Jeon Jungkook un joven de veintidós años, pelo castaño, ojos cafés, labios rosados y muy atractivo nunca imagino que estaría tan enamorado de alguien que llegaría a estar detrás de él como estúpido, o bueno. Eso fue hasta que miró a su atractivo jefe. Al principio pensó que solo le atraía por su apariencia, pero después vio que le gustaban cosas de él como la manera en la que fruncia su entrecejo porque un informe no estaba bien hecho, o que no le gustara el café, también como se aseguraba de que todo en la empresa estuviera bien. También le gustaban cosas de él como que sus ojos brillaran cuando le hablaba de su perro Yeontan, que era como un hijo para él. Y desgraciadamente el cómo se sonrojaba cada que hablaba con su esposa, junto con las risitas estúpidas que dejaba salir.

A Taehyung le encantaba la forma en la que su secretario era tan eficiente, pero le molestaba que se quisiera meter de más en su vida y que comenzara a coquetearle cada que encontraba la oportunidad. Admitía que era muy lindo y que algunas veces su corazón palpitaba con fuerza cada vez que se le declaraba, pero de inmediato sentía el arrepiento cada que su esposa pasaba por su cabeza. A él le encantaba su esposa, no había duda. Pero era inevitable no tener discusiones con ella por cosas cotidianas como llegar tarde, olvidar fechas importantes y no querer tocarla por algunas veces.

Kim Soyeon desde el primer día de casada con Taehyung había deseado tener un hijo con él, pero su esposo le había dejado muy claro que no quería niños, y que si los tendrían serían adoptados. Pero Soyeon no quería adoptar, y estaba dispuesta a hacer lo que sea con tal de quedar embarazada de su esposo.