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Capítulo 20

La luna se asomó con su sonrisa gatuna. Ocultaba una carcajada atascada en su garganta y se aferraba a la frazada de algodón, un poco grisácea y amenazante en el firmamento. En minutos caería la noche. La luz comenzaba a tornarse de un intenso dorado que corría por el linde del bosque, entre los arbustos y las copas de los árboles. Los pájaros graznaban de regreso a sus nidos, volaban fugaces por encima de ellos.

Un siseo, un susurro apenas perceptible en el aire, viajaba entre los invitados a la fiesta, se escondía en los murmullos y las carcajadas. Rodeaba a Kitty. La perseguía y por más que miró a su alrededor, su origen se mantuvo un misterio.

«Ssssss...», susurraba el viento, «ssss...».

Al susurro siguió el crepitar de las flamas sobre los trozos de leña, se rompían, se consumían. Crack, crack, crack. Aunque la gran fogata se encontraba lejos, allí donde los invitados se reunían para conversar de las cosas más inverosímiles de la vida, Kitty sentía el calor ardiendo en el costado de su rostro, subía por su mejilla y se internaba en su piel. Y por más que se alejaba, el chillido del fuego la acompañaba.

Su corazón se oprimió, ¿nadie lo sentía? Miró a su alrededor con detenimiento. No, nadie notaba el susurro o el intenso calor de la fogata. Incluso las personas próximas a ella charlaban animosos, entre ellos, sus padres. El brazo de su padre descansaba en la rodilla de su madre, mientras que ella tenía un brazo enganchado al de él. Acurrucado uno al lado del otro, disfrutando la corta presencia antes de volver a ser separados por el trabajo.

Grigori husmeaba en las mesas de bocadillos con sus vecinos, dos niños de su edad y la hermanita de uno de éstos. Se lamió los labios anticipando el salado sabor del pie de jamón y queso. A Kitty se le revolvió el estómago.

—¿Estás bien? —Inquirió Nikolai picándole en el hombro desnudo—. ¿Kitty?

Ilya miró de reojo a los jóvenes. Tensó la línea de su boca sospechando de la palidez de Kitty y el ir y venir de sus ojos. Creía haberlo visto antes, la escena en general: una fiesta, un príncipe y una chica perdida en susurros. Regresó a la conversación que entablaba con otro hombre antes de permitir que los recuerdos lo agobien.

«Ssss...»

Crack, crack.

—¿Kitty? —insistió Nikolai lanzándose inconsciente por la mano de la chica. Estaba gélida, como si la hubiese metido en un cubo de hielo por largo tiempo.

—Perdón, ¿dijiste algo? —murmuró. Bajó la vista a la fuente del calor que encerraba a su mano y con la misma, sin expresión o señal alguna, regresó a los ojos grises de Nikolai. Las palabras salieron antes de controlarlas—: Necesito aire.

Se alejó apresurando la velocidad conforme se alejaba. El crepitar aumentó, los susurros se mantuvieron... hasta que la gente quedó atrás y el bosque la abrazó. Entonces, sus pulmones se abrieron y tomó una bocanada de aire. Cada jadeo era un pinchazo directo a su estómago.

Kitty alcanzó a apoyarse en el tronco de un árbol antes de sentir sus piernas temblar. Caería en cualquier momento, prefirió sentarse. Ignoró el estado del suelo, si era tierra o pasto; si un hilo de su vestido daba un tirón o se rompía al engancharse con la corteza.

«Dios. Dios. Dios. Dios. Dios. Mierda.»

—¿Qué estás haciendo tan sola por la noche, princesita? —oyó una voz arriba de ella.

Con el grito que Kitty lanzó, se le escapó el alma y el hombre —El loco se sostuvo el estómago por la sonora carcajada que reverberó en su cuerpo. Vestía una túnica blanca que rozaba la mitad del muslo y se ceñía a su cuerpo con una banda plateada, debajo portaba unos pantalones blancos e iba descalzo. Su cabello plateado y trenzado le caía por un costado, cerca de la sonrisa picaresca. El loco tenía un brillo lunar y su mirada, gatuna y risueña, se divertía con su insolencia.

Kitty arrastró su cuerpo lejos del árbol en un intento de establecer una distancia entre ella y el hombre encaramado. ¿En qué momento llegó? Cuando ella se fijó en el árbol, no estaba allí. ¡Lo juraba!

—No te asustes. —Dijo El loco levantando una mano, su rostro se transfiguró. Un rastro de dolor lo atravesó.

—Usualmente cuando a una chica le dicen que no se asuste, sólo se asusta más. —Murmuró irguiéndose en toda su estatura, con el mentón en alto y los hombros rectos.

—La chica es demasiado inteligente —murmuró para sí. Estudió a Kitty empujando aire entre sus dientes.

El siseo que ella estuvo escuchando, ¿habrá sido él?

—Te buscan —movió la cabeza en dirección a la fiesta, de inmediato se escuchó el "frush, frush" de los arbustos tocándose los unos a los otros—. Cuida a Ícaro, el vuelo es peligroso.

Ícaro, ya se lo había mencionado antes, cuando fue a que le leyeran las cartas. No quería dar importancia a sus palabras, a las insistentes advertencias, pero el corazón responde a fuerzas desconocidas y se congeló, mientras que las extremidades de Kitty se estremecieron. Antes de juntar el valor para cuestionar a qué se refería, o romper el nudo en su garganta, los ruidos provenientes de los arbustos regresaron y se giró hacia allí, los ojos abiertos por el susto.

—Oh, aquí estás. ¿Todo bien? —preguntó Nikolai con el ceño fruncido de la preocupación, su voz lo enfatizó.

—Sí... yo —echó un vistazo por encima del hombro a la rama del árbol y la encontró vacía. ¡No podía ser! Un segundo antes y allí estaba, ¿cómo desapareció sin hacer ruido? Los ojos de Kitty se abrieron de par en par—. ¡Se fue! —dijo con un hilo de voz.

Nikolai ladeó ligeramente la cabeza, cual pajarito.

***

Había cierta fragilidad en la escena, como si el encanto se pudiese quebrar con un chasquido. Uno a uno, los sonidos jocosos desaparecerían y los invitados se esfumarían. Ya no más adultos bailando o intercambiando chismes y carcajadas. Ya no más charolas vaciándose al pasar de mano en mano. Ya no más niños jugando a colorear el fuego.

Kitty lo vio tan claro ante ella que un vacío comenzó a crecer en su interior, clavando sus garras venenosas en el tejido más sensible. Dolía y no sabía por qué.

—¿Por qué tan gris? —preguntó Nikolai inclinándose sobre ella, con su mirada ausente, sus narices quedaron a escasos centímetros. Las manos descansaban en los bolsillos de su pantalón.

—No sé —Kitty soltó un suspiro—. Me siento... rara —bajó la vista al pasto cuando la vergüenza trepó por su pecho.

Los dedos de Nikolai recuperaron el mentón de Kitty y lo elevaron hasta que no tuvo opción mas que mantener el contacto. Nikolai penetró por la coraza que protegía a Kitty del mundo y se hundió en los pastizales oliva. Sí, los ojos de Kitty, además de ser transparentes, hablaban por sí mismos. Había un manojo de emociones profundamente enredadas, unas más densas que otras, pero todas apagando su personalidad energética.

Quiso arrancárselas, albergarlas si era necesario para que regrese esa chispa ausente. Como si el secreto para hacerlas propias estuviese en un corto contacto, Nikolai abrazó los labios de Kitty. Fue un gesto delicado, muy lejano a los besos urgentes, y hambrientos, en las aguas termales. Cortos toques y caricias en el cabello, Kitty lo aceptó en un abrazo.

Los ruidos del bosque detrás de ellos disminuyeron y los provenientes de la fiesta se hicieron más lejanos. A cada segundo, Nikolai la aislaba de los susurros que insistían en arrastrarla a la oscuridad. Intercambiaba una gota gris por una de luz.

—Bailemos —invitó Nikolai antes de darle un último beso a Kitty.

Fue de esas propuestas que no esperaron respuesta para ser cumplidas. Nikolai deslizó su mano sobre la de Kitty, le dio un suave apretón y tiró de ella. Se acercaron al pedazo de suelo que la gente utilizaba para bailar. Nunca soltó su mano, tampoco miró atrás. Se hubiese encontrado el asombro dibujado en el rostro de Kitty. ¿Se lanzaba por ella? ¿Para quitarle ese terrible estado de ánimo? Sonrió y se dejó guiar.

Ekaterina dudó cuando se metieron entre las parejas que bailaban, ¿quién guiaría esa noche? Supuso que ella, por conocer los pasos y el ritmo de su pueblo. En cambio, se halló con un Nikolai que había estudiado cada movimiento en los días que se topó con grupos de baile folclórico en las calles. Sólo necesitó un poco de práctica para acoplarse.

—Nada mal —susurró Kitty dejando atrás su pesar. Su cuerpo respondía a la música como otros al alcohol. Latía por la música, se movía dejándose fluir.

—¿Nada mal? —Nikolai fingió estar dolido, resopló—. ¡Ja! ¡Porque no estoy acostumbrado! Pongan algo que conozca y no pisarás el suelo —guiñó un ojo.

Vueltas después se convirtieron en un mismo cuerpo moviéndose al ritmo de la secuencia de una vieja canción. Sus antebrazos formaban una cruz allí donde se juntaban, giraban en un intento de alcanzar al otro e intercambiaban de dirección antes de cambiar de pareja.

La primera, Nikolai se desconcertó cuando Kitty lo cambió por otro hombre y se alejó con una risita inundando la pista. Eventualmente se encontraron de nuevo, Nikolai movió la cabeza en ambas direcciones y la pegó a su pecho.

—No te desharás fácilmente de mí, preciosa. —Su cálido aliento cosquilleó en la oreja de Kitty, mientras que su voz varonil la desarmó... tantito.

—¿Quién dijo que quería?

Y lo dejó con la respuesta en la punta de la lengua, porque la melodía cambió y se armaron nuevas parejas. Allí inició un juego de "atrápame si puedes" al ritmo de un vals donde Kitty hizo los pasos con la elegancia del cisne y su sonrisa se fue soltando hasta mostrarse completa.

La velocidad aumentó y Kitty se derretía con la canción a cada giro que daba. Los susurros regresaron y golpearon el escudo de la melodía hasta que cayó en los brazos de Nikolai. Un, dos, tres y enmudecieron. Un, dos, tres. Su mano en el hombro de Niki, la de él en su cintura. Un, dos tres. Los pies inequívocos en cada paso. Las manos entrelazándose, alejándose, buscando a la otra, serpenteando. Un, dos, tres.

Eran ellos y sólo ellos.

*** 

¡Hola! ¡Hola! Disculpen la tardanza, he estado muerta con la escuela, pensé que no llegaría a subir esta semana y andaba medio estresada por eso. 

¿Qué les ha parecido el capítulo? Hemos llegado a ese punto en que la maldición comienza a meterse entre ellos, en el siguiente capítulo se avecina... algo. JO. Nada grave... je. 

¡Nos leemos en los comentarios!

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