Capítulo 27
S T É F A N O
Negativo, ese fue el resultado de la prueba de embarazo de Ari y unos días después llegó su periodo con normalidad. El médico dijo que seguro era el estrés y obviamente nadie más que nosotros dos supo de esto.
Bueno, salvo por Luna, ella lo supo y fue la gota que rebalsó el vaso para que decidiera dejarme. Un vaso que llené yo con estupideces, y que si no era esa gota seguro era otra porque todo estaba a punto de estallar de todas formas.
No culpo a nadie, solo a mí y de todas formas sé que no lo hice intencionalmente.
Finalmente volvimos realidad nuestro mayor miedo, nos perdimos.
Perdí a mi mejor amiga por intentar tener una relación con ella, y soy consciente de que sea como sea jamás volveremos a ser los mismos.
Estoy demasiado triste, intento pensar en otras cosas y fallo constantemente, no dejo de traer a mi mente una y otra vez todo lo que hice mal, y me cuestiono cómo sería todo si hubiese sido más maduro.
La extraño, han pasado tres semanas y casi no hemos hablado, nos hemos enviado algunos mensajes para ver cómo está el otro, pero muy fríos y distantes.
La perdí, se rompió la confianza absoluta, y no hablo de que no confiemos uno en el otro, sino de la confianza de saber que puedes decir y hacer lo que sea frente al otro, esa que te permite ser tú mismo sin poner barreras, esos que habíamos sido siempre y que temíamos tanto perder.
Hoy la extraño especialmente, reprobé cuatro clases, ya di tres exámenes y los aprobé, ahora debería estar estudiando para el último de todos que es el más difícil, pero no hay forma de que pueda concentrarme en las palabras que leo una y otra vez sin lograr retener ni una; ella siempre me ayudaba a estudiar, porque cuando ella hablaba yo no podía mirar a otro sitio, ni escuchar otra cosa...
—Creo que hizo bien en dejarte —dice mi hermana mientras escribe un título con muchos colores y una letra perfectamente hegemónica—. No la quieres como deberías, vives para ella y eso no está bien.
No voy a responder a eso, no quiero hablar de Luna y mucho menos en presencia de mis padres.
Isabella reprobó seis clases de diez. Eso significa que no puede dar exámenes en la primera etapa, y que si quiere graduarse y poder ir a la universidad el próximo año tendrá que ir a la escuela de verano. Tiene más conocimientos que todo el resto de los alumnos de la clase juntos, ella es autodidacta y todo lo aprende sola, el problema fue que tiene demasiadas inasistencias porque aunque va al colegio todos los días, casi nunca entra a clases.
—No sé qué hicimos mal para que nos salgan tan burros —se queja mi madre que me ha estado ayudando a estudiar al igual que todos.
—No son burros, diría que son demasiado inteligentes —contrapone mi papá que aún está molesto con los dos—. Solo es que tienen demasiadas libertades y pocas exigencias, pero eso cambiará ahora.
—Deja de mentir... todos sabemos que no cambiará nada —se burla mamá volviendo a tomar el papel que dejó sobre la mesa recién— Ahora dime... ¿Cuáles fueron las consecuencias más importantes de la Segunda Guerra Mundial en América Latina?
—¿Qué? —pregunto porque, sinceramente, le presté atención nula a la pregunta.
—Está en la luna... —murmura mi papá.
—Literal —se burla Isabella.
—Las consecuencias... de la segunda guerra —repite ella pacientemente.
—La formación del FMI, también de la ONU y...
—En América Latina, hijo... —resopla mi papá por lo bajo.
—Destruyeron la organización de nuestros mercados tradicionales, nos hicieron romper relación con otros países, nos usaron para colocar bases militares en nuestro territorio...
Esto es en vano de todos modos, la profesora de Historia me odia, arrojé huevos a su casa y la dejé en ridículo frente al director, no importa lo que le diga, no aprobaré este examen jamás.
—No le hables como si tú hubieras estado allí, no te involucres, habla en tercera persona —indica mi hermana, que es muy buena en historia, tanto que nunca iba a las clases porque según ella sabía más que la profesora.
No lo dudo, no hace falta tanto para eso.
—¿Por qué nos esforzamos? —protesto alejando el cuaderno de mi vista— Solo me sé tres temas de seis, y el examen es mañana.
—Tal vez justo te preguntan esos tres, o tal vez antes de mañana logras aprender alguno más —Mi papá intenta motivarme, mi hermana solo rueda los ojos por mi actitud.
—Con la suerte que tengo seguro me preguntan solo el que no sé.
—¡Ya! —exclama mi mamá poniéndose de pie— No puedo verte así, ¿acaso no sabes quién eres tú?
—Stéfano, de hecho, ni siquiera sé por qué me llamaron así... es un nombre muy extraño al que todo el mundo le pone una E delante y tengo que estar corrigiéndolos constantemente...
Mi padre toma la mano de mi madre, buscando que sea más comprensiva, pero ella se ve bastante molesta así que él siente la necesidad de justificarme:
—Entiéndelo, es la primera vez que le rompen el corazón.
—¿Entender qué? —niega ella ignorando su pedido— ¿No ves que va por el mismo camino que Isabella? Hay que dejar de justificar tanto su dolor y sacarlos de allí, Noah, su felicidad no puede depender de que una chica lo elija o no.
—No es cualquier chica, Emma... Él la ama desde siempre.
—No existe desde siempre, un día nació el amor y así como nació puede morir, no puedo verlo así, llorando por todos los rincones mientras ella está cumpliendo todos sus sueños en Europa.
Mi padre arruga la frente haciéndose hacia atrás, Isabella y yo permanecemos en absoluto silencio observando su intercambio de ideas con curiosidad.
—Pensé que querías a Luna... —la cuestiona él.
—La adoro, es mi sobrina y tendrá mi apoyo siempre; pero Stéfano es mi hijo, no necesito dejar en claro cuáles son mis prioridades.
—No necesitas tomar postura, mamá... —intervengo sintiéndome un poco incómodo.
—No está tomando postura —opina mi hermana—, es que estás hecho un idiota. Recién comenzabas a tener una vida normal y ahora la detuviste por ella, hace semanas que no ves a tus amigos, ni siquiera fuiste a la graduación, ¿esto aspiras a ser en la vida? ¿simplemente el novio de Luna?
No pues, si lo que me molesta es que tienen razón. El problema es que no puedo sentirme de otro modo, no puedo dejar de estar triste, no puedo dejar de pensar en ella y en cómo se sentirá, qué estará haciendo, si me extraña o no...
—Mejor me tomo un respiro... —murmuro alejando los libros y poniéndome de pie.
—Te escapas... —me acusa Isabella, está muy molesta conmigo y ni siquiera sé por qué.
—Sí, ¿acaso no me preguntaban quién soy? Pues esto soy, un cobarde que huye de todo porque no tiene idea de quién es ni de qué mierda quiere para su vida.
—¡No! —me desafía Isabella— Tú eres un Romano, y un Dupont. Tú no lloras por las personas, las personas lloran por ti.
—¡Pues me vale el apellido! No soy un Romano, nunca lo he sido, no soy perfectamente arrogante como ustedes, no me da placer saber que alguien llora por mí, prefiero ser yo el que llora y pasar por imbécil. La única vez que me dejé llevar un poquito por mis genes terminé perdiendo al amor de mi vida, así que vete a la mierda, tú y todos tus tontos discursos que ni tú misma te crees, porque aunque te hagas la dura aquí todos sabemos que tú eres la que más llora de todos nosotros.
—¡Mi novio se murió, imbécil! ¿Acaso te estás comparando conmigo porque tu tonta historia de amor de dos semanas no funcionó? —Ella también se puso de pie, y sus ojos comienzan a ponerse brillosos—. ¡Y sí! Lloro todas las noches antes de dormir, no puedo sacarme el dolor del pecho, a veces lloro tanto que siento que no puedo respirar; pero al otro día me levanto con una sonrisa y sigo buscándole un sentido a mi vida, sigo buscando algo que me motive a seguir adelante; así que no te compares conmigo, porque yo después de ver morir a mi amor sigo luchando todos los días con mis demonios, y tú te has paralizado por completo solo porque Luna te pidió un tiempo, idiota...
Se deja caer en la silla otra vez, mi papá se acerca para abrazarla pero ella lo quita, siempre es igual y no hay forma de que esté bien.
—¡Pues discúlpame por no esconderme para estar triste! Así me siento, y me paso por el culo tu necesidad de que te muestre una sonrisa falsa porque tú has sufrido más que todos, me duele, estoy mal y no voy a fingir lo contrario.
—No es el modo de hablar de estos temas... —va a intervenir mi papá, pero mamá lo interrumpe:
—Déjalos... es como les sale.
—Da igual, ya me voy... No los torturaré más con mi cara de desgracia, me iré a sufrir en silencio como se supone que debemos hacer los Romano.
—Hijo... —me llama mi papá, pero no volteo, estoy molesto y sé bien que diré más cosas de las que luego me arrepentiré.
Subo las escaleras con la intención de ir a mi habitación, pero Arianna me intercepta a mitad de camino.
—Stef... iremos con los chicos a...
—No, no quiero —me apresuro a responder antes de que termine, sin siquiera detenerme a mirarla.
—Pensé que tal vez te haría bien salir un poco y...
—¡Que no! —exclamo volteando fastidiado.
—No me grites —me dice en voz baja pero sonando muy firme.
—No te estoy gritando...
Ella no se muestra nada intimidada, en realidad está molesta conmigo como todo el mundo.
—Sí, me estás hablando mal como haces con todos, pero ¿sabes qué? ¡Me importa una mierda! Tú te lo pierdes, como te pierdes de todo lo bueno, si sigues así terminarás quedándote solo.
Ya estoy solo, y no me sorprende para nada en realidad.
—Discúlpame ¿Sí? Acabo de pelear con mi hermana y justo apareciste tú, pero no es tu culpa.
—No te estoy tirando onda —aclara sonando muy segura—, ya no te veo de esa forma, solo es que los chicos han estado preguntando por ti y quería que salgas un poco de tu burbuja.
—No puedo, tengo un examen mañana... tal vez la próxima.
Sin decir más nada voy a mi habitación por fin, ni siquiera sé a qué, porque definitivamente no puedo poner mi cabeza en estudiar ahora. Apenas me siento en la cama me llega un mensaje que hace que me incorpore en un instante.
Es ella.
Luni – en línea
¿Hacemos videollamada?
¿Qué? ¿Ahora? ¿Ya mismito? No estoy listo, ni siquiera sé que emoción predomina en mí, soy un caos. De todas formas no la quiero rechazar, así que tomo aire y voy por mi computadora.
Me doy una mirada en el espejo, siempre voy despeinado pero hoy es una absoluta exageración, así que luego de responderle que sí voy al armario por una gorra y me la pongo con la visera hacia atrás dejando que mis rebeldes cabellos escapen por delante.
Ya me está llamando, hace semanas que no escucho su voz, estoy nervioso.
La pantalla tarda unos segundos en cargar, y entonces la veo, más hermosa de lo que la recordaba.
Trae el cabello muy lacio y suelto, cae a los lados de su rostro que ahora está recostando en una de sus manos. Sus ojos traen maquillaje oscuro, lo que los hace lucir cien veces más azules e intensos.
Sonríe, y al instante yo lo hago también.
—¿Cómo estás? —pregunta tímidamente.
—Bien... —miento sin convicción— Estás hermosa.
—Ah, sí... perdón por esto. —Hace un ademán señalando su rostro— Estoy en medio de una sesión, me dieron unos minutos mientras arreglaban otro set y aproveché a llamarte porque no dejabas de rondar mi cabeza.
Qué curioso, ella no ha dejado de rondar la mía ni por un instante.
—¿Cómo va todo? ¿Te estás divirtiendo? —pregunto intentando dejar de lado la incomodidad.
—Mas o menos, me estoy divirtiendo en las galas y recorriendo Milán, pero el trabajo está siendo difícil. Las chicas son muy competitivas, el representante de la empresa controla todo lo que comemos para que no subamos de peso, no me dejan comer nada, aunque he hecho un poco de trampa y me he llevado una desilusión, ¿Sabías que en Milán no hay milanesas?
Me río por su carita de decepción, va por la vida como una mujer adulta y madura, y luego, cuando solo somos ella y yo, es como una niña pequeña.
—¿Qué? ¿Cómo que no hay milanesas? —me sorprendo realmente, es una revelación inesperada.
—No, tienen algo similar que se llama Costoletta alla Milanese, pero no sabe igual, y tiene huesos porque es literal una costilla empanizada.
—Te esperaré con milanesas cuando regreses —prometo con una sonrisa.
—¿Tú cocinarás? —cuestiona mostrando incredulidad.
—No, yo no, el tío Liam, pero yo también las comeré.
Luna se ríe, y no se hacen una idea de cuanto extrañaba ese sonido. Es extraño que esté tan lejos, jamás nos habíamos separado por tanto tiempo.
—¿Qué hay de ti? ¿Qué haces? Ámbar dijo que aprobaste tres exámenes.
—Sí, mañana era el último pero no iré, lo dejaré para la próxima etapa porque no pude poner mi cabeza allí.
—Aprobar tres de cuatro en el primer intento me parece bien, seguro que si te concentras solo en Historia será más fácil para la próxima.
Claro que lo será, el problema es que no puedo inscribirme en la universidad hasta que no la apruebe y eso dejaría muy poco margen de diferencia, si lo repruebo en la próxima perderé un año sin hacer nada por no haber podido inscribirme a tiempo.
—Te extraño... —confieso dejando de lado los rodeos.
—También te extraño, Toti.
—¿Sí? Porque apenas hemos hablado, entiendo que ya no seamos pareja, pero aún eres mi mejor amiga.
Ella resopla por lo bajo, corriendo la mirada de la pantalla.
—No es tan fácil para mí como me gustaría que fuera.
—En realidad, sí lo es. ¿Me extrañas? Me llamas. ¿Me quieres? Me lo dices. ¿Ya no me quieres? También me lo dices.
—Yo te amo, eso no está en duda... es que...
No puede terminar porque un chico entra en su camarín, su rostro se me hace conocido pero no puedo recordar de dónde ni aunque me esfuerce.
—¡Bombón! Ya es hora, te están esperando.
Todo en la situación me fastidia. Primero: ¿por qué no golpeó la puerta? ¿No se supone que allí es donde ella se cambia? Segundo: ¿Por qué le dijo bombón? Y tercero: ¿De dónde salen esas confianzas?
—Luego hablamos, Stef —dice ella, claramente afectada— Él es Benja, ¿lo recuerdas?
—No —respondo de forma seca.
—Él es el maqui...
—No me interesa, veo que estás muy bien... —la interrumpo buscando terminar con la llamada de una vez.
—Y yo veo que no has madurado ni un poquito —responde mostrando mucha molestia con la situación.
—¿Cuánto puede madurar una persona en tres semanas?
—Al parecer incluso has retrocedido...
El chico piensa que puede opinar, así que también se decide por hablar.
—No es como crees, Stéfano...
—No estoy creyendo nada, y nadie te pidió opinión.
—No le hables así, él no tiene nada que ver —me increpa ella de forma grosera.
—¿Lo vas a defender?
—¡Claro que lo voy a defender! Es mi amigo, él y su novio me han tratado como familia desde que llegué aquí, así que en lugar de comportarte como un niñito celoso deberías estar contento de que no esté sola.
Bien, ¿quedé como un idiota? Sí, evidentemente ella tiene razón y no estoy listo para ningún tipo de relación.
A pesar de saber que ellos no están juntos no puedo dejar de estar enojado, todo dentro de mí es caótico, conflictivo y ni siquiera puedo pensar con claridad.
—¡Pues perdóname por ser inmaduro! Perdóname por no madurar a tu antojo, soy esto, si no me quieres así mejor ya no volvamos a hablar.
No le doy tiempo a responder y cierro la computadora con fuerza.
Estoy tan... molesto, furioso, cansado, harto, confuso...
Siento que todo el carácter rebelde que no he tenido en mi vida ha estallado justo ahora, y cualquier decisión que tome será incorrecta.
Nunca seré lo que ella espera, y no me quedaré aquí llorando por eso.
Tomo el teléfono y le marco a Arianna, que contesta luego de varios tonos.
—¿Estoy a tiempo de ir con ustedes?
—Claro, salimos en veinte minutos —responde con calma—. ¿Crees que puedes pedirles a tus padres que dejen salir antes a León para que venga con nosotros?
—¿León? ¿El portero?
—Sí, ¿puedes? —insiste con impaciencia.
Entonces recuerdo que los vi hablando con mucha confianza hace unas semanas, espero que se gusten, se enamoren y sean felices; pero no planeaba pedir permiso a mis padres para salir, teniendo en cuenta que mañana tengo un examen.
Tal vez puedo pedirle a alguno de mis tíos, después de todo León trabaja para todos y eso le ahorraría los problemas al chico.
—Claro, cuenta con eso... ¿A dónde iremos?
Ella suelta una risita pero no responde.
—Descuida, te gustará.
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Hola Pollitos 🐣
Nuestro bebé Stéfano está en caos, algún día tenía que pasar...
Esperemos sepa resolverlo de buen modo, y esperemos que no sea demasiado tarde cuando lo haga...
Los quiero♥
Besos, mil besitos 💋
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