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Capítulo 8



S T É F A N O

Cuando abro los ojos el sol apenas entra por la ventana, está atardeciendo, dormimos todo el día.

Su rostro está a unos centímetros del mío, tengo mi mano en su cintura y la quito de inmediato.

¿Hasta qué punto es normal tanta cercanía? ¿En qué momento dormir con ella deja de ser inocente? Seguro en el momento en el que comencé a verla de otro modo.

A veces siento que la traiciono, que ella piensa que es inocente dormir conmigo así, pero en realidad no lo es. Quisiera decir que mi amor por ella trasciende al deseo, ojalá pudiera, pero mentiría.

La amo y la deseo en partes iguales.

Cómo sea, tengo que encontrar el modo de dejar de hacer ambas cosas, y tal vez una buena forma sea evitar lo más posible estas situaciones.

Bajo un pie de la cama y lo siento mojado de inmediato.

—Agh —me quejo mirando el pequeño charco de pipí de Loti.

No puedo quejarme, dormimos todo el día y no la sacamos al jardín.

Dormimos todo el día.

Tengo la incómoda cita doble, ni sé qué hora es, pero ya debería estar listo.

Voy saltando en un pie hasta el baño y me meto en la ducha, no hay mucho tiempo, así que arrojo la ropa hacia afuera y me dispongo a bañarme.

Cuando estoy por terminar escucho a Luna quejarse exactamente del mismo modo en el que lo hice yo.

—¿Pisaste pipí? —le grito mientras me río.

—Déjame entrar, por favor —suplica en la puerta del baño.

Cierro el grifo, tomo la toalla y la me la envuelvo en la cintura. La mampara es transparente, se ve borroso a través del vidrio, pero de todos modos se ve, así que prefiero cubrirme.

—Ya, entra —aviso saliendo de la ducha.

Ella abre la puerta y entrecierra los ojos por lo poco que deja ver el vapor. Suelo bañarme con agua muy caliente, ella siempre dice que estoy loco por eso.

También viene saltando en un pie, la dejo tranquila para que se lave y salgo a la habitación a buscar algo que ponerme.

—¿A qué hora es tu cita? —pregunta desde dentro del baño mientras me pongo los boxers rápido antes de que salga.

—A las siete, y son seis y media.

—Oh, debiste poner una alarma, irresponsable.

Busco un pantalón negro en mi armario y termino de abrocharlo justo cuando ella sale del baño.

Se queda de pie a unos metros de mí, me está mirando. De hecho, me está mirando mucho.

Suelto una risita y pongo la cabeza de lado agachándome un poco para obligarla a mirar mi rostro.

—¿Qué miras? —pregunto en tono burlón.

Levanta la cabeza rápidamente y sus mejillas se tornan de un rosa muy bonito.

—Nada, lo siento —se disculpa meneando la cabeza—. Ya no estás pequeño.

No es la primera vez que me dice eso, no voy a negar que me hace sonreír, pero ya no tengo ilusiones. Que le atraiga mi cuerpo no significa que yo le guste, me ha quedado claro.

—Ya, deja de babear y ayúdame a elegir algo que ponerme.

Me vuelvo a reír y le doy la espalda para hurgar en el armario, la realidad es que si me tomo estas cosas en broma es porque ya sé que nunca sucederá, no vale la pena estarme agarrando de pequeñas esperanzas por cosas que solo ocurren en mi cabeza.

Somos amigos, eso jamás cambiará.

—Iré por algo para limpiar el pipí, ponte los zapatos —dice con algo de incomodidad aún, para luego salir por la puerta rápidamente.

Me siento en la cama para ponerme los zapatos, pero una pequeña traviesa toma una de las agujetas y la jala con su pequeña boca gruñendo tiernamente.

Tomo a Loti entre mis manos y la levanto para acercarla a mi rostro.

—Sé que hoy no he sido un buen papá, mañana compraré juguetes e iremos al jardín a jugar toda la tarde —le prometo a la pequeña que lame mi nariz con mucha emoción moviendo su pequeña cola.

Luna regresa con las cosas, limpia el pipí, va al baño a lavarse las manos y regresa, todo sin mirarme.

—¿Todo está bien? —pregunto confundido.

—Sí, claro, solo no te miro para que luego no me acuses de que ando babeando por tus abdominales, arrogante.

Sí, también soy idiota. Un día me mira y la hago sentir mal para que no vuelva a hacerlo. Si me pagaran por ser imbécil me compraría un Ferrari.

—Sabes que no soy arrogante, solo es broma —me defiendo en tono de disculpa.

Tampoco hay que elegir tanto, lo único que hay en mi armario son sudaderas. De todos colores y diseños, pero sudaderas al fin. La mayoría de mi ropa es deportiva, nunca le he prestado demasiada atención a eso, aunque también tengo algunas camisas, ni en broma usaría una hoy.

—Tienes que verte sexy sin que se note el esfuerzo, así que deberías vestir como siempre, pero... de un color oscuro, para que tus ojos se noten más.

—Tengo un pantalón negro, pareceré emo —me quejó negando rotundamente.

—No, se verá bien. Usa esto —asegura estirando una sudadera negra que tiene unas franjas verdes en los brazos—. Y esto debajo.

Esta vez me da una camiseta verde claro, casi del tono de mis ojos.

—Da igual, no me quitaré la sudadera.

Ella pone los ojos en blanco y se encoje de hombros.

—No seas inocente, Toti. Las cosas pasan, debes estar preparado.

¿Saben qué es peor que tener "la charla" con tu padre? Tenerla con tu mejor amiga, de la que estas enamorado.

—No pasará nada, ni siquiera la he besado, no hago las cosas de ese modo —me defiendo con vehemencia, pero a ella no parece importarle mucho.

—Y no digo que lo hagas, tus tiempos están bien. Pero hay una bomba de hormonas adolescentes reprimida dentro de ti que puede explotar en cualquier momento.

Sé que funciona de ese modo en general, pero yo no soy así. De hecho, nunca he tenido sexo con nadie, y no es por falta de oportunidad. Más bien porque soy inseguro y las chicas siempre están esperando que los chicos tomemos la iniciativa.

Según mi hermana, en algún momento tendría que dejar salir "el Romano irresistible que todos llevamos dentro". No hay eso dentro de mí, soy inseguro, me pongo nervioso con las chicas y jamás haré el avance que siempre están esperando.

Creo que por eso es que Ari me gusta, porque ella nunca está esperando nada de mí, ella tomó la iniciativa para invitarme a salir, y luego lo ha mantenido de ese modo.

¿Y si también toma la iniciativa para tener sexo? ¿Entonces qué voy a hacer? Seguro ella sí tiene experiencia.

—Gracias, ya me pusiste nervioso —murmuro con ironía pasando la sudadera por la mano que me falta.

—Todos nos ponemos nerviosos la primera vez, solo digo que deberías... ir preparado, no sé si me entiendes.

Claro que entiendo, que lleve condones dice. ¿Debería? No pretendo que nada suceda aún, además voy a aclarar las cosas con ella hoy y que me mande a la mierda es una gran posibilidad. Sin embargo, no estaría mal guardar uno para llevar siempre, por si en algún momento lo necesito.

—Ya, ¿me veo bien? —pregunto acomodándome la capucha en la espalda.

—Eres hermoso —responde sonando demasiado sincera—, no deberías sentirte inseguro, cualquier chica se moriría por ti.

Cualquier chica menos tú.

—Ponte perfume —me dice señalando al baño—, y siempre que la veas usa el mismo para que ella lo asocie a ti. Y si encuentras el momento sin que sea forzado, déjale tu sudadera, le gustará sentir tu aroma cuando la use.

Uy, las chicas piensan demasiadas cosas, es preocupante pensar que ellas están al pendiente de todo. Deja un muy pequeño margen de error.

—Gracias —balbuceo simplemente.

Es incómodo y lindo a la vez que me esté dando consejos para conquistar a otra chica. Voy a ser feliz el día que logre verla como lo que es: mi mejor amiga.

Alguien golpea mi puerta, Luna toma a Loti del suelo, deja un beso en una de mis mejillas y una caricia en la otra, y aprovecha que le abro la puerta a mi hermana para salir también.

Ni siquiera se miran.

Luego de que pase mi crisis adolescente actual me dedicaré a averiguar qué fue lo que pasó.

Isabella me da una mirada completa y sonríe.

—¿Nos vamos? Nos esperan abajo.

Ni siquiera sabía que nos vendrían a buscar, estoy nervioso, siento que esto no es una buena idea. Una cosa es pasar tiempo con Ari, con ella es fácil; pero otra muy distinta es que mi hermana y su hermano, los cuales no pueden pasar diez segundos sin entrelazar sus lenguas, estén presentes.

Bajamos las escaleras, mis padres están allí y de verdad estoy deseando evadir la charla incómoda.

—¿Qué pasó con la reunión con el director? —pregunto en cuanto ambos se voltean a vernos.

Estaban viendo una película que acaban de pausar para ponerse de pie los dos.

—La pasé para mañana, para que descanses —responde mi papá que nada tiene de rudo y estricto, ese rol, cuando se requiere, lo ejerce mi mamá.

Papá es el sobreprotector de la familia, el que se fija si comemos, si dormimos, si nos abrigamos. Mamá, en cambio, siempre dice que es mejor dejarnos libres para que seamos independientes.

Creo que ambos tienen razón, y por eso es que se complementan a la perfección.

—¿No llevas abrigo, princesa? —le pregunta papá a Isabella.

—No creo que tenga frío —responde en el tono exacto que necesita para molestarlo.

Mamá se ríe, papá suelta un leve gruñido, pero no dice nada, ya estamos habituados a estas conversaciones.

El problema con Isabella es que es completamente hermética, no hay forma real de llegar a ella, soy el único que lo logra a veces y tiene que darse muy bien la situación.

Algo dentro de mí me dice que no es feliz, y de todos modos no me deja ayudarla.

Se que una gran parte de su dolor aún está en lo que sucedió el año pasado con ese chico, me encantaría saber cómo se siente en verdad, sin todos los filtros que le pone.

—Cuídense uno al otro, me envían la ubicación al llegar y no importa la hora que sea me llaman para que los recoja.

Yo simplemente asiento, conozco las reglas para salir, aunque rara vez lo he hecho, pero mi hermana siempre tiene una acotación.

—No haría falta eso si tuviéramos auto.

Mi papá sonríe y le deja un beso en la mejilla.

—Y por eso es que no lo tienen —responde con satisfacción.

Nunca insisto con eso, aunque me gustaría tener un auto soy consciente de que mi papá va a dilatar el asunto lo más posible.

____

En cuanto salimos de casa, Arianna y Pablo esperan junto a su auto.

—Dile que está bonita, no seas grosero —me regaña mi hermana por lo bajo.

Y sí que está bonita. ¿Qué es lo mejor? ¿Mirarla o no mirarla? Siento que si la miro parezco descarado, pero si no lo hago tal vez la hago sentir insegura, tal vez piensa que no quiero mirarla.

Dejo a mis ojos bajar por su cuerpo solo una vez, un poco rápido, trae un vestido de mangas largas corto que se ajusta perfectamente a cada una de sus curvas.

Dejo un beso en su mejilla como saludo, ella se ve nerviosa y eso me agrada porque yo también lo estoy y no me hace sentir tonto.

—Eres hermosa —le digo por lo bajo antes de alejarme.

Se lo dije en secreto porque me da pena que su hermano me escuche, pero creo que sonó más seductor de lo que planeaba, lo puedo ver en sus mejillas sonrojadas y su sonrisita nerviosa.

Se me hace tan linda y tierna... No quiero dañarla, y el único modo es ser sincero con ella.

Nos subimos al auto, decidimos que lo mejor es ir por algo para comer porque ninguno sabe cocinar. Isabella y Pablo bajan por unas hamburguesas y justo en ese momento nos quedamos solos por primera vez.

He pensado mucho sobre cómo decirle lo que pretendo decirle, no puedo mencionar a Luna porque no quiero meterla en medio, así que debo ser lo más sincero posible sin dar muchos detalles.

—No he olvidado que hoy dije que me gustas —comienzo a decir y de inmediato tengo toda su atención—, es verdad, no debería decirlo tan pronto, pero no estaba mintiendo, tú me gustas.

¿De dónde ha salido toda esa valentía? Ni idea, pero hay que aprovecharla antes de que desaparezca.

—¿Pero...? —pregunta luciendo insegura.

—Quiero ser sincero contigo, no quiero hacerte daño. —Trago saliva buscando las palabras correctas para expresar lo que pienso y lo que siento, eso siempre es un problema para mí— Hay alguien más en mi cabeza, alguien a quien desearía quitar de allí, y aún no he encontrado el modo.

Sonríe levemente, pero la decepción se puede ver muy clara en sus brillantes ojos. Me hace sentir mal, tal vez debí decirlo antes.

¿Estoy haciendo las cosas mal? Pienso que no, pero si hago correcto... ¿Entonces por qué me siento mal?

—No es que quiera utilizarte para olvidarla, nunca haría eso. Es que aún estoy en proceso de superarla, y llegaste tú y me encanta estar contigo, pero siento que te miento si no te lo digo.

Arianna ladea su cabeza con ternura y me da una sonrisa más sincera esta vez.

—Claro que lo entiendo, también tengo un pasado, Stéfano. —Se muestra abierta y comprensiva, mucho más de lo que esperaba— No tenemos que ser nada, solo nos gustamos, creo que eso está bien.

Creo que sí, está bien ¿No? No le hace daño a nadie.

Sus ojos van a la ventana, el sol ya ha desaparecido, pero aún queda algo de su luz en el cielo, iluminando las nubes que están más cerca del horizonte de un color rosa que se ve hermoso.

Abre la puerta del auto y jala de mi mano como una invitación silenciosa a que la siga, las farolas de la calle están comenzando a encenderse, y la oscuridad a ganar su lugar en la bulliciosa ciudad.

No ha soltado mi mano, creo que es la primera vez que camino con una chica de la mano en mi vida.

No vamos lejos, vamos a un camino peatonal que hay cerca de allí donde hay un mercado artesanal, hay mucha gente caminando en todas direcciones, el clima es de alegría o tal vez solo soy yo.

Nos detenemos en medio de toda la gente, bajo un árbol de flores violetas que crece justo en medio del camino.

—¿Sabes? Solo me has mostrado que puedo confiar en ti —me dice parándose frente a mí.

Está muy cerca, tanto que puedo sentir su respiración.

Me siento nervioso, pero eso no me quita las increíbles ganas de besarla que me invaden de pronto.

Voy a hacerlo, pero ella se decide primero. Toma mi rostro por un lado y se para de puntitas dejando un corto y tierno beso inocente.

La tomo por la cintura y la acerco a mí, invitándola a volverlo más personal. En cuanto vuelve a juntar nuestros labios abro la boca para permitirle acceso, y el beso inocente deja de serlo.

Es cálido, lento, dulce y pasional. Pareciera que el bullicio de la gente a nuestro alrededor hubiera desaparecido, y la sensación que invade de pronto mi cuerpo es increíble.

Mis manos de en su cintura se vuelven un abrazo, como si necesitara tenerla más cerca.

Solo una cosa me queda clara con este beso, y es que Arianna y yo tenemos conexión.

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Hola Pollitos 🐣

Disculpen la falta de nota, solo diré que amo a Stéfano y creo que no soy la única.

Los quiero ❤️

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Besos, mil besitos 💋

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