
Capítulo 22
ÁMBAR
Llueve muchísimo, el GPS me dice que estoy por llegar cuando diviso su auto en la distancia, en una calle como cualquier otra, simplemente se detuvo allí.
Estoy nerviosa, tengo el corazón muy acelerado y a mi cerebro intentando procesar toda la información que acabo de recibir, mi mente no para de hacer conexiones, una tras otra…
Mi padre contratando a Renzo para trabajar en el hogar, todos mis tíos en casa ayer por la noche, y cómo los encontramos a todos espiando por la ventana cuando bajamos las escaleras.
Ellos estaban juntos, y evidentemente nadie sabía que ya se conocían porque Ciro me guardó bien el secreto. ¿Cómo serán las cosas de ahora en más? No lo sé, espero que los dos sean más felices.
Renzo se oía muy afectado en el audio, así que hay dos opciones: o descubrió la verdad, o hizo lo que no tenía que hacer. Estoy pidiéndole al universo que sea la primera opción, porque si fuera la segunda todo se iría a la mierda.
Detengo mi auto detrás del suyo y ambos nos bajamos al mismo tiempo, está lloviendo tanto que apenas nos podemos ver, pero puedo sentir con claridad sus brazos envolverme, y su rostro buscando refugio en mi cuello.
—Está vivo… —murmura—. Me mintieron toda la vida…
Está llorando, y me genera tanta impotencia el daño que le han hecho que solo puedo pensar en mierda.
—Lo sé, mi amor, pero todo estará bien. —Sujeto su cabeza contra mi pecho y él simplemente se deja abrazar.
Hay algo en la vulnerabilidad de los hombres que se me hace hermoso, y más en un chico como Renzo, sabes que si te dejan llegar a esa parte tan real de su persona es porque de verdad hay una conexión real.
¿Hasta dónde soy capaz de sostener esto? No lo sé, pero creo que siento por él mucho más de lo que he reconocido.
—Lo recordé, recordé todo, ¿cómo pude olvidarlo?
—Solo te estabas protegiendo, nada de esto es tu culpa… —Dejo un beso en su cabeza y retrocedo—. Ven, vamos a casa.
—No. Necesito ir a verlo.
—¿A quién? —pregunto confundida, malentendiendo que ya sabe lo de Ciro.
—A mi padre, necesito…
—No es buena idea, necesito hablar contigo.
—Y yo necesito descargar toda la mierda, luego hablamos de lo que tú quieras.
Lo pienso por un momento, tal vez tiene razón, tal vez si vamos con su padre tendremos más respuestas para darle a Ciro, y sería bueno que se descargue, aunque no estoy segura de cuál pueda ser su reacción, nunca lo he visto siendo violento.
No sé cuál es la decisión correcta, también estoy conmocionada, no sé si decirle ahora o esperar a que hable con su padre y luego que se calme hablarlo bien. Si se lo digo ahora y él sale corriendo con Ciro en este estado no creo que obtengamos buenos resultados.
—Mejor intentemos calmarnos y… —intento decir, pero se voltea hacia su auto nuevamente sin dejarme continuar.
Le pongo la alarma a mi auto, en mi casa hay una copia de las llaves, así que le pediré a alguien que venga por él y me iré con Renzo ahora. Corro tras él y la rodilla me duele, había olvidado mi torpe caída, maldita gravedad.
Abro la puerta del conductor y le hago un gesto para que se cambie de asiento, la lluvia está intensa, los dos estamos mojados.
—Si quieres venir conmigo, hazlo, pero no me convencerás de no ir a buscarlo —advierte volteando su mirada a la ventana.
—Iré contigo —cedo sin dejar dudas—. Solo digo que estás muy alterado, y no quiero que tomes decisiones en caliente.
—¡Claro que estoy alterado! Pero necesito… Lo necesito Ámbar, necesito hablar.
Nunca ha hablado con sus padres, yo creo que porque ellos son el problema, ellos son la limitación, y si ahora dice que quiere ir a hablar con ellos creo que será mejor que lo haga de una vez.
El problema es que no sé lo que su padre pueda llegar a decir, así que me veo en la obligación de cubrirme para no llegar a generar malos entendidos.
—Hablé con mi padre —comienzo a decir mientras pongo el auto en marcha—. Sabemos dónde está tu hermano, él está bien.
—¿Qué? —Se voltea hacia mí y con sus ojos verdes al doble de su tamaño—. ¿Tú sabías?
—Me acabo de enterar, te lo contaré todo —asiento brevemente.
—Siento que mi cerebro no puede procesar las cosas que están pasando, me va a explotar la cabeza —presiona sus sienes con una sola mano y suelta el aire lentamente, para un minuto después volver a mirarme—: ¿Tú sabes dónde está Tomás?
—Sí, lo sé. Y te juro que entiendo que quieras ver a tu padre y sacar de ti todo eso que tienes allí, haciéndote daño, pero después de eso tienes que dejarlos atrás, tienes que cuidar a tu hermano de ellos.
—¿De qué hablas? Estoy confundido…
Ni siquiera sé bien a dónde estoy yendo, así que le doy mi teléfono para que ponga la dirección en el GPS e intento hablar con la mayor calma posible.
—Hablé con los padres que tu hermanito tiene ahora, ellos están de acuerdo con que tú seas parte de su vida si quieres, pero tus padres no.
—Pero mi mamá no… No puedo, no está bien —niega mostrándose muy conflictuado.
—Está bien alejarte, nuestra única obligación moral es con nosotros mismos.
—Yo me alejé —argumenta.
—Lo sé, pero hablo de algo definitivo. Si quieres cuidar a tu hermano tienes que tomar una decisión, porque imagina que toda esta mierda que estás viviendo sería lo mismo que le esperaría a él.
—Ni siquiera estoy seguro de creerlo aún, ¿cómo esperas que tome una decisión?
—Es que… es importante —murmuro sintiéndome agobiada también—. ¿Sabes cómo fue el accidente?
—Lo recordé cuando él me lo contó —acepta bajando la mirada—. Fue ella, ella quiso que los tres nos… —Se detiene porque no puede pronunciar las palabras—. Pero él no sabe todo, ella estaba sufriendo mucho, recuerdo verla llorar a diario, me decía que mi papá le hacía daño.
—Bien, entonces vayamos con tus padres, que completen la historia, dices lo que tienes que decir, y entonces…
—Entonces vamos a casa, nos tranquilizamos, nos damos una ducha, procesamos la información y me llevas con él —completa, en un intento de centrar sus ideas.
—Es un buen plan… —sonrío al ver que comienza a mostrarse más calmado.
Nos procede un gran momento de silencio, su mente debe estar en caos, todo lo que ha pasado el día de hoy es demasiado para cualquier persona, y aún le falta…
Cuando estamos por llegar me toma la mano sobre mi muslo, viéndome de una forma muy sincera.
—Me alegro de que estés aquí —dice, y mientras me estaciono agrega—: Sé que no estoy a tiempo de arreglarlo entre nosotros, pero necesito decirlo: te quiero.
No me esperaba eso en este momento, ni tengo idea de por qué dice eso, así que luego de procesar una respuesta por unos segundos, creo entender por dónde va el asunto.
—¿Crees que te haré una escena porque no me elegiste por sobre tu pasado?
—No diría una escena, estás en tu derecho.
—Yo no pretendo ser el centro de tu vida, Renzo. Siempre querré que sigas tu camino, acertado o equivocado, pero tuyo, y yo te acompañaré mientras mis convicciones me lo permitan.
Él toma una respiración pausada, viendo de reojo las luces encendidas de la casa de sus padres.
—¿Qué quieres decir?
—Que estamos a tiempo, y que también te quiero.
————————
RENZO
Supongo que si me toca hablar de momentos difíciles en mi vida, el primer lugar lo ocuparía el día del accidente, y el segundo sería el momento que estoy a punto de vivir.
Ni siquiera sé qué diré, o si diré algo, a pesar de tener muchas palabras en la mente jamás en la vida me sentí tan mudo.
Tomy está vivo, y no solo eso, Ámbar ya sabe dónde está.
Voy a verlo, a mi hermanito, ese por el que tanto lloré, y si creyéndolo muerto era capaz de destruir el mundo en su nombre, ahora que sé que está vivo no sé de lo que soy capaz por protegerlo.
Ella tiene razón, mi madre lo quiso matar y mi padre lo hizo pasar por muerto, no importan las explicaciones ni las circunstancias, ninguno de los dos se puede acercar a él.
¿Y yo sí? ¿Acaso no estaba dispuesto a matar a una persona inocente?
No iba a matarlo sin comprobar su culpa, lo estaba investigando, simplemente estaba seguro de que al investigar solo confirmaría la historia de mi padre.
Pero no fue así, ¿Por qué confié en él? ¿Por qué creí en sus palabras?
Porque a pesar de saber que era un idiota, nunca pensé que fuera tan hijo de puta como para mentirnos con algo así.
¿Mentirnos o mentirme? ¿Lo sabrá mi madre?
Todas las respuestas están cruzando la puerta, si tan solo fuera capaz de abrirla…
Me late muy fuerte el corazón, mi garganta está absolutamente cerrada, no me saldrá nada, esto no tiene sentido.
"Yo también te quiero", recuerdo su voz en mi mente, y entonces entiendo que tengo que dejar todo esto atrás.
Por mi hermano, por ella, y por mí, porque tengo el derecho de empezar de nuevo y de ser feliz.
Doy tres golpecitos en la puerta para anunciarme y luego la abro, así es como lo hago siempre, y es extraña la idea de que ya no lo haré.
—Mira quién apareció —dice mi padre que estaba recogiendo la mesa, al parecer acaban de cenar.
Mi madre se alegra de verme, hace mucho que no vengo, de hecho no la he visto desde su último intento de suicidio.
Siento que no me saldrán las palabras, así que me es más fácil hablarle a Ámbar primero.
—¿Puedes quedarte aquí con mi mamá mientras voy a la habitación a hablar con él? —pregunto muy bajito, pero mis palabras no pasan inadvertidas para mis padres.
—Claro —asiente ella, dándome una última mirada de ánimos.
—Estás hablando… —murmura mi mamá—. ¿Cuándo pasó? ¿Por qué no nos has dicho?
"Ya te explicaré" —le respondo por señas sin darme cuenta.
¿Por qué es tan fácil con Ámbar, e incluso con desconocidos, pero tan difícil aquí?
Le lanzo una mirada a mi padre llevando mis ojos hacia el pasillo indicándole que me siga, y luego me encamino hacia allí. Siento sus pasos detrás de mí, me siento muy enojado, quiero golpearlo, pero no estoy aquí para eso.
"Ya sé la verdad" —digo volteándome hacia él, por señas otra vez al ver que a pesar del enojo las palabras siguen bloqueadas en mi garganta.
—Se tardó en decirte, esperaba esto hace semanas.
"Me mentiste…" —recrimino intentando no caer en sus manipulaciones.
—Hice lo que tenía que hacer, Renzo. Pero ¿Qué te voy a decir a ti? No tienes idea de lo que es eso.
—¡Nos arruinaste la vida! —lo increpo cuando mi voz se decide por salir.
—¿Yo? —se indigna rápidamente—. ¿Yo les arruiné la vida? ¿Estás seguro?
—¡Me dijiste que estaba muerto! Tú no tienes idea de todo el dolor que has generado, tú no sabes…
—No —me interrumpe—. El que no sabe nada eres tú.
—¿En serio te vas a justificar?
—¿Qué hubieras hecho tú? —sigue mostrándose desafiante— ¡Tu madre estaba loca! ¿Sabes cómo se siente que te llamen al trabajo un día para decirte que tu mujer se arrojó bajo un auto con tus dos hijos?
—Tú la empujaste a eso…
—¿Ah, sí? ¿Y cómo?
—Le hacías daño, ella me lo dijo antes de… yo lo recuerdo.
—Ah, que bueno, recuperaste la voz, recuperaste la memoria, al parecer no era tan grave —dice con ironía, en tono de burla.
—Sí, solo me llevó diez años, nada grave —respondo en el mismo tono.
—Claro, y ahora que tienes todos tus recuerdos allí, ¿Puedes encontrar alguno en el que yo le hiciera daño a tu mamá?
No, de hecho no, pero era muy pequeño, probablemente pasaba por alto las alertas.
—El único error que cometí fue no ver a tiempo lo que estaba sucediendo —continúa al ver mi falta de respuesta—. Siempre me culpaste de todo, y yo lo único que hice fue cuidar de ti luego de ese puto accidente.
Está enojado, tanto como yo, así que solo puedo pensar en que siga hablando, que me diga cómo pasó todo, porque lo único que ha hecho es meter más dudas dentro de mí.
—Ella dijo que le hacías daño, lloraba todo el tiempo, estaba todo el día en la cama y yo cuidaba del bebé…
—Y no lo ví… —susurra él, por lo bajo—. Yo amo a tu mamá, más que a nada en el mundo, ¿O qué crees que estoy haciendo aquí aún?
—La amas y le haces creer que mató a su hijo, muy coherente.
—Ella sabe la verdad.
—¿Qué? ¿Y por qué me mienten a mí? —me indigno aún más.
—Porque no ibas a entender, lo ibas a buscar y eso no podía pasar.
—¡Es que no entiendo! —exclamo volteándome hacia la pared—. ¡Habla de una puta vez! Deja los rodeos y dime por qué me mintieron, por qué mierda me pasé diez años llorando por mi hermano y a ustedes no les importó mi dolor…
—Tu mamá estaba mal, y yo no lo sabía. No lo ví, no noté las señales, ella me decía que la estaba dejando sola con todo y yo solo tenía tiempo para trabajar todo el día. Lloraba y me pedía que me quede en casa, y yo me molestaba con ella por no ver que teníamos necesidades que cubrir. La traté de caprichosa, y de cosas peores…
—Tenía depresión.
—Entonces no lo supe —asiente con tristeza—. Después del accidente los de servicios sociales se los llevaron a ambos, te dejaron con tus abuelos y al poco tiempo estabas de regreso en casa.
—No recuerdo eso —murmuro sentándome en la cama.
—Al bebé… Estuve un año y medio intentando traerlo de regreso. La condición que ponían era que… tu madre no podía verlo, estuve mucho tiempo pensando en cuál era la decisión correcta, y entonces aparecieron ellos.
—¿Quiénes? —pregunto, no dejo de sentir que hay algo que no sé y él cree que sí.
—¿Qué tenía yo para ofrecerle al bebé? Una vida de mierda, igual que a ti. No hablabas, no lograba traerte de regreso, tu madre no podía caminar y no estaba mejorando en ningún aspecto. Ellos podían darle todo, ellos podían darle la vida que yo no. Y no creas que no los investigué, claro que lo hice. Todos profesionales, viviendo en comunidad, abocados a la caridad y a mejorar este mundo de mierda. Si había una familia perfecta para cuidar de Tomás, esos eran los Romano.
Los Romano… las palabras entran en mi mente como una explosión. Matteo llamándome de la nada, todos comportándose extraños, sus miradas inquisidoras, y… sus ojos. Son los mismos.
Es Ciro, todo el tiempo lo fue.
No tengo tiempo de seguir escuchando, mi corazón comienza a latir tan rápido que apenas fluyen mis pensamientos.
Salgo de la habitación, directo a increparla a ella, sus ojitos verdes me ven como si supieran lo que voy a decir.
—¿Tú lo sabías? —pregunto dejando que las emociones me dominen.
Mis ojos están húmedos otra vez, creo que hoy he llorado todo lo que no he llorado en mi vida.
—Me lo dijeron hoy, en cuanto llegué a mi casa.
—¿Cómo pudieron? ¿Por qué jugar conmigo así? —pregunto sintiendo niveles muy altos de indignación.
—Querían saber que él estaría a salvo, no tenían idea de que lo creías muerto, se los dije yo hoy.
Tienen razón, lo han cuidado bien, es solo que… ya ni sé qué pensar.
