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Capítulo 32

100% NUEVO. ESPERO LES GUSTE. YA ESTOY TRABAJANDO EN EL CAPÍTULO 34.

El día no pudo estar más espléndido. El cielo se había pintado del azul más claro, el horizonte casi blanco carecía de nubes que taparan las eternas montañas a lo lejos. El aire con dificultad conseguía despeinar las copas de los árboles. Prometía ser un viaje tranquilo en el que podrían disfrutar por última vez los paisajes del Corredor de los Sueños. Aquello debió emocionar a los viajeros, sin embargo, ninguno lucía en la mejor disposición de partir.

—Estarás bien, Katya —aseguró el Archiduque, sostenía a Katharina con el cariño de quien ha visto crecer a un niño muy de cerca—. Siempre puedes regresar, lo sabes. Usovo siempre te recibirá —plantó un beso en la frente de la joven.

Katharina nunca había salido de las cercanías de Usovo, siendo Novka el lugar más lejano que conocía. Todos esos años creció entre las paredes de un Palacio que la trató como la Duquesa que el Archiduque aseguró que era. Muy atendida y protegida por la Duquesa de Gérolstein, quien en esos momentos luchaba por ocultar sus lágrimas con un pañuelo. Nada las preparó para el giro que estaba dando la maldición.

—Tienes que ir a donde te lleve la maldición, Katharina —susurró la Duquesa de Gérolstein cuando fue su turno de despedirse—. Es tu papel, todos juegan un importante papel.

El Archiduque miró de reojo a la señora, había tantos huecos en sus palabras... suspiró.

—Linda, hacemos esto por tu bien —siguió la Duquesa de Gérolstein.

«Los humanos no entienden», pensó desviando la mirada al otro grupo en plena despedida, «esta historia escrita está».

Él solo era un espectador más en estos ciento veinte años con una historia de maldiciones y príncipes en desgracia, ya había tenido suficiente. Además, lo que había visto en sus visiones y se desarrollaba frente a sus ojos tampoco era mala distracción. A decir verdad, disfrutaba observar las interacciones de Kitty y Nikolai. Eran lo que ninguno de los jugadores anteriores había sido, como en ese momento de despedida... intercambiando breves palabras tan bajito que incluso ellos debían silenciar los pensamientos secundarios y los ruidos a su alrededor.

—Espérame, Kitty —pidió el príncipe—. Espérame, por favor.

Kitty asintió antes de abrazarlo, y de inmediato se vio envuelta entre los brazos de Nikolai. La sostuvo pegada a su pecho por el tiempo que tardó el maquinista en anunciar que el tren partiría en cinco minutos.

—¿En qué piensas, Natalia?

Dante tomó asiento a su lado en la única banca en la estación de Novka. Aunque su atención estaba en los jóvenes, el Archiduque también se tomó un momento para analizar a Natalia. Notó una tremenda nostalgia oculta detrás de una máscara forjada tras tantos años en Minsk, también se asomaba algo que no se atrevió a nombrar, pero aceptaba como cierto. La pregunta fue para que ella misma le pusiera palabras.

—Estamos cumpliendo roles innecesarios —un toque de duda hizo que el Archiduque colocase toda su atención en la reina madre—. Ves lo mismo que yo, ese niño está perdidamente enamorado. Ya tomó una decisión, ¿por qué seguir?

—¿Qué garantiza que regresará?

—Ya lo viste, ¿verdad? —El Archiduque esbozó una sonrisa—. Puedes ahorrarnos todo esto. 

Rayos dorados de sol se metieron a través de los vitrales a espaldas de ellos, bañando el andén con luces de colores y un par dorados que coronaban el dramatismo del demonio.

—Estás interviniendo al no intervenir, ¿qué tipo de juego es este?

—Es una maldición, magia viva, y ustedes no la comprenden en lo más mínimo.

—Dante... —Natalia contuvo su enojo encerrando sus manos en puños, como si allí estuviese el cúmulo.

—Estoy aburrido, Natasha, cada uno de los Sumarkov ha cometido el mismo error una y otra y otra y otra vez. Me brinda un poco de entretenimiento ver a tu hijo y a Ekaterina, ¿para qué gastar energía si ya cumplen con su función?

—Esa no es...

—Su función en mi eternidad y en la maldición son cosas muy distintas, Natasha —interrumpió el Archiduque—. Quizá será la última generación maldita.

—Eso fue lo que viste... —Había lágrimas en sus ojos, un poco de tranquilidad—. ¿Ivan...?

—Tiene que regresar, Natasha, tu niño tiene que regresar. Todo debe desarrollarse como siempre —la seguridad en sus palabras se sintió casi como una amenaza—. Katharina debe cumplir con su rol, tú con el tuyo. Hoy tu hijo está enamorado de Kitty, falta la prueba final, la tentación y la influencia de la corona. Aunque se están yendo y nunca ha sucedido, el juego sigue, Natasha.

«No lo olvides, solo es un cambio de escenario.»

Cuando Natalia volteó, Dante ya no estaba allí. El demonio se había esfumado llevándose consigo las luces que pintaban el día. Una tormenta bajaba de Usovo, perseguiría al tren. Eso era seguro. 

*******

¿Qué tal? La maldición los persigue y tres de los sujetos se van de Novka, ja. 

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