▪ CATORCE ▪
Me dedico a recoger la ropa sucia mientras hablo con Alanah por videollamada. Charles ha vuelto a posponer su viaje por sus prácticas extracurriculares, así que Alanah le dará una sorpresa en las vacaciones de Semana Santa.
—Solo digo que deberíais hablar—continúa—Cuando vuelva del viaje con mi padre, dile cómo te sientes. Estoy segura de que te entenderá.
—¿Hablar para que vuelva a soltarme que soy una decepción? Ya he pasado por esto antes.
Salgo de la habitación con una bolsa llena de ropa para meterla en la lavadora en una mano y el móvil en la otra. Al verme reflejada en el espejo del pasillo me pregunto por qué pensé que era buena idea comprar un pijama amarillo chillón con flores rosas. El que inventó llevar sandalias con calcetines sentiría orgullo de verme.
—Seguro que no lo pensó al decirlo.
—Alanah, conozco a mi madre. —la interrumpo—Lleva pensando que soy una decepción desde el momento en que nací.
—¿No crees que fuiste muy dura con ella, y si te disculpas?
Su pregunta hace que me detenga a medio camino.
—¿Disculparme yo, por qué? Nada de lo que pasó en el instituto es asunto suyo. No debió haberse entrometido.
—¿Y lo de Oliver?
Mencionarlo hace que sienta una presión en la garganta. Y recuerdo que entré en cólera con Yacob cuando no tenía culpa de nada.
—Dije la verdad. Si no quiere escucharla no es mi problema.
—Kara....
En ese momento el timbre suena retumbando por toda la casa.
—Tengo que colgar, están llamando a la puerta. Hablamos luego—digo finalizando la conversación.
Alanah y mi madre tienen la misma forma de pensar y actuar, y eso a veces me supera. Al llegar a la entrada, dejo la bolsa de tela a un lado y abro la puerta encontrándome inesperadamente a Joan y Mya cargando varias bolsas. Parece que por fin Mya ha descubierto lo que es un supermercado.
—¿Qué hacéis aquí?
—¿Ni un hola? —pregunta Joan.
—Te lo dije—responde Mya.
—Hemos traído dos comedias románticas, un musical, palomitas, helado y, redoble de tambores—abre la bolsa sacando un póster—a Drew Fuller por si nos apetece jugar a ponerle el....
—¡Joan! Baja la voz, los vecinos te van a oír—digo mirando a la calle por si encuentro algún desconocido.
—Vamos a hacer una quedada de chicas, como hacíamos antes.
Una hora más tarde, vemos "Mientras Dormías" de Sandra Bullock en el salón. Huele a palomitas recién hechas y a laca de uñas. Mya nos ha puesto rulos por toda la cabeza y rodajas de pepino que hemos acabado comiendo. Joan, en cambio, se ha dedicado a hacernos fotos para "sobornarnos en un futuro."
—Bueno, ¿y dónde está el chico de oro? —me pregunta Joan llevándose regaliz rojo a la boca.
—¿Quién, Noah? Creo que iba a dejar a Yacob en casa de un amigo.
—Así que si no hubiéramos venido....
—No habría pasado nada—respondo de inmediato.
—Venga, hasta tú tienes que reconocer que está muy bueno. Y después de lo de la guitarrita... ¡Fue una declaración en mayúsculas! —exclama poniéndose en pie.
—Se te va la olla. Vivimos juntos, pero apenas hablamos. Y que yo sepa él también formaba parte del trato y no dio la cara.
—¿Pero de qué estás hablando? —pregunta ofendida—Cuando se enteró de lo que la víbora te hizo en química les dijo a todos que era mentira. Que ella fue la que te había manipulado y que la idea del trato fue suya.
—¿Hizo eso?
—Delante de todos—termina dando otro bocado al regaliz.
En ese momento, oímos la cerradura de la puerta principal abrirse. Como siempre Noah aparece en el momento más inoportuno.
—Y el chico del hielo ha llegado para congelar la sala—murmura Joan.
Le doy un codazo. Al vernos, Noah nos saluda con la mano antes de subir al segundo piso. ¿De verdad me defendió? Quizás fue esa la razón por la que los rumores cesaron al día siguiente. Sigo pensando que nuestra relación inexistente es tóxica por lo ocurrido, pero, a lo mejor estaba ¿equivocada? La única razón por la que me distancié de él fue Samantha, pero el único motivo por el que Noah comenzó a ayudarme era porque no quería que lo relacionaran conmigo.
A decir verdad, no me enteré de cómo acababa la película, aunque la he visto mil veces. Joan propuso pedir unas pizzas e invitar a unas amigas del club de atletismo a cenar. No me pareció mala la idea, solo eran un par de chicas.... o eso pensaba.
Nada más sonar el timbre media hora más tarde, me quedo paralizada al ver, a través del cristal de la puerta principal, a una veintena de gente de mi instituto.
—¿Joan? —pregunto confusa— ¿Qué hacen aquí?
—Invité a Audrey y Sarah, no pensaba que invitarían a más. Debí haber aclarado que era sin acompañante.
—Te voy a matar—cierro los puños.
—Tranquila, les digo que se ha cancelado y listo. No te preocupes, ve poniendo Mamma mia.
Sin embargo, nada más abrir la puerta, un desconocido sin camiseta y con una docena de latas de cerveza bajo el brazo grita eufórico seguido de medio instituto. Y a partir de ahí, todo se desmadra.
Dos horas más tarde el adosado parece una residencia universitaria. Tuve que colgar carteles de no pasar en la habitación de mi madre y el Señor Ianson, el baño del segundo piso y clausurar varios armarios por el puñetero juego de la botella, o en este caso, de la lata.
En el salón han montado una mesa de póker con mi prima a la cabeza. Juegos y alcohol en una fiesta de menores, definitivamente entraré en prisión.
En lo que llevamos de fiesta me he convertido en Alanah, repartiendo posavasos y convirtiéndome en parte de la patrulla de embarazos no deseados. ¡A mí me va a dar algo! Si consigo que se marchen en una hora, aún me dará tiempo de limpiar antes de que mi madre y su prometido vuelvan a casa.
La gente sigue llegando, gente que ni siquiera conozco. Me pregunto si serán los que hablaban de mí a mis espaldas.
Entonces, por fin veo una cara familiar. Keegan y sus amigos hacen acto de presencia. Me saluda esquivando a un idiota vestido con la cabeza de la mascota del instituto repartiendo bebidas.
—No sabía que dabas una fiesta—sonríe.
—Yo tampoco. Están utilizando los jarrones como vasos.—resoplo—No voy a salir viva de esta.
—Lo han colgado en redes sociales. Suerte.
De reojo veo a September aparecer por sorpresa. Y antes de poder saludarla se pierde en el salón. Keegan me asegura que él se encarga.
Esquivo al resto de adolescentes hormonados subiendo las escaleras. Una pareja se come a besos casi atravesándose la tráquea con la lengua a mitad del pasillo. Como buena corta rollos, me choco con ellos "sin querer" y les robo la botella que el más alto llevaba en la mano. Y no de las baratas, precisamente. Debería haberle puesto un candado al minibar. ¡No sé cómo voy a salir de esta!
Por si fuera poco, al abrir la puerta de mi habitación me quedo boquiabierta al encontrarme a una de mis mejores amigas medio desnuda en mi cama con el brasileño. ¡Acababa de cambiar las sábanas!
—¡Joan! —exclamo tapándome los ojos.
—Kara, me alegro de verte. Tenías razón, solo debía ser honesta conmigo misma. ¿Podrías cerrar la puerta? Entra corriente—dice super cómoda ignorando la situación.
—Mola la fiesta K—dice André—¿No tendrás condones?
¿K? ¿Pero quién se cree que es este mendrugo?
—¡Fuera de mi habitación, ya! —grito.
Cierro la puerta de un portazo esperando que tengan la decencia de vestirse. Pienso dormir en el suelo. Acto seguido me encierro en la habitación de Noah y Yacob en busca de silencio. Me apoyo en la madera blanca cerrando los ojos.
—¿Cómo piensas solucionarlo? —me pregunta la voz de Noah.
¡A la porra el silencio! Me lo encuentro sentado junto al escritorio rodeado de fórmulas matemáticas. ¿Cómo es posible que pueda estudiar con el jaleo que hay fuera? Por no hablar de Timothy, tumbado en una de las ramas del terrario de Yacob.
—Con un pasaporte y carnet falsos.
—Kara—se queja levantándose.
—¿De verdad piensas que yo quería esto? —alzo la voz cabreada—Y sé lo que vas a decir, que soy fácil de manipular. ¿es qué tengo una puñetera pegatina en la cara?
—No.
—No necesito tu prosa egocéntrica donde tu ego se limita a hablar de lo increíblemente inteligente que es y, que por supuesto a él no le pasaría nada esto. ¿No tienes calor?
Paso de largo y me apoyo en el escritorio de rodillas tratando de abrir la ventana. Dejo la botella y abro las cortinas.
—¿Por qué narices no se abre esto? ¿Es que necesitas un doctorado o algo así?
Noah se acerca y trata de ayudarme.
—Creo que se ha atascado—dice.
—Como mi futuro—me aparto—Soy un fracaso como hija, como amiga y encima voy a suspender todo.
Noah consigue abrir la ventana mientras me acabo sentando en el suelo apoyada en el armario empotrado.
—Debí haberme quedado en Londres. Ahora todo sería más fácil.
—¿Por qué volviste? —pregunta sentándose a mi lado.
—La beca duraba un año. "No apto para renovación, señorita Abbot"—imito la voz de secretaría del instituto—¿Pues sabe qué? Su pescado frito con patatas tampoco es tan bueno.
—Debiste haberte quedado. Ahora no tendría que compartir habitación.
—Eres idiota. —me río—Aunque sí que debería haberlo hecho, solo complico la vida de los demás.
—Yo creo que la haces más interesante.
—¿Cómo aquella carta en San Valentín? —me encojo de hombros—Dime una cosa, ¿tanto te hubiera costado aceptarla? Aunque la hubieras hecho trizas a escondidas. ¿Tanto me odiabas?
—Apenas te conocía, así que no podía odiarte.
—¿Entonces era por una novia secreta o qué? Venga, puedes decírmelo. No es como si siguiese importándome.
Inspira hondo. Apoya la cabeza en el armario mirando al frente.
—Después del divorcio de mis padres, me diagnosticaron mutismo selectivo. Estuve sin hablar durante tres años. Me sentía culpable por las discusiones que tenían y lo reflejé de esa forma. No recibí tu carta porque sabía que tendría que responderte y la alteración me lo impedía.
No me esperaba esa respuesta. Supongo que lo hace más humano.
—No soy de los que van a fiestas, ni hacen planes improvisados o cantan delante de medio instituto—continúa—, pero supongo que estar contigo hace que sea más fácil—dibuja una leve sonrisa en su rostro.
—¿No crees que sea un fracaso?
—Creo que partiendo de la definición más estricta del diccionario, eres extraordinaria.
La luz de la lámpara de la mesilla se refleja en sus ojos azules. Recuerdo que pensaba que podría contemplarlos hasta perderme en ellos. Soñaba con que un día me saludaran por mi nombre o me sonrieran como esta noche lo están haciendo. Y, ahora que sé la verdad, no creo poder evitar volverme a sentir de esa forma.
Y me planteo acercarme, acortar la distancia que nos separa y derruir el muro invisible que construí entre nosotros. Quizás permitiría que posara la palma de su mano, que advierto fría, sobre mi mejilla y que acabase contemplando la posibilidad de averiguar si juntar mis labios con los suyos se siente como lo había imaginado.
—Kara...—murmura acercándose.
Pero la puerta se abre y mis pensamientos se difuminan cuando vuelvo a la realidad que nos rodea. Una voz conocida hace que alce la cabeza:
—Kara, Joan me ha dicho que estabas aquí—dice Dorian al entrar.
—Dorian, ¿qué haces aquí? —me aparto más de Noah.
—Mya me invitó, me dijo que querías verme. —mira a Noah sentado a mi lado—Pero supongo que estaba equivocado. Mejor me voy—retrocede hasta salir al pasillo.
Me levanto ávida llamándolo por su nombre y lo sigo escaleras abajo hasta alcanzarle.
—¡Dorian! —exclamo al llegar a la entrada.
—Me dijiste que necesitabas tiempo y lo entendí, pero ahora te encuentro con otro tío en un dormitorio a solas—declara señalando el piso superior con el dedo índice.
—Dorian, no hay nada entre Noah y yo.
—Pues no lo parecía. —hace una pausa—Me gustas Kara, ya lo sabes y quiero empezar de cero contigo. Quiero que lo nuestro funcione. Pero no puedo hacerlo si tienes dudas.
Antes de responderle, Sept aparece junto a Hannan siendo objeto de todas las miradas.
—Sept, ¿puedes escucharme? Por favor—le pide su novio.
—¿Por esto no contestabas a mis llamadas? Llevas esquivándome desde hace semanas—dice con los ojos llorosos.
—No, claro que no. Ha sido complicado, es complicado.
—Entonces déjame facilitarte la situación.
Sept entonces coge un vaso de los que lleva repartiendo la mascota del instituto y le tira el contenido.
—Hemos terminado.
Sale corriendo de la casa, pero antes de que pueda ir tras ella, mi madre y el señor Ianson aparecen en el recibidor con las maletas en mano.
—¿Se puede saber que significa esto? —pregunta mi madre furiosa.
Después de lograr echar a medio instituto del adosado, Noah y yo limpiamos la basura que han acumulado en dos horas de fiesta en el salón. Mya duerme la mona en el sofá mientras el Señor Ianson nos ayuda con las bolsas de basura. Mi madre regresa después de hacer un par de llamadas.
—¿En qué estabais pensando? —pregunta de brazos cruzados.
Pienso confesar, pero Noah se adelanta.
—Ha sido culpa mía, quise invitar a unos amigos y se me fue de las manos. No volverá a suceder.
—Gracias Noah, pero conozco a mi hija. —posa su vista en mí—¡Esto es el colmo! Nos vamos el fin de semana por trabajo, ¿y orquestas esto?
—Pensé que podría controlarlo, solo era una reunión.
—¿A esto lo llamas tú reunión? —alza la voz para después tratar de sosegarse—Estoy cansada de tu comportamiento Kara. Primero el instituto, luego lo que ocurrió con Yacob y ahora esto. Tienes dieciséis años, no puedo estar pendiente de ti todo el tiempo.
—No lo he hecho para fastidiarte.
—No quiero oír nada más, Kara. Se acabó por hoy. —hace una pausa—Noah, por favor, ayuda a Kara a subir a Mya a su habitación. Simon y yo tenemos que hablar.
Noah hace lo que le pide y juntos levantamos a Mya quien comienza a babear sobre mi hombro. En silencio comenzamos a subir las escaleras, pero aún puedo escuchar su conversación. Me detengo a medio camino.
—Maggie, ¿qué estás haciendo? —le pregunta el Señor Ianson.
Mi madre se quita el anillo de compromiso y lo deja en la palma de su prometido.
—Te quiero. Pero no puedo casarme contigo, Simon—se lleva el pelo detrás de las orejas.
Oigo como su voz se entrecorta.
—Mags, si he hecho algo dímelo por favor. Podemos solucionarlo.
—No. Es solo que debo pensar en mi hija y no puedo hacerlo si estoy contigo. La boda se cancela. En cuanto encuentre un piso disponible nos iremos.
Sus palabras me dan un vuelco al corazón. Yo no quería que sucediese nada de esto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro