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Capítulo 3

S T É F A N O

—Pues ya ves que no lo soy —respondo recostándome en el sofá para marcar un poco la distancia.

¿Cuál distancia? No hay distancia, está sentada sobre mí.

—Estoy muy triste —dice un dramático chico sentándose junto a nosotros—. Mi mejor amigo tiene novia, ya no es él.

No puedo recordar su nombre, va en mi clase y todos lo llaman Chino. Creo que ni siquiera es chino, tal vez coreano, o alguno de sus padres lo es.

—Ya lo perdimos... —murmura Ari siguiendo el drama de su amigo y mirando a un chico besuquearse con su novia en otro sofá.

—¿Tú qué piensas, Stéfano? —me pregunta poniendo un vaso en mi mano— ¿Amigos o amor? ¿Qué va primero?

No tengo ninguna de las dos, o bueno, mi mejor amiga es también mi amor, pero teniendo en cuenta que no se lo he dicho por preservar la amistad, supongo que eso va primero.

—Amigos, sin dudas.

Le doy un trago a lo que sea que me dio, pensando en que ahora tendré que llamar a Ámbar para que nos recoja sin decirle a mi papá.

—Tú sí sabes —dice y me da un golpe amistoso en el hombro.

—Aunque supongo que no habría por qué escoger ¿Por qué no está aquí, con su novia? 

Los ojos del chico van a Arianna para que me dé la respuesta que supongo que ambos saben.

—Porque a la niña no le caigo bien, y dijo que si yo estaría aquí no hablaría con nosotros.

Podría preguntar por qué, pero la verdad es que no me importa y odio hacer preguntas innecesarias solo por sostener una conversación.

Desde el punto de vista que ellos lo cuentan, el chico es un idiota. Pero supongo que desde el punto de vista del chico las cosas se verán de otro modo.

—Park, ¿Dónde está Pauli?

Park, ese era su nombre, sabía que era parecido a Patrik, pero no era. Soy muy malo recordando nombres y rostros, probablemente lo olvide nuevamente.

—Con Fernando.

Fernando, el idiota que le envío los mensajes a Luna, está aquí y lo encontraré.

—¿Dónde está el baño? —pregunto apoyando mi mano levemente sobre la pierna de Arianna para que me deje salir.

Siendo muy sincero, mi experiencia con las chicas es muy insignificante, no tengo ni idea de cómo comportarme con ella.

No sé si estoy siendo frío, o grosero, o si estoy haciendo lo esperado. Ni siquiera tengo idea de qué pretende ella conmigo, pero algo me dice que tal vez le gusto.

¿Por qué? No tengo idea.

—Bajo la escalera —responde Park al tiempo que Ari se baja de mis piernas y se sienta a mi lado.

—Regreso en un minuto.

Camino dentro de la casa, escaneo a las que personas en el jardín rápidamente pero no veo al idiota por ningún lado, y tampoco a Paulina, así que supongo que estarán juntos en algún sitio.

¿Qué le diré? No lo sé, pero no pasaré por alto lo que les hizo a las chicas, no es solo por Luna, también es por Ámbar y porque pelearon por su culpa. Y porque si hay algo que sí comparto con mi familia es la necesidad de proteger a los míos.

Voy caminando hacia el baño cuando los veo bajar las escaleras, no hay que ser muy genio para saber qué es lo hacían arriba, y más allá de la chica que está en toda su libertad de acostarse con un imbécil, aunque obviamente merece algo mejor, me da asco que este imbécil haya tocado a mi prima.

Lo quiero golpear.

No debería, tal vez pierda porque me saca varios años, como cuatro o cinco. Aunque tampoco se ve tan grande o fuerte, solo un imbécil con cara bonita y repleto de mentiras para decirle a las ingenuas.

—¿Puedo hablar contigo un momento? —pregunto con seriedad señalando la puerta que da a la entrada de la casa.

Él asiente, le da un beso a la chica y me sigue afuera con actitud arrogante.

—¿Qué quieres? —pregunta cruzando los brazos sobre su pecho.

—¿Sabes quién soy? —Le muestro exactamente la misma actitud desafiante que él a mí. 

—Claro que sí, Romano. Habla y deja los rodeos.

Me está fastidiando su actitud, y mi carácter no es afable así que solo actúo por instinto.

—Oh, es que no vengo a hablar.

Le doy una sonrisa irónica justo un segundo antes de estrellar mi puño contra su rostro, haciendo que tambalee hacia atrás, pero logrando estabilizarse antes de caer.

—Dime cuantas mentiras te dijo esa zorra —dice escupiendo hacia un lado para luego tocar su labio y mirar la sangre en sus dedos—, primero Ámbar le cree sus mentiras, y ahora tú, parece que compiten por ver cuál de todos es más estúpido.

Él está hablando de Luna.

Él está llamando zorra a Luna.

El imbécil está muerto.

Se prepara para defenderse esta vez, pero demasiado tarde, en cuanto intenta levantar sus brazos ya tiene mi puño en su rostro otra vez, esta sí cae al suelo y en un segundo me tiene sobre él golpeándolo nuevamente.

Alcanza a darme un solo golpe desde el suelo, siento el calor doloroso de un labio roto, pero eso no me detiene, lo que lo hace son dos manos sobre mis hombros que me jalan hacia atrás.

—¡Repítelo! —le grito sin mirar a quien sea que me está apartando mientras alguien lo ayuda a levantarse.

—¡Estás loco! —me acusa el imbécil.

—No, tú lo estás si piensas que puedes meterte con mi familia —habla la voz de mi hermana que lo empuja a un lado tirando su abrigo en el suelo—. Ahora lárgate, o tendrás problemas más graves.

Hay dos chicos conmigo, me agarraron entre los dos para separar la pelea, Park y Pablo.

—¿Estás bien? —pregunta Pablo regresando junto a mi hermana.

—Sí, lamento la escena y gracias —respondo volviendo a pasar la mano por mi labio.

—Está bien, es un imbécil, se lo merecía. —Pasa su brazo por la cintura de mi hermana y, aunque lo que se me hace incómodo, no estoy en condiciones de decir nada.

Ella me da una mirada tierna, sabe por qué lo hice y jamás me lo reclamaría. Nos entendemos solo con una mirada, ella habla y yo respondo, la mayoría de las veces no nos hacen falta las palabras.

"¿De verdad estás bien?"

"Sí, tranquila."

Me da una sonrisa y regresa adentro con el próximo chico al que le romperá el corazón, lo cual es una pena, Pablo me cae bien.

—Eres bueno, pero podría darte algunos consejos para que esto no ocurra —dice Park señalando mi mano heridas.

Tampoco está tan mal, más bien roja y solo uno de los nudillos tiene una pequeña herida, aunque mi mamá seguro lo note y tendré que darle una buena excusa y aun así probablemente tendremos una conversación de cuatro horas sobre métodos no violentos de resolver los problemas.

—No suelo meterme en peleas, tenía un buen motivo.

—No lo dudo, pero es bueno saber defenderse —continúa hablando con naturalidad mientras intento calmarme un poco—. No hablo de artes marciales, la gente suele pensar que como mis ojos son rasgados soy un samurái o algo así, pero lo mío es mas bien el boxeo. 

—Me gusta el boxeo.

Es verdad, mi papá y yo lo volvimos parte de nuestro entrenamiento, lo cual hizo que pudiera golpear a este idiota ahora, pero en cuanto sepa que lo estoy utilizando fuera del entrenamiento tendré que olvidarme de eso.

—Pero debes elegir mejor tus peleas, los cobardes no son buenos contrincantes.

La verdad es que tiene razón, apenas se defendió y se fue en cuanto tuvo la oportunidad. Nunca diría que alguien es cobarde por no querer pelear, pero si tiene la valentía para insultar a Luna en mi rostro debería tener la valentía para defenderse luego de eso.

—Tienes razón —coincido dándole una sonrisa—. Y tú debes elegir mejor tus batallas.

—¿A qué te refieres? —pregunta confundido.

—A tu amigo. ¿Cuánto hace que sale con esa chica?

Él suspira y deja su mirada perderse en la oscuridad del jardín.

—Una semana, tal vez...

—No sé mucho de relaciones, pero supongo que se encuentra en un momento de felicidad absoluta y devoción, en la que hará lo que sea por hacerla feliz porque eso lo hace feliz a él. Luego de algunos días las cosas se estabilizarán, tomará la confianza para decirle lo que piensa y estará aquí de regreso. Y tú, si es tu mejor amigo como dices, deberías entender que las cosas han cambiado para él y tener paciencia hasta que logre encontrar el equilibrio.

Se queda mirándome fijamente por varios segundos, tal vez hablé demasiado, pero dije lo que pienso y eso es algo que por lo general no puedo ocultar cuando me decido por hablar.

—Tienes razón... —acepta asintiendo lentamente— Tal vez estoy siendo un poco egoísta.

—O también puede ser que tu amigo sea un dominado y no regrese jamás —contrapongo con una sonrisa esta vez.

—El problema en ese caso es... ¿con quién demonios voy a jugar videojuegos?

Los dos nos reímos, me cae bien, no sé por qué nunca he hablado con él antes, pero me arrepiento.

Hace una seña para que entremos y lo sigo, pensaba irme pero creo que podría quedarme un rato más.

—Conmigo —ofrezco sinceramente—, te caerá bien mi primo. Tiene doce años, y más éxito con las chicas que yo, aunque eso no es muy difícil de superar...

Park se ríe ruidosamente, y luego se frena al ver que yo no me estoy riendo.

—¿Hablas en serio? —pregunta sorprendido.

Me encojo de hombros y asiento.

—Claro.

Me toma por el hombro para voltearme y señala a una chica que está a varios metros, y luego a otra, y a otra mientras las cuenta.

—Una, dos, tres, cuatro, cinco. Cinco chicas te están mirando ahora mismo, creo que debes abrir un poco más los ojos.

—No me miran a mí —contradigo—, te miran a ti. Pareces el protagonista de una de las series coreanas que mira mi primita.

Él abre sus ojos sorprendido y formando una O con sus labios.

—Tal vez... tal vez nos miran a los dos.

Es la segunda vez que me hace reír en unos minutos, y considerando que esa no es una misión fácil tiene mucho mérito.

—Deberíamos salir juntos, a mojar bragas y romper corazones —agrega riendo conmigo.

—¿Qué te pasó? —pregunta Arianna llevando su pulgar a mi rostro para elevarlo y ver mi herida mejor.

—Fernando —responde Park, como si simplemente mencionar su nombre fuera explicación a todo.

—Oh... —murmura ella— Ven al baño, déjame ayudarte.

Me toma de la mano y me lleva escaleras arriba, conoce bien la casa, es de su mejor amiga y seguro el baño de arriba es mas espacioso y tiene un botiquín.

Luego de buscar algodón y alcohol en una cajita se sienta sobre la encimera y me atrae a ella jalando mi camisa, dejándome muy cerca. Sus ojos miran directamente mi boca y comienza a limpiar la sangre con el algodón mientras habla.

—¿Cuál es tu problema con Fernando? —pregunta muy concentrada.

—Estaba defendiendo a mi prima.

—Entiendo, es un imbécil, odio que Paulina caiga cada vez que la llama. Me paso semanas enteras convenciéndola de que merece a alguien mejor, que es hermosa, que vale mucho más de lo que piensa, para que luego llegue este imbécil y ella caiga otra vez.

Toca con el alcohol directo en la herida y entrecierro mis ojos con un pequeño quejido.

—Lo siento... —dice muy bajito y sus mejillas se ponen rosa.

—No, yo lo siento por desaparecer.

Levanta su cabeza y me siento nervioso por lo cerca que está, aun así, no me quiero alejar.

—Pensé que te habías ido —confiesa con una sonrisa un poco triste.

—¿Por qué me iría?

Sus ojos bajan otra vez a mi boca y pasa su pulgar lentamente por debajo, haciendo el algodón a un lado.

—Porque tal vez no te intereso y solo estás aquí porque te presioné demasiado.

La estoy haciendo sentir insegura, no me gusta eso, sé cómo se siente la inseguridad y odio verla en sus ojos. Más aún sabiendo que lo provoqué yo con mi inexperiencia.

—Estoy aquí porque quiero estar aquí, y discúlpame si sientes que estoy siendo frío, pero así soy.

—Lo sé, y así me gustas —responde muy casualmente logrando ponerme muy nervioso. Deja un beso en mi mejilla y se baja de la encimera con mucha energía, como intentando cambiar el clima extraño que se generó—. ¿Bailarás conmigo? ¿O también eres frío para eso?

—Lo puedo intentar... —respondo con una sonrisa y me dejo arrastrar por ella escaleras abajo.

No pensé que en una fiesta podía divertirme tanto, Park no ha dejado de decir estupideces y hacerme reír, Arianna es exactamente lo contrario a lo que yo imaginaba, es divertida, sencilla, abierta y me hace sentir en confianza, y los otros chicos también me caen bien. Tal vez todos tenían razón cuando me insistían en que me estaba perdiendo de cosas buenas, tal vez mi abuelo tenía razón cuando me decía que la vida es lo que pasa mientras esperas que algo pase.

Tal vez, es muy probable, que lo que esperaba que pase en realidad nunca pasará.

———————

L U N A

Como a las seis de la mañana Stefano llamó a Ámbar para que tome un taxi y luego conduzca el auto de Noah hasta aquí. Obviamente iré con ella, y también Ciro, su primo pequeño que ya estaba despierto y nos vio pasar.

—¿Stéfano fue a una fiesta? —pregunta sin ocultar la sorpresa en su voz— ¿Y se quedó allí más de quince minutos? Esto tiene que ser registrado.

Saca su teléfono para tomarle una foto en cuando estamos llegando, él sale de la casa en la que fue la fiesta con Ariana cargada en su espalda, ambos se ríen, parece que no les fue difícil entenderse.

Está bien, algún día tenía que pasar. Es inteligente, leal, directo, sincero y está re bueno, solo era cuestión de que una chica con agallas lo tomara de la mano y lo obligara a salir al mundo. Y al parecer esa chica es Arianna.

Tendré que amigarme con la idea, aunque no me guste, lo mucho que quiero y necesito a ese chico en mi vida tendrán que servir como impulso para quererla a ella también, si es que él la elige.

Lo que no entiendo es por qué si sé que lo que está sucediendo es bueno, no puedo evitar sentirme triste al verlos así.

Tanto que quiero llorar.

Sin embargo, me trago el cóctel de emociones contradictorias y bajo del taxi para caminar hacia ellos.

—¿Qué haces aquí, enano? —pregunta Stéfano a Ciro pasando una mano por su cabello.

—Tenía que ver esto —se burla el pequeño dándole una mirada a su primo que obviamente tiene alguna copa de más.

Isabella también sale de la casa y se despide de un chico muy lindo con un efusivo beso antes de caminar hacia nosotros.

—¿Nos vamos? —pregunta frotando sus ojos.

—Adiós, bonita —saluda Stéfano a la chica dejando una caricia en su mejilla.

Agh, esto es incómodo, no quiero verlos besarse así que me volteo antes de que lo hagan y camino hacia el auto de Noah que está estacionado más adelante.

Isabella se duerme sobre el hombro de su hermano en cuanto nos subimos al auto, quisiera hacer lo mismo, estoy cansada y Stéfano siempre es cómodo, pero para mi desgracia me senté adelante.

—Es linda —le dice Ciro a Stéfano hablando de la chica— ¿Te gusta?

—Pensé que no, pero ahora creo que sí —responde con mucha sinceridad.

Ciro se ríe meneando la cabeza como si él fuera el mayor en realidad.

—¿Crees que tenga una hermanita?

—¿Tú no tenías novia? —pregunta Stéfano en tono inquisitivo.

—Tenía, se puso demasiado intensa.

Suelto una risita baja, no me imagino qué puede significar eso a los doce años, pero a mi edad, significa que tengo catorce llamadas perdidas de Thiago.

Saco mi teléfono para enviarle un mensaje y decirle que estoy bien, que me quedé dormida, pero las palabras que escucho en el asiento de atrás me regresan las ganas de llorar en solo un instante y salen de la boca de mi mejor amigo.

—Pues tal vez, yo tenga una pronto.

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Hola Pollitos 🐣

¿Que tal están? Yo bien, Luna parece que no tanto.

A Ari le va mejor 🤭

Dejen su amor aquí para el pequeño galancito, Ciro ❤️

Los quiero, gracias por tanto apoyo en este comienzo.

Besos, mil besitos 💋

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