Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23 [maratón]

Por unos días, Novka volvió a ser Novka. El pueblo tranquilo y monótono, sin susurros ni maldiciones. El príncipe había hallado su lugar en la sociedad, caminaba y saludaba, intercambiaba palabras y reía, a veces daba un paso en falso y se apresuraba a recuperar la compostura. Lo veían, pero ya era una mirada familiar.

Diez días, restaban otros diez para el siguiente festejo en Novka, cuando volvería a brillar con una de sus extravagantes tradiciones.

—Es una onda totalmente distinta —había dicho Ilya en el Nobraska—. San Valentín es pegajoso, una pasión carnal y una libertan mal interpretada, que no te intenten decir lo contrario; el equinoccio, Vesnava, es a la naturaleza.

—Ustedes y sus nombres raros. —Replicó Nikolai girando el timón.

La mirada de Ilya revelaba una risa atascada.

—La diferencia con sus nombres está en que ustedes visten de seda y conviven con los nuevos dioses.

«Nuevos dioses», repitió Nikolai el resto del paseo, porque esa mañana gastaban gasolina por el mero gusto de sentir la sal en el viento, tocando sus rostros, cosquilleando en sus brazos desnudos, bronceados y marcados por el trabajo que Ilya le tiraba sobre los hombros. Nada de gimnasio o caminatas para el príncipe, suficiente tenía con el trabajo de un marinero al servicio del capitán.

—No hay nuevos dioses.

—¿Ah, no? —Ilya lo desplazó del timón y Nikolai se quedó parado a un lado, una ceja en alto—. Deja de hacer berrinche, niño rey.

Nikolai arrugó la nariz, asco. ¿Rey? Peor, ¿niño rey? No era un mocoso irreverente. Desconocía a qué jugaba Ilya ese día o el porqué de su repentino mal genio.

—Niño rey es el que se sienta en el trono.

—Los vientos están cambiando...

—Y la corona se mantiene en su lugar. Sólo una maldición le puede quitar la corona a Iván y no está en marcha, todo anda bien aquí y allá —Finalizó Nikolai dudando al final de sus propias palabras.

Quizá Ilya acertaba en el cambio de los tiempos. La noche en que Kitty tuvo su pesadilla continuaba rondando en su mente, el "te voy a matar" que parecía ser preludio de la maldición. Nikolai había sospechado de ella, ¡la tenía tan presente! Rezaba delirar y no adivinar el futuro.

***

Dos horas de ensayos, las chicas desfallecerían. El cuarteto terminó en el suelo, unas con toallas húmedas sobre los ojos y otras empapadas por el agua de sus botellas. Sus respiraciones eran pesadas.

—Quince minutos —anunció Kitty acostada en el suelo. Un brazo cubría su frente, encima de la fresca toalla. Tenía otra en el estómago por el simple placer de sentir su cuerpo caliente de tanto baile combatir contra el agua fría.

—¿Quince? ¡Más! —pidió Danika.

—Quince. La segunda mitad del baile nos está saliendo del cariño.

Anya murmuró, pero lo único que se le entendió fue "criminal".

—Criminal —repitió Vera—. ¡Criminal hacer el ridículo! ¡OH! ¡Dios! ¡No! Dale, vamos arriba —se sentó veloz y se apoyó en una mano para incorporarse, en cambio, el cansancio la regresó al suelo.

—Quince minutos, Vera. Date un rato para descansar —dijo Kitty, jugaba con las hebras de su cabello. En una de las últimas secuencias, la liga que sostenía el recogido en su lugar se rompió, así que yacía esparcido alrededor de ella, en el suelo y sobre su pecho—. Se me va a salir el corazón si seguimos bailando.

Se oyó una carcajada proveniente del espacio que ocupaban los músicos. Kitty giró el rostro en su dirección, de inmediato hizo un puchero. El hermano mayor de Vera poseía una mueca de travesura que nadie borraría. Le guiñó un ojo a Kitty y, animoso, golpeó el tambor.

—Dicen —empezó entre los golpeteos— que se robaron tu corazón, Ekaterina.

—Junto con tu decencia, ¿verdad, Pavlusha? —No hubo negación. Anya ahogó una risita, con una seña demostró la certeza del comentario de Kitty.

El joven emitió un quejido, que se cortó de manera abrupta. Su mirada fue más allá de Kitty, a la puerta principal del recinto, gigantesca y abierta de par en par. Curiosa, Kitty se apoyó en un brazo mientras vio qué había distraído a Pavlusha, el único hermano de Vera. Reprimió una sonrisa, aunque las comisuras de sus labios se izaron sutilmente, y su mirada se suavizó.

«Ay, tú», pensó y se lo transmitió al hacer contacto visual.

Apoyado en el marco de la puerta, cual era su costumbre al parecer, Nikolai se encogió de hombros. Vera y Anya intercambiaron miradas maliciosas en un acuerdo de hacerse pendejas y pretender que no sabían de su presencia, fallaron. No era la primera vez que visitaba, sería la segunda o tercera ocasión, mínimo que se percataban de él, porque había acechado de paso más veces. Le quedaba por la zona que andaba explorando.

—¿Qué pasa aquí? ¿Ya se rindieron? —se mofó Nikolai.

—No sé, ¿ya te rendiste tú?

—Yo no bailo —indicó, cruzó los brazos sobre su pecho. Las mangas de la camisa las llevaba enrolladas por encima de su codo y el cabello dorado le caía sobre la frente, proyectando una sombra por su cara.

—Pero navegas, ¿o ya te echó Ilya? —arremetió Anya incapaz de mantener su lengua a raya.

—No.

—¿Entonces por qué andas aquí a estas horas? —intervino Vera deseosa de escuchar la excusa, ¿confesaría que quería ver a Kitty? ¡Oh, Dios! La simple posibilidad alimentaba a Vera, tan romántica aún sin ser el centro.

Cizañosas las chicas.

—Basta, niñas —dijo Kitty.

Le faltó un poco de autoridad. Había influido la intriga de saber qué llevaba a Nikolai por la academia, y las chicas tenían razón. Se levantó y fue a su encuentro, olvidó su vestimenta sudorosa. La blusa le caía por un hombro, revelando el grueso tirante de su sostén deportivo, una de las reliquias que su padre incluyó dentro de los regalos. "Es muy útil para bailar", había dicho.

Nikolai escaneó a la joven mientras se acercaba. A base de horas de ejercicio, bailando en su mayoría, había obtenido unas piernas con músculos donde debían ir y poca, muy, muy poca grasa. Largas, gráciles, pasos ligeros.

¿Cómo se sentirían bajo sus manos? ¿Firmes? Nikolai subió la mirada por su cuerpo, incapaz de contener sus pensamientos, y encontró los labios de Kitty formando una tensa línea, conocía la mirada del joven, la sed entre los pliegues de los tonos más oscuros en sus irises. La vio sin ropa, en pijama, con otras vestimentas de baile. Nunca con una licra y una blusa corta. Era distinto y no se explicaba por qué.

—Morboso —susurró Kitty anclando sus pies a metros de él, puso sus manos en jarras y soltó un bufido.

—Un día deberíamos hacer ejercicio juntos —a propósito la estudió con mayor detenimiento, fingiendo saborear cada centímetro, y cuando volvió a toparse con esos orbes fulminándolo, le guiñó un ojo. Kitty respondió rodando los propios.

—Estás de muy buen humor.

—Te juro que es... —Nikolai se pasó una mano por el cabello y contempló el recinto por encima de Kitty. Habló lento—: eres tú —Vera y Anya fingían no prestar atención, mientras que el grupo de músicos practicaban unos fragmentos que se les complicó a lo largo del ensayo—. Mi día con Ilya fue un poco complicado —explicó veloz. Kitty ladeó la cabeza, "cuéntame" decía su expresión—. Insinuó que la mal...

Se detuvo a mitad de frase fijando su atención en Kitty. Nikolai abrió los ojos al razonar lo que estuvo a punto de decir. Casi revelaba un pedazo de sí que Kitty no necesitaba saber, la maldición. ¿Tanta confianza le tenía que olvidaba sus cadenas? ¡Si quería mantenerla alejada de toda posible maldición!

—¿La qué? —insistió Kitty.

—Dijo que la mala racha de pesca de hoy fue mi culpa —se inventó Nikolai, ya ni sabía que decía exactamente. Rogaba que tuviese sentido y sonara a verdad—, probamos una zona nueva —Kitty elevó una ceja— y no salió agarramos nada.

—Oh... no sabía que pescaras con Ilya... —aventuró la joven escudriñando a Nikolai—. De alguna forma tendrían que matar tanto tiempo en el mar, ¿no? Después de llevar la carga...

Sospechaba —mas no estaba segura— que le ocultaba información importante. Nikolai se había detenido a mitad de frase, su expresión de sorpresa y posible error había hablado por él. Un mal día de pesca no detendría a nadie a mitad de frase.

Decidida a ignorar el lugar y las personas detrás de ella, Kitty deslizó su mano por la mandíbula de Nikolai y trazó la línea hasta detenerse en una mejilla. Se vio en el reflejo de los ojos azules del príncipe, en sus pupilas dilatadas, y dejó que su sonrisa hablara por ella antes de clavarle un beso en la mejilla.

«Sé que estás mintiendo», había dicho en el silencio.

Bajó su mano hasta la altura del corazón de Nikolai y entonces abandonó la tibia mejilla. Kitty curvó los labios lo suficiente para que una sonrisa benevolente se asomara. Nikolai tragó fuerte, no se le había escapado el golpe con guante blanco de Ekaterina.

—¿Te quedarás o te vas? —Preguntó Kitty trazando círculos en el pecho de Nikolai, poco a poco ponía mayor fuerza.

«Ilya no pesca», continuó en su mente.

—¿Puedo quedarme?

—Para ver lo que no es tuyo, claro. —Kitty clavó un punto final en el centro de todos los círculos que marcó.

—¿Kitty? —entrelíneas pidió una explicación a la frialdad repentina.

La joven retrocedió unos pasos antes de responder:

—No me mientas, Kolya

***

¡Por un segundo creí que no podría actualizar! Lloraré cuando eso suceda. ¿Qué les ha parecido el capítulo? Espero les haya gustado, jejeje, ahora ya no se muy bien qué opinan... la cantidad de comentarios ha menguado y ando adivinando #failing.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro