Capítulo 3 ♡
ISABELLA
Empecé primero por el trabajo táctico.
Seguí en Instagram a seis de los siete chicos de la lista, menos al siete, porque no sé cómo se llama. Los agregué a todos a "mejores amigos" y subí un par de fotos artísticamente atractivas.
Cuatro respondieron.
Kevin intentó ser gracioso, no lo consiguió pero fingí que sí. Me "dejé seducir" por sus chistes malos y la falsa modestia, que en general tanto me molesta.
Aron fue bastante más directo, me dijo que por este culo está dispuesto a arriesgarse a que le rompa el corazón.
Fueron bastante simples, y ya hice planes con los dos.
A los otros dos los tengo en lista de espera, aún no les respondo.
Con Sev necesito otra estrategia, y considerando que no sé ni su nombre va a tener que ser presencial.
El primer movimiento fue algo sutil, ví en qué clase entró y me anoté en la misma.
Es viernes cuando por primera vez nos toca coincidir, así que me apuré y llegué temprano para poder sentarme con él e intentar hablar.
—Hola —me siento en la silla junto a la suya y él apenas voltea el rostro medio milímetro para verme.
—¿Qué quieres?
—Qué mala onda, ¿no puedo decir hola por amabilidad y ya?
—No creo.
Debería tragarme mi orgullo para intentar caerle bien, pero no, nunca he sido buena en eso.
—¿Cuál es tu problema?
—Saliste con mi amigo, lo lastimaste, te burlaste de él y solo eso pretendes seguir haciendo. Así que no, no va a funcionar conmigo.
¿En serio me va a acusar de burlarme de Pablo cuando él fue parte del grupo de imbéciles que me humilló frente a toda la escuela?
Hablaron de mi novio, se burlaron de eso, me insultaron de todas las formas posibles, ¿y ahora resulta que yo me burlé de Pablo porque le dije que no siento lo mismo?
Mis ganas de partirle algo en la cabeza de pronto son más fuertes que mis ganas de acostarme con él.
—Al principio de esta semana Pablo me encerró en la fotocopiadora, me dijo que soy una puta, le dió un puñetazo a la pared justo al lado de mi cara, ¿pero la mala soy yo?
—No lo voy a justificar, si es que hizo eso es un imbécil —murmura por lo bajo, como si realmente estuviera harto de todo.
—Pero…
—Pero nada. —Cierra su cuaderno y mira hacia el frente, parece estar deseando que la clase termine para poder huir de mí.
Mala suerte para él porque recién ha comenzado.
—Sé que quieres decir pero.
—Él es un imbécil, y tú eres una mala persona. Ninguno de los dos tiene razón.
Dios, solo dije hola, ¿por qué me está haciendo una escena?
—Ni siquiera me conoces.
—Le dijiste que no lo quieres y estás en todo tu derecho, ¿pero luego te acuestas con su amigo?
—Ah, eso.
—Sí, ese detalle. —El tono sarcástico le queda muy bien, siendo sincera.
—Fue un beso, y no sabía que eran amigos.
—Ajá, sí, claro —suelta una risa por lo bajo y golpea el cuaderno con su lápiz rítmicamente—. Tampoco sabías que es mi amigo, por eso vienes a decir "hola" con voz tierna y a batir tus pestañas inocentemente, creyendo que voy a caer a tus pies como el imbécil de Uriel.
Bueno, tiene razón, mala estrategia. Suele funcionar, le agregas un par de risitas y elogios tontos y ya, por lo general es simple.
Al parecer Sev no es simple, va a requerir un poco más de esfuerzo.
Me molesta porque viene de rey de la moral, pero hace unos días andaba muy feliz calificando mujeres a ver cuál era más puta.
Hipócrita.
—Cuánta autoestima, rey. Solo te dije "hola" y ya crees que me quiero acostar contigo.
—Eres de manual.
Agh, le quiero gritar. Realmente necesito gritarle lo imbécil e hipócrita que es, y luego no volver a hablarle en mi vida.
Pero ahora tengo más ganas de hacerlo caer, ahora necesito que se sienta un imbécil cuando caiga, cuando se dé cuenta de que, por muy superior que se sienta, es igual de básico que el resto de los hombres.
—Eres amigo de un violento y me estás agrediendo por defenderlo, eres el hombre más de manual que he conocido, no sé con qué cara me dices algo así.
—No lo estoy defendiendo, Isabella, y tampoco te estoy agrediendo. Creo que en ningún momento te falté el respeto, solo respondí a preguntas que tú me hiciste, y te dije lo que pienso. No es mi culpa si no estás acostumbrada a que te digan la verdad.
Es que yo entiendo que desde su punto de vista las cosas se vean así, pero no deja de ser un imbécil. No me conoce, y tiene una historia de lo que ocurrió muy sacada de contexto.
Además es un hipócrita.
—Es que esa no es la verdad, solo es un punto de vista bastante sesgado de un hecho en el que nada tienes que ver.
—Si tú intentas meterte conmigo para lastimar a mi amigo, definitivamente sí, tengo que ver.
Eso es parcialmente mentira, quiero meterme con él, sí, pero no para lastimar a Pablo.
—Y ese contexto te lo sacaste del culo, porque lo único que te dije fue "hola".
—Ajá, sí, cómo digas —asiente levemente y señala al profesor que va a empezar a hablar—. Ahora por favor déjame escuchar.
Tal vez murmuré algún insulto pequeño hacia él para no dejarle la última palabra, pero después de eso no volví a hablarle en lo que restó de la clase. Evitó mirarme en todo momento, ignoró mi existencia, hasta me dió la sensación de que se hubiera cambiado de lugar si no fuera porque él estaba del lado de la pared y salir significaba pedirme permiso, y mejor soportarme que dirigirme la palabra.
Me odia, ya entendí.
Ahora bien, me odia por algunos motivos coherentes y otros inventados. Y me da igual, la verdad, por muy desafiante que se muestre al final acabará cayendo.
—¿Puedo hablar contigo? —Pablo me intercepta justo a la hora de la salida.
Al menos esta vez preguntó.
—En un espacio abierto, para que te sientas segura —sugiere al ver que no respondo nada.
Señalo hacia unos bancos bajo el árbol, y lo sigo mientras camina hacia allí.
—¿Qué? —pregunto sin muchos rodeos.
Lo más probable es que Sev le fue con el cuento de que lo quiero seducir y ahora subí de "puta" a "puta sin códigos", escalando en sus niveles de clasificación masculina.
—Que… lo siento, perdóname por lo del otro día.
Bueno, me sorprendió.
—¿Qué de todo?
—La forma en la que te hablé, lo agresivo que me puse… me da mucha vergüenza, te prometo que no va a volver a pasar. —Sus ojos bajan al suelo y luego de una pausa continúa—: Soy un asco manejando mis sentimientos, pero tú no me debes nada, el que confundió las cosas fui yo y… ya está, lo quiero dejar atrás. Tú por tu camino, yo por el mío, lo más sano para los dos es cortar toda clase de vínculo. Te voy a bloquear y… bueno, solo quería decirte que no es porque te odio o esté enojado, y una vez más disculparme por mi actitud.
—Me parece lo mejor, y perdón por lo de Uriel, te juro que no lo sabía, por más que no estábamos en la misma frecuencia yo no quería hacerte daño.
—Lo sé —me da un breve y tímido asentimiento—. No volveré a tratar a nadie así, el problema soy yo.
Bien, no sé si le creo o no, pero eso ya no es mi problema. Ojalá esté diciendo la verdad, sobre todo teniendo en cuenta que es el hermano de Ari y ella lo quiere.
—Está todo bien, no te preocupes.
—Okay, gracias y adiós.
—Adiós.
Luego de un incómodo apretón de manos se va. No puedo negar que toda la escena me pareció rara por demás, pero me agrada darle un final a las cosas.
Ahora lo importante es que ya es viernes, y al fin podemos salir.
Aunque ya tengo mi propio auto, es obvio que mi papá va a insistir en llevarnos. Voy a pelear con él por eso y voy a perder, aunque le prometa que no voy a tomar, aunque él sepa que casi nunca tomo porque interfiere con mis rutinas de ejercicio y alimentación, no importa lo que diga, no voy a ganar.
Así que prefiero perder esa energía en otra batalla: intentar convencer a mi hermano de que venga conmigo.
Está hecho un desastre desde que su novia le pidió un tiempo y se fue de viaje a Milán. Siendo sincera, aunque quiero mucho a Luna, odio verlo así. Creo que lo mejor que podría hacer es olvidarse de ella, pero no sé lo diría, él no ve esa posibilidad.
—Stef —hablo bajito golpeando su puerta—, voy a entrar, si estás desnudo tápate.
—Pasa, pero desde ya te aviso que no voy a ir con ustedes.
—¿Por? —Solo está acostado mirando el techo, a la nada misma—. Salir un rato te va a hacer bien, hoy me encontré con Park y me preguntó por ti, dice que andas perdido.
—Sí, no tengo ganas de salir, Isa.
—¿Quieres que me quede contigo? —propongo, aunque es el único día en la semana que tengo permiso para salir y me muero de ganas, por mi hermano dejaría lo que sea.
—No, quiero estar sólo.
Está tan triste y enojado, siempre le digo que puedo saber lo que siente y él no me cree. No se siente como si fuera algo propio, no en el pecho, es como en la mente, y en el estómago. Es una sensación de que las cosas no están bien, por eso sé que no puedo sentirme bien si él no lo está.
—¿Desayunamos juntos mañana? —Levanta la mirada apenas y estoy segura de que me va a poner una excusa, así que hago una aclaración antes—. No tenemos que hablar de nada, te lo prometo, solo comer.
—Está bien —cede con un suspiro—. Cuídate por favor, y cuida a Ari.
♡♡♡
La fiesta es en casa de uno de los amigos de Ari. También fueron el grupito de mi hermano por casi todo este año, así que los conozco, pero no diría que son mis amigos.
No tengo amigos, en general. Ari es la excepción. El único vínculo que tengo fuera de mi familia.
Antes tenía amigos.
A veces los extraño, pero no lo suficiente para volver. Nada sería lo mismo, de todos modos.
—¿Por qué no viene Stéfano? ¿Qué le pasa? —Su mejor amigo, Park, me interroga en cuanto salimos al patio donde se desarrolla la fiesta.
—Está en modo depresivo, no sale de casa.
—¿Es por lo de Luna?
—Sí, ya se le va a pasar, no te enojes con él.
—No estoy enojado, estoy preocupado y lo extraño.
Me gustó que Stéfano hiciera amigos, no quiero que los pierda, este chico es bueno y le hace bien.
Me voy a dar una vuelta por la fiesta cuando me topo de frente con unos ojos intimidantes y unos adorables rizos castaños.
Sev.
Venía hacia mí, no fue un encuentro casual.
—Hola —dice mientras me aparta un poco de los demás con un toque sutil en el brazo.
—¡Ay, por Dios! Me dijiste hola, obviamente te quieres acostar conmigo, pero tu miradita de chico malo y tu cara de culo no van a poder conmigo, yo no soy como todas las demás —dramatizo con exageración, él solo pone los ojos en blanco y niega con la cabeza.
—Te juro que por dentro me estoy riendo mucho —dice sin mover ni un músculo de la cara—. Eres muy graciosa, ja, ja, y todo eso.
—¿Qué quieres?
—Dime hola primero.
—¡Tú no me dijiste hola la vez anterior! Me soltaste toda tu mierda gratis y…
—Dime hola —insiste con seriedad.
—Hola.
—Muy bien, que buena chica.
—Imbécil —suelto con molestia. No puedo identificar si estoy más molesta con él o conmigo por haber obedecido—. Ya, dime qué quieres.
—¿Te pidió disculpas?
—¿Eh?
—Que si Pablo te pidió disculpas, quiero saber.
—Sí, lo hizo.
—¿Crees que fue sincero? ¿Lo sentiste real?
—¿Lo regañaste? —Sonrío ante la simple idea y él vuelve a poner los ojos en blanco—. ¿Eres ese tipo de amigo que hace de papá del grupo?
—¿Me puedes responder?
—¿Me puedes responder tú a mí?
—Tu pregunta es estúpida, la mía es de verdad —insiste, sosteniendo firmemente la mirada.
Tiene los ojos oscuros, casi negros, y la mirada intensa y penetrante. Parece que siempre está enojado, o tal vez realmente lo está.
Me decido por ceder una vez más, después de todo, aunque me caiga mal, necesito agradarle.
—Me parece que fue sincero, decidimos no volver a hablar y quedar en buenos términos.
—Gracias.
Se da la vuelta para irse, pero lo tomo por el brazo y lo traigo de regreso. Me mira como si aguantarme fuera el peor castigo en el mundo.
—No me respondiste, ¿le pediste que se disculpe?
—Chau, Isabella.
Se aparta de mi toque y vuelve a irse, esta vez con éxito.
Realmente no me explico por qué se me hace tan hot cuando dice mi nombre de esa forma tan distante.
Necesito terapia.
______________
Holii ♡
Se me hizo un poco tarde pero aquí estoy, tercer capítulo:)
Espero les guste, los quiero
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