Capítulo 32
S T É F A N O
Mi vuelo sale mañana. Es mi último día aquí, y aún no le he dicho a Luna que me iré. Aún queda gran parte del verano, pero los semestres allá son de otro modo, así que ya no puedo postergar más el viaje porque necesito al menos unos días para instalarme.
Ella lo sabe, yo sé que lo sabe y ella sabe qué sé que lo sabe; es solo que ninguno de los dos se ha atrevido a pronunciarlo en voz alta. Las últimas dos semanas fueron como un pequeño recuerdo de lo que fuimos; levantarnos tarde, hacer un desayuno combinado con el almuerzo, estudiar Historia un par de horas y luego jugar una carrera a la piscina. Por la tardecita, cuando el sol ya no quema, ir con los chicos al parque y patinar hasta que alguno se lastime y ya no quiera seguir, para después, por la noche, con una cena poco saludable, quedarnos toda la madrugada mirando series.
Extrañaré demasiado estos veranos, extrañaré a Luna, a mis primos, a mi hermana; extrañaré a mis amigos, a Park, a Ari, incluso extrañaré a Bastian, aunque nunca me cayó bien. Extrañaré esa certeza de que ningún día será malo, porque nos reiremos de cada una de nuestras desgracias.
Esta noche, después de bañarme por haber estado horas en la piscina celebrando que por fin aprobé el examen de historia, observo las maletas acomodadas en mi habitación y no puedo evitar llenarme de nostalgia.
Todo esto continuará sin mí.
Ellos seguirán peleando cada noche por el sabor de helado que pedirán, seguirán yendo a patinar al parque y competirán por quién elige la próxima serie. Mis primos pequeños crecerán lejos de mí, la distancia hará lo suyo, y en cuanto regrese ya no seré parte de sus vidas.
Me duele eso, amo a esos dos enanos como si fueran mis hermanitos, amaría estar aquí cuando me necesiten, pero no puedo...
Ahora sí, entiendo la diferencia entre "no quiero" y "no puedo".
Mañana me harán un almuerzo de despedida con toda la familia, pero hoy, en esta última noche, tengo algo muy importante que hacer.
Ella golpea mi puerta antes de que yo pueda ir a buscarla, trae tanta nostalgia en su mirada como yo, ni siquiera sabemos qué decir, ninguna palabra sería suficiente.
—Me preguntaba si... —Su voz sale extraña, como si intentara sonar natural pero no pudiera conseguirlo—. Me preguntaba si querías hacer algo esta noche, los dos, solos.
—Claro, yo... te iba a proponer lo mismo —aseguro poniéndome de pie.
Ambos ignoramos por completo el hecho de que todas mis cosas están metidas en las maletas frente a nosotros, es una noche más, como si miles de kilómetros no fueran a separarnos mañana.
—¿Tienes algún plan?
—Podríamos ir al río, a mirar las estrellas.
—¿Al muelle? —Sonríe mientras salimos de la habitación.
—No, por el otro lado, que se puede entrar con los autos.
—Iré por helado —Deja un beso en mi mejilla y sale corriendo, yo tengo otra cosa que hacer mientras me voy preparando mentalmente para lo que tengo por decir.
Ella ya lo sabe, y yo sé que lo entiende, pero no puedo irme de aquí sin darle mis explicaciones.
Porque a pesar de sentir tristeza y nostalgia por lo que dejo atrás, esta es una decisión de la que estoy muy seguro.
Salgo al jardín, y cruzando diagonalmente el camino de la entrada llego a la puerta de la casa de mis tíos. Golpeo un par de veces, y me abre mi tío Dante, justo a la persona que esperaba ver.
—¿Me prestas tu camioneta? —le pido sin preámbulos.
—¿Mi camioneta? —pregunta extrañado.
Evidentemente tengo mi propio auto, igual que mis padres, por eso le resulta extraño mi pedido. Me decido por que la sinceridad sea mi mejor aliada, así que no pongo excusas.
—Hace un tiempo tuve un mal entendido con Luna, ella vio algo que la dañó y quería ocultarse de mí así que se fue al garaje y como siempre olvidas cerrar tu camioneta se escondió allí, el punto es que la encontré y tuvimos un momento muy b...
—De reconciliaciones, entendí, no quiero detalles —se apresura conteniendo la risa.
Se voltea para buscar las llaves y me las da sin más indicaciones.
—Espero las despedidas sean igual de buenas, cuídate.
—Gracias —murmuro, llevando mi mirada dentro de la casa con curiosidad.