Ella se acerca y me abraza, todas las cosas que ha dicho mi padre, las cosas que descubrí, toda esa información simplemente está dando vueltas y vueltas en mi cabeza sin ningún sentido. Me siento agobiado, en estado de caos y de shock al mismo tiempo.
—Todo estará bien ahora, ¿Sabes? Solo… deberíamos ir a casa —murmura acariciando mi mejilla.
—Hijo… —dice mi mamá con una gran carga emotiva en su voz—. Lo siento mucho.
—Ni se les ocurra acercarse a él.
—No lo haré —asegura limpiando sus lágrimas—. Lo prometo, solo dile que… lamento todo.
Mi padre regresa de la habitación también, ya ha bajado su enojo, envuelve a mi madre entre sus brazos y me da una mirada distante.
—Ya lárgate de una vez.
—Ni el coraje de pedir perdón tienes —le regreso su odio.
—Hice lo que creí correcto, jamás lo entenderás, así que mejor vete.
—Vamos —coincide Ámbar tomando mi mano—. Nos están esperando.
———————
Aún no sé cómo sucedió todo, ella me acompañó a casa, me ayudó a tranquilizarme y a entender todo mejor, y un par de horas después estamos frente a la casa de sus tíos.
—Él no sabe absolutamente nada —me dice Ámbar, que aún sostiene mi mano, creo que jamás estaré listo para que me suelte—. Tenemos que armar la historia de la forma más clara posible, porque él quiere saber cómo sucedió todo.
—Es pequeño, no hace falta que...
—Es su historia —me contradice seriamente—. Se la contaremos como fue, no lo subestimes.
—Está bien… solo, quédate aquí.
Tocamos el timbre y el tío de Ámbar nos abre la puerta. Creo que es Dante, aún me cuesta diferenciarlos. Se ve serio y preocupado, todos estamos así.
En cuanto entramos a la sala y lo veo allí, toda la tranquilidad en la que estuve trabajando se viene abajo en un instante.
Quiero llorar otra vez, y quiero abrazarlo tan fuerte como pueda. Sin embargo, lo único que hago es quedarme allí de pie, mientras él nos ve con mucha curiosidad.
—¿Qué hacen aquí? —pregunta de forma amistosa.
—Es que… él… —tartamudea uno de sus padres, y de pronto los ojos de todos están sobre mí.
¿Acaso esperan que yo lo diga? Me alegra su confianza, pero dudo que algún sonido pueda salir de mi boca.
Lo bueno es que con él, tampoco necesito palabras.
"Parece que soy tu hermano" —le digo por señas, sin poder evitar que las lágrimas se agolpen en mis ojos demasiado rápido.
Su sorpresa es tan grande que se tarda unos segundos en procesarlo.
"¿Tú? ¿Estás seguro?" —responde del mismo modo aún sabiendo que puedo escucharlo, lo que se me hizo muy tierno.
Los demás no entienden nada de lo que decimos, y eso vuelve la situación muchísimo más personal.
"Lo estoy, tal vez no es lo que esperabas, pero… " —comienzo a excusarme pero me detengo cuando se pone de pie.
”¿Entonces tengo sangre de delincuente? Eso es genial" —indica con una sonrisita confiada.
"Mi padre me mintió, dijo que habías muerto. No tienes idea de la emoción que siento en este momento…" —agrego, siendo muy sincero.
"¿Y entonces por qué no me abrazas?" —pregunta abriendo sus brazos levemente.
¿Así? ¿Tan simple? No me esperaba una reacción tan natural, y aunque sé que contarle toda la historia no será fácil, de pronto siento esa cuotita de esperanza que creía perdida.
Y aquí, abrazando a mi hermano después de tanto, es que por primera vez siento que estoy listo para volver a empezar.
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Hola Pollitos 🐣
Al fin 🥺
No sé que decir, pero si están tan felices como yo, dejen un emoji rosita 💕
Si les gustaría saber cómo vivieron los Romano todo esto, les escribí un hermoso capítulo extra narrado por Dante sobre cómo fue la adopción de Ciro desde el comienzo. Lo pueden encontrar en un libro llamado "Extras" que hay en mi perfil 💕
Los quiero mucho
Besos, mil besitos 💋
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