertemente insoportables, no debí haberlo hecho sin antes consultárselo de manera expresa.

En los días siguientes me di cuenta de que la extrañaba demasiado y que ya no podía seguir dándole espacio, necesitaba su perdón, así que comencé a llamarla a su celular puesto que ha decidido faltar a clases toda la semana. Por supuesto, no cogió el teléfono.

Mi último recurso fue Leah... Ayer la novia de mi mejor amigo vino a dormir a nuestra residencia. Cuando la vi cruzar por la puerta prácticamente me le eché encima. Necesitaba saber algo de Jo, lo que sea. Si está bien, si me extraña, si quiere perdonarme, o si nada de eso es así... pero Leah se negó a darme cualquier tipo de información. Es más, me dijo que deje a Josephine en paz, que no la llame más, que su cabeza es un lio y que no necesita que yo complique más las cosas. De igual modo, insistí, porque sé que Leah no es mala persona y jamás haría algo que hiera a Josephine, hasta que Theo me amenazó diciéndome que deje de acosar a su novia porque si no tendría problemas con él.

Ni siquiera tengo fuerzas para enojarme con mi mejor amigo porque sé que todo esto es mi culpa y yo me lo busqué.

La extraño tanto... hace apenas unos meses que estamos juntos y sin embargo estoy completamente seguro de que ella es el amor de mi vida. Sé que todo esto se solucionará porque estoy seguro de que ella no tirará todo lo que tenemos por un simple error.

Mierda, acabo de decir la cosa más toxica que pensé en toda mi vida.

No, no fue un simple error. Tomé una decisión sobre su cuerpo que no me correspondía y me gustaría justificarme diciendo que me dejé llevar por el momento, pero no tengo excusa... solo puedo jurarme a mí mismo que jamás volveré a hacerlo.

Tengo que agradecer que Theo es mi mejor amigo. Tres veces me frenó antes de que tenga la oportunidad de presentarme en el departamento de Jo. Porque sí, tres veces estuve a punto de golpear su puerta y suplicarle de rodillas que me perdonara, pero Leah conoce a su mejor amiga y me dijo que eso solo empeoraría las cosas, aunque el impulso y las ganas de verla a veces son más fuertes que la razón.

Por eso ahora me encuentro montado en mi camioneta conduciendo hacia ella. No me importa si no me abre la puerta, no me importa si decide no hablarme, no me importa si me deja, ella tiene que escuchar que lo siento y debo recordarle que la amo.

Para colmo, Theo me dijo que mañana aterriza el vuelo de Marco. Eso lo complica todo aún más, por eso es hoy o nunca.

Sigo conduciendo... el trayecto hasta su departamento nunca me pareció tan largo.

No quiero pensarlo mucho, porque si lo pienso me daría cuenta de que yendo hasta su hogar la estaría presionando demasiado. Pero, repito, extraño a mi novia. Bueno... creo que sigue siendo mi novia. Hace seis días que no hablamos, pero me niego a creer que esto es una ruptura tácita. Me acuerdo las palabras exactas de Leah cuando se lo pregunté:

—No soy yo quien tiene que responderte en qué punto se encuentra tu relación, pero creo que lo mejor va a ser que los dos se tomen un tiempo.

No dió por hecho que esto ya significa estar tomándonos un tiempo, eso es algo bueno, pero el tono con el que lo dijo me hizo creer que mis esperanzas son en vano.

Me detengo frente a su departamento y espero. Me permito unos minutos para pensar. Esto está mal, no tendría que haber venido. Conozco a Jo, va a pensar que soy uno de esos loquitos a los que no puedes sacártelos de encima cuando los dejas.

Comienzo a golpear el volante con demasiada furia hasta que ya no lo soporto más y comienzo a llorar como un niño de cinco años. La amo demasiado como para perderla. Mi vida era una mierda antes de conocerla. Jo me devolvió las ganas de vivir, me enseñó que puedo ser amado, que merezco que me quieran por lo que soy, que no importan los fantasmas que me persiguen, ella va a estar a mi lado. Ella me enseñó a confiar en mí mismo. Además de mi novia, es mi compañera, la persona que está a mi lado en todas las circunstancias de mi vida.

No, definitivamente no puedo perderla.

Antes de que pueda bajar de mi camioneta, veo por el espejo retrovisor a su coche entrar por la calle. Miro alrededor... estaba tan sumido en mis pensamientos que no me di cuenta que su auto no estaba aparcado y que, en consecuencia, ella no estaba en el departamento.

Es mi oportunidad, si la intercepto antes de que entre en el departamento, no le va a quedar otra que escucharme.

La veo estacionar y bajo de mi camioneta, pero todo sucede tan rápido que ni siquiera puedo procesarlo.

Del lado del copiloto desciende Marco. No entiendo nada, ¿su vuelvo no llegaba mañana? ¿Qué día es hoy? ¿acaso estuve tan sumido en mi tristeza que no estoy llevando bien la cuenta de los días? Tomo mi celular y reviso el calendario. Efectivamente su vuelo tenía que llegar mañana, ¿qué hace aquí?

Mis piernas cobran vida propia y me mueven hacia ellos antes de que pueda detenerlas. Josephine es la primera que nota mi presencia sin siquiera necesitar verme. La veo expulsar un largo suspiro, pero no se gira para decirme frente a frente:

—¿Qué haces aquí?

Marco está a su lado y parece no entender a lo que Jo se refiere hasta que se gira y me ve, pero ignoro su presencia y decido responderle a mi novia.

—Necesitamos hablar.

—No tenemos nada de qué hablar, Aron —me responde aún sin voltearse.

Es una buena señal que no quiera mirarme, significa que no confía que pueda mantenerse en su postura si me mira a los ojos.

—Tenemos muchas cosas de qué hablar y lo sabes, Jo.

—Creo que ya dijo que no quiere hablar contigo —nos interrumpe Marco.

—Nadie pidió tu opinión, así que te sugiero que no te metas —le respondo con el tono más amable que encuentro, pero sé que no se le escapa la aspereza de mi voz.

Marco se acerca a mí y me fulmina con sus ojos. La adrenalina previa a un enfrentamiento físico empieza a apoderarse de mí.

—¡Basta! —grita Jo y al fin se gira para mirarme—, es suficiente. Aron, vete por favor.

—No me voy a ir hasta que hablemos, no soporto esto que nos está pasando.

En cuanto las palabras salen de mi boca me doy cuenta de que tendría que haberme quedado en silencio. Es más, ni siquiera tendría que haber venido.

—Aclaremos una cosa —me dice Jo con furia—, tú te iras cuando yo te lo diga. Además, no puedes obligarme a hablar contigo si no quiero. ¿Qué es lo que no te queda claro?

—Lo siento, tienes razón, pero...

Tener está conversación es de por sí difícil, pero hablar sobre nuestros problemas enfrente de su ex novio, es diez veces peor.

—Pero, nada —me responde y se gira otra vez al tiempo en que toma el brazo de Marco para que ambos se dirijan al departamento—. Esta conversación se acabó.

En un impulso idiota, me adelanto y la tomo ligeramente del codo para detenerla, pero cuando nuestros ojos vuelven a encontrarse, veo que está llorando.

No me da tiempo ni a que le diga una sola palabra porque siento estallar un guantazo en mi sien. Me tomo de la cabeza confundido porque no sé a qué ha venido eso, pero no fue Josephine quien me golpeó, sino Marco.

Cargo contra él y lo tiro al suelo, quedando a horcajadas sobre él. Sé que no es justa esta pelea porque yo soy más grande que él y también más fuerte, pero no me importa, necesito descargar la tensión que estuve acumulando todos estos días.

Un puñetazo, dos puñetazos, tres puñetazos y otro más. Marco casi está fuera de combate cuando siento a alguien aferrarse a mi brazo. Estaba tan sumido en mi enojo que no me di cuenta que Josephine estaba intentado separarnos.

—Por favor, Aron, detente. Por favor, te lo suplico, lo vas a matar.

Su voz quebrada me saca de mi transe y me aparto rápidamente de Marco.

Josephine lo ayuda a ponerse otra vez de pie y envuelve uno de los brazos de él sobre su hombro para que no se caiga. Él está completamente bañado en sangre y ella está llorando desconsoladamente.

Bajo la vista hacia mi pecho y me doy cuenta que mi ropa también está salpicada de sangre.

—¿Así esperas que ella pueda estar contigo? Eres un violento... —me dice Marco arrastrando las palabras.

Maldito hijo de puta, caí en su provocación. Es obvio que ni siquiera intentó defenderse.

Exhalo un suspiro y alzo la vista hacia Josephine tratando de disculparme con la mirada.

—Por favor, Aron. No lo arruines más, solo ve a tu residencia y cuando los dos estemos más calmados, podremos hablar —me dice ella con ojos suplicantes.

—Tu no vas a hablar sola con él, Jossie, es un golpeador —interviene el idiota.

Se está rifando una ostia y Marco Andrews tiene todos los billetes.

—Eso no es algo que vayas a decidir tu —le advierte Josephine.

Bueno, eso es un punto a mi favor, significa que está dispuesta a hablar conmigo.

Muy a mi pesar entiendo que lo mejor para los dos es que yo me vaya y así la situación pueda calmarse.

—Volveré mañana —le digo asintiendo con la cabeza.

Me giro para darles la espalda y volver a mi coche, pero antes de que pueda contener las palabras, me asomo por encima de mi hombro y le digo:

—Recuerda que te amo más que a mi propia vida.

Alcanzo a ver una media sonrisa en el rostro de Marco y me arrepiento al instante de no haber podido mantener mi bocaza cerrada.

—Yo también. lo sabes... —me responde Jo.

Asiento con la cabeza y continúo caminando hacia mi camioneta.

Una vez dentro, los veo a ellos ingresar en el departamento y mi corazón se rompe en mil pedazos. Acabo de darle la oportunidad al ex de mi novia de consolarla luego de una pelea.

Por lo menos me dijo que también me ama... si mañana ella decide terminar con nuestra relación, debo estar feliz de que me amó tano como yo a ella.

No puedo conducir en este estado porque las lágrimas no me dejarían ver la carretera y podría tener un accidente, así que entre sollozo y sollozo decido llamar a la única persona capaz de bajarme a la tierra.

Pongo el altavoz en los parlantes de mi camioneta y dejo que la voz de mi mejor amigo inunde todo el aire dentro de mi coche.

—¿Aron? —me responde Theo a través del teléfono.

—La he cagado... me he dado de ostias con Marco enfrente de ella.

—Mierda —dice mi mejor amigo—, Leah me dijo adelantó su vuelvo y olvidé decírtelo, no sabía que ibas a presentarte en su casa.

—No sé qué hacer, bro. Me dio la oportunidad de hablar mañana, bueno, en realidad le dije que vendría a hablar mañana más calmado y no se opuso, pero siento que la estoy perdiendo.

—Tienes que tranquilizarte, creo que estás exagerando, si han quedado en hablar mañana es porque no todo está perdido aún.

—Aun —repito su última palabra—... ¿Leah está allí contigo?

—Si, estábamos mirando una película.

—Voy para allí, quiero hablar con ella, necesito su ayuda, no puedo perder a Josephine, la amo...

Cuando creía que ya había logrado tranquilizarme, rompo a llorar otra vez.

—Sé que no quieres que te diga esto otra vez, pero no presiones a mi novia, ya bastante incomoda es la situación para ella...

—Lo sé.

—Ella quiere apoyarte, pero la has cagado y lo sabes.

Es verdad, tanto Theo como Leah saben exactamente lo que pasó y los dos se pusieron del lado de Josephine. Tienen razón, me equivoqué... hasta yo estoy del lado de Josephine.

—Lo sé —repito más para mí mismo que para él—, voy hacia allí.

Cuelgo rápidamente y pongo en marcha el auto.

Otra vez el trayecto se me hace más lento que lo habitual, pero aprovecho cada segundo para respirar y acomodar mis pensamientos.

Aparco mi camioneta en el estacionamiento del campus y me dirijo hacia mi residencia.

Efectivamente, Theo y Leah están recostados en el sofá viendo una película. Lamento interrumpir su momento romántico, pero necesito desesperadamente la ayuda de mis amigos, sobre todo la de Leah. Ella conoce a Jo más que nadie en este mundo, si hay alguien que me puede decir cómo arreglar las cosas, es ella.

—Si, adelante, siéntate tranquilo —me dice Theo con ironía cuando me siento sobre la mesa ratona que se encuentra entre la televisión y el sofá—, no te molestes... no interrumpes nada.

—Ni que estuvieran follando... —le respondo más impulsivo de lo que quisiera.

—Tuve que contener a Mini Theo en cuanto supe que venias para aquí porque sé que tampoco te importaría interrumpirnos en esa situación.

Leah le da un suave manotazo y le sonríe a mi mejor amigo al tiempo que se ruboriza.

Todo es tan sencillo entre ellos... al principio a Leah le costó confiar en Theo, pero en cuanto se entregó completamente al amor, ambos han sido inseparables. Jamás pensé que vería a mi mejor amigo enamorado, pero mi pecho se hincha de orgullo cada vez que lo veo con Leah. Fue un cambio rotundo en su vida haber sentado cabeza, pero ahora es más feliz, y si él es feliz, yo soy feliz.

—Lelé... —le digo usando el apodo con el que la llama Jo.

—Si... sé que quieres que te ayude a arreglar las cosas, pero no puedo decirte más de lo que ya te he dicho todas las veces que hablamos esta semana. Conoces a Jossie, para ella como para cualquier mujer, el consentimiento es muy importante...

—Pero sabes que yo no lo hice con esa intención.

No me voy a cansar de aclararlo: yo no quería vulnerar su consentimiento, simplemente pensé que no le importaría.

—Ella piensa que lo hiciste para marcarla como tu territorio de alguna forma perversa. No debiste haberlo hecho, Aron... Y luego te pusiste a romper cosas, ¿sabes lo difícil que es para una mujer ver a su pareja en un estado de inconsciencia violenta?

—Si, pero... —trato de justificarme, pero no sé cómo.

—No hay pero que valga... ¿quieres saber lo que pensó ella en ese momento? —me pregunta su mejor amiga con un tono de calma, pero a la vez acusatorio—"Hoy es esa pared, pero mañana podría ser yo la receptora de sus golpes".

Sus palabras me dejan de piedra. Siento el corazón a punto de salirse por mi boca.

—Sabes que yo jamás le pondría una mano encima a Josephine... ni siquiera a cualquier otra mujer.

Leah cierra los ojos antes de replicar:

—Si, también pensábamos que jamás le harías un agujero a la pared del living.

¿Qué? Es imposible que haya echo eso. No golpeé la pared tan fuerte, ¿o sí?

Leah ve las dudas en mis ojos así que decide aclarar la situación.

—Aron, esa noche cuando tú y Theo se fueron, Josephine se fue a su cama a llorar y yo me quede limpiando los restos de escombro de la pared que habían caído desparramados en el suelo. Literalmente, arruinaste la pared.

Hice impactar mi puño contra la pared porque necesitaba sentir físicamente el dolor que me estrujaba el corazón. Pero visto desde afuera fue un acto violento y no puedo justificarme.

Theo abraza a su novia porque tampoco es justo para ella haber presenciado esa situación.

—Lo siento, la pagaré si es necesario.

Pero Leah se pone de pie de un salto y no me deja seguir hablando.

—¿Es que no entiendes? No importa el dinero del arreglo. Josephine no se merece haber tenido que pasar por eso. A la mierda la pared, la revocaron el día siguiente... ya no hay rastros de tu arrebato, pero no puedes pretender que Josephine te perdone, así como así.

Tiene razón, ni siquiera había caído en la cuenta de esto. Para Jo debe haber sido terrible verme cegado por el dolor. Pero no quería hacerle daño a ella, quería hacerme daño A Mí.

—Lo siento —le digo, pero no sé si me dirijo a ella, a Josephine o a mí mismo por haberme arruinado mi única oportunidad que tenía de ser feliz.

Bajo la cabeza y la hundo en mis brazos. Si tenía algún tipo de esperanza, acabo de perderla.

Leah se sienta a mi lado y ubica la palma de su mano en mi espalda, mientras que Theo apoya su mano en mi rodilla.

—No la perdiste... o por lo menos no aun —me dice Leah para consolarme como si hubiera leído mis pensamientos—, pero si quieres que ella te perdone, debes esperar a que ella esté preparada para hablar y tienes que procurar no perder la calma en ese momento.

—¿Puedes hablar tu primero? —le pregunto a Leah—, es que no quiere siquiera escucharme.

Bro, creo que esto es algo que tienes que hacer tu —me responde Theo y sé que tiene razón, pero debía intentarlo.

Respiro hondo y me pongo de pie. El cansancio comienza a apoderarse de mí después de seis días sin dormir bien.

—Prepararé algo para comer, ¿ustedes comen aquí o en el departamento? —les pregunto a mis amigos una vez que logro tranquilizarme completamente.

Tiempo, solo necesito darle un poco de tiempo a que ella esté preparada para que hablemos.

—Aquí, ¿Por qué comeríamos en el departamento? —me pregunta Theo.

Un segundo... ¿ellos duermen aquí hoy?

—¿No se quedarán a dormir en el departamento de Leah hoy? —pregunto y otra vez siento la arritmia apoderarse de mi cuerpo.

—Dormiremos aquí, Aron. Esta mi casa —me responde Theo con una pizca de ironía.

—¿QUE? ¿Dejarán a Josephine sola con Marco?

—Aron —interviene Leah—, no van a dormir juntos en la misma cama. Marco dormirá en la cama de Josephine y ella dormirá en mi cama.

—¡¿Qué?! ¡¿El dormirá en su cama?!

Esto no puede estar pasando...

—Si, no quiero que un cualquiera duerma en mi cama —se justifica Leah.

Perfecto, ahora el olor nauseabundo de Marco quedará impregnado en las sabanas de Josephine. Si algún día ella me perdona tendré que desechar esas sabanas.

—¿Saben qué? Se me quitó el apetito —les grito a mis amigos—. No puedo creer que ustedes me hagan esto.

Antes de que puedan responderme, me adentro en mi habitación dando un portazo y cierro con llave para que ninguno de los dos pueda venir a buscarme.

Sé que es un poco injusto que la tome con ellos, pero es que no puedo creer que permitan que Jo se quede sola con su ex novio. Y debo aclarar que no es cualquier ex novio, Marco es el típico ex novio que no va a parar hasta recuperarla. ¿Qué les costaba a mis amigos quedarse allí estos días para mantener la situación bajo control? Le están allanando el camino a Marco. Es que no puedo entender cómo me hacen esto.

Hago unos esfuerzos increíbles para que el sueño se apodere de mí, pero mi mente no logra dejar de pensar en que Josephine está sola y triste, y para colmo, en compañía de su ex novio.

Miro mi reloj y me doy cuenta que ya son las tres de la mañana. Theo y Leah se fueron a dormir hace varias horas, que suerte tienen...

Me debato entre enviarle un mensaje a Jo para saber cómo está, pero descarto esa idea porque sé que no me va a responder... y la verdad, no sé si estoy preparado para que no me responda sabiendo que está con Marco vaya uno a saber haciendo qué. Mi cerebro comenzaría a sacar conjeturas que no estoy dispuesto a pensar.

Le dije que mañana iría a verla para hablar. Técnicamente, ya es mañana, así que si voy ahora hasta su departamento no estaría faltando a mi palabra, ¿no?

Antes de pensarlo dos veces me levanto de mi cama y me pongo la ropa rápidamente. Salgo de mi habitación en silencio porque no quiero que Leah o Theo me escuchen y tengan la oportunidad de detenerme.

No quiero arriesgarme a llamar a la puerta del departamento de Jo y que Marco me reciba del otro lado... sería otra cosa que no soportaría, así que tomo las llaves de Leah que están sobre la encimera y salgo pitando de mi residencia.

Esta vez el camino hacia el departamento de Jo lo transito increíblemente rápido. Es más, antes de que pueda procesar lo que estoy a punto de hacer, que básicamente es entrar en su propiedad privada sin autorización, ya estoy subiendo por el ascensor.

En ningún momento me puse a pensar en lo que podría encontrarme del otro lado.

En cuanto mis pies se encuentran en el piso de Jo, música bachata que proviene de detrás de su puerta inunda mis oídos. Está demasiado fuerte el volumen si estoy escuchándola desde aquí, así que cuando giro la llave y abro la puerta de su departamento, ninguno de los dos es capaz de escucharme entrar.

El corazón se me cae a los pies.

En el medio de su living, ese mismo living del que ella me echó hace seis días, Josephine y Marco están bailando con sus cuerpos pegados. Él la toma de la cintura y ella pasa uno de sus brazos alrededor de su cuello al tiempo que sus caderas se balancean al ritmo de la música.

Sus rostros están a unos centímetros y él está a punto de... ¿besarla?

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