—Está en su habitación —se adelanta a mi pregunta—, no quiere hablar ni siquiera con nosotros, mejor démosle su espacio.
Ciro está enojado por mi decisión, no quiere que me vaya, no entiende por qué tengo que hacerlo. Es lógico, tiene doce años y soy su mejor amigo, él también es el mío, lo voy a extrañar muchísimo.
Su respuesta fue simple, "si no quieres irte, no te vayas". Tal vez lo entiendo porque a su edad todos pensamos igual, que con querer algo basta para tenerlo, y no, cuando creces y descubres que no es así todo se vuelve más difícil.
Tal vez su enojo sea su forma de canalizar el dolor, y aunque ha estado pasando tiempo con nosotros cuando estamos todos, me está evitando el resto del tiempo.
—Dile que lo quiero mucho —pido, sintiendo como ese gran nudo que llevo en el pecho pesa incluso un poco más.
Así duele crecer, así duele tomar las decisiones que apuntan a nuestro bienestar, más allá de los deseos.
Camino hacia el garaje cuando Luna me alcanza, se ha convencido de abandonar la melancolía y se comporta muy alegre, su sonrisa siempre ha sido como un puente hacia la mía, y hoy no será la excepción.
Al pasar por el depósito tomo algunas mantas y almohadones, ella no cuestiona, toma algunas más y me sigue dentro.
—¿No vamos en tu auto? —pregunta al ver que lo pasamos de largo.
—Pensé que sería lindo... —explico señalando la camioneta.
—Lo es.
Abro la puerta de atrás y tiramos las mantas dentro, rodeamos la camioneta uno por cada lado y subimos en silencio.
Tampoco hablamos en el trayecto, las palabras están atoradas, ninguno es capaz de mantener una conversación casual.
Analizar cómo llegamos a esto es muy complejo, y aunque sé que la culpa jamás es de uno solo porque las relaciones son de dos, puedo hacerme responsable de la parte que me toca, que es la más grande. Puedo resumir todo en solo tres palabras: no estaba listo.
De hecho, aun no lo estoy, y por eso me voy.
Amar cuando estas roto genera mucho dolor, amar cuando no sabes quién eres es condicionar a la otra persona a que acepte cada una de las versiones de prueba, estando a ciegas por no saber cual de todos será el definitivo.
Soy consciente de que la vida es un aprendizaje constante, que jamás definiré por completo quién soy, porque eso sería dejar de crecer; pero esto es diferente, porque yo no sé nada, no hay nada que permanezca constante en mí, no hay esencia, no hay algo a lo que aferrarse mientras todas las demás cosas cambian, lo único a lo que me aferraba era a mi amor por ella, y aunque duela aceptarlo, ese fue mi mayor error.
Le daba a ella un lugar más importante en mi vida que el mío propio, cada cosa que ella hacía o decía era un condicionante absoluto para mi estado emocional, y no es justo, no es justo para ella llevar esa carga, ni es justo para mí depender de ese modo de algo que no puedo controlar.
Por eso me voy, porque quiero independencia real, quiero estar solo, porque si no tengo a nadie a quién seguir no me va a quedar más opción que comenzar a seguirme a mí mismo.
Llegamos, hay algunos autos pero están bastante lejos, estaciono la camioneta al revés buscando que si abrimos la puerta de atrás podamos ver el río desde adentro.
Acomodamos todo en silencio, estoy poniendo las últimas almohadas cuando ella se detiene de golpe y lleva las manos a su rostro para cubrirlo.
—Lo siento —murmura con una voz apenas audible—. Quería que fuera una noche bonita, pero tengo tantas ganas de llorar...
—Lloremos juntos —propongo arrodillándome frente a ella.
Levanta su rostro poniendo sus ojos en mí, llenos de lágrimas y tristeza, rompiéndome el corazón una vez más por habernos hecho tanto daño.
—Duele... —confiesa abrazándome con fuerza— Y lo que más duele es saber que es lo correcto, que ninguno de los dos hará nada para impedirlo porque así tiene que ser.
—Perdón —es todo lo que logro decir.
—Perdón... —repite ella alejándose otra vez.
—Quiero explicarte... —Intento hablar pero ella me interrumpe.
—No es necesario, lo entiendo.
—Igual quiero, porque ahora lo entiendes, pero luego estaremos lejos, y el cerebro que siempre quiere controlar lo que sentimos te hará creer que entendiste mal, y sacar mil conclusiones equivocadas sobre cómo no te amo.
Ella se ríe, sabe que la conozco bien, sabe que sé lo que siente y lo que sentirá.
—Tienes razón, aunque me gustaría pasar la noche simplemente recordando momentos felices, creo que para cerrar algo es necesario que no queden pendientes.
Cerrar algo, eso estamos haciendo, poniéndole un punto final y definitivo a nuestra relación.
No me atrevería a decir que a nuestro amor, ese nunca se va a acabar.
Y tampoco puedo asegurar que sea definitivo, a veces la vida tiene sus vueltas y tal vez nos encontremos en otro momento, siendo otros que sí se pueden amar sin destruirse.
Sin embargo, no voy a especular con eso, para mí este es el punto final.
—Para explicarte lo que entendí, tengo que volver al inicio de todo esto.
—¿A cuando me dijiste que me amabas?
—No, a cuando todo empezó a cambiar...
Ella asiente, comprendiendo a dónde quiero llegar.
—Ari —afirma acomodándose a mi lado, dispuesta a escuchar todo lo que tenga para decir.
Usamos las almohadas para recostarnos en la parte de atrás, por unos segundos lo único que se oye es el leve movimiento del agua del río.
—Ella me invitó a salir, y yo no acepté porque estaba enamorado de ti. Entonces llegó Isa, y llegaste tú, y ambas me dijeron que debía aceptar.
—Recuerdo eso, sin embargo no lo hice a consciencia de que me dolería, ni de que complicaría tanto las cosas; solo pensé que te estaba impulsando a arriesgarte un poco —se justifica, aunque en realidad no es necesario porque no le estoy reclamando nada, solo le quiero explicar mi punto.
—Lo sé, y por eso acepté salir con ella. Entonces tú te pusiste celosa y todo comenzó a confundirse, para ese momento ni siquiera había besado a Arianna, y creí que lo mejor era terminar todo porque yo aún estaba enamorado de ti, no quería lastimar a Ari mientras no me aclaraba yo.
—Pero... —continúa a sabiendas de que eso no fue lo que pasó.
—Mi hermana dijo que los adolescentes hacían eso, que no debía ser tan estructurado, que podía salir con Ari sin compromisos y nadie saldría herido. Y lo hice... y aunque había algo dentro de mí que me alertaba todo el tiempo y yo intentaba dejarle claro a Ari que no iba a enamorarme; igual ella comenzó a confundir las cosas, pasábamos juntos todo el tiempo, teníamos mucho sexo, y ya, creo que eso bastaba para que ella pensara que estábamos juntos, aunque nunca lo dije, yo realmente seguía muy confundido, creo que estaba considerando intentar que las cosas funcionaran de otro modo con ella.
—¿Y por qué no lo hiciste? Digo, para ese entonces yo estaba bastante distanciada de ti porque no quería intervenir, tú fuiste quien... —se detiene antes de terminar la frase, como si mágicamente comprendiera todo— Alguien te lo dijo, ¿verdad?
—Ámbar, obviamente ella pensaba que estaba haciendo lo mejor para los dos porque nosotros no podíamos comunicarnos. Ella dijo que yo te gustaba, y que estabas mal por verme con Ari. Me impulsó a subir las escaleras y decirte que te amaba, y lo hice.
—Creo que ya comprendo... —Sus ojos se pierden en la noche mientras lo dice.
—Luego tú dijiste que no podía decirle a Ari que estábamos juntos, yo sabía que tenía que hacerlo, que luego sería peor... Y aún sabiendo que estabas equivocada hice lo que tú querías, porque ese es mi problema, jamás me escucho, nunca...
—Nunca fueron tus decisiones —completa ella.
—En realidad sí, es mi decisión seguir las indicaciones de otros, incluso ahora, cuando te fuiste. Yo estaba triste, pasaron algunas semanas en las que solo podía llorar y estar enojado con todos, entonces mi familia dijo que ya no debía llorar por ti, que debía seguir con mi vida como tú lo hacías, salir, divertirme y... yo solo quería llorar, debí haber hecho lo que yo quería hacer.
—Pero si ya lo entiendes, ¿entonces por qué te vas?
Su vocecita rota en el final hace que mis ojos se llenen de lágrimas.
—Porque si ahora, tú me ves con esos ojitos y me pides que me quede... Yo sé que lo haré, aún estando seguro de que debo irme.
—No te pediré que te quedes.
—Lo sé, porque de verdad me amas.
—Muchísimo —concluye con lo que queda de su voz, hundiendo su rostro en mi pecho para poder llorar.
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Maratón final 1/3
Dedicado a maria_isa_0907 ♥
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