Capítulo 2
Cuando amaneció Kim Taehyung se levantó de la cama y fue a darse una ducha mientras pensaba en el trabajo, al salir se vistió con su traje azul oscuro y salió de casa sin despedirse de su esposa. Al llegar fue a su oficina y sintió un vacío al no ver a su secretario, desde ayer se había estado culpando. No perdió el tiempo con esos pensamientos y comenzó a hacer su trabajo.
A la una de la tarde su esposa entró en su oficina alegando el por qué se había ido sin despedirse, Taehyung no la echo porque le había prometido algo, y estaba dispuesto a cumplirlo. Mientras estaba analizando el estado de la empresa su esposa se sentó en su regazo y comenzó a hacerle caricias y besar su cuello, no se resistió y beso a su esposa. Pero lo que no se esperaban ambos es que en ese momento entraría cierto castaño con una mano hinchada.
Taehyung se levantó de la silla y acomodo su traje mientras carraspeaba, en cambio Soyeon, solo se sentó en un mueble que había en la oficina mientras miraba a la persona que había interrumpido su momento con su esposo.
Jungkook hizo una reverencia y se disculpó:
—Perdón, no tenía ni idea —dijo mientras miraba la punta de sus zapatos y los celos lo carcomían. Jungkook daría lo que fuera para ser él, el que tuviera la oportunidad de besar esos labios y ser sostenido por esos brazos fuertes.
—¿Por qué entraste sin tocar? Te he dicho mil veces que toques antes de entrar.
Jungkook lo miró extrañado, él nunca le había pedido tal cosa, en cambio solía decirle que pase a su oficina sin tocar porque él no estaba escondiendo nada y que era libre de entrar.
—Cariño —hablo Soyeon mientras se paraba y entrelazaba su brazo con el de su esposo—. ¿Quién es él? —le lanzó una mirada despectiva e hizo una mueca de desagrado.
—Él es mi secretario, él que tuvo el accidente. ¿Te acuerdas? —Soyeon hizo una o con su boca y asintió sin quitar sus fríos ojos de Jungkook.
—¿Qué haces aquí? ¿Min no te informó que tienes unas semanas libres? —preguntó fríamente.
—Usted tiene mucho trabajo y no quería que todo caiga en sus hombros. Como secretario es mi deber seguir sus órdenes y ayudarlo —mentira, pura palabrería. Jungkook había ido para asegurarse que no lo hayan reemplazado y por supuesto, para ver a su apuesto jefe. Pero lo que no espero es encontrarlo en este tipo de situación con su esposa.
Jungkook no era ciego y podía ver los chupetones que tenía la esposa de su jefe. Eso fue como una bofetada que lo trajo a la realidad «despierta Jungkook, ¿acaso no ves que es su esposa? ¿Creías que no tenían relaciones estando casados?» se dijo en su mente, y su corazón se comprimió en dolor.
—Se supone que a está hora esta llegando tu reemplazo. Vete a tu casa. Tienes que estar en reposo —ordenó a la vez que se daba la vuelta y se sentaba de nuevo en su silla.
—Me siento bien, no necesito estar en cama —persistió.
—Jungkook, por Dios —paso su mano por sus cabellos despeinándolos. «Se ve tan sexi estresado» pensó Jungkook—. Vete a tu casa y no aceptó un no como respuesta.
—Pues tendrá que aceptarlo porqué yo de aquí no me muevo —dijo mientras tomaba una postura firme.
—¿Por qué insistes en quedarte trabajando? Cualquier persona de esta empresa está deseando, aunque sea un día libre, pero tú quieres seguir trabajando —en su cara se podía ver la confusión.
—Me gusta mi trabajo —fue su excusa.
Taehyung suspiró y asintió lentamente.
—Bien. Pero después no quiero que me demandes, tú fuiste él que insistió en trabajar —lo señalo con el dedo y Jungkook sonrió al lograr lo que quería.
Sin perder el tiempo se puso al día. Estaba contento por estar de nuevo al lado de su jefe, pero también frustrado porque su esposa lo estaba visitando. Jungkook pensaba una y otra vez en lo que habían estado haciendo en la oficina, y la idea de que lo estén haciendo de nuevo le molestaba tanto.
Después de que le dolieran los ojos por ver la pantalla de la computadora tan atentamente se levantó y fue a tomar una taza de café. Mientras disfrutaba el rico sabor unos pasos atrás de él lo hacen girar y ver quien es la persona que está en el mismo lugar que él. Grande es su sorpresa al ver a la esposa de su jefe. Se ve reluciente con su cabello suelto, increíblemente liso, y un vestido blanco que le quedaba antes de las rodillas. Jungkook se apresura a hacer una reverencia.
—Señora Kim, ¿puedo saber que se le ofrece? —preguntó cortésmente, aunque no tenía ganas de ser respetuoso con esa mujer.
—Simplemente me dio sed —dijo con una expresión relajada y desinteresada—. Oh, estoy tan adolorida, las piernas me duelen como no tienes idea, al igual que mis caderas —se quejó como si no estuviera revelando ese tipo de cosas a un desconocido y se sentó en una silla que había en la habitación.
Jungkook entendió inmediatamente a lo que se refería y guardo silencio mientras sentía toda la rabia fluir en su interior, pero más que enojó era envidia lo que sentía, pero aun así ese sentimiento era superado el dolor. Dolor al saber que, aunque en diez vidas diferentes se encuentre con Taehyung, él al final siempre la va a escoger a ella, es su esposa después de todo.
Al ver que el joven no respondía y seguía igual de imperturbable que antes la mujer volvió a hablar:
—¿Sabes de algún salón de masaje que sea bueno? ¿O también de alguna base buena? Es que no suelo maquillarme, solo en ocasiones especiales y nunca lo hago yo —le acababa de restregar tres temas en la cara. El primero: su noche de pasión con Taehyung. El segundo: le ha dicho que su belleza es natural. Y el tercero: literalmente le ha dicho que como es rica les paga a maquilladores profesionales para que la arreglen.
Jungkook no dejo que sus sentimientos y emociones tomaran control y con su voz sonando completamente normal y relajada respondió:
—No suelo ir a salones de belleza y tampoco suelo maquillarme.
Soyeon sonrió antes de soltar un comentario mordaz camuflándolo por uno inocente.
—Tranquilo, ya me he dado cuenta. Pero como tienes algunas imperfecciones pensé lo que hacías de vez en cuando.
Lo admitía, le dolió que otra vez alguien criticara su físico, pero no se inmutó. Después de todo, solía recibir ese tipo de comentarios cuando era adolescente, y algunos eran peores que ese y más directos. Una duda surgió de él al escuchar ese comentario: ¿Taehyung también pensará eso de él? ¿También piensa que necesita maquillaje para tapar sus “imperfecciones”?
No pudo soportar estar un segundo más al lado de esa mujer y se terminó su café de un trago.
—Tengo que volver a mi trabajo. Que tenga un buen día.
—Tengo a Taehyung de mi lado, es un día perfecto —le dedicó una amplia sonrisa mostrando su perfecta dentadura.
El chico asintió y por fin salió de esa habitación para caminar de regresó a su puesto. Se sentó en su silla y continuó trabajando. Estaba tan absorto en su trabajo que no se dio cuenta que Taehyung había salido de su oficina y se encontraba mirándolo. Admitía que su mano hinchada estorbaba para teclear en el computador, pero no le importaba.
Finalmente, Taehyung decidió hablar y aclaró su garganta llamando la atención de Jungkook que levantó su vista y al verlo se levantó de la silla e hizo una reverencia.
—¿Que necesita, señor Kim?
—¿Tú mano está bien? —preguntó.
Jungkook asintió y sonrió al saber que Taehyung se preocupaba por él.
—Quiero ofrecerte unas disculpas. La primera por lo que viste cuando entraste en mi oficina, sé que nunca te he dicho que toques la puerta antes de entrar, y yo fui quién insistió en que dejarás de hacerlo, lo hice porque no quería discutir con Soyeon. Y la segunda por haberte mandado a probar el teléfono, no fue correcto, debí haber ido yo y no mandarte a ti. Por mi culpa ahora tienes la mano hinchada... —Jungkook iba a interrumpirlo para decirle que no hacía falta que se disculpará, pero Taehyung puso su mano en su hombro e hizo presión indicándole que no lo interrumpa—. Pudo ser más grave, tuvimos suerte que solo fue pequeña, si la explosión hubiera sido más grande podrías haber perdido la mano y nunca me lo hubiera perdonado —sus palabras gritaban sinceridad a todo fulgor.
Finalmente, Jungkook respondió:
—No tiene por qué disculparse. Lo que usted haga o deje de hacer con su esposa no es de mi incumbencia —claro que no lo era, pero aun así a Jungkook continuaba importándole—. Usted no sabía que ese incidente podría pasar así que no lo culpo porque... —Taehyung lo miró atentamente y «al diablo» dijo en su mente antes de dejar salir lo que pensaba realmente—. No importa lo que usted me haga o no, yo siempre lo perdonaré y nunca lo culpare porque me gusta, y usted lo sabe así que no hay necesidad de disculparse. Yo lo apreció mucho, me gusta tanto que... —iba a continuar diciendo lo mucho que le gustaba, pero Taehyung lo interrumpió tapándole la boca.
—Jungkook... —resopló—. Eres muy imprudente. ¿Qué van a pensar las personas si te escuchan decir ese tipo de cosas? No lo vuelvas a hacer en público —fue una orden, pero Jungkook simplemente no la acató y cuando Taehyung quitó su mano se acercó a él y le susurró en el oído:
—¿Entonces debería hacerlo en privado?
Taehyung lo apartó de inmediato y se aclaró la garganta.
—Compórtate. Mi esposa está aquí, no quiero que piense que hay algo entre nosotros más que una relación laboral —volvió a decirlo. Taehyung ya lo había rechazado muchas veces, pero no se iba a rendir tan fácilmente. Jungkook se había prometido que si lo rechazaba más de veinte veces dejaría de insistir y ocuparía su lugar como el empleado que siempre fue.
Taehyung sin esperar una respuesta volvió a su oficina.
Ya dentro su cabeza se encargó de repasar las palabras de Jungkook una y otra vez. Sonrió inconscientemente, rápidamente sacudió su cabeza.
—Es solo tu empleado —se dijo en voz baja—. No puedes dudar de tu amor por Soyeon después de pasar más de seis años a su lado.
Devolvió su vista a su computador y siguió trabajando hasta que su reloj marcó las ocho de la noche y volvió a casa con su esposa.
✰
—¿De qué hablas, Soyeon? —el rubio la miró como si estuviera loca.
—¡¿Qué de qué habló?! ¡Sabes muy bien de lo que habló! ¿Acaso crees que no me doy cuenta de las miradas que se dan? —explotó y lo tomó de la camisa mientras su rostro lleno de ira y lágrimas estaba a tan solo centímetros.
—¡No sé de dónde sacaste eso! ¡¿No te cansas de inventar cosas?! —la alejó y la sostuvo por los hombros con fuerza.
—¿Me estás diciendo loca? —se sacudió intentado liberarse.
Taehyung apretó sus hombros sin medir su fuerza y soltó un jadeo de frustración.
—¡Sí! ¡Estás loca! No paras de inventar cosas.
—¡Yo no estoy loca! Por eso era que no querías tener hijos, ¿verdad? —se zafó y lo encaró.
—No quiero tener hijos porque no estoy listo para ser papá y porque estoy ocupado con el trabajo. ¿Para qué tener hijos si no iba a tener tiempo para ellos?
—No tienes tiempo para mí, pero si para tu amante —le lanzó una cachetada que hizo que Taehyung volteara su rostro. Sentía la mejilla palpitarle.
—¡Ya! ¡Estoy harto de ti! ¡Estoy harto de tus putos celos sin razón, estoy harto de tus intentos de manipulación para convencerme de tener hijos contigo! ¡Estoy harto de ti! ¡Estoy harto de todo! —esta situación ya había pasado miles de veces, pero esta vez colmó su paciencia, ya había pasado su límite—. ¡Quiero el divorció!
Soyeon lo miró entre enojada y herida por sus palabras. Se dio media vuelta y salió de la oficina azotando la puerta.
Taehyung soltó un gritó y tiró todas las cosas que estaban en su escritorio.
Jungkook que había estado escuchando a pesar de estar sentado en su puesto se cuestionó si debía entrar o no ser metido.
Cuando salió Soyeon intento devolver la vista a su computador, pero ella ya se había dado cuenta de su mirada y le lanzó una de desagrado mientras se iba. Por todo el pasillo se podían escuchar sus tacones resonar con fuerza y rabia en cada paso que daba.
El sonido del teléfono lo saco de sus pensamientos, lo tomó y lo llevó a su oreja. Antes de que pudiera decir su típica frase cada que alguien llamaba el rubio ya había hablado.
—Jungkook, dile al señor Kim que el señor Jung lo está esperando en la recepción.
Jungkook miró confundió el teléfono a pesar de que Jimin no pudiera verlo.
—¿Por qué no aviso antes? Además, su reunión se suponía que era pasado mañana, no hoy.
—Sí, pero al parecer se le dio por aparecer más rápido de lo que se suponía —comentó el rubio.
—Ehh Jimin, la verdad es que no sé si este sea el momento adecuado —y la verdad que no lo era. Hace unos segundos había escuchado cosas quebrarse o chocar contra las paredes de la oficina de su jefe.
—¿Por qué? —preguntó confundido.
—El señor Kim acaba de tener una discusión con su esposa y la verdad no sé si quiera que entré y lo estrese más con esa noticia.
—Lo siento, pero te toco decirle. Sabes que es importante.
—Ya le digo.
Suspiró y tomó con fuerza la perilla de la puerta, contó hasta tres y entró. Observó cómo algunas cosas estaban en el piso, otras rotas y toda la oficina en desorden. Al parecer si estaba muy enojado.
—Señor Ki... —Taehyung no lo dejó terminar y lo interrumpió.
—¿Qué quieres? —no se oía como una pregunta sino como un reclamó.
—El señor Jung está en...
—¿No se supone que tenía que venir pasado mañana? —lo miró con la mandíbula apretada y sus ojos estaban tan llenos de furia que parecía que en cualquier momento les saldrían llamas.
—Sí, pero vino antes de lo esperado.
—Me importa un culo si vino hoy, dile que se largué y vuelva el día que acordamos —con sus manos apretó el borde de su escritorio.
—Señor, pero no....
—¡¿Qué no me escuchaste?! ¡Ve y dile que se largué!
—¡Señor! Sabe que si le digo eso se va a poner muy bravo con usted, y tenemos que firmar ese contrato.
—¿Quién te crees para decirme que hacer o no hacer? Te estoy dando una orden. No te hagas echar.
—Señor, solo veo lo que es mejor... —susurró mientras lo miraba sumamente nervioso.
—¿Lo qué es mejor? —alzó su ceja y se acercó a él—. ¿Sabes lo que sería mejor? —el menor negó—. Sería que hagas tu trabajo correctamente. ¡Cuándo yo ordenó tú obedeces! No me importa lo que creas mejor —con cada palabra se acercaba más hasta que su espalda chocó contra la pared—. Y me vale tres hectáreas de mierda tus putos sentimientos, te he dicho mil veces que dejes eso de lado y te concentres en tu trabajo. ¿Sabes de quién es la culpa de mi divorcio? Tuya. Y agradece que no te he despedido aún. No te quiero ver.
Sus palabras fueron tan serias y frías que Jungkook se quedó sin hablar por dos razones: el nudo que sentía en su garganta y la impresión.
—¿Qué haces ahí parado? Te acabo de dar una orden.
A pasos lentos y torpes Jungkook salió de la oficina. Aclaró su garganta y fue donde se encontraba el señor Jung a decirle que vuelva el día acordado.
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