14 de febrero de 2018.

Querida madre:

Omito ubicación por el deseo de mantener mi residencia temporal en completo anonimato, pero ruego que no te preocupes por mí y te mantengas tan saludable y alegre como acostumbras.

Llegué hace un día a este bonito punto, confieso que he estado a punto de escribir el nombre del lugar. Es una tarea un poco complicada y develar mi ubicación conllevaría el riesgo de romper con mi libertad y la posibilidad de un hermano muy nervioso detrás de mí, otra vez. Sólo esos dos porque sé que usted, bella madre, se encuentra a favor de mi retiro en el extranjero, lejos de Palacio y nuestra sociedad, ¿verdad?

Recuerdo haber dicho que sería borrón y cuenta nueva, sería Nikolai a secas y lo he mantenido en estas últimas horas. He entablado conversación con sabrá Dios cuántas personas, ninguna se ha preocupado por mi apellido o reconoce una vocal de mi nombre. Creo que estoy seguro, me gusta ser un hombre común y corriente, aunque para serte sincero sí extraño la comodidad del Palacio de los Jazmines.

Disculpa la palabra de antemano. Hace un frío del demonio y parece que este espectáculo invernal se prolongará más de lo previsto, lo que me ha llevado a reconsiderar mi recorrido. Quería ir más al norte, no te diré norte de dónde. A estas alturas me parece imposible, creo que estaré por este rincón hasta primavera. De todas formas, es un pueblito pintoresco y muy distinto a lo usual, para decir que lo conocí necesitaré más de una semana.

Estos días, por ejemplo, están celebrando a s patrono, San Valentín. Las fiestas en casa palidecen antes los festejos aquí. No te imaginas. Danzas tradicionales con vestimentas coloridas, niños corriendo por todas partes, el centro religioso mostrando sus mejores prendas... ¡y las creencias! Oh, madre. Nunca podré entender ni la mitad de ellas. Es una fiesta al amor en todo el sentido de la palabra. Familias, amigos, parejas... quizá deberíamos implementar un día menos comercial para festejar.

Conocí a una chica, muy bella, por cierto, que me explicó el origen de la celebración. Tiene que ver con la fundación del pueblo y se desprenden tres creencias principales acerca de las muestras de afecto a medianoche. Un beso para buena suerte en el amor durante el siguiente año, mantener relaciones para estrechar el sentimiento entre la pareja y, finalmente, concebir un niño. La chica me contó que se cree que brindan suerte, bendiciones y demás a la familia.

Hubieses visto el nerviosismo en sus ojos al darse cuenta de que ese año podría no tener buena suerte en el amor. Es impresionante que esta gente siga creyendo en cosas así. No me malinterpretes, no considero que sea algo negativo, sino extraordinario. Quizá es la desconexión con el mundo del siglo XXI, su cultura está casi intacta o mínimo se deberán esforzar para que no los perjudique el mundo exterior.

Eso sí, se emocionan mucho con la llegada de un nuevo visitante. Parece que no tienen muchos como yo. Me fui deseando alejarme de las cámaras, pero aquí los ojos me siguen de un lugar a otro. Así que no soy normal del todo, sólo no me tratan como el príncipe que soy, que ya es suficiente.

Creo que el problema lo tengo yo, es complicado bajar la guardia y expresarme con confianza. Mi yo interno debe seguir pensando que cualquier cosa que diga puede terminar en la primera plana de un periódico internacional. Suena absurdo, no me juzgues. Tengo veintitrés años y nunca se me enseñó a convivir con el mundo real.

Siéntelo como mi único reclamo del día, quizá de la semana.

Saluda a Ivan de mi parte y recuérdale presionar al primer ministro, las reformas educativas son necesarias. Por favor, no le leas la carta a Chulet.

Te quiere y extraña,

Niki.

***

Nikolai había estampado su sello personal debajo de su nombre, firme prueba de la autenticidad de la carta. La Reina Madre sonrió al finalizar la carta y pasó el pulgar sobre el sello.

—¡Ay, Chulet! Ya te leí la carta —exclamó la mujer de largos cabellos rubios, parecía no envejecer—. ¡Este Niki! Tan formal como siempre.

Bajó la mano libre a su regazo, donde un curioso cocker spaniel escuchaba con atención a su señora, y lo acarició.

—Una chica, ¿lo escuchaste? Nikolai nunca habla de chicas.

Chulet ladró con natural alegría.

—Ya sé, a ver qué nos trae...

***

Un poco cortito... ya empiezan mis exámenes, deseenme suerte. 

Nos vemos en los comentarios :D