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—¿Qué haces? —pregunté una tarde al verla concentrada en su cuaderno. Estaba sola, como siempre, sentada bajo la sombra de un árbol.
Estaba acostumbrado a ser amigo de todos, por lo que me acerqué a ella, lleno de curiosidad.
—Sólo paso el rato —respondió sin titubeos.
Lexy nunca titubeaba.
—Déjame ver.
Ah, dibujaba.
Era un hermoso dibujo de un girasol, rodeado de margaritas.
No pude evitar interesarme en ella.
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