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27° Caos armónico

Me estoy hundiendo, profundo, muy profundo, cada vez más abajo en el agua. La respiración no me falla y caigo suavemente con una hamaca invisible amortiguando mi descenso.

La penumbra que me rodea desaparece de improvisto. Una brillante luz traspasa mis parpados cerrados. ¿Qué está pasando? ¿Sigo soñando o se prendió la luz de mi habitación?

—Oye despierta —es la voz de Matías.

Intento abrir los ojos y se queman mis retinas.

—¿Qué quieres? —le pregunto en un gruñido perezoso. Todavía es de noche. ¿Para qué se mete aquí a esta hora? Si es sexo voy a patearlo tan fuerte en la entrepierna que se le quitarán las ganas por semanas.

—Quiero decirte un par de cosas —me sacude.

Cómo lo odio... intento abrir los ojos y fijarme en el reloj de pared frente a mi cama. Parece que una neblina hubiese invadido el cuarto. Entre la bruma distingo las manecillas.

—Son las tres y veinte. ¡¿Qué tienes que decirme a las tres de la mañana?! —ni si quiera puedo gritar, mi mandíbula sigue dormida.

—Estás viendo mal, son las cuatro. Qué importa la hora.

—¿Vas a disculparte por haberte comportado como un completo imbécil respecto a una confesión muy personal e íntima que te hice?—pregunto en un bostezo. Quiero que se disculpe y se vaya para que pueda seguir durmiendo.

—No me disculparé por lo que dije, porque no me arrepiento, pero sí por la manera en que lo dije.

No tengo ganas de meditar lo que me está diciendo. Oculto la cabeza bajo la almohada escapando de la luz.

—Hablaremos de esto mañana.

—Ya es mañana. Además quería darte esto. Lo estuve buscando. ¡No te duermas! —me quita la almohada con brusquedad y me abre un ojo con los dedos.

Le arrebato el libro y a duras penas miro el título: Siete manifiestos Dadá.

—¿Para qué me das esto?

—Ya que te interesó tanto el dadaísmo esto te ayudará a entenderlo. Es corto, léelo.

—La verdad no me interesó tanto. —Lo meto debajo de mi almohada y me recuesto, no me costará mucho recuperar el sueño.

—Quería preguntarte otra cosa.

¡Maldita sea! ¿Sigue aquí? Tal vez si finjo que le presto atención un rato se vaya y me deje en paz.

—¿Y es absolutamente necesario que me lo preguntes a las cuatro de la mañana?

—Sí, porque vas a despertarte temprano para ir al colegio y yo dormiré hasta el mediodía. No te veré hasta la tarde.

—¿O sea que yo debo sacrificar mis horas de sueño para que tu duermas toda la mañana? ¡Eres un puto cínico!

— Eso ya lo sé. ¿Qué tienes que hacer mañana en la noche?

—Salir a buscarme otro novio que no me prenda la luz a las cuatro de la madrugada para darme un estúpido libro y preguntarme tonterías.

—Genial, cancélalo —agita un papel frente a mi cara y se lo arrebato.

Sigo con la visión borrosa producto del cansancio y el no tener mis pupilas habituadas a la luminosidad de la habitación. Dice algo sobre una galería. ¿Quiere que vaya a una galería con él? ¡¿Para eso me despierta?! La desdoblo para ver de qué rayos trata y el nombre de Matías capta mi atención y hace que se me vaya el sueño por completo.

—¿Vas a presentar tu trabajo en una galería?

—Sí, bueno, no es la gran cosa, unas pinturas al óleo, pero quiero que vayas.

—¿Cómo que no es la gran cosa? Vas a presentar lo que haces de manera formal, es grandioso. —Yo parezco más emocionada que él.

—Bueno, tengo un amigo que es amigo del dueño de una galería y me pidieron hacer una exposición. Vendrán otros artistas y críticos y sentiré que mi arte es juzgado y que ya no lo hago por mí, además de que entraré en una maldita rosca de artistas que se hinchan el ego entre sí. No me gustan esas cosas, pero igual era una oportunidad que no podía dejar.

—Claro que no. Y lo que pasa es que tienes miedo a que te critiquen.

—Un poco sí... un poco bastante. Odio que me juzguen.

—Yo no voy a juzgarte. Me va a encantar ver en vivo un cuadro tuyo. ¿Por qué no hay ninguno en la casa? ¿Dónde los tienes?

—En casa de Julieta, ahí pinto. Por cierto solo ella, tú e Itu lo saben, que no salga de nosotros cuatro. Hasta mañana. —Me da un beso en la frente como despedida y me apaga la luz.

Perfecto, con la emoción se me quitaron las ganas de dormir por completo. De verdad lo odio tanto cuando me hace cosas como esta que esperaré a que sean las siete para ir a despertarlo con una almohada, apretada firmemente contra sus vías respiratorias.

Matías me mandó un mensaje diciendo que lo vería mañana en la noche directamente en la galería. No va a venir a dormir, se quedará donde Julieta preparándolo todo. Puedo percibir su nerviosismo a través de la pantalla del celular.

