Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

▪ DIEZ ▪

El ser humano es el único animal que tropieza con la misma piedra. ¿Por qué? Porque seguimos creyendo en los finales de cuento de hadas y en príncipes azules... Ya podrían haberme enseñado un documental de cómo detectar a estúpidos narcisistas que solo saben pensar en su yo interior. El mundo sería un lugar mejor.

A decir verdad, la villana de mi cuento no es Samantha Hills y sus pompones de animadora, ni siquiera la reunión de padres divorciados que derivó en una pedida de mano y todo lo que vino después. En realidad, soy única y exclusivamente yo.

Me encuentro en medio de la clase de educación física. Una red de voleibol se extiende a lo ancho en medio del gimnasio preparada para el juego. Antes de que comience, localizo a Joan ajustándose las deportivas sentada en las gradas.

Inhalo hondo antes de acortar distancias. Llevamos días sin hablarnos, me evita constantemente y por ende no he podido explicarme desde lo que ocurrió en aquel aparcamiento.

—Joan, ¿podemos hablar?

Ella continúa preparándose sin dar una respuesta.

—Sé que lo hice mal, y que puede que no tenga excusa, pero no sabía qué hacer. Estaba entre la espada y la pared.

—Si tú lo dices...—se gira hasta encararme—Ya sabíamos lo de Noah. Pudiste haberme contado que Samantha te chantajeaba y haber pedido ayuda, pero como siempre no entrábamos en tus planes.

—¿Crees que yo quería que pasara esto?

—Creo que tienes el don para hacer que todo gire en torno a ti.

Me dedica una mirada fría antes de marcharse. Pero pienso arreglarlo, todo volverá a ser como antes, al menos espero.

*****

Espero en la estación al tren de vuelta a casa. La cabeza va a estallarme, trato de buscar mil y una solución al problema que he retorcido yo sola y que ha provocado que acabe perdiendo a mis amigas. September no lo sabe aún, pero supongo que no tardará en enterarse.

—Tienes esa mirada de loca—dicen a mi lado.

Al apartar la vista de un punto imaginario en el que me había enfrascado, me doy cuenta de la presencia de mi todavía amiga.

—¿Qué ocurre, otro plan de "Super Kara"? —sonríe llevándose una piruleta a la boca.

—Sept, hay algo que debo contarte—bajo la voz sin casi poder apartar la vista del suelo.

Pero antes de poder confesar, el destino se presenta con gafas y vestido del uniforme de nuestro instituto. Hannan, el mejor migo de Noah, y segundo mejor alumno de la promoción, camina hacia nosotras erguido con el semblante serio. Con el dedo índice se acomoda sus gafas y pasa la mano por su cabello rubio oscuro de espaldas a Sept.

—¿Señorita Haight? — saluda algo tembloroso.

—¡Hannan! —exclama Sept al darse la vuelta—¿Necesitas algo?

La observa durante unos segundos antes de continuar. Pareciera que intentase reiniciar.

—Me preguntaba si querrías acompañarme a tomar un refrigerio esta tarde.

—¿Un refrigerio?

—Tomar un café o lo que más te apetezca.

Un grupo de chicas se ríen unos metros detrás. En mi opinión, su torpeza me resulta muy tierna.

—Me encantaría. —Sept saca un bolígrafo de su bandolera y comienza a escribir en su mano—Este es mi número, puedes guardarme como September. Señorita Haight suena muy distante.

Hannan se pone aún más rojo. Asiente y se marcha en dirección contraria. Sept se gira sonriente.

—Ya era hora. —murmura llevándose un mechón tras la oreja—Tienes que acompañarme.

—¿Qué? No, no es buena idea.

Lo que faltaba, hacer de carabina. Pues lo siento, pero rotundamente no.

—Siempre me pongo nerviosa con estas cosas, ya sabes como soy. ¿Recuerdas mi primera cita con Kevin?, fue un completo desastre.

—Sé tú misma, estoy segura de que verá lo genial que eres.

—¿Y si se me queda comida entre los dientes? ¿O empiezo a tartamudear? Bastante humillante fue lo de las elecciones, no podría soportarlo. Kara, por favor.

Tras un eterno silencio, acabo accediendo. Después de todo se lo debo.

*****

Quedamos a las cinco de la tarde en una cafetería de inspiración parisina en el centro de la ciudad. Antes de entrar al establecimiento, Sept me explica su plan unas cien veces sin exagerar. Debo quedarme sentada en la distancia, junto al mostrador. Llevaré puestas unas gafas de imitación y estaré pendiente del móvil en todo momento.

Hannan llegó en hora. Vestido de punta en blanco, se sentó en una de las mesitas redondas. Procedí a esconderme tras una gran carta junto a la barra contemplando como mi amiga realizaba su entrada triunfal al local.

Pasea su melena de mechas rosadas dejando entrever sus pendientes de perlas y su conjunto concienzudamente elegido para la ocasión. Antes de saludar a su cita, él se levanta apartando su silla.

Doy un sorbo a mi té rojo cuando una estrella no invitada hace su aparición estelar. Casi escupiendo la bebida salto de mi asiento y agarro de la chaqueta a Noah ocultándonos tras una columna y una planta.

—¿Qué haces aquí? —le increpo soltándolo.

—El café de este sitio es bastante aceptable.

