Capítulo 11
S T É F A N O
Varias horas antes...
Tuve que llamar a Arianna para que vuelva a abrirme la puerta, le expliqué rápidamente lo que había pasado y volvimos a dormir un par de horas hasta que la alarma me despertó.
Hay que ir al colegio, no tengo ni las mas mínimas ganas, pero ya me perdí la mitad de las clases ayer por irme a dormir a casa. Además, tengo la reunión que mis padres postergaron ayer para dejarme dormir.
¿Soy un niño consentido? Tal vez... un poco. Me siento bien con eso, mi familia me ama a pesar de que no soy como ellos.
Arianna ya se ha levantado en cuanto me despierto, un paso rápido por el baño y voy a la cocina donde ella, Pablo e Isabella están por desayunar.
—Tu amiga me llamó —dice Isabella con desprecio.
—¿Qué quería? —pregunto tomando mi lugar luego de haberle dado los buenos días a Ari.
Hay muchas cosas para desayunar, y por si no lo había mencionado amo el desayuno; siempre me despierto con mucha hambre, no importa cuanto haya cenado la noche anterior.
—No lo sé, no respondí.
Super infantil, sin dudas.
—¿Entonces para qué me dices? —protesto untando una tostada con mermelada.
—Seguro quería hablar contigo.
No, no hay llamadas perdidas en mi celular. Pero no veo el objetivo de seguir dando explicaciones innecesarias, luego averiguaré con Luna lo que sucedió, quedé con ella esta tarde.
—Papá nos recoge para el colegio en media hora —aviso dando por terminado el tema anterior.
—Yo debo ir por mi hermano, así que nos vemos allí —me comenta Arianna con una leve sonrisa mientras sirve café en una taza.
Toma la jarra que tiene leche, pero Isabella la detiene antes de que la vierta en el café.
—A Stéfano no le gusta el café con leche, de hecho, no le gusta la leche con nada —le dice, y no precisamente de un buen modo.
No sé qué está pasando aquí, pero el clima es muy tenso.
Pensé que ellas se llevaban bien, sé que no son amigas porque Isabella no es muy buena vinculándose con nadie, pero al menos se llevaban bien hasta anoche.
—Creo que me lo puede decir él mismo, no necesita una vocera —responde Arianna mostrando ese carácter arrogante que nunca muestra conmigo pero que siempre suele mostrar en clases.
Pablo solo mira su taza, es como si no estuviera aquí.
—Lo siento, no sabía que era para mí. —Finjo no sentir la tensión y estiro mi mano para que me dé la taza— Es verdad, café solo y sin azúcar, gracias.
Le doy una sonrisa que de inmediato corresponde, ya luego hablaré con mi hermana.
El desayuno fue completamente incómodo, nadie dijo ni una palabra, y aunque Ari me daba una sonrisita cada tanto solo estaba deseando que mi papá llegue de una vez.
—¿Qué pasa? —es lo primero que le pregunta mi padre a Isabella, incluso antes de que yo pueda mencionar nada, su energía negativa es evidente.
—Nada.
Nada siempre es todo, pero nunca obtenemos la respuesta real. Su mirada está cargada de frustración, quiere llorar, pero por la ira contenida, necesito estar a solas con ella así que cuando mi padre pregunta si desayunamos miento y digo que no para que baje a comprar algo y tener unos minutos.
No ataques, no juzgues y no cuestiones. Reglas claves para lograr que Isabella diga al menos algo, si haces lo que sea que la haga ponerse a la defensiva olvídate de que diga lo más mínimo.
Me paso con ella al asiento trasero y estiro mi mano para cubrir la suya suavemente.
—Le dije que ya no quería salir con él, hizo dramas con lágrimas incluidas y tu novia se metió a defenderlo.
—No es mi novia —aclaro innecesariamente porque ella ya lo sabe—. ¿Por qué lo dejaste? Pensé que te gustaba...
No voy a meterme en pormenores, ni Arianna ni Pablo interesan aquí, solo ella.
—Dijo que me quiere... no estoy lista y creo que nunca lo estaré. —En cuanto las palabras atoradas en su garganta salen, también lo hacen las lágrimas que estaba conteniendo, y no de un modo sutil.
El dolor la está ahogando, y si no hacemos algo pronto no sé qué podría pasar.
Isabella estuvo enamorada del mismo chico desde que tenía doce años, Bruno vivía a unas pocas calles de casa, era brasileño y cuando llegó apenas hablaba español. Isabella fue su primera amiga, ella le enseñaba a hablar en español y él le enseñaba palabras bonitas en portugués que ella se pasaba repitiendo todo el tiempo.
Tuvieron una historia lenta; primero fueron amigos, y luego salieron muchas veces hasta que por fin cuando ella cumplió los quince él le pidió que fuera su novia en medio de la fiesta frente a toda la familia.
Estuvieron juntos todo un año, él la entendía como nadie, la cuidaba y la defendía hasta en las situaciones mas impensadas.
La amaba, de verdad la amaba y nadie que los conociera podía poner en duda eso.
Sin embargo, le guardaba un secreto que Isabella descubrió de la peor forma. Bruno tenía una cardiopatía congénita de nacimiento, y un día como cualquier otro su corazón se detuvo, y ya nunca volvió a latir.
Casi ha pasado un año de eso, un año en el que mi hermana solo ha salido con un chico tras otro intentando llenar un vacío que obviamente no puede ser llenado, un dolor que jamás será removido, pero que sin dudas si se dejara ayudar podría aceptar y aprender a vivir con él.
—Saudade —murmuro acercándome a ella para abrazarla, e increíblemente me permite hacerlo.
La mención de esa palabra la hace sonreír, con los ojos llorosos se esconde entre mis brazos y me permite por un instante hacerle saber que no importa lo que pase, siempre estaré aquí.
Saudade es una palabra en portugués que no tiene traducción al español literal. Significa anhelo hacia una persona, lugar o cosa que recordamos con cariño y al mismo tiempo con tristeza por su ausencia, y por la sensación de que jamás volverá.
Es una de las palabras bonitas que Isabella aprendió en portugués, y es triste que sea el sentimiento que la embarga la mayoría del tiempo.
Por eso es que no juzgo sus presiones; muchas personas me han dicho que siempre me está presionando para que mi ritmo sea mas rápido, como ahora para salir con Arianna, quedarnos a dormir en su casa, y cosas así. Lo que la mayoría no entiende es que ella lo hace por amor, porque la muerte de Bruno le hizo ver que la vida es hoy, que no tenemos certeza de un futuro y todo lo que no vivimos hoy tal vez nunca lo hagamos.
Mi padre regresa al auto, mi hermana se aparta de mí y limpia sus lágrimas rápidamente, aunque es obvio que no puede ocultar nada con eso.
Mis padres no son invasivos, pero la situación de Isabella lleva tiempo ya y le han dado todo el espacio que han podido.
—Mamá y yo hablamos con el tío Frank —le dice a Isa en tono dulce y comprensivo.
Mi tío Frank es psicólogo —aunque en realidad es dueño de una cadena de hoteles que lleva su apellido y en eso trabaja—, es la carrera que estudió y de la que se graduó.
—Sabemos que no quieres ir con un psicólogo, pero tal vez puedas hablar con él algunas veces a la semana —continúa de forma cautelosa.
Le doy una mirada a mi hermana, que solo observa la tranquila mañana a través de la ventana del auto.
—Es de valientes aceptar la ayuda cuando la necesitas —la animo volviendo a tomar su mano.
—Lo pensaré... —responde de forma fría.
Eso es un avance enorme, ni siquiera imaginan lo enorme que es; como nosotros lo entendemos no volvemos a mencionar el tema de camino al colegio.
Mi padre le preguntó si quería irse a casa, pero ella insistió en que no y bajó del auto como si ni una lágrima hubiese sido derramada.
Me despido de mi papá y bajo con ella, sé que me necesita cerca, soy el único que no le hace preguntas y solo la acompaña.
Su teléfono suena antes de que entremos, y alcanzo a ver el nombre de Luna en la pantalla antes de que responda sin nada de cortesía.
—¡Ya te dije que sí! —grita con fastidio y de inmediato me pongo atento a ver si puedo obtener información— ¡Me vale mierda la excusa! Acepta la campaña y no vuelvas a llamarme.
Y bum, de pronto, en un solo instante lo comprendo absolutamente todo.
Hace unos meses Isabella se había obsesionado con la idea de ser modelo, Ámbar heredó la pasión de su padre por la fotografía y siempre nos toma fotos hermosas a todos, todos jugamos a los modelos con ella, incluso yo, pero Isabella tenía la idea de volverlo un asunto mas profesional.
Fue a algunos castings y a algunas pruebas, pero no quedó en ninguno y justo fue en esos tiempos que ella y Luna dejaron de hablarse.
—¿Le ofrecieron a Luna una campaña que tú querías? —pregunto en cuanto termina la llamada.
—Yo no quería nada —responde haciéndose la desentendida.
—No nos mentimos, que feo que lo hagas —finjo indignación como un pequeño método de manipulación.
—Un contrato, ella fue a "acompañarme" y se llevó una propuesta para ser la bonita cara de su marca mediocre de trajes de baño.
Y... ¿quién no? Yo también lo haría.
Si llego a decir eso me empuja por las escaleras que estamos subiendo, así que mejor sigo mi interrogatorio.
—Que la odies por eso se me hace un poco envidioso de tu parte.
—Me rechazaron por ser menor de edad, pero dijeron que si aún no conseguían su chica bonita antes de que yo fuera mayor me darían la oportunidad.
—Y Luna no aceptó... —aseguro, porque actualmente no es la cara de ninguna marca a no ser que tenga una vida secreta que desconozco.
—Discutimos, dijo que faltaban diez meses para mi cumpleaños y que la posibilidad de que su búsqueda no diera resultados en diez meses era muy baja...
—Es verdad...
—Dijo que ella podía tomar el trabajo y renunciar cuando yo fuera mayor.
—Era una buena idea... —vuelvo a comentar, y ella me mira con desagrado.
Suelta un resoplido e intenta caminar más rápido para alejarme de ella.
—No sé para qué te digo, como sea la defenderás.
—Fuiste egoísta, alguien te lo tiene que decir.
—¡Ella ni siquiera quería ser modelo! ¡Le sirvieron el trabajo de mis sueños en bandeja de plata y planeaba aceptarlo con la excusa de que quería ayudarme!
—¡A ti te han servido todo en bandeja de plata toda la vida! ¿Sabes cuánto dinero gana Luna por mes? No pagarías ni la mitad del bolso que traes puesto, y tú le quitaste la posibilidad de vivir mejor porque tú no podías conseguir lo mismo.
No es que Liam le pague mal, es que ella decidió estudiar para profesorado, los sueldos son bajos en general y no puede pagarle más que a los demás porque no sería justo. Además de que es una escuela gratuita que no depende del estado, si no de los fondos de mi familia.
Sin dudas trabajar como modelo le daría un ingreso de dinero extra que le daría una vida más cómoda, ya que nunca acepta la ayuda de nadie, es muy orgullosa en ese sentido.
—¿Sabes que en realidad está viviendo con Matteo porque ya no podía pagar el alquiler? —reclamo sintiendo mas molestia incluso de la que estoy expresando— ¡Es que no entiendo como puedes ser tan egoísta!
—Solo la defiendes porque...
—La defiendo porque tiene razón —la interrumpo—, que esté enamorado de ella no tiene absolutamente nada que ver.
¿Recuerdan que dije que cuando estaba molesto decía cosas sin pensar? Es exactamente lo que hice ahora, en medio del colegio, a un tono de voz nada calmado.
¿Y saben quién me escuchó?
Arianna, que está a solo unos metros de nosotros y ahora camina hacia aquí.
Isabella sonríe como si dijera "ahí tienes tu karma", y en solo un segundo desaparece, dejándome una difícil situación que enfrentar.
—Mira... lo que yo dije es que... —balbuceo de un modo muy torpe.
—No tenías por qué pelear con ella, no debí meterme en su discusión con mi hermano, son cosas de pareja. Es que Pablo nunca llora... y verlo así de verdad me afectó...
Ella sigue hablando, pero no puedo escucharla.
De verdad piensa que estaba hablando sobre ella, y dije que estoy enamorado. Yo no estoy enamorado de Arianna, y no hay forma de decírselo sin sonar cruel.
"Oye, no hablaba de ti, en realidad estoy enamorado de Luna"
"Estábamos hablando sobre alguien más, lo siento"
"Me importan un pito los sentimientos de tu hermano, no hablaba de ti"
No, nada suena bien, así que como un imbécil la dejo creer que hablaba sobre ella, y que la defendí en una situación tan ridícula como esa.
