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2º La inutilidad de la clase de arte

Aunque comemos fuera para el almuerzo y la cena, el desayuno lo hacemos en casa. Matías no bajó, sigue dormido. Termino mi último sorbo de jugo y recojo los platos. Hoy me toca lavar, mañana a Henry, que acaba de programar a Matías para pasado mañana. La señora que hace la limpieza está de vacaciones así que intentamos mantener el lugar un poco ordenado, al menos lo suficiente para que sea habitable.

Lavo rápidamente, Henry me está esperado, él me lleva al colegio, me deja camino a su trabajo y por las tardes vuelvo sola. Estudio en el colegio privado "Nikola Tesla", estoy aquí desde principios de año. Antes estudiaba en uno de convenio, pero como Henry vivía en otra ciudad, tuve que mudarme. La idea no me desagradó en ningún momento, fue como empezar desde cero. En mi anterior escuela tenía muy pocos amigos, era casi invisible, luego pasé a ser la chica cuya madre murió de cáncer.

Al entrar a aquí prometí que las cosas serían diferentes. Puse mi máximo empeño para encajar y hacer amigos. Es mi último año y de verdad quiero reunir buenos recuerdos, sobre todo tener grandes amigos a los cuales abrazar el día de la graduación y decirles con toda sinceridad que voy a extrañarlos.

Soy el tipo de personas que cuando quieren algo se lo proponen hasta lograrlo y, aunque me costó horrores, superé mi timidez. Conozco a casi todos los de mi clase, al menos nos saludamos cuando nos cruzamos. No soy la chica con la cual todos quieren estar, tampoco pretendo serlo, pero tengo amigos, incluso un novio: Arturo.

Me gusta bastante. Es carismático y apuesto, le gusta a la mayor parte de las chicas de mi curso, así que supongo que soy afortunada. Arturo es media cabeza más alto que yo, tiene el cabello rubio ceniza, ojos verdes y es de complexión delgada. La semana pasada cumplimos un mes de noviazgo y ese día tuvimos relaciones sexuales por primera vez, al menos fue la primera vez para mí. No sé si fue también su primera vez, no me atreví a preguntárselo.

Antes había escuchado que la primera vez suele ser horrible para las mujeres, muchos nervios, mucho dolor y no sabes realmente qué hacer. No sé si es igual para todas, pero para mí fue exactamente así, un experiencia no muy agradable. No lo hemos vuelto a hacer, creo porque no se dio la oportunidad; no sé si Arturo lo disfrutó realmente, pero no ha terminado conmigo, imagino que eso es una buena señal. No sé si quiero repetir la experiencia de nuevo, al menos no por ahora.

Al bajar del auto de Henry en la entrada del colegio veo a mi novio acercarse, parece que también acaba de llegar.

—Hola vida. —Me saluda con un beso.

—Hola —lo saludo de vuelta, no me nace decirle vida o cariño, o alguno de esos apodos con que se llaman los novios, simplemente lo llamo por su nombre.

Caminamos hacia los casilleros, los nuestros están uno al lado del otro, fue gracias a eso que nos conocimos, y tras conversar varias veces, comenzamos a sentarnos juntos en clases; ahí él me introdujo a su grupo de amigos. El colegio es muy grande, fácil de perderse las primeras veces. Está compuesto por tres edificios principales para preescolar, primaria y secundaria; un auditorio, un coliseo deportivo, una cancha de fútbol y basquetbol, una pista atlética de tierra y muchos jardines. Ahora nos dirigimos al edificio de artes, es la materia que nos toca los lunes en la mañana.

Con Arturo nos sentamos en el último lugar, donde el maestro no pueda vernos.

Me gusta el colegio, me encanta estudiar; excepto en esta clase, siempre me siento en las primeras filas, para prestar más atención y tomar apuntes. Quiero graduarme con el mejor promedio, pero mis planes se ven truncados por culpa de la maldita clase de arte. Odio esta materia.

No se me da bien el pintar o dibujar y tampoco le hallo el sentido. ¿De qué me va a servir esto en la vida? Debería ser una materia optativa, en mi anterior escuela lo era. Ahí entraban los más vagos y los más tontos, los que eran incapaces de aprobar las materias exactas o humanísticas y no se preocupaban por su futuro. En este colegio tienen la muy retrógrada idea de que debemos saber de todo. Para ser un colegio con tanto prestigio, nos hacen perder el tiempo con cosas inútiles.

Laura e Isabel, mis amigas, acaban de llegar y se sientan con nosotros. A ellas esta clase tampoco les agrada, pero al menos tienen trabajos para presentar. Cada viernes es la misma rutina en clases. El profesor Ricardo enciende el proyector, nos lee el título sobre un movimiento artístico y nos pasa aburridas diapositivas con pinturas, fotografías y esculturas, mientras nos lee el nombre del autor y una breve explicación de la obra.

Dije que no había nada más aburrido que esperar en el aeropuerto o ver crecer el pasto, pero esto es aún más aburrido. Mataría por ver a una babosa. Hago un gran esfuerzo por no dormirme. Ahora estamos viendo el cubismo y no importa cuántos consideren a Pablo Picasso un gran artista, lo suyo me siguen pareciendo dibujos deformes equiparables a los de un niño de primaria.

Miguel Ángel, Botticelli, Leonardo da Vinci... Ellos sí eran artistas, ellos podían hacer lo que la mayoría no puede: plasmar la realidad en un lienzo, hacer pinturas que no tuvieran nada que envidiar a una fotografía. Eso era talento, eso para mí es arte. No un montón de garabatos o manchas de pintura que la mayor parte de la gente puede hacer, menos algo tan estúpido como lo que hacen los artistas modernos, como el poner un urinal en medio de una sala.

—Bien, ya tuvieron muchos ejemplos, ahora saquen su cuaderno de arte y a trabajar—nos ordena el profesor. Las luces se prenden y creo que voy a estar ciega por un buen rato.

Saco mi block de dibujo y un lápiz. Como siempre no tengo idea de qué es lo que voy a hacer. Se supone que en base a lo que vimos debemos hacer una pintura cubista. Hicimos lo mismo con el impresionismo, el realismo y el minimalismo; y en cada ocasión solo tracé un montón de garabatos mientras conversaba con mis amigos.

—Emma, ¿terminaste el trabajo de la anterior clase? Muéstrame. —No sé en qué momento el profesor apareció detrás de mí.

Con mucha vergüenza abro mi block, no tengo nada. Como nunca realizo ningún trabajo, él me da la oportunidad de avanzar en casa, pero no importa donde esté, aquí o en casa; no tengo inspiración, ni talento, ni creatividad.

—No pude hacer nada —le contesto.

—Pues no sé de dónde vas a sacar nota. No es tan difícil, en base a lo que hemos visto haz algo parecido. Te voy a dar dos clases para presentarme todos los trabajos, o tienes un cero.

En cuanto se aleja golpeó mi cabeza contra la mesa. De verdad odio esta clase.

—Vamos vida, no es muy difícil, le gusta que llenes la página, con que le pongas cualquier cosa te va a poner cien. —Me anima Arturo.

—Yo he dibujado cada huevada... y le encanta —dice Laura.

—Es que no sé qué hacer. No sirvo ni para pintar toda la página de un solo color. ¿Por qué nos tiene que obligar a hacer estas cosas que no sirven para la vida? —me quejo.

—Nada de lo que te enseñan en el colegio te sirve para la vida. A ver, ¿cuándo vamos a usar el álgebra? —añade Isabel, que está concentrada en su hoja, dibuja un par de cuadrados y un circulo, nada muy elaborado.

—El álgebra sí te sirve, las matemáticas son útiles para todo, estas estupideces no. —Decido hacer algo parecido a Isabel, dibujo un cuadrado en medio de la página y me queda chueco; no sirvo ni para hacer una línea recta. Agarro mi goma y borro con fuerza. Intento hacerlo de nuevo y me sale peor.

Podría intentarlo una y otra vez hasta lograrlo, pero me rindo fácilmente, no tengo ganas de dibujar y tampoco le veo el punto.

Me pasé el resto de la hora conversando con Arturo, Laura e Isabel. Ninguno ha terminado su trabajo, mas tienen algo que presentarle al profesor antes de que la clase acabe.

—Chicos hagan una fila para que firme sus trabajos.

Me levanto para mostrarle mi hoja en blanco llena de borrones. Me pongo al último de la fila, para salir corriendo en cuanto toque el timbre. Después de que el profesor firma el trabajo de Arturo es mi turno.

—No has hecho nada —me recrimina—.Emma, sé que eres muy buena alumna en otras materias, pero no por eso te voy a hacer pasar mi clase si no pones ni el más mínimo esfuerzo. Si no me presentas todos tus trabajos hasta dentro de dos clases, vas a perder esta nota y es más del sesenta por ciento.

—¡Es que no puedo! —me quejo, no puedo perder nota, por culpa de esta estúpida clase mi promedio va a bajar— ¿No le puedo hacer un trabajo de investigación o una monografía?

—No, esta clase es de creatividad.

—Es que no tengo creatividad.

—Todos somos creativos en mayor o menor medida, quiero ver un esfuerzo de tu parte. No todos son los mejores en física, o en matemáticas, o en lenguaje, pero seguro que si no fueras buena en ninguna de esas cosas no les preguntarías a los maestros si les puedes hacer un trabajo diferente. Esta clase es tan importante como esas, así que esfuérzate. —Me devuelve mi block y da por zanjado el tema.

¿Esta clase tan importante como las otras? ¡Ja! Esa es la mayor estupidez que he escuchado. Tal vez es igual de importante que la clase de música, o la de educación física, pero no puedes comparar la clase de arte con la de matemáticas o la de física. Es ridículo. Escuchar semejante cosa me pone de muy mal humor. 

Voy a subir cada miercoles y viernes! recuerden que este libro lo pueden comprar en físico y digital. Lo compran en Amazon y si viven en Bolivia, me escriben para que les mande un ejemplar. Voy a participar en los Watty, así que sus votos, comentarios y que lo compartan me ayudaría mucho!

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