Por un ramo
ANTES DE EMPEZAR:
Esta es una historia BL, es decir que es una historia gay, si el género no te gusta, no lo leas.
14 de febrero, mi relación con Terreen empezó este día hace 6 años, yo en aquél entonces tenía 18 y él 16, pero por cuestiones de legalidad y respeto decidí de no revelar nada hasta que cumpliera la mayoría de edad, además de que nuestras familias no ven con buenos ojos las relaciones entre el mismo sexo. Yo por mi parte ya les había comunicado mi orientación a mis 15, no fue nada bien, en especial con mi padre que ese día no sólo me desheredo y dijo que ya no era su hijo, sino que me golpeó hasta dejarme inconsciente al borde de la muerte, si no hubiera sido por mi hermana Memy –que es la única que me apoya–, quien llamó a la ambulancia, ahora mismo estuviera bajo tierra o tal vez en una fosa común por orden de mi padre que ni siquiera me quiere en el terreno familiar del panteón.
En fin, lo que más me hacía feliz a pesar de tener el odio de mis familiares, aparte de mi querida hermanita, era el amor de mi vida, Terreen, ahora mismo estoy bajando de mi auto y entrando a escondidas a nuestra casa en la que hemos vivido desde que él cumplió los 18. A él aún le da miedo la reacción de su familia, pues no le ha revelado que vive conmigo ni nuestro noviazgo.
Crucé la puerta de rojo caoba y me adentré pasando a subir las escaleras siendo lo más cuidadoso de no hacer ruido, cargo en mi mano derecha un ramo grande de rosas rojas junto a una caja pequeña que está en el bolsillo de mi pantalón que con mucha ilusión planeo darle. Le daré está sorpresa ya que él cree que fui a un viaje de negocios y que no regresaría hasta el día siguiente. Tenía toda una gran sorpresa y quería ver su cara cuando abriera la puerta de nuestra habitación para darle este regalo.
Me detuve en tomando el pomo dado que escuché unos ruidos al otro lado, extrañado la abrí con lentitud. Quería darle una sorpresa… y la sorpresa me la llevé yo…
–Terreen… –dije captando su atención y viendo su cara roja por el placer.
–A-Amiel. –bueno, al menos logré hacer que en su cara hubiera sorpresa.
Empujó al hombre que tenía encima y él se tapó con las sábanas, pareciera que quería palabrear algo, pero su boca solo emitía sonidos de su voz atorada, sus ojos mostraban lo que creo que es arrepentimiento o no sé qué es lo quiero ver ahí.
–¡Déjame explicarte!
–¿Desde cuándo?
–No, esto sólo fue pasajero.
–¿Desde cuándo?
–No importa…
–Así que no fue hoy.
–Amiel… por favor…
–Hasta mañana, tienes hasta el día de mañana para recoger tus cosas y lárgate de aquí.
–No puedes echarme, está también es mi casa.
–¿Disculpa? Yo la compré con mi dinero cuando tú aún vivías con tus padres y siendo menor de edad. Ni siquiera estamos casados, así que lárgate.
–¡Amiel!
Cerré la puerta con enfado y bajé las escaleras yendo de nuevo a mi auto, puse el ramo en el copiloto y apretaba el volante por la ira que sentía, vi como Terreen salía de la casa con prisa acomodando una camisa de mangas largas que reconocí no ser suya, ni mía. Encendí el auto y arranqué con velocidad, no quería verlo ni escuchar sus mentiras. ¿Qué clase de excusa podía darme para esto? Es que no las hay, esa cara que tenía era más que obvio que lo disfrutaba.
Me detuve con brusquedad en el estacionamiento de un edificio donde la sección de abajo es una tienda de regalos y recuerdos, y la de arriba una vivienda. Me quedé un rato dentro del auto encendido tratando de apaciguar la rabia que tenía y viendo de la misma forma a ese ramo, puse mi vista al frente y miré al contenedor de basura. Bueno, nadie lo va ocupar, ¿qué más da dónde quede? Agarré el arreglo floral y apagué mi vehículo, me dirigí al bote grande y largo abriendo su tapa para echar esta basura.
–Vaya, qué desperdicio. –una voz argentina hizo que diera un pequeño salto para mirarle, un chico de unos 20 años con cabello castaño y corto hasta las orejas, ojos con heterocromía, el izquierdo es verde y el derecho ámbar; cargando una bolsa negra de plástico.
–Ah… –me quedé embobado por unos momentos mirando a sus ojos, son lindos.
–¿Te gustan o te asustan?
–¿Qué?
–Estás mirando mis ojos ¿verdad?
–Ah, sí, son muy hermosos –arqueó una ceja junto a la torcedura de su boca en una sonrisa–. Rayos, eso sonó raro.
–Gracias, eh…
–Soy Amiel.
–Gracias, Amiel –avanzó al frente y depositó esa bolsa en la basura–, y esas rosas también son hermosas. Si perdonas mi indiscreción, ¿por qué las quieres tirar? ¿Eres un soldado caído en esta fecha? –rió bajo haciendo que yo frunciera el ceño.
–No es de tu incumbencia.
–Oh, lo siento, Amiel –yo había bajado el ramo sosteniéndolo con ambas manos mientras miraba esas rosas con dolor–. Como dije, sería un desperdicio tirarlas siendo que son hermosas. Si estás de acuerdo, podrías dármelas y yo las pondré en agua ¿qué dices?
Lo miré extrañado con esa sonrisa gentil en su rostro, vi una última vez el ramo y se lo di con intención de irme a dormir en mi auto, pero él me detuvo.
–¿No tienes hambre?
–¿Eh?
–Sabes, yo también tengo algo que sería un desperdicio si sólo soy yo. Hoy preparé demasiada comida y no quiero que se eche a perder. ¿Qué dices? ¿No quieres acompañarme?
–No… –puede que lo haya dicho, pero mi estómago me contradijo y sonó haciendo al contrario reír e invitándome de nuevo, cosa que acepté– Lamento esto.
–Está bien.
Pasamos esa tienda de suvenir, había cosas muy lindas dignas de un establecimiento de regalos y especialmente durante estás fechas, subimos las escaleras hasta el segundo piso y pasamos a la pequeña, pero bien acomodada cocina y comedor, el chico es muy ordenado. La mesa… tenía un mantel blanco largo y encima uno más pequeño de color rojo, platos con comida que se veía apetecible y además con toque elegante con esas velas en el centro… esto es una cena romántica.
–Siéntate por favor –dijo tomando asiento y habiendo puesto en el centro el jarrón con las rosas–. Como verás, esto iba a ser una velada –yo también me senté–, pero mi novio me reveló por idiota que me engañaba.
–Lo siento mucho, espera, ¿novio?
–Sí, espero no tengas problemas con mis gustos.
–No, para nada, yo también soy gay.
–Oh, genial. –hizo una señal de que podía empezar a comer mientras él hacia lo mismo.
–Parece ser que esta noche no estaba destinada a que disfrutáramos de nuestras relaciones.
–Parece ser, por cierto, soy Merli.
–Un gusto.
Ambos empezamos una plática amena donde nuestra velada inesperada se volvió mi noche y espacio relajante al conocer a un chico que quizás quería quitarse un poco la tristeza igual que yo. Me contó que su exnovio le mandó un mensaje por equivocación a él en vez de su amante y que ahí se terminó todo, y yo… pues le conté lo que me pasó a mí. Para fortuna de los dos, esto ahora nos ha hecho conocernos. Reíamos de chistes y anécdotas mutuas, hace mucho que no me divertía así, a mi hermana de seguro le caería muy bien él. Todo estaba yendo perfecto hasta que la puerta del local se escuchaba ser tocada con agresión, y una voz molesta demandaba que abrieran de inmediato, Merli suspiró irritado y se levantó pidiendo que me quedara aquí, él bajó, pero yo no pude quedarme quieto, así que con sigilo bajé también para ver qué pasaba.
–¡Tenemos que hablar, Merli! –vociferó un sujeto más o menos de mi estatura y que es un poco más alto que Merli.
–Bájame la voz, y no hay nada que hablar, me engañaste.
–Por favor, sólo fue pura diversión.
–Pues quédate con tu diversión, yo no voy a tolerar ser el premio de consolación ni nada de eso. Terminamos.
–¡Claro que no!
Lo tomó del brazo jalándolo con rudeza, yo no pude aguantar ver eso y salí a separarlo de Merli y poniéndolo atrás de mí dirigiendo al otro una mirada de enojo.
–¿Quién demonios eres tú?
–A ti no te importa, lárgate y no lo molestes más.
–Vaya, vaya, pero si sólo querías una excusa para revolcarte con alguien más.
–No le hables así, entre nosotros no hay nada, en todo caso tú no tienes derecho a decir nada. –Merli jaló mi brazo y le miré pidiéndome que no me fuera a lo golpes.
–Lárgate, Jake, yo no quiero nada contigo.
–¡Sigues siendo mío! –intentó tomarlo a la fuerza, pero lo golpeé en la cara.
–No, Merli, ya no te pertenece.
Y como un impulso, hice algo que me sorprendió a mí mismo, pues puse a Merli frente a mí y lo rodeé de la cintura con un brazo y con mi otra mano tomé su nuca atrayendo su cabeza y depositando en sus labios un beso en el cual ambos teníamos abiertos nuestros ojos, los dos con confusión y asombro, también con sonrojes. Nos separamos por unos instantes sin quitar la vista de nosotros, yo especialmente a sus ojos tan bellos, pensé que me golpearía o algo, pero no… Lo que pasó fue que volvimos a besarnos con pasión habiéndonos olvidado del tipo que hace unos minutos nos molestaba.
–¡Váyanse al diablo! –fue todo lo que dijo y préstamos atención antes de que saliera de aquí.
–Lo siento… –susurré cuando nos separamos a respirar.
–No te preocupes… Gracias… –jadeábamos sin despegar nuestras frentes y miradas. –Amiel…
–¿Sí?
–Quisieras… eh… Bueno… No quiero que lo tomes mal, pero…
–Sí quiero.
Dije con firmeza, sé qué me iba a pedir y la verdad yo también lo deseo, cerramos la puerta de la tienda y fuimos deprisa al segundo piso con él dirigiéndome a su habitación donde lo acosté debajo de mí mientras nos besábamos con deseo desesperado a la vez que nos deshacíamos de nuestras prendas y nos hacíamos caricias a nuestro piel desnuda.
Su aroma, la textura de sus labios, su voz en mi oído, su estremecimiento por mi tacto y lo que le provocaba, todo eso fue una primera vez para mí y para él también, pues me lo confirmó… Algo comenzó hoy entre nosotros y todo por un ramo.
×~×~×~×~×
Hola. :v Feliz San Valentín atrasado y feliz historia a la amiga que me pidió hacerla. XD
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