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Mi madre había prometido investigar sobre mis posibilidades de seguir estudiando, luego de comentarle mis preocupaciones. Hablar con ella desde el fondo de mi corazón me ayudó mucho a ver las cosas de otra perspectiva.
Era un pequeño genio de la informática. Para la carrera no necesitaba mi pierna, sólo mis manos y mi cerebro, eso dijo ella, con total confianza y felicidad.
Puede que no todo estuviera perdido.
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