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XVII

27 de marzo de 2019

Aron

Me despierto todo sudado pese a que estamos en invierno. Josephine no está a mi lado y eso no me gusta nada, pero no es lo que más me preocupa en este momento.

Tuve mi primera pesadilla en toda mi vida esta noche y solo rezo para que nunca más tenga otra. Fue horrible y estoy seguro de que la recordaré el resto de mi vida.

El escenario de mi propio infierno personal estaba situado en la residencia de Kate...

Era martes y yo necesitaba darme prisa porque debía ir a una de mis presentaciones.

Ella estaba vestida con la misma ropa que el último día que la vi con vida... la misma ropa con la que después fue encontrada muerta. De solo pensar en su muerte un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

Ella se acercó a mi lentamente como solía hacer antes de besarme, pero cuando estuvo a unos centímetros de mi cara, tuve que frenarla sosteniéndola por los brazos.

—¿Cuál es el problema? —me preguntó con sorpresa.

—Ya no puedo seguir con lo nuestro...

—¿Por qué? Si se puede saber...

—Porque estoy enamorado de otra persona.

Su rostro empezó en enfurecerse lentamente mientras apretaba los dientes y me fulminaba con la mirada. Quiero creer que la Katherine real jamás hubiera actuado así.

—¿Quién es ella?

—Eso no importa.

—Tienes que decírmelo, merezco una explicación... me estás rompiendo el corazón.

—Su nombre es Josephine Hastings.

—¿Es más linda?

—No es eso... de verdad. Lo siento, Kate, pero no pude evitar enamorarme de Josephine.

Para mi sorpresa, Katherine tomó un zapato de tacón y lo lanzo hacia mí con toda su fuerza. Lo esquivé con facilidad, pero ante el segundo lanzamiento no tuve la misma suerte. Un desodorante se estampó contra mi frente y tuve que acercarme a ella para que deje de tirarme objetos. Con mi cara a unos centímetros de su cuerpo, me golpeó el rostro con su puño. Sé que tendría que haberme contenido, pero puedo jurar que no era el dueño de mis acciones... Como yo era más alto y más fuerte que ella, la tomé de los hombros y la arrojé contra la cama. Cuando ella intentó levantarse, me lancé sobre ella aprisionándola entre mi cuerpo y el colchón.

Katherine no paraba de moverse debajo de mí, asique rodee su cuello con mis manos y comencé a asfixiarla hasta que dejó de respirar.

No entendía cómo todo se me fue de las manos. En un segundo le confesé que estaba enamorado de otra persona, y en el otro, Kate estaba muerta.

Mi respiración no se regulariza.

No paro de repetirme a mí mismo que solo fue una pesadilla, un sueño. No fue real. Yo no maté a Kate. No soy un asesino. Soy una buena persona. Jamás haría algo así.

Además, claramente Kate hubiera aceptado que me enamore de otra persona. Ella sabía que lo nuestro no era más que una aventura del momento.

La conocía, Katherine Lockwood jamás hubiera reaccionado así.

Trato de sentarme sobre la cabecera de la cama y apoyo mi mano en mi pecho. Necesito respirar hondo y calmarme antes de que Jo vuelva. Anoche nos dormimos uno al lado del otro, quizás fue a buscar un vaso de agua.

Pero los minutos pasan y Josephine no regresa a la cama. No tengo otra opción que ir a buscarla.

Me levanto de la cama para ir en su busca, pero antes tomo la remera que usé el día anterior para secarme los restos de sudor seco que todavía tengo en el cuerpo.

Me encuentro a Jo sentada sobre la barra del living con una copa en la mano que contiene un líquido amarillento.

¿Está tomando whisky sola a esta hora de la noche? Todavía ni siquiera ha amanecido.

—¿Qué haces aquí, mi amor? Vuelve a la cama.

—No quiero —me contesta mientras menea la copa en el aire—. Estoy muy ocupada.

—¿Ocupada con qué?

—Ocupada pensando...

—¿Pensando con una copa de whisky? Creo que obtendrás mejores resultados con la mente despejada de sustancias alcohólicas.

—Te equivocas. El whisky siempre me ayuda.

Está borracha y yo solo puedo preguntarme cuánto ha bebido ya y cuánto le falta beber para desmayarse.

—¿Por qué mejor no volvemos a la cama y me cuentas qué es lo que te pasa? Yo puedo ayudarte a pensar mejor —trato de persuadirla, pero no lo consigo.

—¿Por qué mejor no vuelves a la cama y sigues soñando lo que sea que estabas soñando mientras yo trato de olvidarme de mi vida de mierda, aunque sea por una noche?

¿Qué? ¿de qué está hablando? Es imposible que sepa lo que soné.

—Tu vida no es una mierda.

—Lo dice el que también tiene una vida de mierda.

—¿De qué hablas? Mi vida no es una mierda —replico—, por lo menos, no desde que te conocí.

—¿Es que lo único que sabes decir son estupideces? —me contesta enfadada tomando otro sorbo de su copa.

Es imposible que Jo sea alcohólica, las veces que la vi beber no tuvo problemas para controlarse. ¿Qué habrá pasado para que se esté comportando así?

—¿Se puede saber qué pasó y por qué estás bebiendo tanto?

—Ya te lo dije, necesito pensar. Pensar en mí. Por una vez en la vida, voy a pensar en mí y no en los demás. Voy a hacer lo que yo necesito. Y ahora... solo necesito whisky.

—Jo, mi amor, si esto es por... —pero me interrumpe antes de que pueda continuar.

—Si, esto es por ti. Estabas en mi cama soñando con otra mujer, pero el problema es que no estabas soñando con cualquier mujer —escupe las palabras como si le quemaran en su boca—, estabas soñando con...

Pero se calla rápidamente y se toma la boca con la mano para evitar terminar la frase, asique lo hago yo por ella.

—Si, estaba soñando con Katherine. No sé cómo lo sabes, pero no es lo que crees.

—Si a las mujeres nos dieran un dólar por cada vez que escuchamos la frase "no es lo que crees"...

—Esta vez es real, no es lo que crees. Solo fue una pesadilla.

—No me interesa lo que tengas para decirme, ¿te crees que estoy celosa? —hace una pausa para servirse otro trago y continua—. ¿Cómo podría estar celosa de alguien que está muerta?

Se le traba la lengua mientras habla, pero aun así la frase se entiende con total claridad. No puedo creer que Jo haya dicho algo así. Ella tampoco lo puede creer porque automáticamente comienza a llorar como si no hubiera un mañana. Sé que solo lo dijo porque está borracha asique decido no tomar en cuenta sus palabras. Intento acercarme para abrazarla, pero me aparta y se pone de pie de un salto. Aún las lágrimas recorren su rostro como si fueran una cascada. Está histérica.

—Aléjate de mí. ¿No te das cuenta?

—¿Darme cuenta de que...? —no entiendo qué está pasando, todo es muy confuso.

—¡De que estoy contaminada! —me grita furiosa.

—¿Qué estás diciendo? ¡No estás contaminada!

—Mira en lo que me convertí... mira en lo que me convirtieron... Yo no era así. Me contaminaron.

—Josephine, necesito que me expliques. No entiendo qué te sucede.

—¿Qué parte es la que no entiendes? Mira lo que soy. Yo era una buena persona, lo juro...

—Estás borracha. Por favor, vuelve a la cama conmigo. Mañana hablaremos de esto —no sé cómo rogarle más de lo que ya lo estoy haciendo.

Para mi sorpresa, Jo se acerca a mí y me agarra del brazo para guiarme devuelta hacia su habitación.

Cuando nuestras miradas se encuentran otra vez, ella decide hablar otra vez:

—Solo espero que Kate me perdone por haberme acostado contigo...

Me quedo petrificado ante sus palabras y me suelto de su agarre, pero Jo continúa caminando. Nunca la había escuchado decir el nombre de Katherine de una forma tan familiar.

Retomo la marcha varios segundos después, pero cuando llego hacia la cama de Josephine, ella ya está dormida otra vez. Me acurruco a su lado y pego mi pecho a su espalda.

¿Qué habrá querido decir con eso de que Kate la perdone? ¿Qué tiene de malo que tengamos sexo? Somos novios...

Nuestras respiraciones se sincronizan y ambos logramos dormir tres horas más.

A la mañana siguiente me despierto con los ojos de Josephine mirándome con demasiada intensidad. Ignoro su mirada y aparto mi vista hacia el reloj de la pared.

—Son las tres de la tarde, nos hemos quedado dormidos —le digo a Jo levantándome de un salto.

—¿A dónde vas? Ya nos hemos perdido todas las clases, no tiene sentido levantarnos de la cama.

—¿Por qué estas tan tranquila? Tu odias faltar a clases.

—Tengo resaca —me contesta elevando sus hombros.

Se revuelve en la cama y se gira para darme la espalda. Sé que tengo que hablar de lo que sucedió anoche, pero lo cierto es que no me atrevo y solo deseo que ella lo haya olvidado, asique opto por volver a la cama y abrazarla.

Me acerco lo suficiente como para besarle la mejilla y Jo lanza un suspiro ante el contacto.

—Siento lo que sucedió anoche.

—¿Lo recuerdas? —le pregunto asombrado.

—Tengo fragmentos... hablaste dormido, dijiste algo que no me gustó y no quise enfadarme asique decidí ahogarme en el whisky. Sé que estuve mal, pero no quería pelear contigo.

—¿Tu... tienes problemas con el alcohol?

—¡Por supuesto que no! —me contesta medio confundida medio enfadada.

—¿Y entonces por qué decidiste beber así?

—Aron, por favor, no hagamos esto más grande de lo que ya es. Simplemente me sentí mal y quise tomar un trago. No estoy acostumbrada a beber demasiado, eso fue lo que pasó, por eso tengo resaca.

—Si algún día tienes problemas con la bebida o con alguna otra cosa... me lo dirías, ¿verdad? —no puedo evitar preguntarle eso.

—Serás el primero en saberlo, te lo prometo.

No sé por qué, pero sus palabras me suenan sinceras. Supongo que exageré las cosas.

—Creo que sobró helado de ayer —me dice Jo mientras se levanta de la cama y corre hacia el living.

Admiro su capacidad para cambiar de tema.
Deberíamos hablar de mi pesadilla, pero no puedo contársela. Lo primero que pensaría es que yo asesiné a Katherine.

Decido dejar pasar todo lo que sucedió anoche. No quiero volver a mencionar el tema.

A veces siento que el gran problema que tenemos Josephine y yo es que nunca somos 100% sinceros con el otro.

Yo la quiero y estoy seguro de que ella también me quiere a mí, pero a veces Jo suele tener actitudes donde pareciera que me oculta algo. No soy idiota, he visto como hace silencio cuando entro en una habitación donde ella está hablando con Leah, o muchas veces han hablado en susurros para que ni Theo ni yo podamos entender lo que dicen. Siempre pensé que hablaban de cosas de mujeres, pero a medida que pasa el tiempo, cada vez me convenzo más de que Jo me oculta algo.

Pero... ¿Cómo puedo exigirle sinceridad si yo tampoco soy sincero con ella?

Josephine se encuentra sentada en la misma banqueta donde anoche se emborrachó, pero ahora ahoga sus sentimientos en helado.

Agradezco que su vía de escape hoy sea un vicio más sano... porque sé que ella quiere evitar nuestra conversación pendiente tanto como yo.

Me siento la otra baqueta a su lado y comienzo a acariciarle la espalda.

—Si con tus caricias intentas que te convide helado, quiero decirte que es en vano.

—Pero si tienes un balde lleno...

—¿De qué estás hablando? Queda menos de la mitad.

Me guiña el ojo y se acerca hacia mí para besarme mientras tiene suspendida en el aire la cuchara con el próximo bocado. En el último segundo esquivo su beso con facilidad y me como el contenido que tenía la cuchara. Josephine finge enojarse y me da una palmada en el brazo.

—No te preocupes, te voy a recompensar —le prometo mientras me levanto de la banqueta.

—No se me ocurre nada que pueda ser mejor que el helado.

—¿Esto tampoco? —le digo mientras empiezo a besar su cuello.

—Mmm, no sé. No lo creo...

—¿Y esto? —le digo deslizando mi mano por la parte más íntima de su cuerpo sobre la tela de su pijama.

—Todavía no estoy muy convencida —me contesta, pero su respiración empieza a acelerarse.

Rápidamente se levanta de la banqueta y ambos quedamos de pie. Jo cruza sus brazos por detrás de mi cuello y yo bajo sus shorts de pijama y sus bragas a la vez. Una vez que queda desnuda de la cintura para abajo, la siento sobre la barra e ingreso dos de mis dedos en su interior.

—Si, por favor Aron, así...

Entro y salgo de ella a un ritmo constante hasta que se corre en mi mano.

Retiro mis dedos de ella y se los meto en la boca para que ella misma me los limpie con su lengua.

Chupa mis dedos mientras sus ojos arden de deseo y me dice:

—Definitivamente, mucho mejor que el helado.

Antes de que Jo me devuelva el favor, escuchamos una cerradura en la puerta principal y rápidamente Jo pega un salto para recoger su ropa y se viste.

Seguramente sea Leah, pero hay una leve posibilidad de que del otro lado también esté Theo y lo último que quiero es que mi mejor amigo la encuentre desnuda.

Por suerte, solo Leah atraviesa la puerta.

—¿Qué están haciendo aquí? Deberían estar en la facultad.

—¿Qué haces tú aquí? —replica Josephine—, tú también deberías estar en la facultad.

—Yo pregunte primero —contesta Leah alzando las cejas.

—Nos quedamos dormidos, ¿cuál es tu excusa?

—Mi madre me llamó, dice que mi abuela está muy enferma asique he reservado un vuelo para ir a casa lo antes posible. Salgo en unas horas.

—Lo siento, Leah —le digo metiéndome en la conversación.

Yo no tengo abuelos porque los padres Brant murieron antes de que yo naciera y cuando mi madre me abandonó, también perdí contacto con sus padres... Pero supongo que para alguien que sí tiene abuelos, perderlos debe ser terrible.

—Oh, no lo sientas —me contesta Jo—, su abuela es una auténtica arpía.

—Es cierto —confiesa Leah—, se encargó de hacerle la vida imposible a mi madre desde que empezó su relación con mi padre.

Mierda. Eso sí que no me lo esperaba.

—¿Quieres que te acompañe? Me vendría bien un viaje de vacaciones —le pregunta Jo.

—No, tú debes quedarte rindiendo exámenes. No podrás librarte de eso.

—¿Ni siquiera con un certificado que diga "la abuela de mi mejor amiga ha muerto así que no podré concurrir a la facultad para poder fingir qué estamos de duelo"?

Los tres nos echamos a reír y no puedo evitar planear en mi mente un viaje también con Theo, los cuatro juntos. Sería muy divertido.

—Entonces... ¿Cuándo sale el vuelo? —le pregunta Jo.

—Mañana por la mañana. Decidí venir antes de la facultad para poder prepararme el equipaje tranquila, y hacerme a la idea de lo que tendré que soportar por unos cuantos días. Toda mi familia se reunirá, voy a necesitar varias pelotas antiestrés.

—Sabes que tienes mi apoyo moral desde aquí —le dice Jo mientras se acerca para abrazarla.

—Y el mío también —interrumpo y me sumo al abrazo—aunque no sé si te servirá de mucho...

Creo que es tiempo de irme a casa si no quiero tener una sobredosis de Josephine Hastings.

Recojo mis llaves y mi billetera junto con el resto de mis cosas y saludo a las chicas. Le doy un abrazo a Leah y a Josephine un beso en los labios.

Apenas llego a mi residencia ya siento que extraño a mi novia. No puedo creer que la necesite tanto. Es como si se hubiera metido dentro de mí. Es el aire que necesito para poder respirar.

No es sano pensar así. A veces siento que estoy obsesionado con ella y lo único que puedo preguntarme es si ella sentirá lo mismo por mí.

Al llegar la noche, no puedo contenerme más y decido mandarle un mensaje. Me acostumbré a dormir casi todas las noches con ella.

No sé cómo voy a hacer para poder dormir sin ti a mi lado esta noche. Te extraño.

Espero y espero, pero no obtengo respuesta.

Quizás se le quedó sin batería el celular.

Me acuesto en mi cama, aún con mi iPhone en la mano porque no pierdo las esperanzas de que Jo me responda, pero las horas pasan y su respuesta nunca llega.

Reviso el chat y veo que efectivamente leyó el mensaje.

Sé que Josephine no es la clase de mujer a la que le gusten las demostraciones de cariño, pero... ¿tan difícil era para ella responder un simple mensaje de texto?

Me quedo dormido con el presentimiento de que lo nuestro tiene fecha de caducidad.

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