Capítulo único
El rugido de la moto del Kirigaya le indicó que ya era momento de regresar a casa. Tomó su bolso sobre el revuelto escritorio, se despidió tanto de sus compañeras como de los pequeños que todavía esperaban a ser recogidos por sus padres y salió por la puerta con una perfecta sonrisa.
Ahí estaba, como cada día. Durante los últimos 2 años en los que ella había pasado a formar parte de esa guardería, Kazuto Kirigaya, con sus 25 años, había acudido a recogerla cada uno de los días, sin importar que tan ocupado estuviera. Incluso cuando ella le había afirmado varias veces que podía tomar el bus y estaría en su hogar en solo 30 minutos, él se había negado tajantemente y la obligaba a esperarle hasta que pasara por ella.
Aunque no quería ocupar su tiempo de descanso fuera de alguno de esos extenuantes trabajos en los que solía sumergirse, Asuna era extremadamente feliz con solo el hecho de encontrarse con él y viajar en su moto en los minutos que les tomaba llegar al hogar de los Yuuki.
Él, tan sobreprotector y tierno como siempre, se había vuelto increíblemente guapo con el paso de los años, y el adolescente espigado que siempre había sido ahora se había perdido completamente para dejar en su lugar la figura de un hombre alto, fuerte y con sombra de barba que la miraba con esa clase de ojos de chico perdidamente enamorado.
--Hola Kazuto-kun. -- le saludó cuanto estuvo a su altura. Lógicamente él no se conformó con eso, y ni corto ni perezoso tomó su mentón y la besó profundamente, sin molestarse por las miradas curiosas de los pequeños que observaban la escena a través esos grandes ventanales repletos de pegatinas de colores y formas variadas. Incluso las compañeras de Asuna los miraban con cierta envidia, algo que ya era habitual, especialmente por las bromas amistosas a las que estaba sometida a diario gracias a esas intensas escenas que dejaba que presenciaran.
Todas eran conocedoras del profundo amor que había entre ella y su novio. Una relación de tantos años que no había cambiado con el paso del tiempo.
Después de mil aventuras, su amor no había hecho más que crecer. Sus padres habían aceptado su relación muchos años atrás, a pesar de las continuas quejas de la señora Yuuki. Sus amigos no podían estar más felices por ellos, como siempre había sido. Mantenían una relación que era a prueba de todo, incluso tenían una adorable hija en la realidad virtual que en más de una ocasión acudía a la guardería a través de la sonda que Kazuto había creado con tan solo 18 años.
Y aún así, todavía había una cosa que a los espectadores del continuo desarrollo de este evidente amor les llamaba la atención: ¿Como es que, en su estado actual, todavía no se habían casado? Estaban en edad, y ambos habían conseguido un trabajo bien remunerado. Incluso eran consientes de la promesa tácita del pelinegro hacia la pelirroja gracias a ese anillo que diariamente brillaban en el dedo anular de la hermosa muchacha de 26 años.
Y aunque ella no lo dijera en voz alta, todavía estaba esperando a que él se lo pidiera, esta vez de verdad. La última vez, la que más tiempo había tomado pero la que marcaría el momento más hermoso de su vida.
Unas escasas palabras serían más que suficientes.
Cuando este dejó de comerle la boca, sonrió con cierto aire chulesco que hizo que las piernas de Asuna se hicieran gelatina y estuvieran a punto de ceder y desmoronarse. Si no fuera por que él ya estaba tomándola de la cintura creyó que podría haberse caído en ese momento, por lo que solía dudar de su Kazuto hacía esa clase de movimientos a sabiendas de lo que provocaba en ella.
--Buen trabajo, como siempre Asuna. Tienes a todos los críos de ahí dentro perdidos por ti casi tanto como me tienes a mí -- hizo un gesto con la cabeza para señalar a las tiernas personitas que miraban la escena entre bromas y risas acerca de lo empalagosos que eran su maestra y su novio.
Asuna se tapó el rostro con ambas manos, muerta de vergüenza. Incluso con su edad, era incapaz de aguantar el ser el centro de atención cuando su novio decidía actuar de esa manera.
--Kazuto-kun, te he dicho mil veces que no hagas eso mientras ellos miran...
--¿Que pasa? Así dejarán de fantasear con la idea de casarse contigo ¿cuantos de esos enanitos crees que me han venido a reclamar cada vez que estoy aquí para recogerte? -- se cruzó de brazos con un puchero, Asuna no entendía como era capaz de hacer expresiones tan opuestas y tan encantadoras a la vez en tan poco tiempo. -- Tienen que entender que estás fuera de los límites de cualquiera, ¿o me vas a decir que no, mi preciosa subcomandante?
--Eres un idiota... --se quejó mientras le abrazaba suavemente. Escuchó su risa de nuevo y sus brazos la envolvieron de nuevo y un beso cayó sobre su coronilla.
--¡Kazuto-niichan! ¡Deja de tocar a Asuna-sensei! -- varios críos terminaron por salir de la sala y acercarse hasta donde la pareja estaba, poniendo cara de malas pulgas y separándoles cuando Kazuto estaba por besarla de nuevo.
Las maestras no hicieron otra cosa más que dejarles hacer, divertidas por el enfrentamiento de los pequeños contra el infantil Kazuto Kirigaya, quien tiraba suavemente de las mejillas del pequeño Hiro.
--Oe, oe, Hiro-kun, ¿Cuántas veces voy a decirte que Asuna-sensei es mía? -- el pequeño sonreía de forma malévola mientras imitaba el gesto del pelinegro. Asuna solo observaba ciertamente divertida por los celos infantiles que rivalizaban con la actitud inmadura de su novio.
--¡eso no es cierto!¡Asuna-sensei es de toda la clase! -- le respondió tajante, mientras sus compañeros a sus espaldas le daban la razón entre ánimos.
--Eeeh...¿Eso creeis?
--¡Por supuesto! -- otro pequeño a sus espaldas se acercó a tirar del brazo de Kazuto, pellizcándole con todas sus fuerzas aún cuando el dolor que él sentía era mínimo. En realidad, esa clase de encuentros le resultaban divertidos, y le hacía ver lo querida que su novia era en su trabajo, tanto por los niños a los que cuidaba y enseñaba como por sus compañeras de trabajo que siempre la trataban como si fuera una hermana. -- ¡Asuna-sensei pasa muchas tardes con nosotros! ¿donde estás tú mientras?
--¡Eso, eso! ¡Tenemos a Asuna-sensei más tiempo que tú! ¡No puedes reclamarla!
Kazuto sonrió entre dientes.
-- ¿Con quien creéis que está cuando no la tenéis vosotros, pequeños demonios? ¡A fin de cuentas soy su novio! -- varios de ellos se subieron al cuello y a la espalda del Kirigaya en un intento de tirarlo. Asuna reía alegremente, sin meterse en la escena en absoluto, pues era plena conocedora de hasta donde eran capaces de llegar esta clase de batallas.
Se sentía increíblemente conmovida con solo ver cuanta gente la quería de esa forma tan tierna que le provocaba unas ridículas ganas de llorar.
--¡Aún así, no es tuya!
--¿Y eso por qué no?
--¡Ni siquiera vivís juntos!
Asuna dejó de reír cuando casi se atragantó con su propia saliva. Incluso cuando las bromas de los niños seguían como si nada, Kazuto y ella se frenaron en seco para mirarse un momento antes de escuchar como el directo muchacho continuaba.
--¡Lo escuché de Ichigo-sensei! ¡Asuna-sensei y tú no estáis casados así que no vivís juntos!¡Por eso ella no es tuya!
Una leve opresión en el pecho fue lo que hizo que Asuna retrocediera casi por inercia un par de pasos. Los ojos plateados de Kazuto la miraban seriamente, pero no dijo nada. Dejó en el suelo a los niños y cuando las maestros sintieron que era momento de intervenir, la escena llegó a un extraño final.
--Venga niños, Asuna-sensei y Kazuto-san quieren irse a casa. -- poco a poco, tras despedidas burlescas hacia el pelinegro y decenas de abrazos hacia la pelirroja, todos los pequeños regresaron al recinto. -- Nos vemos mañana Asuna-san.
La mencionada sonrió amigablemente.
--Hasta mañana -- respondió sacudiendo su mano, mientras que la otra era tomada por Kazuto, quien comenzaba a tirar suavemente de ella.
--¿Nos vamos?
Asintió y ambos se subieron a la moto del chico y se perdieron por las calles de la ciudad sin decir palabra.
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Varios minutos después, Kazuto ayudaba a Asuna a bajar de su moto, justo en frente de la imponente mansión Yuuki que tan bien conocía, tanto por dentro como por fuera. Todavía recordaba las primeras veces que entraba con pavor a ese lugar, como un cordero entrando al matadero.
Una vez los padres de Asuna, incluida Kyouko Yuuki, dieron el visto bueno para su relación, las visitas de Kazuto al hogar se convirtieron en algo regular que terminó por quitarle cualquier tipo de miedo o inseguridad. Pasado un tiempo, el azabache ya se conocía el lugar como la palma de su mano.
--Gracias por traerme. -- comenzó ella, tratando de hacer algo con ese silencio que estaba poniéndola de los nervios. No fue lo mejor que se le ocurrió, pero realmente necesitaba decir algo y recibir alguna palabra suya en respuesta.
--Sabes que lo hago encantado, y que es parte de mi día a día. -- se encogió de hombros y arregló un poco el desordenado cabello anaranjado acariciándolo desde la coronilla hacia abajo, llegando a la zona entre su hombro y su cuello, donde paseó sus dedos con suavidad.-- Y pienso que regresar a casa sola a estas horas es completamente innecesario cuando tienes a un novio que está más que dispuesto a escaparse del trabajo solo por ti.
Ella infló las mejillas en respuesta, tratando de ignorar el roce de Kazuto sobre su cuello.
--No eres para nada maduro, Kazuto-kun ¡ni se te ocurra saltarte el trabajo por esto! -- le señaló acusatoriamente mientras se daba la vuelta para tomar correctamente su bolso y colgarlo sobre su hombro derecho.
Mirando como se hacía la enfadada, algo ya típico en ella, se acercó hasta rodearla con sus brazos anclándose en su cintura. La acercó a él todo lo posible y le besó la sien varias veces, mientras que ella solamente se dejaba consentir.
--Sé que nos vemos poco, por eso me gusta mucho ir a recogerte. Aunque sea un rato corto siendo atacado por esos demonios, no lo cambiaré por nada.
--Y sabes perfectamente que me encanta. Soy la envidia de mis compañeras.
--Eeh...¿Presumes de novio apuesto con motocicleta? Que astuta.
--Si, de novio apuesto, presumido y egocéntrico con motocicleta.
Escuchó una carcajada a su lado. Desde luego, ninguno de los dos cambiaba en absoluto. Por mucho que crecieran, lo mucho que se ocupara su día a día o las múltiples tareas que tuvieran que hacer como adultos preparados que eran, la esencia de ellos mismos no había cambiado en lo más mínimo, y así es como deseaban seguir.
Asuna frotó las manos de su novio que todavía la tenían amarrada de la cintura. Notó como estas se posaban en su estómago y la acariciaban suavemente. Aunque fuera un gesto sin sentido, le resultó terriblemente conmovedor el solamente imaginarlo si estuvieran en otras circunstancias.
Pero quizás para Kazuto, quien comenzaba a ver como sus sueños se iban realizando uno a uno, era demasiado pronto para pensar en cosas como esas.
--Neh, Asuna...
--¿Si?
Parecía dudar, o más bien parecía inquieto por algo, pero aún así decidió mover sus labios para escupir las palabras que estaban atascadas en su garganta.
--Otra cosa que me encanta de ir a buscarte a la guardería...es que siento que puedo ver una versión de lo que será de ti en el futuro. -- Asuna trató de girar su rostro hacia él, pero fue tomada de su mentón y obligada a mirar al frente de nuevo --N-No me mires ahora, no seré capaz de hablar si lo haces.
--P-perdón... -- encogió sus hombros mientras se mordía el labio. Kazuto no se movía en absoluto, se encontraba demasiado cerca de ella y, por encima de todo, se encontraba plenamente expuestos ante su casa y sus vecinos. Por muy aprobada que estuviera su relación, no se sentía cómoda dejando que sus padres o sus conocidos cercanos estuvieran de espectadores ante una escena semejante.
--En realidad...te encuentro muy tierna mientras cuidas de los niños. Por supuesto que sé lo buena que eres en ese ámbito, sobra decir lo cariñosa que eres con Yui, pero...solo verte con un bebé en brazos...c-como si fueras su madre...resulta un poco...
--K-Kirito-kun...¿Q-Que...?
Chasqueó la lengua y la giró bruscamente hacia él. Tan rojo como un tomate, no se atrevió a seguir hablando por miedo a enredarse con sus propias palabras, como siempre solía ocurrir cuando trataba de ser completamente sincero con ella respecto a sus sentimientos, esos que después de tantos años esperaba que estuvieran perfectamente trasmitidos.
Plantó un casto beso sobre los entreabiertos labios de su novia, quien no salía de su asombro, y la miró de una forma tan profunda que pensó que intentaba ver a través de ella misma. Se preguntó que tantas cosas podrían andar circulando por la mente del azabache, su manera de actuar era desconcertante, pero a la vez, había algo en él que la emocionaba de solo mirarlo con esa expresión.
--Bueno, no importa. Sólo tienes que entender que disfruto mucho de esas pequeñas cosas. Así que, mientras no te moleste ser la única maestra a la que el príncipe en motocicleta va a recoger, siempre me tendrás a tu entera disposición -- besó su frente suavemente, luego su mejilla y. por último, sus labios justo antes de darse la vuelta para volver a ajustarse el casco y emprender de nuevo el camino de regreso a casa.
--Sí que puedes ser caballeroso cuando te lo propones.
--Por supuesto, pero eso es algo que sólo tú puedes saber -- aplastó sus labios con su dedo pulgar, riéndose hasta la expresión de mal humor que ella hacía, y se subió a la moto, preparado para partir. -- Te veré mañana, ¿Dijiste que tenías el día libre, verdad? Pasaré a recogerte a las 10.
--Sí, buenas noches -- agitó la mano para despedirse y el muchacho se desapareció en escasos segundos de su vista.
Incluso cuando el tema había estado en bandeja para comenzar a hablarlo, él simplemente había decidido evitarlo.
Incluso cuando había comenzado a hablar de lo que significaría para ella ser madre, decidió dejar de hablar antes de que ella pudiera hacerse ilusiones.
Incluso cuando se amaban tanto, Kazuto no estaba preparado para comprometerse definitivamente, porque ese no era el mundo virtual, y todo lo que hicieran significaría mucho más que cualquier acuerdo digital realizado durante escasos 10 segundos que para ella lo habían significado todo.
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--Y...¿por qué decidiste este lugar? -- preguntó mientras le entregaba la cesta de mimbre que había traído consigo a petición del pelinegro, quien, a pesar de su propuesta de ayudarla a hacer el almuerzo para ambos, había sido vencido por su novia. Era ya costumbre que ella terminara haciendo uso de sus habilidades culinarias para preparar esas delicias que todos conocían tan bien.
Pero esa vez eran solamente ellos dos. Como novio y novia, Kazuto había escogido el espacio concreto para el esperado picnic mientras que Asuna se había organizado para cocinar y empaquetarlo cómodamente para el transporte.
Cuando le dijo de salir a comer al campo, no se esperaba que la llevaría a las afueras. Un viaje de casi 40 minutos en tren, puesto que sería un problema cargar con todos los utensilios del picnic en la motocicleta.
Kazuto tomó la cesta con su mano izquierda y la de Asuna con la restante para comenzar a tirar de ella. Incluso aunque reconocía el lugar, ella seguía igual de curiosa al respecto, pues se sorprendía que de encontrarse de nuevo en el observatorio al que habían acudido una noche de mayo de hacía casi 6 años.
Le mostró una sonrisa a través de su perfil derecho y siguió andando mientras tiraba de ella suavemente.
--Me pareció un bonito recuerdo de aquella noche. Además, en primavera, durante el día, es bastante bonito.
Ella asintió mientras observaba los alrededores. En verdad el lugar no estaba para nada diferente de cuando lo había visitado aquella vez, durante una hermosa lluvia de estrellas al lado de su amado. Y la verdad, seguía siendo bonito, más que hermoso.
--Sí, es cierto, aunque venir hasta aquí para un picnic --soltó una risilla -- sí que estás detallista últimamente Kazuto-kun.
Frenó en seco. Asuna hizo lo mismo, pensando si había dicho algo que pudiera haberle molestado, pero no tuvo tiempo a planear una disculpa al ver como se giraba para mirarla directamente. Su expresión era completamente imposible de descifrar, incluso para ella, quien estaba más que segura de conocer cada uno de los lados ocultos del Kirigaya.
En esa ocasión, todo él daba una sensación completamente nueva. La inquietó, no podía negarlo, pero el agarre de su mano no se había debilitado lo más mínimo.
--En verdad, lo lamento mucho Asuna.
Ella ladeó la cabeza, sin entender.
--¿Por qué te estás disculpando?
El que ella preguntara eso pareció sentarle todavía peor. Su rostro se ensombreció, pero no se sentía capaz de desviar la vista de ella, por muy confundida que la viera.
--Sé que lo has estado esperando por mucho tiempo, y que yo he hecho como si no fuera la gran cosa. Sé que has estado pensando mucho en ello, en verdad lo sé bien.
Los ojos ámbar se abrieron desmesuradamente, tanto que creyó que se le saldrían de las cuencas. Dejó caer su mandíbula, en claro gesto de incredulidad. Siendo él tan torpe y descuidado a veces, no se esperaba, por nada del mundo, encontrar esas palabras saliendo de su boca de un momento a otro.
Exactamente, ¿cual era el motivo de su disculpa? ¿el haberla hecho esperar o el tener que reafirmarle que no era el momento adecuado? Por supuesto que esperaría cuanto fuera necesario, pero no podría culparla por su impaciencia.
Tantos años juntos, tantas proposiciones a mitad de camino. Deseaba hacerlo una realidad. La última vez.
Kazuto extendió su puño izquierdo hacia ella, cerrado y mirando hacia abajo, mientras tomaba la mano contraria de ella. Con cuidado, depositó algo frío sobre su palma abierta y dio un paso hacia atrás.
--¿Una llave? -- preguntó curiosa. La miró de un lado y otro, estaba claro que era la llave de una casa o de un apartamento, pero no tenía demasiado claro que quería que hiciera con ella. Hasta que cayó en la cuenta, por un solo segundo. -- K-Kazuto-kun, esto es...
Él asintió. Sus mejillas rojas y sus labios temblorosos, parecía increíblemente nervioso, pero no dejó de mostrar una expresión seria mientras no la perdía de vista ni un solo momento.
--Quiero que vengas a vivir conmigo, Asuna.
Ella no dijo nada, pero su rostro habló por si solo. Sintiendo lo sofocada que se sentía por sus palabras, Kazuto se animó a continuar, sacando la valentía de donde no creía que la tenía.
--Tal y como dijeron los niños, no estamos casados y tampoco vivimos juntos. Y yo realmente, por sobre todo, quiero arreglar ambas cosas. Porque sé que aquel día, cuando te entregué el anillo, entendiste la promesa silenciosa que hicimos, aunque no te dijera directamente que un día te casaras conmigo.
--Kirito-K...
--No tienes idea de cuanto te quiero, Asuna. A pesar de mi personalidad y de mi falta de romanticismo, has estado a mi lado en tantas pruebas que no veo el modo de transmitirte todo el amor que siento por ti. Y sé que solo estoy haciéndote dudar de ello con esta larga espera, pero ahora mismo no quiero hacerlo.
Se llevó la mano al pecho, claramente decepcionada. Después de todo, él sí sentía que no era el momento para ambos, y después de todo sí que debía seguir esperándole.
Se guardó todos sus sentimientos para sí misma y ensayó una sonrisa para regalarle y hacerle saber que todo estaba bien. Que en realidad, ella no tendría problema con esperarle el tiempo que considerara necesario.
Y entonces él simplemente apoyó una rodilla sobre el suelo y tomó la mano que todavía sostenía la llave entre las suyas.
--Asuna...te lo he pedido muchas veces en el pasado, acercándome poco a poco al momento indicado -- miró discretamente el delicado anillo que relucía en la mano izquierda -- La próxima vez que lo haga será la última, por eso sé que debo esperar.
--¿Esperar?
--Sí. Nunca te pude entregar una ceremonia como te merecías, y quiero asegurarme de hacerlo bien esta vez. Asuna, quiero esperar para preparar el día que te haga más feliz, el día que recuerdes por sobre todas las cosas en el mundo. Algo que esté a la altura de lo que sentimos el uno por el otro.
Aunque hubiera podido, no habría sabido que palabras usar para responderle. Las lágrimas que se formaron lentamente fueron la mejor respuesta que pudo encontrar, pues sus labios, terriblemente temblorosos, no se sentía capaces de dejar escapar ninguna palabra.
Él la quería tanto, siempre lo había sabido, pero desconocía que tuviera esa clase de sentimientos. Que fuera él quien más pensaba en ese día tan especial para ambos, y solamente para ella.
Se sentía egoísta por su caprichoso deseo de casarse inmediatamente mientras él batallaba con como manejar sus emociones con sus planes de futuro.
--Kazuto-kun, yo...yo...es que...pensé...
--Sé que es un deseo egoísta -- incluso cuando ella estuvo a punto de intervenir para negar esa absurda afirmación, él continuó -- pero te pido que me esperes un poco más. Trabajaré muy duro, te cuidaré más y te demostraré lo que siento por ti todos los días, hasta poder hacer algo real. Y entonces, un día...
--Sí...sí -- afirmaba entre lágrimas que era incapaz de parar. -- Lo entiendo perfectamente, Kirito-Kun.
--Un día, cuando te lo pida por última vez ¿Te casarás conmigo? ¿Me dejarás estar contigo durante el resto de tu vida, esta vez oficialmente?
Se lanzó hacia él, abrazándolo por el cuello sin intenciones de soltarlo ni por un segundo.
--¡Por supuesto!¡La respuesta siempre será sí, sin importar cómo y cuando me lo pidas!
Kazuto sonrió. Ella no era completamente consciente de que tanta felicidad podía darle solo con esas palabras, porque estaba seguro de que no entendía que tan vital era para él.
Si no fuera por ella, nunca habría llegado hasta ese punto, y nunca habría experimentado tantas cosas hermosas en aquella vida que lucía tan desolada.
--¡Gracias!¡Muchas gracias por pensar tanto en nosotros, Kazuto-Kun! -- de un segundo a otro, regresó a sus cinco sentidos para recordar la pequeña pieza metálica que aún se encontraba escondida en su puño cerrado. Se separó,todavía siendo abrazada por su espalda,y abrió la palma en el espacio restante entre ambos. -- Pero...¿Y esto?
Kazuto se encogió tímidamente.
--He estado pensándolo mucho y, como pensaba, no puedo esperar para poder vivir juntos. --se encogió de hombros, todavía con las mejillas coloradas. Quizás era un poco ridículo sentirse tan innegablemente tímido ante su novia tras tantos años de conocerse y quererse como ninguno, pero no era propenso a manifestar en alto tantos sentimientos que amenazaban con sofocarle.
Además, era bien consciente de que, aunque no fuera el paso hacia el matrimonio, era una escala muy importante en su vida, por lo que quería asegurarse de que ella estuviera tan dispuesta como él a encaminarse juntos hacia una vida común.
Por supuesto, la pelirroja solamente encontraba terriblemente romántica toda la escena, y tan conmovida había terminado que pocas habían sido las palabras que escaparon de su boca. Sin embargo, era consciente de que su rostro y sus lágrimas hablaban por sí sola.
--¿Desde cuando tienes un apartamento? -- preguntó, entre divertida y fascinada.
--Contactos de Kikuoka, al final sí que vale para algo y me ayudó a encontrar uno a muy buen precio. -- de nuevo, sonó resuelto mientras se encogía de hombros y apretaba un poco más el abrazo para sentirla completamente contra él. -- Entonces...
--¿Entonces?
--¿e-es un sí?
--¿Tú que crees?
--¿A-Aunque no estemos casados?
Pocos fueron los segundos que ella tardó en lanzarse a devorar sus labios con idéntica pasión que él solía utilizar, y que por supuesto le había devuelto tras salir de su asombro por el repentino ataque.
--¿Prefieres esta respuesta o te la digo todavía más clara? -- le besó velozmente la nariz y sonrió de oreja a oreja.
Kazuto sonrió, completamente perdido por esa peculiar jovencita.
--Esta respuesta es la mejor, y me aseguraré de mostrársela a esos criajos cuando los vea la próxima vez.
--¡Eh! ¿que? ¡Te digo que no hagas cosas vergonzosas frente a mis pequeños!
Pero él estaba demasiado feliz para atender a sus reproches. Por supuesto que se encargaría de hacerle saber a todos los habituales de la guardería sobre el nuevo hogar del Kirigaya y la furuta Kirigaya.
Estaba seguro de que todos se lanzarían a atacarle como pequeñas fieras.
Por una vez, se lo tenía merecido.
Después de todo, se había quedado con la persona favorita de todos.
Su amada prometida.
--Además, el piso es lo suficientemente grande como para acoger a alguien además de nosotros dos -- murmuró contra sus labios después de besarla sin descanso durante varios segundos. Asuna ladeó la cabeza, aparentemente sin entender, y eso, irónicamente, le causó gracia al pelinegro. --¿No te lo imaginas?
Antes de que ella respondiera, su mano se había adentrado juguetonamente dentro de la camisa de la pelirroja, quien se quedó estática cuando Kazuto comenzó a acariciar con cariño la zona de su vientre.
Exactamente igual que el día anterior.
Demostrando exactamente lo mismo.
--Tampoco puedo esperar a tener hijos contigo.
FIN
Me encanta reciclar fics, esto lo había empezado para una KiriAsuWeek de otro año que nunca lo terminé por X razones que ya no recuerdo. Seguramente no me gustaba y no lo hice, así funciona mi mente. ¿Es cosa mía o me encanta poner a un Kirito pasteloso?¿Será para compensar de forma inconsciente esa falta de romanticismo en el anime? JAJAJA
Lo voy a subir sin darle más vuelta o no me decidiré a hacerlo, así que de nuevo me disculpo por si hay algún error.
En fin, espero que haya servido para entreteneros un rato. Esta KiriAsuWeek está llena de historias adorables, y aún me quedan muchas que leer. ¡Estoy encantada!
¡Saluuuudos!
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