—Te he visto en casa, odias el café. ¿No habrás venido como carabina de tu amigo?

—¿No debería preguntarte lo mismo?

Touché.

—Puedes irte. Controlaré que tu amigo no meta la pata. De nada—me cruzo de brazos.

—Creo que me quedo. Y antes de que me digas nada, la cafetería es bastante grande para ambos—mete las manos en los bolsillos de su chaqueta.

¿De dónde sale esta amabilidad?

—Como quieras. Pero si yo me siento aquí, tú te sentarás a dos metros y medio, mínimo.

Asiente sin más para acto seguido pedir una bebida al camarero.

Un par de horas más tarde, Sept continúa con su cita. A juzgar por su cara, parece que se lo pasa bien. Poso mi vista en el reloj de pared en medio de la sala. ¿Significa esto que puedo irme? Le mando un mensaje, y espero inmersa en una revista de cotilleo del local. Minutos más tarde, veo de reojo como dos siluetas se detienen junto a la mesa. Al alzar la vista me topo con Sept y Hannan.

—¡Qué casualidad más inesperada! —finjo alzando los brazos.

—Tranquila, sabe que te pedí que vinieras. De hecho, Hannan se lo pidió a Noah.

Miira al otro lado de la sala y ambos lo saludan.

—¿Tienes prisa?—continúa.

Llegamos al Boston Common veinte minutos más tarde. El lago congelado es ahora una pista de patinaje iluminada por guirnaldas de luces. Está repleta de parejas, familias y grupos de amigos deslizándose a su alrededor. El puesto de crepes a su lado me abre el apetito con solo percibir el olor.

Tras esperar la fila para las taquillas, a excepción de Noah, nos hemos sentado en uno de los bancos para ponernos los patines. Ajusto los reguladores en uno de los bancos al lado de Sept.

—¿Qué te parece Hannan? —me pregunta.

—Es genial, Sept.

—¿De verdad? Estaba bastante nervioso, aunque yo también. Es muy agradable hablar con él, había olvidado la noción del tiempo por un momento.

—Creo que eso es buena señal—me levanto.

Me apoyo sobre el suelo de goma para dejar las botas al encargado en el puesto de alquiler de patines.

—¿Y me vas a contar lo de Noah?

—No hay nada que contar, ya lo sabes.

—La Kara de hace dos años....

—Ya no es la misma. Voy yendo.

Me pongo unos guantes mullidos que guardaba en el bolsillo del abrigo y me adentro en la pista. Solía venir en invierno junto a mis padres y a Oli, así que sé defenderme. Aún puedo vernos en medio de la pista, riendo ajenos al mundo y a lo que nos deparaba sin previo aviso.

Borro mis pensamientos a la vez que el frío invierno de la ciudad se adhiere a mis mejillas. Sé patinar, nada fuera de lo común. Ni piruetas ni saltos al aire. Pero mantengo el equilibrio y eso me es más que suficiente.

Un par de vueltas más tarde, encuentro a Hannan y a Sept tratando de deslizarse por la pista sin caerse, pero el método es bastante inútil. Acaban en el hielo, ella encima de él. Tras reírse unos instantes, juntan sus labios en un beso. Aparto la mirada sonriente. Creo que después de esta noche Hannan no volverá a llamar a Sept "Señorita Haight".

Reviso mi móvil y vuelvo a la puerta para abandonar la pista.

—¿Te marchas? —me pregunta Noah.

Está apoyado en la valla de madera que roda la pista de patinaje. Tiene la punta de la nariz roja por el frío.

—Sí. Es tarde. ¿Podrías decírselo a Sept de mi parte? No quiero interrumpirlos.

Continúo mi camino hasta el puesto de patines de alquiler. Apenas hay gente. No tengo que esperar mucho para devolverle al encargado, la tarjeta de plástico con el número veinticuatro a cambio de las botas.

Me siento en uno de los bancos y levanto las solapas de plástico hasta quitarmelos. El frío contacto con los calcetines hace que se me erice la piel.

—Estuve pensando sobre lo que me dijiste de Samantha en el baile. —continúa Noah—¿Lo sabes?

Subo la cremallera a una de las botas para repetir los pasos en el otro pie.

—¿Qué si sé que te ha estado manipulando desde hace semanas? No era tan difícil de descubrir.

—El otro día, cuando dijiste que cuanto menos tiempo estuviésemos juntos, mejor. ¿Era por Samantha?

Mido mis palabras antes de que salgan de mis labios e inspiro lentamente segura de mi confesión.

—No. —trago saliva levantándome—No es un secreto que sentía algo por ti hace dos años. Incluso te escribí una estúpida y muy vergonzosa carta. —miro al suelo y difumino una pequeña sonrisa—Cuando descubrí lo de Samantha te defendí, aunque no tenía por qué hacerlo, ni siquiera eras mi amigo, pero lo hice. Y por culpa de ello, el futuro académico de mi mejor amiga está en juego. Porque te elegí por encima de ella. —hago una pausa—No te pido que no pasemos tiempo juntos por lo de Samantha, te lo pido porque nuestra relación inexistente es tóxica.

Nos miramos en silencio sin nada más que añadir. Una parte de mí quisiera que él hiciese algo, que diera un paso al frente y se encarase de una vez por todas. Pero no sucede y un abismo entre los dos se crea a partir de ese momento.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro