Capítulo 19
L U N A
Me siento mal.
Ella confía en mí, está pasando un mal momento que probablemente sea consecuencia de una vida de mierda, y yo le he quitado una gran oportunidad de ser feliz.
¿Stéfano se iría a enamorar de ella algún día? Es imposible especular con eso, lo poco que hemos hablado sobre ella me dejó claro que no siente nada, pero tal vez eso pudo ser diferente si yo no hubiera estado en medio.
Y ¿saben qué es lo peor? Que no me arrepiento, que aún sabiendo cómo son las cosas lo volvería a hacer si fuera el único modo de estar con Stéfano. Por eso me siento mal, porque aún pudiendo cambiar las cosas no lo quiero hacer, soy muy egoísta tal vez, pero dejar a Stéfano para que esté con ella sería horrible para todos. Primero, porque lo amo. Segundo, porque siempre es, fue, y será decisión de Stéfano a quién amar, no puedo entregarlo cual paquete porque yo considero que debe hacer otra cosa. Y tercero, porque Ari se merece a alguien que la quiera solo a ella.
Lo que realmente me hace sentir mal es no decirle la verdad, pero al mismo tiempo no puedo hacerlo. Ella solo quiso hablar conmigo, y su situación es tan delicada que siento que si le digo la verdad la estoy condenando a volver con su papá, porque ya no querrá mi apoyo ni mi ayuda, que por ahora es la única que tiene.
—No puedo creer que me haya dejado... —murmura dejándose caer sobre mi cama— Soy una estúpida, esto me pasa por seguir malos consejos...
—No es tu culpa, solo...
—¡Claro que es mi culpa! —me interrumpe— Le hice caso a Paulina, ella dijo que los chicos quieren eso, solo sexo y sin planteos, una mujer que no les complique la vida y los deje ser...
—Stéfano no es así —me veo en la obligación moral de defenderlo.
—Pues no es lo que me mostró a mí, siempre fue frío y me dijo que no le gustaban los dramas ni las escenitas, así que pensé que Pauli tenía razón.
No sé que decir, no me imagino a Stéfano siendo frío, siempre ha sido dulce conmigo, estoy bastante sorprendida.
—¿Sabes qué es lo peor? Le di mi virginidad... no me voy a olvidar de él nunca más, cuando para él seguro fui una más entre decenas de chicas hermosas.
Siento que ella está hablando de otro chico, no podemos estar hablando del mismo Stéfano. O sea, está diciendo que aceptó ser el primero para ella sin siquiera decirle que ella también era la primera para él.
Seguro ella está sobredimensionando las cosas, dudo que él haya sido un cabrón, estoy absolutamente convencida que desde su punto de vista las cosas se vieron de otro modo; así que, por muy incómodo que sea, no me queda más que preguntarle a él cómo fue que sucedió todo.
—No estamos aquí para hablar de eso, Ari —me siento a su lado hablando con la mayor delicadeza que encuentro.
—¿Entonces para qué? —intenta evadirme.
—Stéfano es mi... como mi otra mitad, él y yo no tenemos secretos, así que me incomoda un poco que me digas cosas sobre él y no puedo prometerte que no se las diré.
—¿Entonces tú sabías que había otra desde el comienzo y por eso yo no te caía bien? ¿Prefieres a la otra?
—No, nada que ver... ni sé de qué otra hablas, deja de evadirme...
—No te estoy evadiendo.
—Estamos aquí para hablar de tu padre, creo que lo que está pasando allí es mucho mas grave que cualquier romance fallido.
—No es para tanto, Lu. A veces se pasa un poco, pero es por mi bien —intenta restarle importancia, pero definitivamente no lo logra porque su tono de voz ha cambiado por completo.
—Puedes confiar en mí, y en todos aquí. Te queremos cuidar, quien te lastima no te quiere, no importa el parentesco que tengan.
