Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10

Todo iba bien, me trajo una sudadera para que no me congele y comimos en el jardín, hizo lasaña vegetariana, debo decir que me sorprendió mucho, no pensé que supiera cocinar. Íbamos a pedir helado de crema del cielo, pero entonces mi celular comenzó a sonar.

No planeaba atender, pero después de que insisten cuatro veces León se pone de pie para ir por él.

—Puede ser importante —comenta mientras camina a la mesita en la que habíamos dejado las cosas.

—¿Quién es? —le pregunto en cuanto llega.

—Dice "Chico pastelito".

Me pongo de pie para buscarlo, no se me ocurre el por qué Renzo me llamaría, nunca lo ha hecho.

—¿Me das un minuto? —le pido con un poco de pena— Es mi amigo y jamás me llama, tal vez le pasó algo.

—Claro, llevaré los platos dentro. —Me deja un besito pequeño y regresa a la mesa.

Ya no está llamando, así que me toca llamarlo a mí.

Responde al primer tono, pero no dice nada, puedo escuchar su respiración y como si intentara decir algo pero no lo consiguiera.

—¿Algo va mal? ¿No me puedes hablar? —me preocupo de inmediato.

Nada, sigue sin palabras, pero algo dentro de mí me dice que me necesita, y un mensaje suyo lo confirma aún sin terminar la llamada.

Es su ubicación, está en el hospital. Otro mensaje llega enseguida:

Chico pastelito – en línea

Mi mamá...

—Ya voy, ¿sí? —Me apresuro a tomar mi bolso—. Dame cinco minutos...

—Solo... háblame —murmura muy bajito.

—Claro, no cortes, deja que aviso que me voy.

Silencio el micrófono por un momento y me acerco a León.

—¿Te vas? —pregunta un poco decepcionado.

—Sí, de verdad lo siento... su mamá está en el hospital, parece que es algo grave.

—Está bien. —Me sonríe— ¿Necesitas que te acompañe?

Bueno, teniendo en cuenta que Renzo no es la persona más sociable del mundo no creo que sea buena idea.

—No, gracias —Me pongo de puntitas para dejarle un besito y camino hacia donde dejé mi auto, pero antes de llegar me volteo a decirle—: Te debo el postre, no creas que lo olvidé.

—No dejaría que lo hagas... —responde con una sonrisa de lado.

Le lanzo un beso a lo lejos y le quito el silencio al celular para volver a hablarle a Renzo. Al parecer cuando las cosas van mal es aún mas difícil hablar para él, y aunque no sé qué paso él solo quiere escucharme.

—Ya estoy en el auto, lo pondré en el manos libres —le hablo tranquilamente, y aunque no tengo idea de qué decir voy a continuar hablando hasta que llegue—. Yo sé que cuando tienes miedo hablar es más difícil, aunque nunca he estado en tu situación igual conozco bien esa sensación de tener las palabras atoradas en la garganta y no poder dejarlas salir. Mi papá siempre me dijo que no hacen falta, que hay otras formas de decir, y no siempre necesitamos hablar para que nos entiendan. Creo que por eso es que puedo entenderte, porque hay algo entre tú y yo que me hace sentir lo que sientes, y sé que tienes miedo... lo único que no puedo saber es a qué, o por qué, solo sé que tenemos que resolverlo, los dos, tienes que sacar eso de ti, tal vez no puedas hablar, pero puedes escribir o buscar otra forma...

—¿Qué escuchas? —se oye la voz de un hombre un poco más lejana.

Creo que es su papá, y le está hablando bastante mal. Obviamente no hay respuesta de Renzo, o tal vez le responde con señas.

—Sabes que toda esta mierda es tu culpa, ¿verdad? —No tengo idea de por qué le dice eso, pero ya me cae mal—. Desde que te fuiste de la casa tu madre solo ha empeorado, solo piensas en ti y en tus mierdas, ¿qué no ves que desde que tu hermano murió eres todo lo que tiene? ¡Pasas meses sin venir a la casa! ¡Eres un desagradecido!

Acabo de llegar al estacionamiento, me importa poco lo que vaya a pensar de mí, voy a interrumpir esa situación. Termino la llamada y bajo del auto, no es un hospital grande, por lo que instintivamente encuentro la sala de espera y lo diviso a través de un vidrio que separa los espacios.

Su padre aún está hablándole mal, él no responde, solo ve hacia adelante con la mirada desenfocada, como si estuviera acostumbrado a soportar que lo hieran.

—... ¿qué crees? ¿Que enviando dinero todos los meses haces algo por nosotros? ¡Pues ves que no! Y si tu madre se muere es tu culpa... de nadie más —continúa con sus desplantes el horrible señor.

—Buenas noches —lo interrumpo de forma cortante.

—¿Tú que haces aquí? —me desafía sin bajar el tono agresivo.

Renzo voltea la mirada hacia él, no se había molestado hasta ahora, pero solo unas pocas palabras hacia mí en el tono equivocado lo hicieron reaccionar.

Le dice algo por señas, ojalá pudiera entenderlo, pero parece que no es nada bonito y se ve desafiante.

—Disculpe... —decido defenderme por mis propios medios— ¿Le debo algún tipo de explicación y no estoy enterada?

—Es un asunto familiar, no tienes nada que hacer aquí...

—Que pena —respondo con ironía—, su asunto familiar está sucediendo en un hospital público, así que no necesito su autorización para estar aquí.

Obviamente para este tipo de hombres, el hecho de que los desafíe una mujer es una doble ofensa, pero me importa bien poquito en realidad.

Vuelve a mirar a su hijo, y con un tono más autoritario que el anterior le da una orden directa:

—Que se vaya, ahora.

Renzo le sonríe de lado y eleva ambas manos a los lados dejando claro que no piensa hacer nada, por lo que el hombre termina por alejarse.

Y sí, como para que no esté traumado el pobre, lo bien que hace estando lejos de su padre.

—¿Qué pasa con tu mamá? —pregunto bajito en cuanto estamos solos.

Me siento a su lado y él me toma la mano, no me puede mirar, no me puede hablar, apenas puede respirar bien, así que solo espero allí con él, sin saber absolutamente nada.

Pasa casi una hora, sus dedos han estado jugando con los míos mientras mira a la nada. Yo he tenido tiempo de pensar en todo, pero también me mantengo en silencio.

La doctora sale y habla con el padre de Renzo, no sabemos qué le dice porque el hombre se va antes de que podamos preguntarle, pero la doctora justo pasa por enfrente de nosotros y Renzo se para a interceptarla.

—¿Cómo está? —hablo yo.

—¿Son familiares? —nos interroga ella.

—Él es su hijo, pero no habla mas que por señas, por eso estoy aquí.

Ajá, me haré pasar por su intérprete aunque aún no sé hablar lengua de señas.

—Está con soporte respiratorio, le pusimos una sonda nasogástrica para aplicarle carbón activado, eso va a actuar como un absorbente de todo lo que hay en su estómago y va a reducir la sobredosis, pero tenemos que esperar para saber cómo evoluciona en las siguientes horas. Ya le dije a su padre que no es probable que despierte hoy, así que deberían ir a descansar y mañana por la mañana ya tendremos novedades.

Lo miro a Renzo para ver si quiere saber algo más, él señala su muñeca, por suerte no fue tan difícil de entender.

—¿A qué hora dan el parte médico?

—A las ocho, cualquier cosa nos comunicaremos y...

—Es que hay algunos asuntos familiares complejos —me anticipo a aclarar—, ¿podría ser que además de su papá, también lo llamen a él si algo sucede?

—Claro —asiente la doctora—, me dan su teléfono y lo dejo en administración.

Renzo le enseña la pantalla de su teléfono con su número allí, la doctora lo anota, le agradecemos y se va.

Dijo que tenía una sobredosis, pero también dijo que lo que sea estaba en su estómago, por lo que no es difícil sacar conclusiones.

—¿Intentó... terminar con su vida? —pregunto intentando que las palabras no suenen tan bruscas.

Renzo asiente, y bajando los ojos al suelo lo escucho decir las primeras palabras de la noche.

—No es la primera vez...

Ni siquiera sé qué decir, ninguna palabra podría ser suficiente, no puedo decir que todo estará bien porque no lo está, porque todos los problemas que lo rodean son mucho más intensos de lo que pude imaginar.

—¿Quieres que venga contigo mañana en la mañana? —me ofrezco mientras caminamos por el pasillo.

—No... —murmura muy bajito, y tarda varios segundos en volver a hablar—: ¿Podrías... venir conmigo a mi casa?

No quiere estar solo, y yo quiero estar con él, así que no tardo en darle una respuesta afirmativa. De pronto mientras buscamos la salida al estacionamiento me veo reflejada en una ventana al pasar y me detengo en seco.

—¡Dios! Me veo muy mal —asumo mirándome con más detenimiento.

Había olvidado por completo que me arrojé a una piscina hace un par de horas, y ni siquiera me peiné luego de eso. Traigo una sudadera de León que me llega a la mitad de la pierna y solo mi ropa interior debajo. Mi cabello es un desastre, los rizos que casi nunca dejo al natural se me han formado de maneras extrañas por el agua y el maquillaje que se me corrió me hace lucir como un mapache.

Él se ríe de mi reacción, tal vez fue un poco exagerada, pero me sorprendió verme así. Niega un poco con la cabeza y dice una única palabra.

—Hermosa.

No sé si fue ironía o no, pero de igual forma me siento cómoda con él para andar en estas fachas.

—Si quieres hablar sobre lo que pasó... —comienzo a decir, pero de inmediato me interrumpe.

—No quiero, quiero olvidarlo... sólo... háblame mucho, de otras cosas.

Siempre me pide que le hable, y él apenas me responde, ya le he contado mi vida entera, desde lo mas grande hasta el chisme mas pequeñito, está al corriente de todo.

Y yo de él no sé absolutamente nada.

—Tendrás que prestarme tu baño para darme una ducha, tu ropa, porque aún estoy mojada, y tu cama, porque tengo mucho sueño.

Lo último se pudo malinterpretar, pero no me voy a esforzar en aclararlo porque no creo que haga falta.

—Lo siento... —me dice en cuanto subimos al auto—. Lamento interrumpir tu cita, parece que estaba muy... divertida.

—Los amigos están primero —le resto importancia—, además... pues... en realidad...

—No hablaste con Isabella —adivina mirándome con los ojos entrecerrados.

—No, no estaba en casa y no me dio tiempo. ¿Y sabes qué es lo peor? ¡Que lo besé! ¿Qué pasa si ahora ella me dice que lo ama? Me voy a sentir muy mal...

—No tienes códigos... —murmura fingiendo indignación solo para hacerme sentir peor.

—¡Lo sé! Es que él revoluciona mucho mis hormonas, necesito aprender a controlar esos impulsos...

—No creo... —se burla.

—¡Que sí! Que me han traído muchos problemas.

—Si tú fueras mi chica, a mí me encantarían esos impulsos.

Hola, Dios de los orgasmos mentales, hacía días que no me visitabas.

—Renzo... —Volteo hacia él conteniendo la sonrisa.

—¿Qué?

—No pongas ideas en mi cabeza.

—No puedo poner en tu cabeza algo que ya estaba allí.

Es verdad, raro y loco, pero muy cierto.

—Es que... tú y yo somos amigos, ¿verdad? —me aseguro de no estar malinterpretando la situación.

—Somos amigos, y eso seguiremos siendo, lo que no quita que tengamos ojos y seamos conscientes de que un poco nos atraemos.

—Bueno, sí, lo he notado... —acepto, sorprendida por su franqueza— ¿Dices que hay una especie de tensión sexual no resuelta?

Él se ríe de inmediato.

—No, eso dices tú —aclara señalándome que debo doblar hacia la derecha—. Pero sí, tal vez sea cierto.

—Complejo... —murmuro de forma pensativa.

—No, no lo es. Me gusta ser tu amigo, solo eso quiero de ti.

—Y eso se resumiría como... ¿Amigos que se tienen ganas?

—Amigos que aprecian la belleza del otro, pero no tienen intenciones.

Habla por ti... —es el primer pensamiento que cruza mi cabeza, pero luego me siento muy mal por León y por la contrariedad de mis emociones, así que termino por no decirlo.

—Suena mas poético, pero significa lo mismo —me burlo.

Me señala un edificio que queda en el centro de la ciudad, bastante cerca de la universidad, y logro divisar el cartel que indica que es la entrada del estacionamiento.

Mientras bajamos del auto y subimos varios pisos por el ascensor, me pierdo bastante en mis propios pensamientos.

Supongo que a Renzo le gusta tener las cosas claras, o si no ¿cuál sería su necesidad de decirme que sabe que me atrae? Y peor aún... ¿por qué dejar claro que también me mira de ese modo a veces? Siento que fue su forma de no hacerse el tonto, porque hoy voy a dormir en su casa, entonces quería que las intenciones estuvieran claras sin la necesidad de mentir.

Fue como un: "No quiero acostarme contigo, pero si me provocas tal vez caiga así que no lo hagas".

¿Habrá alguien en su mente, o en su corazón? ¿Por qué me oculta tantas cosas? A veces siento que me ve como a un pequeño respiro dentro de todos sus problemas, y por eso quiere mantenerme fuera de ellos, otras pienso que de verdad oculta cosas malas y cree que me alejaré si me las cuenta.

Entonces, ¿qué hago aquí, yendo a dormir a la casa de una persona que sé que me oculta cosas malas?

No lo sé, no tengo una respuesta, la realidad es que siento que hay algo que no se puede ocultar o manipular, y es la esencia de las personas. Yo no conozco nada de su pasado, ni de su presente, ni de sus problemas, ni de sus secretos, pero lo conozco a él, conozco su esencia y sé que es buena.

Confío en mi intuición, y mi intuición me dice que aquí, con él, estoy a salvo.

Antes de entrar me llega un mensaje de León, así que me detengo en el pasillo a responder.

Leoncito – en línea

¿Todo va bien?

Ámbar – en línea

No sabemos mucho, recién en la mañana habrá novedades. Vamos a su casa ahora, esperaremos allí.

La sinceridad primero, sé que León puede ser celoso, pero si quiere lo que sea conmigo va a tener que entender que yo soy libre siempre, y nada va a cambiar eso.

Leoncito – en línea

Trata de descansar un rato, mañana te veo, buenas noches.

Ámbar – en línea

Te mando un beso, Gatito.

Recibo un sticker como respuesta y guardo el celular en el bolsillo de la sudadera.

—¿Vives solo? —le pregunto a Renzo que busca sus llaves en la mochila.

—Por ahora, sí.

Es una extraña respuesta, como todas las que siempre me da, ya estoy comenzando a acostumbrarme.

Por fin encuentra las llaves y abre la puerta, me deja pasar primero y entra detrás de mí cerrando la puerta.

—Wow —murmuro caminando lento y observando a mi alrededor—. ¿Eres muy ordenado o pasas poco tiempo aquí?

Él se adelanta a mí dejando su mochila en un perchero y levanta sus dos dedos por sobre su hombro para responderme sin hablar que mis dos opciones son correctas.

Es un departamento precioso, las ventanas son enormes, seguro que durante el día es muy luminoso. Hay una sala bastante espaciosa, y es todo a lo que mis ojos tienen acceso, supongo que por el pasillo esta la habitación y la otra puerta debe dar a la cocina.

—Me gusta mucho, pero ¿sabes qué le falta?

Se voltea a verme esperando la respuesta, otra vez está evitando hablar.

—Plantas, te traeré algunas de las que compré hoy, luego de que pinte las macetas.

Me hace una seña para que lo siga por el pasillo, al entrar en la habitación abre el armario y señala dentro, indicándome que tome lo que quiera. Luego señala hacia el pasillo, a la puerta de enfrente que debe ser el baño.

—Ey... —lo llamo de regreso tomando su mano en cuanto pretende irse— ¿Ya no me hablas?

Al parecer la técnica de evadir la realidad no le está funcionando, me ve a los ojos muy directamente, se nota muy cansado, pero sobre todo es evidente su tristeza.

—¿No te sale? —pregunto de forma tierna acariciando su mejilla.

Él niega, me sostiene la mirada por unos segundos más y luego me abraza repentinamente.

Quiero llorar, de hecho no sé si podré contenerme. Solo espero que tenga claro que todo lo que le dijo su padre es mentira, que nada es su culpa, que esa no es su carga. ¿Cómo se lo hago entender sin sonar cruel?

Tal vez no hay nada que yo pueda decir para sacarlo de su dolor, pero al menos puedo abrazarlo, y escuchar cada uno de sus silencios. 

_____________

Hola Pollitos 🐣

¿Cómo están? 

Estoy trabajando en algunas escenas extra de la saga de los Romano (de los otros libros también) Muchos de ellos van a ser publicados en Instagram, así que si quieren estar al día les recomiendo seguirme♥ 

Los amo♥

Besos, mil besitos 💋

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro