Capítulo 25
S T É F A N O
—No quiere hablarme, no entiendo —le digo a mi hermana, arrojando el teléfono al sofá luego de llamar a Luna por décima vez y no obtener respuesta.
—Unas chicas en la cocina dijeron que te fuiste con otra, ella no les creyó pero luego se comportó extraña.
Aún me duele la cabeza, no he dejado de tomar agua como idiota y la sed no desaparece. Creo que no volveré a tomar alcohol en mi vida.
—¿Que yo qué? No hice nada, ella no desconfía de mí.
—Una tal Camila, ellas dijeron que un Romano se la llevó al jardín, y tú eres el único Romano del que podrían hablar, ¿o crees que papá se llevó a una chica al jardín?
Su pregunta irónica me hace reír, sobre todo imaginar la reacción de mi mamá si eso llegara a pasar.
—Camila tiene doce años, es la chica que le gusta a Ciro —explico, y ella hace un gesto de comprensión.
—Entonces le diste vergüenza, digo... a mí me diste vergüenza, estás bien idiota.
Reniego, chasqueando la lengua y perdiendo la mirada.
—Luna no es así, algo mal hice...
Lo peor es que ni siquiera me estoy dando cuenta de qué, y no puedo disculparme si no sé por qué está molesta.
—Arianna y Paulina se agarraron a golpes por ti en medio de la fiesta, así que estoy segura de que algo mal hiciste, porque hasta donde yo sé Paulina y tú no estaban involucrados para nada.
—Ella me dijo que quería acostarse conmigo, yo le dije que no, y entonces Ari la escuchó y se enojó con ella. No peleaban por mí, peleaban porque la traicionó.
—Pelea no es un término justo... —me corrige ella— Arianna solo se rompió una uña, a Paulina tuvieron que venir a buscarla sus padres porque su rostro estaba bañado en sangre.
—¿Sí? —pregunto con cara de asco— Pobre Ari... debe sentirse mal.
—También te odia, así que dime de una vez si pasó algo con Paulina porque yo misma te voy a cortar las...
—Isa... —nos interrumpe mi papá con voz de regaño, ella se ríe y le da una mirada tierna— ¿Nos dejas hablar con tu hermano?
Bien, hora de sermones justamente merecidos.
—Iré a ver qué averiguo, si hiciste lo que creo seré peor que ellos —advierte señalando a mis padres.
—No hice nada —me defiendo con molestia.
—Yo voy a juzgar eso...
Con esa última advertencia se va de la sala, dejándome solo para enfrentar mis errores.
—Estás castigado —suelta mi padre sin preámbulos.
—Okay... —acepto sin protestar.
Esto es raro para todos, soy el hijo no problemático, o al menos lo era hasta ahora. No recuerdo haber estado castigado antes, Isabella siempre se robaba toda la atención metiéndose en líos, y yo simplemente fallaba en la escuela, pero tampoco era voluntariamente.
—Confiamos en ti, hemos hablado de estos asuntos muchas veces y pensamos que lo tenías claro, parece que dejar que seas responsable por ti mismo no era una buena idea —continúa mi papá.
Mamá no parece molesta, ella en cierto punto estaba esperando que hiciera cosas de adolescente normal, y creo que esta es una de ellas. Papá tampoco está molesto, yo lo sé, solo que esto es lo que tienen que hacer, fui imprudente y ellos me tienen que marcar el camino, no me enoja, ese es su rol y este es el mío.
—Lo siento, no me di cuenta de que había tomado tanto.
—Lo sé, hijo —habla ella esta vez—. Pero lo mismo dijiste la vez anterior, cuando fuimos por ti a la comisaría, y de algún modo tienes que comenzar a darte cuenta.
—Está bien —acepto soltando un suspiro— ¿Cuál es el castigo?
—Sin salidas y sin videojuegos.
—No sean tan malos... —interrumpe la voz de mi padrino a mis espaldas— Demasiado castigo tiene con el tremendo escándalo de chicas que armó, seguro no hay peor castigo que ese.
Él tiene razón, mi novia no me habla, mi hermana amenaza con cortarme algo, y Ari me odia.
—Lu... —advierte mi mamá lanzándole una mirada acusatoria— No olvides que Axel crecerá y yo estaré allí para verlo.
—Tampoco hizo algo tan grave —continúa, ignorando por completo la advertencia—. Se emborrachó en su casa, en su cumpleaños número dieciocho, y vomitó en el césped, ni siquiera arruinó la alfombra.
Mi mamá voltea el rostro para no reírse, aunque es bastante evidente que quiere hacerlo.
—Tú deberías saber bien lo que puede generar el exceso de alcohol cuando...
—¿Y tú? —le regresa la pregunta con ironía— Los dos, tengo un recuerdo que justo llegó a mi memoria, recuerdan cuando...
—No, no lo recuerdo —se apresura a responder mi papá.
—Pues yo sí... fue genial, tuvimos que...
—Ya, no hace falta —lo vuelve a interrumpir mi mamá.
—No viajé seis mil kilómetros para ver cómo castigan a mi ahijado, no se me hace justo.
—¿Nos dejas, hijo? —pide mi mamá con ternura.
Sé que no habrá castigo, ellos no son muy buenos sosteniendo los enojos. Les doy un asentimiento y salgo, voy al pasillo que da al gimnasio y me detengo allí para escucharlos hablar.
—Sería muy bonito que no me desautorices frente a mi hijo, Lu —mi mamá no suena molesta, y mi padrino no piensa dar marcha atrás.
—Es que le hacen daño a su autoestima, deberían compartir más con él sobre cuando eran jóvenes, sobre los errores que cometieron, que fueron muchos; ustedes no lo notan pero le han dado una imagen de perfección a la que él no puede llegar, y lo hacen sentir que algo está mal en él porque no se parece a ustedes. Y se parece tanto... de verdad que no puede dejar de ver a Isa como una mini tú y a Stef como un mini Noah.
—¿Él te dijo eso? —pregunta mi papá, mostrando claro interés.
—Me lo ha dado a entender muchas veces, no se siente un Romano.
Mi padrino tiene razón, en realidad nunca había pensado en cómo serían mis padres y mis tíos cuando tenían nuestra edad.
La vibración de mi teléfono llama mi atención y dejo de escuchar de lo que hablan.
Es Luna, así que me apresuro a meterme al gimnasio y atender la llamada.
—Mi amor... —hablo de inmediato, un poco acelerado— Me tenías preocupado, ¿dónde estás?
—Tuve que salir, ya estoy en casa.
—¿Estás enojada conmigo? Lamento ser un idiota, el alcohol no es excusa.
—No... no estoy enojada. ¿Vienes y hablamos? —Su voz suena muy triste, me siento muy estúpido por ser la causa de eso.
—Claro, voy enseguida.
Estoy nervioso, siendo sincero preferiría que esté enojada, preferiría tener una pelea en la que me diga mil veces lo idiota que soy antes que tener una charla en la que me deja en claro el daño que le hago.
Pero así son las cosas, ella no es una chica inmadura que me hará una escena.
—¿A dónde vas? —me intercepta mi papá en la sala cuando intento salir apresurado.
—A casa de Luna, es que no hemos hablado desde ayer y está molesta...
—Ve —intercede mamá—, pero volveremos a hablar en cuanto regreses.
Loti se lanza sobre mí en cuanto cruzo la puerta, ha crecido bastante en estos pocos meses, ya no es sencillo cargarla en brazos.
Le hago algunas caricias, hasta que Ámbar me dice que Luna está en su habitación. No luce feliz, quisiera preguntarle qué le sucede pero algo me dice que tengo que hablar con Luna primero.
Subo las escaleras con Loti siguiendo mis pasos, tengo el corazón muy acelerado pero no hay forma de acobardarme. Asumiré la culpa de lo que sea y pediré perdón las veces que haga falta.
Me siento en la cama frente a ella, no tiene la intención de darme un beso para saludarme así que tampoco lo hago, lo último que quiero ahora es que se aparte.
Estoy nervioso, siento que cualquier cosa que haga puede arruinar todo mucho más, así que me quedo en silencio esperando a que ella diga algo.
—Te escuché hablando con tus amigos sobre la fila de chicas que querrían chuparte la polla porque yo no lo hago.
No me esperaba eso, fue una conversación estúpida y la está sacando de contexto, de todas formas me alegro de que sea sincera porque de tener que averiguarlo por mis propios medios no hubiera dado con la respuesta jamás.
—Fue una broma y ni siquiera la hice yo, tú sabes bien que no quiero a ninguna otra chica.
—Sí, lo sé. —Intenta aflojar sus hombros y suelta el aire lentamente— También sé que no lo hiciste a propósito, pero resulta que tu novia soy yo, así que cuando expones frente a tus amigos las cosas que jamás te han hecho o las que sí, también me estás exponiendo a mí.
—Oh... desde luego no pensé en eso. Lo siento, bonita, no lo hice a propósito y te juro que no volverá a pasar, sabes que no soy esa clase de chico.
Sus ojos bajan a sus manos, que acarician a Loti que se ha recostado sobre la cama entre los dos, quiere llorar pero está exigiéndose no hacerlo.
—Ese es el punto, Toti. Creo que a esta altura ni siquiera tú sabes qué tipo de chico eres.
Bien, sé que he cambiado, no lo niego, estoy descubriendo cosas y encontrando dentro de mí cuál es la persona que realmente quiero ser, pero eso no tiene que ser algo malo en realidad.
—Pero sé el que quiero ser, y no es el que les cuenta a sus amigos lo que hace en la cama con su novia. De verdad lo lamento, a veces me dejo llevar mucho por las situaciones y no pienso realmente en lo que digo...
—No fue solo eso... —Muerde su labio inferior y toma valor para continuar—: También te escuché hablando con Paulina.
—¿Dije algo malo? Sé que ella se me insinuó, pero le dije que no, que estoy contigo y...
—Le dijiste que no puedes porque estás conmigo, y ese no es el lugar que yo quiero ocupar —me interrumpe de forma muy determinada.
—No quería ser grosero, bien podría haberle dicho "eres horrible y no me fijaría en ti jamás", pero no quería herirla, por más que ella no sea buena persona... no lo sé, lo lamento si te hice sentir mal.
Luna ladea su cabeza viéndome, haciéndome sentir que solo con su mirada puede ver cada cosa que hay dentro de mí.
—No me mientas.
—No te estoy mintiendo, ella no me gusta —insisto, no estoy mintiendo, me molesta que crea que sí.
—No, lo que a ti te gusta es saber que le gustas a ella.
Me quedo en silencio, no sé qué responder, siento que todo se está yendo a la mierda y no tengo forma de solucionarlo.
—Y no está mal, lo entiendo... —continúa, y me hace sentir que la distancia es infranqueable— Siempre has tenido problemas con tu autoestima, ahora has notado que le gustas a todas y eso te hace sentir bien, te divierte jugar al galancito y que tus amigos te admiren. También pasé por eso, también cometí errores, lastimé personas, jugué con mi sensualidad y con lo que podía despertar con ella. No te estoy juzgando, tienes dieciocho años y apenas sales al mundo... es solo que... no quiero estar ahí para verlo porque me duele.
—Jamás te engañaría, yo te amo —murmuro bajando la mirada, sé a dónde quiere llegar pero no quiero aceptarlo.
—Lo sé, sé que me amas...
—Ya no volveré a salir, haremos cosas juntos y pondré toda mi energía en nosotros y en nuestros planes.
—No... —murmura sin poder evitar que las lágrimas por fin lleguen a sus ojos— Yo te amo, de verdad que lo hago. Pero estamos en tiempos distintos...
—Siempre dijiste que soy maduro para mi edad, tampoco es tanta la diferencia, nos entendemos bien —intento conciliar, siento que aunque cometí errores me merezco otra oportunidad.
—Sí pero no está bien que seas maduro para tu edad, porque eso solo significa que te estás saltando etapas... está bien que te equivoques ahora, que salgas, te diviertas, vivas tus experiencias y te conozcas a ti mismo, porque si no lo haces no habrá otro momento de hacerlo. No hay dos adolescencias, pasa rápido y te marca mucho, yo no... no quiero ser tu "no puedo".
—No eres mi "no puedo", Luna. No puedes condenarme así por un error tan tonto, no cuando te amo como te amo —me pongo de pie intentando combatir la frustración, de todas formas no lo consigo, quiero llorar.
—No he dicho que no me ames...
—¡Me estás dejando porque dije "no puedo" en lugar de "no quiero"!
—No te estoy dejando por eso... no tergiverses la situación, estoy siendo muy clara.
Me está dejando, eso es todo. Años enamorado de ella, sufriendo por no poder decirle, para un par de semanas de relación y que me diga "no estamos en el mismo tiempo".
No reniego de mis errores, pero no creo que me merezca que me deje por esto.
—¿Me estás dejando porque es lo mejor para mí? ¿Para que viva mis experiencias y toda esa mierda? Yo no quiero salir con otras mujeres, Luna, te amo a ti, siempre te he amado a ti y no me interesa nadie más.
Las lágrimas corren por sus mejillas, está evitando mi mirada a toda costa y no va a discutir, mantiene la calma porque es una decisión que ya tomó, y nada de lo que diga la hará retroceder.
—Me iré por unos meses, me ofrecieron una campaña en Milán que no quiero rechazar. Planeaba llevarte conmigo... era una sorpresa por tu cumpleaños, pero ahora creo que nos vendrá bien la distancia para poner en claro las ideas.
Unos meses... se irá. Tanta mierda para terminar en la nada.
Ella está disfrazando esto en la necesidad de darme libertad para vivir mis experiencias, la realidad es que es una cobarde, no confía en mí y piensa que voy a lastimarla, por eso se escapa.
—No entiendo... —murmuro dejando que mis lágrimas corran también— Dices que me amas y me dejas así... sin pelear ni siquiera un poquito.
—No es solo eso... —Intenta limpiar sus lágrimas porque ya le está costando hablar— También escuché a Ari, pasé por el jardín y estaba grabando un audio para ti... ¿no lo escuchaste?
Busco mi celular en el bolsillo, sí vi que tenía varios mensajes pero no he abierto ninguno.
Tengo un audio de varios segundos, dudo si escucharlo en alto pero de todos modos ella ya sabe lo que dice y es uno de los motivos por los que me está dejando.
Así que simplemente lo reproduzco en alto:
"No hay cosa que desee menos en este momento que hablarte, pero bueno, no me queda de otra. Me da pena decírtelo en persona, por eso te mando un audio y te aseguro que no pretendo nada con esto, solo avisarte porque es lo justo. Tengo varios días de retraso, eres el único chico con el que he estado más allá de las mentiras de Paulina, probablemente no sea nada, pero necesito comprar una prueba para sacarme las dudas y me da pena, ¿podrías acompañarme?"
Mierda, justo lo que me faltaba.
—No está embarazada, nos cuidamos todas las veces, te lo juro.
—Es muy probable que no lo esté, me ha pasado muchas veces...
—¿Y entonces? —cuestiono volviendo a sentarme junto a ella, estiro mi mano para tomar la suya y pregunto—: ¿Por qué me dejas?
—Me asusta mucho sufrir, y tú aún no has madurado. Me harás daño aunque me ames, sin darte cuenta, lo estás haciendo ahora y no es la primera vez.
—¿Y el daño que nos hacemos estando separados no cuenta? No puedes irte así... huyendo de mí.
—Solo es un tiempo —intenta convencerse—. Si tiene que ser, será. Lo siento...
—Lo sientes... —murmuro con ironía, soltando su mano.
—No te enojes, sabes que tengo razón, necesitas...
—¡Tú no puedes decidir lo que yo necesito!
—Me darás la razón con el tiempo, ni tú ni yo estamos listos para esta relación —mantiene firme su postura, y de verdad me duele muchísimo que ni siquiera lo dude por un segundo.
No alcanzó, el amor que tengo por ella no fue suficiente, primer oportunidad tonta que tiene y se larga dejándome el corazón hecho mierda y sin dudar ni un instante.
—Aquí lo que pasa es que tú no quieres luchar por nosotros... —reclamo, rindiéndome a que esta es la realidad y no la puedo cambiar.
Sus ojos azules muy enrojecidos encuentran los míos, hay tanto miedo y dolor allí que ya ni siquiera puedo estar molesto con ella, me duele su dolor, y me duele ser el responsable.
—No puedo, Stéfano. Tal vez ahora entiendas la diferencia...
_____________________
Hola Pollitos 🐣
Dramas tristes por aquí :(
Dejen un comentario aquí si piensan que Luna tiene razón:
Dejen uno aquí si creen que Stéfano la tiene:
Y dejen uno aquí si se les escapó una lagrimita :'(
Los quiero♥
Besos, mil besitos 💋
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro