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PRÓLOGO

¿Segundas oportunidades?
Jace no lo tiene muy claro...o sí.

(Escuchar la canción para mejor experiencia)

JACE POV

Agosto 11 del 2017

Detengo el auto junto a la acera y quito la llaves con desgana en cada uno de mis movimientos. Miro al volante pensativo y tomo un bocado de aire, lo retengo por unos segundos para después soltarlo con lentitud. Abro la puerta y salgo del auto sintiendo al instante un aura melancólica chocar contra mi cuerpo, nada que no sea provocado por el lugar que está frente a mis ojos.

El cementerio.

Comienzo a caminar entre las tumbas observando cada una, las nuevas, las viejas y las olvidadas. Los árboles brindan un aire de tranquilidad que se mezcla con la tristeza que emana cada una de las personas que viene a visitar a sus seres queridos.

Estar aquí, aunque la serenidad sea abundante, me trae malos y dolorosos recuerdos. Me entristece pensar en que fue el día que vi su rostro por última vez, solo han pasado meses, pero sigue doliendo como la primera noche que volví a casa y no contestó mi mensaje de buenas noches, como el primer día que entré al salón de clases y no estaba ahí...

Finalmente llego hasta el lugar designado donde la pude ver por última vez. Me pongo en cuclillas y leo las letras talladas en la piedra.

Charlie Hans Dillard.

Descanse en paz a la edad de 17 años.

10/Julio/1999

a

3/Marzo/2017.

"El camino acaba cuando ya no lo puedes soportar".

Me siento en el pasto y sonrío ligeramente.

—Hola, Charlie—susurro.

Sigue doliendo no obtener una respuesta, y sigo teniendo la esperanza de que algún día ella vuelva a mencionar mi nombre como saludo. Estupido.

—Bueno en realidad vengo a una parada rápida, yo me quería despedir...—miro mis manos y luego regreso a su nombre—Me voy a la universidad, Ohio State University —sonrío—... mi vuelo ya casi sale, así que me estoy despidiendo de todas esas buenas personas, de las personas que quiero. Estoy muy feliz de poder cumplir mi sueño de estudiar medicina, siento que me ayudaste, porque en estos meses he estado tan perdido en la vida que no puedo concentrarme mucho, y cuando estaba haciendo las carta de admisión me era muy difícil redactar las palabras, y luego llegaste tú a mi mente, comencé a escribir hasta tener lista la solicitud perfecta. Fuiste mi inspiración, así que este logro es de los dos, ambos iremos a la universidad –- No es un hasta nunca, sino un hasta luego, porque vendré en las fiestas y obviamente vendré a visitarte y hablar contigo, en tu cumpleaños estaré aquí, te traeré un pastel de chocolate y te cantaré la canción del feliz cumpleaños para celebrar, en las fiestas navideñas comeremos pastel de carne hecho por mí, es una delicia, y en pascua tal vez traiga algunos huevos de chocolate. A lo que voy es que... nunca te he olvidado ni te olvidaré, aunque esté a 1,994.5 kilómetros de distancia, seguiré estando para ti—sonrío ligeramente al terminar de hablarle.

Aunque la despedida más difícil ya pasó hace meses, la de ahora también lo es. Ya no podré venir a visitarla tan seguido, no podré venir a llorar o desahogarme con ella, y es difícil la situación porque me tendré que separar del lugar donde nuestra breve historia pasó.

Me pongo de pie y miro la lápida desde arriba y con las manos en los bolsillos.

—Adiós, Charlie. Deseame suerte, mandame lo mejor.

Suspiro de forma pesada y me giro para no hacer las cosas más difíciles. Siento una pequeña presión en el pecho y un nudo en la garganta, los ignoro con todas las fuerzas que me quedan por dentro y comienzo a caminar al auto.

Que difícil es la vida, te rompe de diferentes maneras en el transcurso del camino, te quita a personas que amas y te obliga a tener despedidas.

Al menos siempre tendré los pocos recuerdos que creé con Charl.

[...]

Toco el timbre dos veces y espero en el porche de la gran casa color blanco, no pasan ni dos minutos cuando la puerta se abre dejando ver al señor Hans.

—Hey, es mi chico favorito—saluda con una sonrisa, se acerca y chocamos los puños.

—Hola...

—¿Viniste a despedirte? — mete las manos en los bolsillos de su pantalón y sonríe ligeramente.

Asiento con lentitud ante su pregunta.

—No me podía ir sin venir a despedirme.

—Me alegra que vayas a la universidad, irás a una muy buena escuela y en una muy difícil carrera, pero sé que lo lograrás. — palmea mi hombro.

—Eso espero, he estudiado mucho estas vacaciones para ir con conocimientos básicos y uno que otro que me haga ver inteligente.

—Yo confío en ti. Estoy orgulloso

Antes de poder decir algo más la puerta se abre, una pequeña niña sale de casa con un uniforme de ballet y una gorra de béisbol en la cabeza. Camill.

—Hola, Jace—saluda acercándose y dándome un abrazo en las piernas.

—Hola, pequeña Camill.

—¿A qué vienes?, hoy no es día de helados.

—Me voy a la universidad—murmuro.

Hace una cara de sorpresa que inmediatamente se convierte en una seria, sus ojos comienzan a cristalizarse y sus labios a esconderse, como si eso detuviera un llanto.

—¿Es hoy?—pregunta despacio.

Asiento con seriedad.

—Pero... pero, no—susurra con la voz quebrada.

Ay no...

—No te puedes ir, ya no tendremos día de helados o quien vea las películas de Disney conmigo, ni un hermano mayor.

—Camill, vendré en las fiestas.

—¿Y también vendrás a hacerle su pastel?

Claro que sí, siempre.

—Obviamente.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

—Sin saludo no hay promesa.

Sonrío ligeramente para después comenzar nuestro saludo llamado "por el tobillo", es una serie de choques con las manos, dos vueltas y terminamos tomando nuestros tobillos. Es difícil hacerlo porque es muy pequeña, tiene cuatro años. Fui vilmente obligado a hacer este saludo.

—Que te vaya muy bien, toma, te regalo mi gorra de Boston—murmura mientras me abraza con fuerza, se quita la gorra de los Red Sox y me la da.

—Muchas gracias, Camill. Te prometo que volveré—revuelvo su cabello haciéndola enfadar.

—Oye no, mi mami me peinó—chilla acomodándose el cabello. Sonrío y dejo su cabello en paz.

—Me tengo que ir, mis amigos ya deben estar en mi casa esperándome...

—Claro, adiós. Sé el mejor universitario.

—Bye, bye, Jace, te llamaré cuando me dejen usar un celular... —articula la pequeña con una gran felicidad.

Sonrío por sus palabras y me despido con un ademán mientras subo al auto. Enciendo el motor y comienzo mi camino rumbo a mi casa donde posiblemente ya me esperan mis amigos. Mis padres nos llevarán al aeropuerto ya que todos vamos a la misma universidad, así es, la misma

El camino hasta la universidad ha sido raro, con demasiadas emociones diferentes, algunas felices, otras de enojo y las más fuertes de tristeza y melancolía al saber que dejas todos los recuerdos que creaste lo que llevas de vida. Pero es una enseñanza más de la vida diciéndonos: "no todo es para siempre", y vaya que yo lo tengo bien entendido.

Disfruto con mucha felicidad mi último paseo por las calles que más he transitado aquí en Austin, viendo el puesto de helados donde Camill y yo vamos cada sábado, que ahora será cada cuando, la preparatoria donde he vivido la mayoría de mis recuerdos felices, mi parque de la tranquilidad, y la secundaria donde comenzó la historia de aquellos cinco pre adolescentes intentando ser inseparables.

Es lindo todo aquí, encontraré algo nuevo en Ohio que me haga igual de feliz que las cosas de Austin.

—¡Por fin llegas!—grita Daphne desde el jardín.

Ya están todos tratando de acomodar las maletas en la camioneta de papá.

—Se nos hace tarde para el vuelo—reclama Leo.

Bajo del auto y camino hasta ellos.

—Ya vayan subiendo chicos, estoy... a punto... de... cerrar... esto —vocea papá mientras empuja la puerta de la cajuela intentando cerrarla.

—Vamos, vamos, no perdamos tiempo—indica mamá subiendo al copiloto.

Nosotros nos apresuramos a obedecer, subimos en la parte trasera, Leo y Daphne en asientos individuales y Ken y yo en uno largo para cuatro personas.

—¿Dónde estabas? —pregunta Ken.

—Fui a despedirme de ella y de Camille.

—Yo fui ayer a despedirme de ella—susurra Daphne mirandome por cortos segundos. Le sonrío ligeramente. Claramente ella tampoco se iría sin despedirse de Charlie.

—Listo, al fin pude. Hora de irnos chicos—dice papá mientras sube al auto y lo hace arrancar.

Dios, de verdad está pasando esto, me voy a la universidad, algo que el pequeño Jace con frenillos y cobijas de balones veía muy lejos.

Lo logré.

—Voy a extrañar mucho hacerles pasteles cada fin de semana intentando engordarlos sin éxito, verlos afuera jugando en el jardín, tener a Daphne ayudándome en la cocina, escuchar los chistes de Leo, las anécdotas de Ken, y la ruidosa guitarra de mi bebé Jace a altas horas de la madrugada.

—Nos vas a hacer llorar, mamá—admito con una pequeña sonrisa.

—Es que mis bebés ya no son tan bebés.

Sonrío y me recargo en el asiento. Ya no somos niños, estamos entrando en una nueva etapa de nuestras vidas, una dónde vamos a madurar, conocer nuevas personas, tendremos nuevas aventuras, y tal vez descubriremos un nuevo nosotros.

Pasa alrededor de cuarenta minutos para poder llegar al aeropuerto con todo el tráfico que nos rodea, el viaje se hizo largo y de verdad lo he disfrutado porque he estado unos momentos más con mis padres.

—Listo—musita papá.

Todos bajamos del auto y nos dirigimos al maletero para sacar las maletas. Papá nos ayuda a cada uno con nuestro equipaje. Cuando estamos listos entramos al aeropuerto en compañía de mis padres.

El check-in es bastante tardado por el abundante tráfico aéreo que hay hoy en día, pero finalmente estamos parados frente a una puerta que conecta a un avión con destino a Ohio.

—Adiós, chicos—masculla mi padre aguantando las lágrimas.

Me acerco a darle un abrazo que acepta apretandome.

—Demuestra que los Grey siempre destacamos—revuelve mi cabello con una media sonrisa.

—Mi pequeño Jace, te voy a extrañar, me puedes llamar cuando quieras, tu mamá estará para ti siempre—solloza abrazándome.

—Lo sé, mamá, lo sé—murmuro separandome del abrazo.

Los chicos después de despedirse de mis padres se unen conmigo ya más cerca de la puerta.

—Esperen—alza la voz mamá—les tomaré una foto.

Todos nos acercamos y sacamos nuestras relucientes sonrisas.

—Oww, justo están acomodados como aquella foto que les tomé una vez en secundaria.

Solo que nos falta una persona

Dejo de mostrar los dientes y sonrío con la boca cerrada, al instante el flash nos cega por un rato y luego vuelvo a poder ver a mis padres con normalidad.

—Pasajeros con destino a Columbus Ohio, favor de abordar por la puerta 5.

—Adiós—nos despedimos caminando hacia la puerta.

—¡Adiós, bebés!

—¡Triunfen cómo lo saben hacer!

Cada vez es más difícil verlos porque nos vamos alejando, subimos al avión y nos dirigimos a nuestros asientos. A mi me ha tocado al lado de Daph, y a Leo y Ken juntos.

—¿Estás listo para dejar el pasado de Austin Texas y vivir una nueva historia en Columbus Ohio? — pone su mano sobre la mía haciendo que la mire.

El pasado...

—Estoy listo, solo eso.

—Yo me refería a... yo no quise darte a entender que la olvidarás a ella...

—Tranquila, estoy listo para una nueva aventura. — sonrio y tomo su mano con fuerza haciendo que se relaje.

Una nueva aventura, nuevas personas, nuevas historias

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