XLIV
19 de septiembre de 2019
Aron
—Señorita Hastings, debo felicitarla, ha hecho un excelente trabajo en su recuperación. Sé que debe haber sido un mes difícil para usted... —nos dice el doctor Javier.
—¿Entonces me sacará el yeso? —pregunta mi novia.
Hemos venido a su cita para control y ya nos habían advertido que existía la posibilidad de que vuelva a casa sin yeso. La bota de su pie se la quitaron hace una semana aproximadamente, pero su brazo necesitó más tiempo para sanar.
—Pues con respecto a eso, tengo una buena y una mala noticia... la buena es que, efectivamente, le sacaremos el yeso hoy... pero necesito que preste especial atención a la noticia mala: deberá someterse a quince sesiones de kinesiología para que el brazo logre recuperarse al cien por ciento. Es importante que no falte a ninguna cita.
—No lo hará —le aseguro al doctor porque yo mismo me encargaré de eso.
—Perfecto. Además, no quiero que cargues peso sobre tu hombro —dice el médico y Josephine asiente—, que te quitemos el yeso no quiere decir que ya estés lista para hacer cualquier movimiento... Si gustan diríjanse a la sala de traumatología para que un enfermero quite ese lastre de tu brazo.
Josephine y yo seguimos las instrucciones del médico y finalmente liberan a su brazo de su prisión.
—¡Libre otra vez! —grita Jo mientras nos dirigimos hacia mi coche.
—Ya has oído al médico...
—Si... Si... lo que tu digas.
Pongo los ojos en blanco porque sé que va a ser demasiado difícil que se quede quieta y siga las instrucciones del médico, pero igual estoy muy feliz por ella.
—¿Sabes lo que esto significa? —pregunta Josephine agitando su brazo en el aire cuando ya estamos adentro de mi auto.
—¿Qué esta noche no dormirás ni un segundo porque follaremos hasta que nuestros cuerpos nos supliquen parar?
—Mierda, me has leído la mente —dice con picardía y atraviesa la consola de mi coche hasta mi para besarme la mejilla.
Conduzco lo más rápido que el límite legal de velocidad me lo permite porque tengo una sorpresa para Jo en su departamento. He tenido mucho tiempo para organizarla porque decidí poner en pausa la universidad por un tiempo hasta que ella esté completamente recuperada.
Hablando de eso, lo hemos pensado bien con Josephine y coincidimos en que lo mejor va a ser no volver allí este año. Lo más conveniente va a ser retomar el próximo año... después de todo, ya hemos perdido varias asignaturas así que no tiene sentido volver ahora.
Además, los guarda espaldas que el padre de Jo contrató siguen siendo nuestras sombras y lo que menos quiere ella es llamar la atención en la universidad. Por primera vez en mi vida coincido con ese hombre: no pienso bajar la guardia hasta que Spencer aparezca.
Aparco en la puerta del departamento y veo que nuestros guarda espaldas hacen lo mismo. La única condición que Jo puso para acceder a que la cuiden, fue que no ingresen en el departamento porque no quería que invadan nuestra seguridad, pero tampoco era algo necesario ya que su padre se ha encargado de volverlo un lugar cien por ciento seguro.
Luego de que le dieron el alta médica y regresamos aquí, Jo se encargó de fingir que todo estaba bien, pero no era así. Los primeros días se despertaba a mitad de la noche a causa de las pesadillas... ella decía que era por culpa de los calmantes que le nublaban un poco la mente, pero yo sabía que me mentía porque también noté que no se acercaba a la ventana por la que se arrojó aquel día. Cuando le pregunté por qué actuaba así, ella simplemente respondía que seguro era producto de mi imaginación porque estaba bien, no se enojaba conmigo, pero a leguas era obvio que no quería hablar del tema. Estaba tan preocupado que llamé a una psicóloga del campus para que me asesore. Me dijo que era muy normal actuar así después de todo lo que le había sucedido y hasta sugirió que posiblemente ella no se diera cuenta de su actitud. Eso me tranquilizó muchísimo porque significaba que no era que Jo no confiaba en mí, sino que ni ella misma entendía lo que le pasaba. Intenté que Jo vaya a hablar con otra psicóloga, pero se negó y no insistí.
Me quedé a su lado todo el tiempo. No me separé de ella ni para ir al baño. Por un momento tuve miedo a que se cansara de mí, pero por suerte no fue así. Al pasar los días, Jo volvió a la normalidad... bueno, lo más normal que pudo dado la situación... pero sé que los recuerdos de aquella noche aún la siguen atormentando, aunque ella lo niegue hasta a sí misma, por eso tengo preparada una sorpresa en el departamento... una que espero que le agrade tanto como a mí.
Estoy emocionado de solo pensar lo que estoy a punto de proponerle...
—El perímetro está asegurado —nos informa uno de los guardaespaldas a través del teléfono—, es seguro bajar del auto.
—Muchas gracias —respondo y ambos bajamos de mi coche para ir hacia el departamento.
Cuando estamos dentro del ascensor, me ubico detrás de Josephine y tapo sus ojos con la palma de mi mano.
—¿Qué haces? —me pregunta confundida entre risas.
—Te cubro los ojos, ¿qué no es obvio?
—Si, listillo, pero me refiero para qué...
—He preparado una sorpresa para ti.
Desde donde estoy no alcanzo a ver su rostro, pero estoy seguro que está sonriendo.
Comenzamos a caminar hacia el interior del departamento y dirijo a Josephine hacia su dormitorio. Observo todo el panorama y cuando mis ojos están seguros de que todo está en orden, retiro mi mano de su rostro.
Josephine abre los ojos asombrada y expulsa un suspiro al tiempo que comienza a caminar por toda la habitación con la mano ocultando su boca.
—¿Hiciste esto por mí? —pregunta dándome la espalda para apreciar la habitación.
Todo el piso de la habitación, e incluso su cama, está repleto de pétalos de rosas y varias de esas mismas flores descansan sobre las mesas ratonas. Sobre el techo donde se encuentra su cama hay un montón de globos con forma de corazones. En la misma también hay un oso de peluche y un gran ramo de más flores.
Josephine voltea hacia mí al darse cuenta que no le he respondido y me encuentra arrodillado delante de ella. Meto mi mano en el bolsillo de mi pantalón y saco una pequeña caja de terciopelo rojo para sostenerla en la palma de mi mano frente a ella.
—Dime que esto es real —me dice Josephine.
—Esto es totalmente real —le digo y ambos sonreímos.
Josephine comienza a llorar, pero no emite ninguna palabra y me doy cuenta que es porque está esperando a que yo le proponga lo que ella está imaginando.
—Josephine Hastings —comienzo, pero los nervios hacen que me falle la voz—... Desde la primera vez que te vi te colaste adentro de mi piel y fue imposible cerrarte la puerta de mi corazón. Me has cambiado la vida, me has convertido en un mejor hombre, me has demostrado que puedo ser amado y, por sobre todas las cosas, me has permitido amarte, un poco tarde debemos reconocer —digo para meterle humor al asunto y ella se ríe—, pero es mejor tarde que nunca.
Abro la pequeña caja para descubrir el anillo que hay dentro.
—Oh, por Dios, Aron.
—Quiero entregarte este añillo para comprometerme a ti, en cuerpo y alma, quiero ser tuyo por el resto de mi vida... quiero construir una bonita casa contigo... quiero que tengamos hijos juntos... quiero envejecer a tu lado, y cuando llegué el momento, quiero partir de esta vida aferrado a tu mano. Hace poco el destino nos demostró que la vida puede acabarse en un segundo, y yo no pienso desperdiciar los momentos que nos quedan... y no pienses que quiero casarme contigo porque estuviste a punto de morir... Soy tuyo, completamente... lo he sido desde el día en que te conocí... este anillo sólo va a confirmar ese hecho.
A esta altura del discurso, ambos estamos llorando de felicidad.
—¡Has la pregunta de una vez! —grita Josephine dando pequeños saltitos nerviosa.
—Josephine Hastings... ¿quieres hacerme el honor de casarte conmigo?
—¡Mierda, SI! —grita y se arrodilla frente a mi para cruzar sus brazos alrededor de mi cuello y besarme apasionadamente.
Josephine se aprieta a mí y caigo hacia atrás haciendo que mi espalda quede pegada al suelo con ella sentada a horcajadas sobre mí.
—¿Vas a ponerme el anillo o debo hacerlo sola? —me dice agitando su dedo en mi cara.
Trato de enderezarme y le paso el anillo, pero no lo coloco en su dedo, sino que lo apoyo en la palma de su mano.
—Lee lo que dice... —le digo alzando mis cejas.
He mandado a grabar algo en la parte interna del anillo.
—Arophine —lee en voz alta y sonríe—... ¡¿has creado un ship con nuestros nombres?!
La emoción se puede ver en sus ojos y comienzo a sentir como el calor invade mis mejillas.
—Bueno, pensé que quedaría bonito...
—Aron, es perfecto. Te amo tanto.
Suavemente tomo el anillo de su mano y lo coloco en su dedo anular.
Volvemos a besarnos, ahora con el anillo en donde corresponde, y Josephine se apresura en sacarme mi camiseta. Yo hago lo mismo con ella y repetimos la secuencia hasta que ambos estamos desnudos completamente. Sin actos preliminares, Josephine toma la raíz de mi polla que ya está completamente dura y la ubica en la entrada de su coño. Con una fuerte estocada comienzo a entrar y salir de ella rápidamente mientras que ubico mis dedos sobre su clítoris y comienzo a moverlos en círculos.
—¡DIOS! ¡Acepto! ¡Acepto! —grita Josephine mientras gime—. Si esto es lo que me espera el resto de mi vida, acepto.
Estoy follando en el suelo del dormitorio de mi novia, rodeados de pétalos de rosas, luego de que la mujer más increíble del mundo aceptó convertirse en mi esposa. Si hace un año alguien me hubiera dicho que me encontraría en esta situación, no lo hubiera creído.
—Vamos, nena, córrete para mí —la incito sin dejar de acariciar su clítoris.
Sus tetas rebotan en su cuerpo y Josephine tira su cabeza hacia atrás cuando el orgasmo se apodera de ella. Yo la sigo un segundo después y Josephine junta nuestros pechos para que tranquilamente recuperemos el aire.
Cuando nuestra respiración se vuelve normal, Josephine se recuesta en el suelo a mi lado. La mano con el anillo se encuentra apoyada sobre mi pecho y yo comienzo a jugar con el objeto de oro que se encuentra en su dedo.
—Josephine Montgomery, suena bien —le digo para pincharla.
—En tus sueños... Estamos en el siglo XXI, conservaré mi apellido, pero... ¿por qué no Aron Hastings? —me responde ella medio en broma.
—Suena bien... por ti me cambiaría el apellido y mucho más.
—No será necesario, ya he aceptado —me responde y ambos comenzamos a reír.
—Arriba —me ordena de repente y rápidamente se pone de pie.
Me extiende su mano y yo la tomo sin dudar para levantarme del suelo. Jo no me suelta y nos guía de prisa a ambos hasta el living. Todavía seguimos desnudos y no puedo imaginar lo que pretende.
—Bailemos —me dice al tiempo en el que toma el mando a distancia de su equipo de música.
—No creo que... —digo porque no creo que su cuerpo esté apto aún para bailar, pero Jo ya está dando play.
Deja Vú de Shakira y Prince Royce comienza a sonar por los altavoces y los ojos de Jo casi se salen de su órbita por la vergüenza. Intenta cambiar rápidamente de canción, pero el equipo no parece obedecer a su orden. Una fuerte risa escapa de mis labios por lo bizarra que resulta la situación de ver a Josephine desnuda luchando contra el control de su equipo de música. Lo golpea contra la palma de su mano y luego vuelve a apretar los botones, pero aun así la canción no cambia.
—No te rías de mi... la última vez que prendí este aparato, tú y yo estábamos peleados y este era el único estilo de música que lograba consolarme...
—Déjala —le digo y me acerco a ella para extenderle mi mano.
—No es mi canción favorita ahora...
—Si este tema lo escuchaste cuando pasamos por un mal momento, es tiempo de cambiar ese recuerdo y darle un nuevo significado a la canción.
Ubico mi brazo en la parte baja de su espalda y tomo su mano que lleva el anillo para volverla a apoyar en mi pecho. Cuando nuestros cuerpos están totalmente pegados, comenzamos a balancearnos al ritmo de la canción.
"Tú me abriste las heridas que ya daba por curadas con limón, tequila y sal. Una historia repetida, solamente un deja vú que nunca llega a su final. Mejor me quedo solo y me olvido de tus cosas, de tus ojos. Mejor esquivo el polvo, No quiero caer de nuevo en esa foto de locura e hipocresía total. ¿Quién puede hablar del amor y defenderlo? Que levante la mano por favor. ¿Quién puede hablar del dolor y pagar la fianza para que salga de mi corazón? Si alguien va a hablar del amor... te lo aseguro, esa no voy a ser yo. No, esa no voy a ser yo"
Las caderas de Josephine menean de una forma exquisita cuando están pegadas a mi cuerpo. Encajamos a la perfección el uno con el otro.
—Es tiempo de hablar de amor, cariño —le susurro al oído—... el tiempo de luchar se acabó, porque no hay nada en esta vida que pueda separarnos. Hemos recorrido un largo camino, hemos desafiado al destino, y aquí estamos... hemos sobrevivido a todo y ahora estamos juntos, más fuertes que nunca... para siempre.
Su cabeza descansa sobre mi hombro y la siento sonreír contra mi piel.
—¿Sabes lo que creo? —me dice cuando termina la canción y yo niego con la cabeza—... Creo que Kate te envió hacia mí luego de morir porque sabía que tú eras la única persona que podría salvarme. Cuando ella se fue, una parte de mí murió con ella. Pensé que nunca iba a volver a ser feliz, pero tú me demostraste que eso no era cierto... tú has despertado sentimientos en mí que creí que dormirían eternamente junto con Kate... creo que por eso ella te puso en mi vida... para hacerme revivir.
Yo asiento y miro al cielo, agradeciéndole mentalmente a Kate porque de verdad creo que nos salvó a ambos. Ella nos puso en el camino del otro... ella puso al amor en nuestro destino, estoy seguro de eso.
Mi amiga, su hermana... nuestro ángel protector.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro