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V

7 de febrero de 2019

Josephine

En cuanto mis ojos chocan con los de Leah, automáticamente ella se da cuenta de que algo me pasa.

Cuando fuí al baño a limpiarme pude caer en la cuenta de lo que había pasado. Me miré al espejo y mi reflejo me devolvió algo que no me gustó. La realidad se presentó frente a mi como un iceberg... Había tenido sexo con el asesino de mi hermana, y lo disfruté. ¿Eso me convierte en una perra verdad? Me dejé llevar, solo podía pensar en seducirlo, pero fui más allá de lo que debería para ser la primera vez. Me lancé a él como una desesperada, lo llevé a un lugar donde estuviéramos solos y prácticamente me arrojé a sus brazos. Sabía que eso iba a pasar, es decir, el plan es enamorarlo y estaba claro que el sexo formaba parte de la ecuación. Pero haberlo hecho tan rápido me hace pensar que defraudé la memoria de Kate. ¿En qué me he convertido? Yo no era así.

Además de eso, cuando estaba en el baño, mi mente repasó la conversación que habíamos tenido antes de follar. ¿Por qué esquivó mi pregunta acerca de la clase de aborto de hoy? ¿Acaso mi hermana había abortado un bebe suyo y por eso el tema es sensible para él? No lo creo, Kate me lo hubiera contado... o eso me gustaría creer a mí. Por otro lado, en la autopsia tampoco hubo indicios de que ella se hubiera sometido a una cirugía en el último año, pero teniendo en cuenta que, en el medio de la causa, el perito que realizó los exámenes renunció dejándole su lugar a otra persona que cambió absolutamente todo, no sé si me puedo fiar de las pruebas científicas.

El primer forense había dicho que fue un homicidio. El segundo, que fue un ataque al corazón. Por supuesto, tranquilamente podrían haber trucado los resultados y ocultar un aborto. Pero me niego a creerlo. No lo soportaría... Aunque la posibilidad está.

Para pasar en limpio: me le tiré encima al asesino de mi hermana, lo seduje, tuvimos sexo, lo disfruté y terminé en estado de shock.

Leah se levanta rápidamente y viene hacia mí, con mucha preocupación en su voz me dice:

—¿Qué ha pasado Jo? ¿estás bien?

—Si, estoy bien. Después te cuento.

—¿Quieres que nos vayamos? Podemos pedir un taxi.

—¿Qué? No, ya te dije que estoy bien, Lelé.

No puedo irme, no ahora. Aron pensaría que pasó algo grave, lo espantaría. Lo último que necesito es que se aleje de mi porque piensa que soy una loquita que las relaciones le generan algún tipo de trauma. Tengo que ser fuerte. Después de todo, lo que estoy haciendo es por una buena causa. Vale la pena.

Leah toma mi mano y nos dirigimos otra vez hacia el living. Aron está sentado allí, pero esta vez, en otro lugar, pese a que donde ambos estábamos antes sigue libre. Genial, todo va de mal en peor. Ahora lo único que querrá es alejarse de mí. No sé cómo voy a arreglar esto. Estuve todo el día tirándole indirectas, tratando de seducirlo de la mejor manera que me salió. Casi parecía una gata en celo. Estoy segura que nunca se va a volver a acercar a mí. Ya está, piensa que soy una traumada. Aunque, en cierto punto, eso no es mentira. Pero él no puede saberlo. Tengo que pasar al plan B, tengo que hacerme amiga de sus amigos. Si estoy cerca de ellos, también estaré cerca de Aron y podré continuar con el plan.

Nos sentamos en nuestro sitio y digo de la manera más relajada que puedo:

—Bueno, alguien tiene que contarme de qué me perdí mientras no estuve. Espero que hayan entretenido a Lelé, ella es mi mejor amiga y no me gustaría que se haya aburrido porque la he dejado en compañía de hombres que no estuvieron a la altura.

—Ah, mierda que sí estuvimos a la altura, sobre todo Theo —contesta Taylor, es parte del grupo de Aron, pero sé que en realidad nadie se lo banca. Es un auténtico idiota.

Miro a Leah enarcando una ceja. Eso sí que no me lo esperaba, ella me había dicho que no quería involucrarse emocionalmente con ningún hombre, era su única condición.

Ante mi desconcierto ella se acerca y me explica la situación en secreto.

—Creí que tu preferirías extender tu tiempo a solas con Aron así que le pedí a Theo si a las 3am me acompañaba al departamento en taxi, no quería volver sola pero tampoco quería que te sientas obligada a volverte por mí.

Le sonrío y la abrazo por los hombros, es la persona más considerada que conozco. Pero automáticamente me doy cuenta de lo que pasa.

—Tu nunca te vuelves temprano de una fiesta, ¿Qué pasa?

—No me siento bien, iba a mandarte un mensaje, pero no te quería interrumpir. Puse una hora tope, si a las 3 no volvías, me volvería con Theo y le pediríamos a alguno de ellos que te avisara cuando tu regresaras.

—Lo siento tanto Lelé, no sabía que iba a tardar tanto. Vamos para casa, voy a pedir un taxi.

Theo, que está al lado nuestro, escucha el final de nuestra conversación y nos interrumpe.

—¿Cómo van a tomar un taxi? Aron y yo las llevamos.

—No, no es necesario —digo, pero en cuanto Aron levanta la cabeza y me mira, creo ver algo así como decepción en sus ojos.

¿Después de lo que pasó aun así quiere llevarnos a nuestro departamento?

—Por supuesto que sí es necesario, Jo, me dijiste que no te gusta pedir taxis en la madrugada, y menos estando sola con tu amiga que se siente mal —ahora es Aron el que insiste en acompañarnos.

—No quiero que tengan que perderse la fiesta por nuestra culpa, de verdad, estoy segura que alguna mujer acá presente puede recomendarnos un taxi de confianza.

—De todos modos, ya pasó lo mejor de la fiesta, no hay nada interesante que nos podamos perder —dice Theo, pero no sé a qué se refiere. ¿Habrá pasado algo mientras yo estaba con Aron?

—Bueno, si insisten... —Leah cede y se lo agradezco. La verdad no quería tomar un taxi sola con Leah, pero tampoco quería que Aron piense que me debe algo solo porque acabamos de tener sexo.

Los cuatro nos levantamos y nos dirigimos hacia la salida. Leah se adelanta y comienza a caminar junto a Theo, ambos se ríen, y a ella se la ve especialmente cómoda con él. La conozco, él le divierte.

No me queda otra que caminar junto a Aron. Para mi sorpresa, él me toma de la mano. Levanto rápidamente la mirada y él aparta su mano. Mierda, otra vez la cagué. Ahora debe pensar que soy fóbica al contacto físico. Como por instinto vuelvo a tomársela y ahora el sorprendido es él.

Caminamos, mucho más lento que nuestros amigos, unos metros más hasta llegar al jardín. Cuando estamos a una distancia bastante prudente de Leah y Theo, Aron me aparta hacia un costado y enfrenta nuestros cuerpos.

—Jo, no puedo sacarme de la cabeza lo que pasó antes. Otra vez te pido disculpas.

—Deja de disculparte, ya te dije que no pasa nada. Está bien. Estamos bien.

—¿Estamos? —su rostro cada vez muestra una mayor sorpresa.

No puedo mostrarme tan regalada o todo se puede ir a la mierda, pero qué difícil es encontrar el equilibrio entre ser sutil y estar dispuesta.

—Sí, si tú quieres —ese es mi don, pasarle siempre la responsabilidad al otro.

—Si, por supuesto que quiero. Y estuve pensando...

—¿Pensando? ¿En una fiesta universitaria? ¿En tan solo los 30 minutos que pasaron desde que tuvimos relaciones? —trato de meterle humor a la situación que va de mal en peor.

—Sí, pensando... déjame terminar. Estuve pensando y quería invitarte a desayunar mañana antes de ir a clase. Cursamos juntos la primera hora así que nuestro horario es el mismo. ¿Qué te parece?

¿Qué que me parece? Esto no podría ser mejor. Al fin el Barba me manda una buena. Había mal interpretado todo. Debo reconocer que subestimé mi habilidad para follar, después de todo lo tengo comiendo de la palma de mi mano.

A ver... piensa Jo. No puedes parecer una desesperada...

—Está bien, pero con una condición.

—La que quieras —me contesta sin dudar.

—Tu invitas. Quizás atrase diez años de feminismo, pero si voy a tener que desayunar contigo mínimo voy a sacar algún provecho de eso.

—Trato hecho.

—Te advierto que voy a pedir las cosas más costosas del menú. ¿Aun así te parece bien? —insisto arqueando una ceja.

—No te preocupes, estoy seguro que mi billetera lo va a resistir, y si no, siempre puedo lavar los platos.

Se me escapa una risa. Es millonario, dudo que sepa lavar los platos. Aunque no puedo burlarme por eso ya que yo tampoco he lavado ni un tenedor en toda mi vida.

Pero él y yo no somos iguales. Yo no hago el mal a costa del dinero de mi padre. Por supuesto no infrinjo la ley, y mucho menos yo jamás asesinaría a una persona.

O tal vez sí. Tengo que reconocer que cuando me enteré que el caso de mi hermana había quedado impune, tuve el impulso de matar a Aron, quería justicia. Pero entendí que eso no era justicia. Eso me hubiera convertido en él. Yo voy a demostrarle a todos la verdad y lo voy a hacer pagar por su crimen. Todo el mundo se va a enterar que esa cara que Aron Montgomery tiene es falsa, es una careta. Todos van a conocer la clase de persona que es.

—Te paso a buscar a las 7:30 ¿te parece?

No llego a contestar porque Theo nos grita desde al lado del auto de Aron asique me limito a asentir.

—Si se quieren quedar en la fiesta, yo puedo acompañarla hasta su departamento, pero decídanse de una vez, nos están retrasando —grita Theo fingiendo enojo.

—Vamos —dice Aron tomándome de la mano y dándome un beso en la mejilla.

Cuando llegamos al auto de Aron, Theo se dirige a Leah:

—Ves, te dije que no los teníamos que dejar solos, ahora ya parecen marido y mujer.

—Yo no necesito marido para ser una mujer —le contesto fulminándolo con la mirada.

—Te dije que esta chica es brava —dice Aron y automáticamente los cuatro estallamos en carcajadas.

No creo que sepan que tan brava puedo llegar a ser, y Leah lo sabe perfectamente, por eso me dirige una mirada cómplice. Cuando acabe con Aron se va a dar cuenta lo que es ser brava en realidad.

El resto del viaje lo hacemos hablando de cosas triviales. Leah sigue mostrándose cómoda con Theo y yo no dejo de sorprenderme por eso. Que cliché seria que nuestros mejores amigos se enamoren.

Cuando llegamos al departamento los cuatro bajamos y nos dirigimos hacia la entrada.

—Bueno, hasta acá llegó el city tour. Esta es zona prohibida —digo intentado encontrar la llave en mi cartera.

—Por ahora... —dice Theo.

Lo miro arqueando las cejas, como retándolo a que se anime a desafiarme, pero rápidamente neutraliza mis pensamientos:

—No te preocupes, no es tu habitación la que me interesa.

Automáticamente Leah se pone roja como un tomate. Voy a disfrutar burlándome de esto por el resto de su vida. Pero sé que en este momento mi amiga necesita que le eche una mano.

—Ya quisieras, para llegar a mi mejor amiga vas a tener que pasar sobre mi cadáver.

—No me preocupa —Theo siempre tiene una respuesta ingeniosa para todo y eso me pone nerviosa—, se nota que tú ya estás muerta... por Aron.

Me pongo seria ante su elección de palabras. Por un momento había olvidado todo, pero el odio que me recorre por dentro es más fuerte que cualquier distracción o respuestas graciosas que estos dos chicos puedan tener.

Leah se da cuenta de lo que acaba de pasar y trata de salvar la situación.

—Jo, me duele demasiado la cabeza, ¿te importa si entramos de una vez?

Saludamos a los muchachos y subimos hacia nuestro departamento.

Esto se está complicando más de lo que pensé. Cuando creo que tengo la situación controlada, pasa algo que hace que me bloquee y no pueda contener el odio que me recorre dentro. Yo no era así, hace menos de un año no sabía lo que era odiar. Y ahora... ahora estoy totalmente consumida por ese sentimiento. Solo hay lugar para el odio dentro de mí. Me atrevo a decir que la única persona quien no odio es a Leah.

A penas entramos en el departamento Leah se frena en seco y me abraza con todas sus fuerzas. No puedo responderle el abrazo. La noche todavía sigue pasándome factura.

—Jo, ¿Qué pasó? Tienes que decirme. Te juro que, si Aron te hizo algo o si te amenazó, yo misma lo mataré. Te lo prometo.

—Fue... —y automáticamente rompo en llanto.

La última vez que había llorado fue cuando me enteré que Kate había muerto. Ese día todos mis sentimientos se apagaron, también la angustia, para dejar lugar al odio. No me permití volver a llorar, no me permití sentir. Los sentimientos te nublan la razón, y si yo quiero tener éxito no puedo dejar que nada ni nadie se interponga en mi camino.

Leah sigue abrazándome sin emitir ni una palabra. Ella me deja ser. Sabe que necesito desahogarme y me da tiempo para que me recupere antes de explicarle.

—Tuve sexo con él. Le pedí que me acompañe al baño para poder estar a solas con él en un lugar más íntimo y en cuanto entramos a la habitación lo seduje para que me penetrara. Lo único que podía pensar en ese momento era en que si teníamos sexo se iba a enganchar. Y lo conseguí, me invitó a desayunar mañana. Pensé que después de todo me iba a sentir mejor, el plan está saliendo a la perfección, no puedo quejarme, pero no es así. Me siento enferma y sucia. Siento que estoy usando mi cuerpo para conseguir mi objetivo. Estoy loca, ¡me follé al asesino de mi hermana! Siento que no puedo ser yo, que mi verdadero yo murió el día que Kate se fue.

Siento que todo mi cuerpo tiembla y Leah no deja de abrazarme. Sin ella me rompería completamente. Creo que, si sigo de pie después de todo, siempre va a ser gracias a mi mejor amiga.

—Jo, escúchame... escúchame bien. Tu eres una de las personas más buenas y fuertes que conozco. Cuando pienso que el mundo está a punto de derribarte, tú le pones el pecho y te vuelves más fuerte. Te pasaron cosas duras en la vida, tu padre es una basura que te obligó a estar toda tu vida alejada de tu hermana que luego fue asesinada. Es obvio que vas a sentir odio adentro. Eso no te hace una mala persona. Ni siquiera diriges tu resentimiento hacia el mundo. Una vez que todo esto termine vas a volver a ser la que eras. Nuestra vida va a volver a ser la que era. Vamos a ser felices, ¿me escuchaste? Una vez que consigamos la verdad, todo va a volver a ser como antes. Siempre juntas.

—Lo siento tanto, nunca me había puesto a pensar en todo lo que tuviste que renunciar para acompañarme hasta aquí —respondo dándome cuenta de que egoísta soy.

Ella nunca me ha dicho nada, pero es obvio que no es feliz aquí. Ella quería estudiar Marketing y ahora está en la Facultad de Derecho. Ella siempre tuvo una relación casi simbiótica con su madre y ahora las separan tres mil kilómetros. Ella dejó su vida atrás para venir aquí a Vermont conmigo y eso la convierte en la mejor persona que conozco.

Viendo que el momento pasó, Leah intenta que me centre en lo importante:

—Entonces, mañana irán a desayunar... ¿Cuál es el plan?

—No lo sé, luego de que follamos hoy, él pensó que me había lastimado o algo así porque entré en crisis en el baño mientras me limpiaba y salí en estado de shock. Seguramente me va a preguntar qué paso, tengo que pensar una buena mentira.

Empezamos a maquinar excusas creíbles para que mañana le explique a Aron.

En un momento dado, me doy cuenta de que me centré tanto en mí que me olvidé de ella.

—Ahora te toca a ti... ¿me puedes explicar que paso con Theo? Parecían los mejores amigos cuando volví al living —termino la frase medio entre risas porque veo a Leah ponerse colorada.

—No sé. Cuando te fuiste se sentó a mi lado. Me empezó a hablar de cualquier cosa, a hacerme chistes, es super simpático. Me hizo reír muchísimo. Sus amigos también. Son un buen grupo. Me cuesta creer que estén involucrados también en lo de Kate.

—Eso no lo sabemos —trato de tranquilizarla—. Creo que deberías conocer a Theo. Me parece que lo que sentís es un flechazo.

Conozco a Leah como la palma de mi mano. El chico que va a conquistar su corazón va a ser el que más la haga reír. Y puede ser que el indicado sea Theo. Eso sería un problema, pero no puedo ser egoísta y sugerirle que no lo intente solo porque hay una pequeña posibilidad de que él también esté involucrado. Además, para ser sincera, siempre creí que Aron actuó solo. Bueno, solo... solo... no. Su padre logró su impunidad. Pero un asesinato es algo que uno no lo cuenta ni a su mejor amigo. Todo el mundo tiene secretos, y mucho peor si es uno tan grande.

—¿Estás loca? Ya te dije que no quería involucrarme sentimentalmente, mucho menos con un cómplice de asesinato. Es una locura. Y ya sabes que no creo en el amor a primera vista asique guárdate tus comentarios acerca de eso.

—Lelé, las dos sabemos que las posibilidades de que Theo esté involucrado son pocas. En todo el tiempo que estuvimos investigando no encontramos absolutamente nada que lo vincule con lo que pasó.

—Y sí, nadie va por la vida con un cartel que diga 'hey soy cómplice de homicidio, mírenme'.

—Creo que solamente estas poniendo excusas porque tienes miedo a enamorarte —con mi mejor amiga siempre fui 100% sincera, no voy a cambiar ahora.

—No tengo miedo a enamorarme y no volvamos a tocar el tema, ¿sí? Gracias.

Seguimos hablando de otras cosas y cuando las dos ya no podemos mantener los ojos abiertos nos vamos hacia nuestras respectivas habitaciones.

Ahora que pude calmarme no puedo dejar de pensar en Aron. Ya sé lo que le voy a decir mañana y solo me resta esperar a que se lo crea.

Entre la soledad de mis pensamientos, el recuerdo de lo que pasó hoy en la habitación de aquella casa, me atraviesa.

Todavía siento un calor ahí abajo de solo pensar en cómo me acariciaba el clítoris... sus dedos suaves sobre mi humedad... como entraba y salía de mí, primero con los dedos y luego con su pene.

Sin darme cuenta empiezo apretar las piernas y a menear contra el colchón. Creo que la única forma de aclarar mi cabeza es descargando tensión. Deslizo mi mano por mi vientre hasta llegar hacia mi parte más sensible y empiezo a mover los dedos en círculos recordando como Aron me tomó hoy en la fiesta. Cierro los ojos y automáticamente veo sus ojos mirándome con una intensidad tan penetrante como arrolladora. Muerdo la almohada para enfocar mi fuerza en algo que no haga que todos los vecinos se enteren de lo que estoy haciendo.

Llego al orgasmo en cuestión de segundos, pensando en él y repitiendo su nombre.

Una vez que mis pensamientos vuelven a estar en orden, la adrenalina se apodera de mi cuando me doy cuenta que solo faltan horas para que lo vuelva a ver.

¿Qué me está pasando?

Aron Montgomery, ¿qué estás haciendo conmigo?


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