—Es fácil decirlo para ti... —comenta con arrogancia, aunque es evidente que es su modo de defensa y creo estar a la altura de sobreponerme a eso.
—¿Fácil? Te recuerdo que soy huérfana.
Ella asiente, pero como si mi argumento no fuera válido.
—Pero tienes una familia, una que te quiere bien.
—Sí, una que no tiene mi sangre, a la que le permití ayudarme cuando lo necesité y por eso hoy estoy aquí —contrapongo intentando ponernos en un mismo nivel.
—Es diferente... tú eras una niña, yo ya no lo soy.
—Sí, lo eres. Por muy adulta que te sientas, aún eres una niña, y tu padre es un adulto que abusa de su rol para lastimarte, humillarte, para reprimirte y manipularte.
Ella se queda en silencio por un momento, su mirada fija en el techo, le doy un tiempo para pensar, pero sigue sin decir nada así que continúo. Voy a apelar a un golpe muy, muy bajo, pero lo considero necesario para que ella entre en razón de lo que está sucediendo.
—¿Cómo crees que se sentiría tu mamá si viera los moretones que ocultas en tu cuerpo? ¿Cómo crees que se sentiría al ver que no eres feliz, que te humillan, te desprecian, y tú no haces nada para cambiarlo?
Las lágrimas comienzan a correr en cuanto menciono a su mamá, ha dejado la arrogancia y el personaje, y por primera vez se permite mostrarse débil.
—No es tan simple, ¿Sabes? No te haces una idea de cuantas veces se ha cruzado por mi cabeza denunciarlo, defenderme, incluso he fantaseado con matarlo... Pero ¿qué obtendría? A mi hermano mayor no le van a dar la tutela, ha tenido problemas con las drogas y estuvo en rehabilitación. ¿Qué voy a hacer entonces? ¿Vivir en la calle? ¿Ir a un orfanato? No... no puedo.
—Puedes quedarte aquí, mi pa... Matteo es trabajador social, él sabrá qué hacer, cuidaremos de ti.
—No puedo dejar a mi hermano, no se trata solo de mí, soy lo único que tiene. Además mi padre se volvería loco, no quiero hacerlo enojar... no sé de lo que es capaz.
—¿Puedes confiar? Confía en mí, confía en Stéfano, te cuidaremos.
—Es incómodo, Lu. Yo lo quiero, pero él no me quiere a mí, no puedo quedarme aquí y verlo con otra.
—Me parece que es más importante que tú y tu hermano estén a salvo, podemos ir por él.
—Las dos cosas duelen... —murmura mientras sus ojos se llenan de lágrimas— Lo que me hace mi papá y que el chico que amas te diga que quiere a otra.
—¿Te dijo que quiere a otra? —pregunto intentando que no se note la culpa en mi voz.
Stéfano siempre es sincero, pero eso no significa que por eso no haga daño, en realidad es todo lo contrario, la verdad y la mentira duelen de igual forma cuando no son lo que esperas.
—Hace un tiempo dijo que había una chica de su pasado que estaba intentando olvidar... Fui tan ingenua que creí que si no lo presionaba, poco a poco él se enamoraría de mí y se olvidaría de ella. ¿Tú sabes quién es?
Dos golpes en la puerta nos interrumpen, y me evitan la necesidad de mentir otra vez. Me siento una mierda.
Me pongo de pie a abrir la puerta para encontrar a Emma al otro lado, su mirada tierna y cómplice me deja en claro que ya lo sabe todo, tengo tantas ganas de llorar que no sé por cuanto tiempo las contendré.
—Está bien... —me dice acariciándome la mejilla— Yo hablaré con ella, ¿nos haces un té?
Ella siempre entiende todo, sé que podrá convencerla de quedarse y también entiende lo mucho que me está costando sostener las mentiras.
—Claro... —murmuro tragando el nudo en mi garganta y cerrando la puerta detrás de mí.
Apenas me encuentro sola en el pasillo dejo que las lágrimas corran por mis mejillas, ¿Por qué todo tiene que se tan complicado? Si me hubiera dado cuenta de lo que siento por Stéfano solo unos días antes nada de esto estaría sucediendo.
—No llores... —me pide Ámbar haciendo puchero también antes de ponerse de pie para abrazarme.
Si yo lloro, ella llora. Si ella llora, yo también lo hago. Es como un efecto dominó que sucede desde que somos pequeñas, por suerte ninguna de las dos es muy llorona, o de otra forma nos pasaríamos el día llorando.
Matteo y Emily están en la sala también, y caminan a nosotros para unirse al abrazo. En cierto punto entiendo mucho a Arianna, me costó demasiado aceptar que en realidad este siempre ha sido mi lugar, no es fácil entender que hay personas buenas, que simplemente quieren cuidar de ti sin otras intenciones.
—Sé lo que estás pensando —murmura Matt dejando un beso en mi frente—. Y no, nada es tu culpa.
—Me siento muy mal... —asumo, lo que no es fácil porque suelo ser bastante cerrada.
—Lo sé, pero tú hiciste lo correcto, te hiciste a un lado cuando hizo falta y Stéfano tomó sus decisiones. Nadie tiene la culpa de nada, lo importante es ayudar a Arianna a salir de la situación en la que está.
—A ella y a su hermano, no quiere dejarlo, pero no sé cómo haremos para sacarlo de la casa... además no quiere ir a un orfanato...
—Emma le ofrecerá su casa, y si no quiere también pueden quedarse aquí, has hecho todo lo que has podido, no pongas cargas sobre tus hombros —complementa Emily cuando unos gritos nos atraen desde afuera.
Los cuatro nos precipitamos a la puerta, para encontrar al portero del complejo de viviendas en el que vivimos discutiendo con un hombre que está evidentemente desacatado.
—No puede entrar, llamaré a la policía —le dice el portero con calma, no tenemos mucha seguridad, nunca nos pareció muy necesario.
Solo está León, un chico como de mi edad que está en la entrada, pero no usa armas ni nada similar, solo le abre el portón a los que sean bienvenidos.
—¡Mi hija está aquí! —grita el sujeto como desquiciado— ¡Yo mismo llamaré a la policía! Es menor de edad y no tiene mi permiso.
Mierda, sabía que debíamos enfrentar esto, pero no esperé que fuera tan pronto, aún no tenemos a Ari del todo convencida.
—Ve por Stéfano y Noah, aprovechen que el tipo salió de la casa para ir por el hermano de Arianna, yo me ocuparé de él y de mantenerlo aquí el tiempo necesario.
—Te meterás en problemas... —murmura Em, con preocupación— Estás actuando fuera de protocolo.
—Lo arreglaré, no te preocupes —le sonríe él, dejándole un beso antes de salir de la casa conmigo siguiendo sus pasos.
—Lo siento, señor Matteo —se disculpa León de inmediato—. Le dije que no podía pasar pero saltó la reja.
—Tranquilo, León. No te preocupes —escucho que responde mientras me alejo hacia la casa de Stéfano.
Este tipo podrá ser muy loco y violento, pero nosotros somos demasiados, y los gritos han llamado la atención de todos los demás. Saber que todos estamos juntos me deja bastante tranquila, cuando era pequeña Matteo solía decirme que mientras todos estemos del mismo lado nadie podría con nosotros. Creo que era algo que le decía su mamá, o eso entendí.
Me toma solo un momento explicarles a Noah y a Stéfano lo que debemos hacer, vamos en el auto, Noah conduce y Stéfano y yo vamos detrás. Ya vamos saliendo cuando alguien más se sube en el asiento de adelante con Noah.
—Yo también voy —anuncia Ciro pasando el cinturón por su hombro.
—¿Seguro? —le pregunta su tío un tanto preocupado.
Martín ha estado molestando mucho a Ciro, lo ha golpeado, se ha burlado de su familia, lo ha humillado frente a la chica que le gusta. Lo normal sería que se molestara con nosotros por querer traerlo a la casa, así que estamos todos bastante confundidos.
—Sí, a ustedes ni los conoce, a Stéfano incluso le tiene miedo. Creo que yo podré convencerlo de venir.
—Eres increíble —lo felicita Noah poniendo el auto en marcha.
Y vaya que lo es, tan pequeño y tan maduro.
—¿Qué te dijo? —me pregunta Stéfano por lo bajo, pasando su mano por mi hombro y recostándose hacia un lado para ponerme sobre él.
—Casi nada, mezclaba mucho los temas...
—Soy el villano de su historia ¿Verdad? Por eso no me lo quieres decir... para que no me sienta mal, porque en realidad me odia.
Suspiro aferrándome un poco más a él, todo debería ser diferente, deberíamos estar patinando en el parque ahora... Stéfano es muy culposo, siento que en cualquier momento me va a decir que mejor ya no estemos juntos para no dañarla, y eso me duele.
De todas formas le tengo que decir la verdad, no puedo mentirle a él.
—No te odia, te ama.
—Preferiría que me odie... —murmura muy bajito— Al menos sabría que no espera nada de mí.
—Somos dos mentirosos.
—Pensé mucho en eso, en que tal vez deberíamos esperar un tiempo y luego ver qué sucede...
Lo sabía, sabía que eso pasaría. Ni siquiera puedo molestarme con él, está pensando en todos, aunque me duela demasiado también es mi culpa por no entender antes lo que siento por él.
—Pero te amo tanto... —continúa dejando un beso en mi frente— que estoy seguro de que lo que siento no puede estar mal, y aunque tal vez estoy cometiendo un error muy grande que luego traerá consecuencias, he entendido que lo que sea que decidamos traerá consecuencias y no todas serán buenas.
Levanto mis ojos hacia él, su mirada siempre tuvo ese poder de hacerme sentir que todo estará bien. Sus ojos son mi hogar, donde sea que me encuentre. Espero a lo que tenga por decir, lo amaré no importa qué, como lo he amado siempre.
—Te amo, no quiero alejarme de ti y no lo haré. Solo... tal vez... podamos mantenerlo solo entre tú y yo por algún tiempo.
—¿En secreto? —pregunto buscando una respuesta definitiva.
Ambos sabemos que el secreto incluye a la familia, es imposible mantener algo de por fuera de ellos.
—No es que te quiera ocultar, más bien todo lo contrario... Solo será un tiempo, hasta que Ari lo supere.
Bueno, no me gusta mentirle a Ari pero estoy convencida de que es el único modo de ayudarla. Ya demasiado le costó aceptar luego de que Stéfano la dejó, si ella supiera que fue por mí nunca aceptaría quedarse en casa.
Esta es una de esas veces en las que sabes que el día que todo explote te arrepentirás de tus decisiones, y de todos modos lo haces, aunque no sea del todo correcto, las líneas que dividen lo que está bien y lo que está mal a veces no están tan bien dibujadas.
Al parecer me tardo mucho en responder, Stéfano piensa que es porque me molesta lo que dijo y se excusa de inmediato.
—Entiendo que no quieras, después de todo esto es un problema que generé yo y...
—Te amo —lo interrumpo—, tus problemas también son los míos, y no te dejaré.
—Perdóname... —murmura muy apenado, pero le quito su gesto triste con un beso.
—Estaremos bien —afirmo quitándole un poco el drama al asunto—. Tú, yo y nuestro amor clandestino.
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Hola Pollitos 🐣
Mucho drama por aquí...
¿Piensan que Luna y Stéfano están haciendo bien? ¿Qué harían ustedes en su lugar?
Los quiero♥
Besos, mil besitos 💋
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