Me emociona y me entristece. Matías presentará su trabajo de manera formal, demostrando que es un artista en serio y Henry no sabe absolutamente nada al respecto. Por un momento dudo en decírselo. Si lo hago Matías es capaz de no hablarme jamás en la vida, y si hago que Henry encuentre una invitación a la exposición por casualidad, puede enojarse con él por no avisarle.

Decidí no hacer nada, este día es especial para él y no tengo derecho a arruinarlo. Llegué un poco antes, por si necesita ayuda, aunque no sé de qué manera puedo ser una ayuda real y no un estorbo.

La galería no es muy grande, la entrada está casi camuflada entre dos quioscos pintados al estilo "Mamani, Mamani". Hay un letrero en la puerta y la exposición está abierta. No veo a Matías, solo hay un par de personas alistando una mesa al fondo y un equipo de sonido.

Entrar al recinto y verme rodeada de las obras de Matías es como entrar a un mundo diferente. Todo llama mi atención y no sé por dónde empezar. Me voy por el primer cuadro de la derecha. Debe ser casi de mi tamaño. Si lo observo un par de pasos atrás puedo notar una especie de esfera amarilla, naranja y roja con la ligera textura tridimensional que da el óleo. Ante mis ojos parece moverse, girar envuelta en fuego y da la impresión de que caerá a un pozo azul con olas que se mueven. Me absorbe, me lleva tan profundo como mi sueño de ayer. Me es imposible escapar a su hechizo y me quedo observándolo con la mirada fija por un tiempo indeterminado. Abajo en un pequeño letrero está el nombre del artista y el título de la obra: "Inmersión", exactamente lo que me hizo sentir.

Apenas recupero la conciencia de nuevo y me dirijo hacia la siguiente pintura, que como la anterior no es una imagen realista, sino una combinación armónica de colores que generan formas caóticas. Si debo definir las pinturas de Matías "caos armónico" seria lo apropiado.

La última pintura que me queda por admirar es un poco más pequeña que el resto y aparentemente la obra estrella de la exposición. No es como las demás, esta sí parece tener un concepto más evidente. Entre pinceladas azarosas de colores que se entrelazan se distingue una silueta. Es tan hermoso que tengo ganas de llorar, así de la nada. Un vacío se me hace en el corazón y pasa a convertirse en una sensación abrasadora al leer el título de la obra: Emma.

¿Soy yo? ¿Lo pintó pensando en mí? Maldita sea, voy a llorar en verdad. Solo Matías podría hacerme surgir sentimientos inesperados con solo unas líneas de colores. Ya había visto sus pinturas entes en Deviant art, me parecían bonitas, pero verlas en directo es una experiencia diferente, es como mirar directamente en su alma.

—¿Te gustan? —su voz se hace presente cerca de mi oído y de inmediato giro para abrazarlo.

—Es lo más hermoso que he visto nunca.

—Qué va, son solo garabatos sin sentido.

—Pues tus garabatos sin sentido me hacen dar ganas de morirme para nacer de nuevo. Quisiera saber más de arte para darte una crítica de verdad, pero soy una simple mortal que solo puede disfrutarlo.

—Para eso es el arte, mientras menos creas que sabes, mejor, así solo lo disfrutas.

Un par de personas acaban de llegar así que Matías deja de abrazarme y se va a hablar con ellas. Son un hombre y una mujer de edad media, el tipo de personas que Henry invitaría a un coctel. Matías se luce excepcionalmente nervioso, intuyo que son los dueños de la galería.

Repaso los cuadros una y otra vez hasta que el evento empieza. Julieta llega un poco más tarde y ya comenzado todo aparece Itu. El dueño de la galería da unas palabras inaugurales, habla de cómo conoció a Matías a través de otros artistas jóvenes y algunas referencias positivas hacia su obra. Le ofrece el micrófono y Matías se niega a hablar de manera muy diplomática.

Hay mucha gente de toda clase, desde adultos vestidos con traje, hasta sujetos vestidos con un jean viejo y camisa, aun así eso no los hace parecer menos importantes.

Matías es llevado de un lado al otro, todos parecen querer hablarle. Julieta, Itu y yo nos mantenemos alejados, devorando vino y bocaditos. Julieta me señala gente de rato en rato, algunos son otros artistas jóvenes y también hay gente importante del medio.

—¿Ves a ese tipo con gorra y lentes de montura redonda?— Me señala a un tipo bajito y un poco andrajoso—. Es uno de los fotógrafos más importantes del país. Matías le mostró su álbum la semana pasada.

—¿Y qué le dijo?

—Que debe estar muy enamorado para tener tantas fotografía tuyas —dice medio riendo—. Pero le encantaron. Incluso le ofreció trabajo con una agencia de publicidad, quieren contratarlo y Matías ya los ha rechazado dos veces.

—¿Está loco? ¿Le están ofreciendo un trabajo haciendo lo que le gusta y lo rechaza?

—Así es tu chico. Está loco, yo mataría por ese trabajo —interviene Itu, tragándose entero un bocadillo de atún—. Dice que hacer cosas por mandado es venderse.

Julieta nos golpea en los hombros para que nos callemos y de manera disimulada nos señala a un par de sujetos que se aproximaron a ver el cuadro que lleva mi nombre.

—Ahora está de moda exponer lo primero que terminan de pintar. Hay muchos que empiezan así, con cosas buenas a las que les falta pulirse y luego se estancan —dice uno. El otro lo escucha en silencio. Después de ese comentario se despide con un gesto que indica que está perdiendo el tiempo.

Que imbécil. Me da tanta rabia lo que dice que parece que el cuadro lo hubiera pintado yo.

—Ese tipo es un pintor conocido. Está en la crema innata de la rosca artística—explica Julieta con algo de desprecio en sus palabras.

El segundo hombre sigue contemplando la pintura y de pronto voltea hacia nosotros.

Intentamos hacernos a los distraídos.

—¿Qué opinas? —me habla de improvisto.

Julieta e Itu disimuladamente se van buscando más vino. Malditos cobardes, los odio.

—Creo que es hermoso —digo intentando mostrar seguridad.

—¿Eres algo del artista? Te vi con él antes.

—Soy su chica —no sé si eso le quitará validez a mi comentario, aunque no haya sido un comentario muy elaborado.

—¿Emma?— realiza su pregunta en medio de una amplia y burlona sonrisa.

—Sí. —Mi voz se ahoga.

—Tienes razón es un cuadro precioso. Matías tiene mucho talento, su arte es fresco y todavía es auténtico. ¿Sabes lo que pasa con los artistas cuando ya llevan mucho tiempo en esto y solo se dedican a cumplir plazos para exposiciones? Venden su alma. Su arte se vuelve repetitivo, realizan la misma fórmula que les ha funcionado una vez por miedo a la aceptación del público. Así el arte pasa de ser una expresión del alma del autor a ser solo mercancía. Los artistas somos egocéntricos y egoístas, hacemos arte por complacernos, no por satisfacer al resto. Matías tiene mucho de eso.

Parece que estuviera consolándome por la crítica anterior. Le sonrío, y vuelvo dirigir la mirada hacia el cuadro.

—¿Sabes quién era él? —me pregunta agachándose.

—¿Un artista que vendió su alma?

—Además de artista se las da de crítico, pero todos saben que intercambia reseñas positivas con otros artistas que ya se estancaron en la mediocridad y se ensaña duramente con nuevos talentos. Es una forma de eliminar a la competencia. Seguir en la cima y desalentar a quienes son superiores sin saberlo. Dile a Matías que no haga caso a la crítica. Que siga creando para él. —Me da la mano como si hubiésemos tenido una interesante conversación, aunque haya sido más un monólogo.

Me deja para despedirse de Matías y darle un abrazo de felicitación.

—¿Qué te dijo? —Julieta reaparece.

—Que las pinturas de Matías son geniales y ese otro tipo apesta.

—¿De verdad?— abre los ojos como platos.

—No exactamente, pero sí en resumen.

—Es Alberto Lara. Vive en Estados Unidos, es uno de los mejores pintores contemporáneos. Matías lo admira mucho y se moría de ganas porque viniera.

Nunca me había sentido orgullosa por otra persona. Es una de las nuevas experiencias que estoy viviendo gracias a él.

—Ven. —Por fin parece haberse dado un respiro y viene a llevarme de la mano.

El evento ya está terminado, poco a poco la gente se va yendo y las copas de vino aparecen vacías hasta en el suelo.

—Tu crítica fue muy positiva, pero alguien me dijo hoy que no le hicieras caso y siguieras creando para ti porque aparentemente tu narcicismo está lo suficientemente intacto para ser un gran artista.

—¿Quién te dijo eso?

—Un tal Alberto Lara —si no fuera porque se lo digo yo que no tengo idea de artistas, que no me lo habría creído—. ¿Y ahora qué se hace? ¿nos llevamos los cuadros a casa? Quiero el lleva mi nombre.

—Ese fue el primero que se vendió—me confiesa.

—¿Los vas a vender?

—Claro que sí, parte de esto es saber desprenderse y que otros puedan llevarse un pedazo de mí. Vendí la mayoría, pero van a quedarse hasta la próxima semana, tal vez venda alguno más.

Saber que no veré más que en fotografías estos cuadros me decepciona y al mismo tiempo me alegra. Hay gente que considera la obra de Matías digna de ser comprada y exhibida en algún lugar.

Su primera exposición formal fue un éxito. Pese a que finge no darle mayor importancia, sé que está como en un sueño, y de pronto, al verlo, lo único que puedo pensar es que Henry debió estar aquí.

Ojalá les haya gustado saber un poco más de Emma y Matías y el dadaimo, aunque se sabrá mas de eso en el siguiente capi, eso y que psará en la universidad, si Henry se entera de todo y si al final terminan viviendo en un puente o.o

 Besos, dejen votos y comentarios, no les cuesta nadita hacerle click a la estrellita de arriba siii??? :D

besos!

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