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
No quiero mentirle, dejarla creer algo que no es —a conciencia— está muy cerca de eso, pero emitir cualquier palabra que lo confirmara en este instante lo transformaría en una mentira total y a mí en un completo cabrón.
—Lo hablamos luego, linda —digo dejándole un beso rápido—. Estoy llegando tarde a la reunión con el director.
Mi papá fue a estacionar el auto, lo veré allí en unos minutos, y mi mamá ya debería estar aquí.
No estoy nervioso, confío en que mis padres creen en mi versión, y la verdad que lo que piense el director me importa bien poco.
Subo el último tramo de escaleras y estoy frente a la oficina del director, mi mamá ya está aquí y mi papá sube por el ascensor unos segundos después.
Mamá acaricia mi cabello como saludo y luego besa mi mejilla.
—Te ves cansado, ¿dormiste bien? —pregunta tiernamente.
—Casi nada, no me gusta dormir fuera de casa —respondo con parte de verdad y parte de mentira.
—No puedes ser tan igual a tu padre... cuando eras un bebé yo solía llamarte Mini Gruñón.
El director, Alejandro, abre la puerta invitándonos a pasar. La profesora de historia ya está dentro, con gesto autoritario y arrogante.
Entiendo, ella cree que me castiga llamando a mis padres, lo que no sabe es que en realidad se castiga ella misma.
Mi papá y mi mamá entran en personaje, ella es el policía malo y él el bueno. Él querrá sonar comprensivo y conciliador, y ella ejercerá presión en cuanto haga falta. Pero este problema es mío, así que la voz principal la llevo yo.
—Buenos días —saluda Alejandro en lo que todos nos sentamos—, les solicité una reunión porque la profesora de Historia de Stéfano, Amanda, lo solicitó debido a una discusión que tuvieron en clase en la que se comportó muy prepotente.
Amanda comienza a hablar, mostrándose indignada.
—Le solicité a Stéfano que se quedara después de clases para expresarle mi preocupación, ya que no era la primera vez que se dormía en clases; su respuesta fue absolutamente prepotente, diciéndome que era mi culpa porque mis clases son malas.
Mis padres no dicen nada, desde luego esperan por mi versión.
—De ninguna forma ella me "expresó su preocupación" —contradigo sin dudas—, en realidad me dijo que la estaba haciendo perder el tiempo yendo a clases, que ya no debería ir porque de igual modo reprobaré.
—Comprendemos que tal vez el hecho de que Stéfano se duerma perjudica la dinámica de la clase —comienza a decir mi papá—, sin embargo, estando al tanto de que su capacidad de concentración no es como la de sus compañeros es comprensible que lo haga si la explicación se vuelve muy monótona, como él nos expresó en casa cuando hablamos del tema.
—A mí personalmente me parece nefasto que un profesor le diga a su alumno que le hace perder el tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que nosotros pagamos muchísimo dinero por ese tiempo —interviene mi mamá, sonando firme y prepotente.
—Yo jamás le dije eso a Stéfano, está sacando las cosas de contexto —se defiende la profesora, con una mentira.
—Le creemos a nuestro hijo —afirma mi papá de forma definitiva.
—Tal vez solo es un mal entendido... —intenta conciliar Alejandro, al ver que las cosas se escapan de sus manos.
—No, no hay mal entendido —insiste Amanda que comienza a ponerse nerviosa—. Stéfano no se concentra y es muy prepotente en cuanto llamas su atención.
—No se concentra porque tiene Trastorno de Déficit Atencional desde que es un niño, está en su informe, Amanda —avisa el director y suena casi como un regaño.
Obviamente ella no ha leído mis informes, todo es una pérdida de tiempo, como esta conversación.
—¿Ni siquiera leíste el informe? —pregunta mi mamá poniendo en palabras mis pensamientos— Mi hijo necesita otras dinámicas de clase para poder aprender, él estudia Historia de forma independiente porque tus métodos no se adaptan a su forma de aprendizaje. No es lo que habíamos hablado cuando Stéfano comenzó las clases, Alejandro.
—Lo sé, tuvimos una conversación con todos los profesores, sobre todo teniendo en cuenta que Stéfano no es el único que necesita propuestas adaptables. Al parecer Amanda necesita que le refresque la memoria, lamento hacerlos venir por esto.
—¿Ahora es mi culpa? —se exalta la profesora— Usted lo que valora es el aporte que hacen los Romano al colegio... estoy cansada de que sus hijos sean intocables, el niño es un prepotente, la niña falta a la mitad de las clases y los pequeños no dejan de meterse en problemas.
Uy, problemas internos, esto se está poniendo divertido.
Mi familia no hace aportes económicos a la escuela como tal, pero mi tío Matteo tiene varios hogares de niños sin familia en la ciudad, todos los que están en edad escolar van a las escuelas de Liam, y en cuanto pasan a la secundaria vienen aquí.
Matteo paga cada mes alrededor de cincuenta cuotas completas, a eso se refiere la profesora.
—Disculpen esto... —murmura Alejandro entre avergonzado y molesto— Lo resolveremos en privado, gracias por venir.
Me pongo de pie y le doy una sonrisa confiada.
—Que tengan buenos días —saludo antes de salir.
Mis padres se quedan unos segundos más despidiéndose, y luego salen tras de mí.
Voy a acompañarlos al estacionamiento, pero en cuanto cruzamos el patio veo algo que me exalta mas de la cuenta.
Ciro está a un lado del patio, con una niña de su edad de la cual solo veo su cabello castaño y largo hasta la cintura. Martín —el hermano de Arianna—, se acerca a donde están y les dice algo. Ciro se ve incómodo y nervioso, y solo ver eso me hace reaccionar y acercarme.
—¿Ya le dijiste que tus papis son maricas? —se burla Martín empujándolo por el hombro.
—Eres un idiota —lo defiende la chica con carácter—, que agredas a sus padres no hará que el tuyo te quiera.
Ella me cae bien de inmediato, pero en realidad solo hizo que Martín se enoje y vuelva a empujar a Ciro contra la pared. Mi madre va a detenerme, pero mi padre la detiene a ella, él me heredó su instinto de protección por la familia y estoy seguro de que si el chico no tuviera quince años él mismo lo golpearía.
Tomo a Martín por el uniforme y lo estrello contra la pared con furia.
—Pídele perdón —le exijo en el tono más amenazante que encuentro dentro de mí.
—¿Qué crees que piense mi hermana cuando sepa que me tratas así? —responde con una arrogancia fingida que solo esconde miedo.
La verdad, siendo muy, muy sincero... no me importa. Mi familia siempre está primero, y ya le di una oportunidad antes por Arianna.
—Pídele perdón si no quieres ser aún mas feo de lo que eres —vuelvo a exigir llevando mi puño hacia atrás listo para estrellarlo en su rostro.
—Perdón... perdón... —balbucea tembloroso.
Me siento un poco abusivo, pero nadie puede negar que se lo merece.
Ciro divisa a mis padres y se va con ellos, con la niña siguiendo sus pasos.
—Acúsame con alguien, y te parto la cara —digo con una sonrisa tierna soltando su ropa y acomodándola nuevamente—, vuelve a mirar a mi primo y te parto la cara.
—No... no lo haré... —balbucea mirando el suelo.
Tendré problemas por esto, lo sé. Pero no quiero que Ciro pierda las ganas de venir al colegio, es muy sensible, y la vez que se defendió no le fue muy bien.
La primera consecuencia llega en el recreo de la tercera hora.
—¿Por qué amenazaste a mi hermano? —pregunta Arianna sentándose a mi lado en la cafetería.
Había estado evitándola, aun no estoy seguro de que me vean con ella en el colegio. No es porque me avergüence, eso sería estúpido teniendo en cuanta que es la chica mas linda del colegio. El problema es que es demasiado popular, y salir con ella pondría los ojos críticos de todos sobre mí, no me llevo bien con eso, me siento nervioso.
Park y Pauli se sientan con nosotros casualmente, como si de pronto yo ya formara parte de su grupito exclusivo.
—Porque volvió a meterse con mi primo —respondo con simpleza.
—Pensé que habías entendido que su vida no es fácil —insiste, no quiere mostrarse molesta, pero es evidente que lo está.
—Ciro no tiene por qué pagar por eso, y es mucho mas pequeño que él.
—Stéfano tiene razón —me defiende Park dando su opinión—. Martín está siendo abusivo, solo lo puso en su lugar.
—Ustedes no entienden nada... —murmura con frustración, pero ya no vuelve a tocar el tema.
No estoy molesto con ella, solo está haciendo lo mismo que yo: defender a su familia.
—¿Podemos ir a mi casa después de clases? —pregunta Park muy entusiasmado.
—Tengo planes, lo siento —niego recordando que le dije a Luna que iríamos por juguetes para Loti.
—¿Estás molesto conmigo? —pregunta Ari con tristeza.
—No, claro que no, de verdad tengo planes.
—¿Y no puedes dejarlo para otro día? —insiste Pauli al ver la decepción de su amiga.
No quiero decir que no, pero tampoco quiero dejar a Luna, así que solo me quedo pensativo y no respondo.
—Solo un ratito... —me pide Ari con ternura— nos aseguraremos de que llegues a lo que sea que tengas que hacer...
Bueno, tal vez de ese modo no sea tan malo...
_________
L U N A
—Sabes que nunca hago travesuras, pero a Park se le ocurrió la genial idea de ir a arrojar huevos a la casa de Amanda —comenta en un susurro, con los ojos cerrados luego de su extenso relato sobre lo que fue su día.
—¿Lo hiciste? —pregunto en su mismo tono de voz.
—Sí, fue bastante liberador, pero trajo consecuencias —responde y suelta una risita—. Amanda llamó a la policía y mis padres tuvieron que ir a buscarme. Pasé la tarde en la comisaría, no tenía mi teléfono porque me lo quitaron y solo podía pensar en que tú me estabas esperando.
No puedo dejar de mirarlo, me tiene hipnotizada de una estúpida forma. Ya ni siquiera recuerdo por qué estaba molesta, pero su excusa llegó de pronto para refrescar mi memoria.
—Nunca cancelaría un plan contigo, siempre eres mi mejor opción —asegura y se acomoda sobre la almohada haciendo que su nariz toque la mía.
Debería apartarme, lo sé, pero no quiero hacerlo. ¿Está mal?
A él lo sorprende que no me aparte, por lo que abre sus ojos clavando su mirada en la mía de una forma tan intensa que me eriza la piel.
—¿Me puedo quedar? ¿O debo dormir con Loti? —pregunta y roza su nariz en la mía nuevamente.
¿Acaso él está...? ¡Dios! No soy ingenua, de ser otro chico estaría segura de que se está insinuando; pero es Stéfano, jamás lo haría... o al menos eso pensaba hasta hoy.
—Puedes quedarte —murmuro conteniendo la respiración.
—¿Y puedo... también...? —No necesita terminar la pregunta, el roce de sus labios en los míos deja claro que me está pidiendo permiso para besarme.
¿Por qué? ¿Por qué tan de golpe, de la nada en un instante llega a mi habitación y quiere besarme? Me siento confundida, mi corazón parece que va a salirse de mi pecho.
Quiero que me bese, de eso no hay duda ninguna.
Lleva su mano a mi cintura y enterrando sus dedos allí, me atrae fundiéndonos en un beso ardiente y pasional que me nubla por completo los sentidos.
Sin pensarlo demasiado me dejo llevar, me dejo invadir por cada una de las sensaciones que me generan sus tiernos labios, la necesidad de él que tenía tan reprimida y ahora estoy dejando salir, las cosquillas en el estómago como si tuviera quince años otra vez; y él... cada cosa de él es perfecta.
Stéfano es quien rompe el beso, no sé qué decir ni cómo reaccionar; sin embargo, él no parece para nada alterado. Me voltea con un movimiento ágil y me abraza para dormir manteniendo la distancia como cada noche que hemos pasado juntos.
Deja un beso en mi mejilla y susurra:
—Buenas noches, Luni.
¡¿Qué?! ¿De verdad pretende que me duerma, así como si nada? ¡Acaba de besarme! ¡Acabamos de besarnos!
No sé si estoy feliz o quiero llorar, pero si hay algo que sin dudas no haré será dormir.
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Hola Pollitos, capítulo largo el de hoy, me entusiasmé un poquito 🤣
Este capítulo está dedicado zazza500 por ganar una dinámica en el grupo de Whatsapp♥
Los quiero♥
Besos, mil besitos 💋
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