8. P&T
—¿Entonces está muy enojada?
—Enojada y triste.
Charlotte mete otro cacahuate a su boca y piensa un poco sobre lo que le he dicho desde que estamos sentados en el árbol con hora libre.
—¿Qué hago?—pregunto abrumado por la situación. Alza los hombros y trata de encontrar las palabras pero parece no lograrlo.
—Es qué no sé, nunca tuve mejores amigos.
—¿Qué?, pero si eres la persona más social que conozco.
—Que hable mucho no quiere decir que sea social y tenga una millonada de amigos.
—Pero... ¿ni una amiga?—tomo un cacahuate.
—Una verdadera y confiable no—toma un cacahuate.
—Pero eres tan genial, me cuesta creerte.
—Las buenas amistades se hacen durante la adolescencia.
—Aja...
—Y yo estuve durante toda esa etapa con alguien inseguro. Perdí mucho tiempo con él, tantos momentos y experiencias.
—¿No te dejaba tener amigos?, ¿ni uno solo?
—Bueno si tengo uno, pero no hablamos por miedo a Garet. Si hablaba con un chico se ponía celoso, y si era chica se enfadaba porque creía que me meterían cosas a la cabeza para dejarlo.
—Lo siento mucho, seguro sufriste demasiado.
—Mjm.
—Entonces yo...
—Tu eres mi único amigo en persona por el momento, porque somos amigos, ¿verdad? — me toma del brazo esperando que diga algo.
—Ya oliste mis pies, supongo que sí, tú dijiste que mis pies olían a queso Chi... Chi... ¿Chi qué? —chasqueo los dedos tratando de recordar.
—Chihuahua. No puede ser que seas de Texas y no sepas quienes son tus vecinos.
—Bueno, es difícil decir ese nombre.
—Si como no.
—Olvidemos los nombres de los estados de México, y sigamos comiendo estos cacahuates porque son deliciosos. Te lanzo uno y lo atrapas—propongo, ella acepta y se acomoda. —Uno, dos, tres... —lanzo el cacahuate y ella lo atrapa cuando se lanza hacia atrás.
—¡Lo hice!—festeja.
—¡Lo hiciste!
Reímos juntos, pero cesan cuando Daphne y Leo se acercan, él extiende la mano en saludo, y casi creo que se sentará con nosotros, pero no, Daphne le toma la mano con fuerza y lo lleva con ella.
Ahora también mi otro amigo...
—Tengo que arreglar todo con ella lo más pronto posible— murmuro mirando hacia donde se han ido.
—Y lo harás Jace. No sé muy bien cómo es su relación, pero se nota que te quiere mucho y tú a ella. Un mal entendido de palabras no será algo que termine su amistad de años.
—¿Te consta?
—Tanto como que te huelen los pies al queso.
—¡Oh, basta con eso!
Sonríe y lanza un cacahuate al aire, abro la boca y lo atrapo con éxito haciéndola sonreír. Nos recargamos de nuevo en el tronco del árbol y continuamos viendo a todas las personas que pasan por el campus con tranquilidad. Ojalá pudiera tener esa tranquilidad, con las calificaciones siendo mi único problema.
Después de largas horas de escuela aprendiendo cosas nuevas, nos hemos podido ir, dejé a Charlotte en casa y fui a la mía mientras escuchaba una y otra vez Forever Young. Ahora estoy abriendo la puerta de casa, listo para disculparme, mis amigos están en la cocina preparando algo para comer, algo que llama mucho mi atención es que solo hay tres de todo en la barra, tres platos, tres vasos, y tres tenedores.
—Hola —saludo.
—Hola, Jace—saluda Ken.
—Me llaman cuando está la comida—comenta Daphne, muy segura trata de salir de la cocina pero Leo la toma del brazo y la regresa a su lugar ganándose una mirada matadora.
—Basta de evitarse.
Daph se sienta en uno de los bancos frente a la barra, cruza sus brazos y no me mira.
—¿Vas a comer, Jace? —pregunta Ken.
Niego sin quitar la mirada de mi amiga.
—No tengo hambre.
Me alejo de ellos y voy hasta mi habitación, cierro la puerta y me lanzo con pesadez en la cama.
—No me gusta lo que soy ahora —susurro hacia la pintura que Charlie me regaló.
Ni yo me querría de amigo.
—No sé como ser el mismo Jace de antes. Tengo problemas con mis amigos, no como, no duermo, ya no juego futbol, estoy a punto de reprobar mis materias y me siento perdido. Ya ni siquiera sonrío como lo hacía antes.
Aún recuerdo cuando gané la mejor sonrisa y aparecí en el anuario, o cuando gané el mejor amigo escolar, la persona más amable y el más divertido.
Eran tiempos lindos.
Aunque al final de año cuando se hacen esas encuestas, ya no era la mejor sonrisa, ni el mejor amigo escolar o la persona más amable, y mucho menos el más divertido, logré sonreír con todas las ganas en esas fotografías, en esos momentos mi corazón estaba mucho más roto que ahora, y fue difícil aparentar con la gente que creía que ella no había causado gran impacto en mi vida. Y la realidad es que después de cuatro años sigo asimilando como en un simple día de tres de Marzo todo se fue con el viento.
—Si estuvieras aquí estoy seguro que sería mucho más cursi que antes, más feliz y divertido. Mi vida sería muy diferente...
Demasiado, todo dio un giro de 180 grados aquel día, sentí que toda mi historia se reescribió, como si nada de mi historia con ella hubiese pasado y todo fue producto de mi imaginación, solo es un recuerdo vago de mi cabeza. De verdad me gustaría sanar y aprender a vivir con ese dolor, pero sigo estancado y no sé por dónde comenzar.
La tarde se pasa lenta, la luz del día se ha ido y no he salido de mi habitación desde que llegué, lo único que he hecho es mirar al techo y escuchar música triste para pensar en que he hecho de mi vida.
De mi triste vida.
La puerta de la habitación se abre lentamente haciendo que se ilumine por la luz del pasillo, por esta entra Daphne lentamente con las manos en los bolsillos y la capucha de la enorme sudadera rosa cubriendole la cabeza. Me mantengo recostado pero sin perderle el rastro, se recuesta a mi lado acurrucandose contra mi cuerpo y lo abraza con fuerza.
—Perdón—susurro.
Ella no contesta, y no creo que quiera hacerlo así que continuo hablando.
—Perdoname de verdad, no sé qué me pasa últimamente, mis cambios de humor son muy bruscos, me enfada cualquier cosa y me dirijo de mala manera hacia personas que solo tratan de ayudarme. Yo sé que dije algo muy malo, pero jamás le haría daño a mi mejor amiga, yo te quiero mucho y te prometo que consciente nunca diría esas cosas, y lamentablemente entre el enojo se me salieron, pero no era mi intención.
De nuevo no dice nada.
—Al menos abrázame fuerte si aceptas mis disculpas.
Acto seguido siento que mis costillas se van a hacer cachitos en cualquier momento por la fuerza que ejerce.
—Suficiente, suficiente. — digo con poco aire, baja la intensidad del abrazo y nos quedamos así.
—Te perdono, no podía estar más tiempo enojada, pero ya que alguien no me quería pedir perdón tuve que venir y rogarlo.
—Sí quería pedirte perdón, solo que no me podía acercar porque siempre llevabas a Leo contigo o te ibas.
—Tenía que tener con quien desahogarme, y me ayudó a dormir la primera noche, incluso se quedó conmigo.
Aun sin mirarla puedo apostar que tiene las mejillas más rojas del condado en este momento.
—Que conveniente, ¿de casualidad no durmieron abrazados, cucharita, o agarrados de la mano?
—Dormirnos abrazados porque me dio un abrazo y en ese mismo segundo nos dormimos— alza los hombros haciéndome sonreír.
—Muy creíble, sobre todo para dos personas que se mueren por pasarse las babas cada vez que se ven.
Aprieta mi cuerpo con fuerza haciéndolo doler.
—Okay, me calmo.
Un silencio muy cómodo nos inunda, solo se escuchan nuestros suspiros mientras observamos el techo abrazados. Es justo lo que necesito en este momento, solo un rato calmado con mi mejor amiga.
—Ya casi es Marzo... —susurra de la nada.
—Lo sé, un mes se pasa volando...
—¿Estás listo para ir de nuevo a Austin?
—Sí, estoy muy listo.
—Todos estos días he estado pensando en ella y yo no estoy lista para volver, no quiero quebrarme de nuevo, porque siempre vuelve ese pensamiento de que estuve para ella pero no completamente como para ayudarla.
La abrazó con más fuerza y le doy un beso en el cabello para darle un poco de mi apoyo emocional.
—Tranquila, nos apoyaremos todos juntos.
—Tampoco quiero verte de nuevo muy triste.
—Los tengo a ustedes — aprieto los labios al final.
—Y nos has tenido desde hace cuatro años y la tristeza nunca se ha ido.
—Pero al menos ya no es tan fuerte como antes.
Daphne no me contesta más, solo se acurruca contra las sábanas que nos cubren y después de largos minutos sin hablar me dice y afirma que se ha quedado dormida, así que decido hacer lo mismo o tratar de hacerlo.
Yo también he estado pensando en ella más de lo habitual estos últimos días pues estamos a nada de que pasen cuatro años desde que sé ha ido, es demasiado tiempo y aun ni siquiera logro asimilar ni la mitad, obviamente me voy a sentir más triste al volver a casa y visitarla, pero trataré de ser fuerte porque quiero mejorar, me gustaría mejorar porque ya no quiero ser así, ya no quiero estar triste ni lastimar a los que me quieren.
Y sé que ella también quisiera lo mismo.
[...]
—Ya son felices de nuevo, que bueno que no duraron mucho enojados — dice Charlotte.
—Creo que somos indispensables él uno para él otro.
Charlotte bebe de su refresco y asiente lentamente.
—Me alegra mucho, Jace — expresa con una verdadera alegría por mi y Daphne.
—A mi igual, tal vez ahora sea más fácil que ustedes sean amigas.
—No creo que eso funcione.
—¿Por qué?
—No lo sé, Daphne parece ya muy cerrada en su círculo. — aprieta los labios al final.
—Daphne es la persona más social que conozco.
—Bueno, parece cerrar su círculo cuando estoy yo.
—Un día te invitaré a mi casa y podrán convivir más.
—Si es que no cierra la puerta en mis narices.
—Daphne es buena chica, solo hay cosas — termino susurrando.
—¿Cosas?
—Cosas. ¿Qué te parece si ahora vamos a comer a mi casa? — cambio de tema para no tener que decir que cosas o mejor dicho, persona, es que Daphne cierra su círculo cuando Charlotte se hace presente.
—¿Enserio?, ¿eso no le molestará a tus amigos?, bueno, Leo parece que me acepta, pero...
—No te preocupes, les mandaré un mensaje para que estén al tanto de la situación.
Al terminar las clases ambos nos dirigimos a mi auto, teniendo un viaje divertido lleno de música feliz. Al llegar a mi casa los nervios de Charlotte aumentaron, durante el recorrido del ascensor solo presionaba la detención del ascensor, y luego yo lo activaba de nuevo, y eso pasó cuatro veces hasta que me tuve que poner frente a los botones o viviríamos dentro de esas cuatro paredes para siempre. Ahora estamos frente a la puerta de mi casa y sin esperar más abro la puerta para que ella no trate de huir de la situación de nuevo.
—Hola, ya hemos llegado—saludo con una sonrisa.
—Hola—saluda Charlotte con un evidente nerviosismo en su voz, pues ha bajado muchísimo su volumen. Nos acercamos a mis amigos que están en la isla de la cocina.
—Hola... —susurra Daphne mirando por cortos segundos a Charlotte.
—Hola Charlotte, ¿cómo estás? —saluda Leo con una sonrisa.
—Muy bien, gracias por preguntar.
—Hola, soy Kenneth — se acerca sonriendo y acerca su mano a ella para saludar — me puedes decir Ken, soy amigos de estos tres, es un gusto conocerte al fin.
—Y yo soy Charlotte, pero me puedes decir Charl...
Todos nos miramos en silencio y ella parece notarlo, se remueve incómoda y vuelve a hablar pero esta vez en un susurro.
—O... solo Charlotte.
Se lo tengo que explicar para que no sea incómodo para mí, ella y mis amigos, para que comprenda mi historia y por qué lucha tanto con la ligera indiferencia de Daphne. Será la primera vez que hablo de ella a otra chica.
—Vamos a comer, tengo mucha hambre—murmuro atrayendo las miradas de mis tres amigos.
—¿Tienes hambre? —pregunta Ken.
—Sí...
—Okay... —susurra Daphne con confusión.
Colocamos los platos, los cubiertos y la comida al centro de la mesa, me siento al lado de Charlotte y me acerco a su oreja un poco.
—¿Te gusta el chilli?
—Sí—sonríe.
—Perfecto, es la especialidad de Daphne.
Mantiene su sonrisa y comienza a comer cuando nosotros lo hacemos. Esta vez ha quedado más delicioso, obviamente Daphne tiene que impresionar con sus dones gastronómicos.
—¿Eres de aquí? —le pregunta Ken.
—No, soy de Florida.
—¿Y por qué has venido hasta acá?
Charlotte parece pensar una respuesta que no sea tan triste como su historia, así que decido ayudar un poco.
—Por lo grandiosa que es la escuela. ¿Verdad qué sí?
Frunce el ceño pero abro un poco los ojos para que entienda que le estoy ayudando, y por suerte me entiende.
—Sí, Jace tiene razón, me gustan mucho las instalaciones y he venido a penas este año porque los otros se me dificultaron, pero finalmente aquí estoy, en Ohio, con cuatro medio extraños comiendo chili delicioso.
Todos reímos excepto Daph, ella solo le dedica una sonrisa que es únicamente por el halago de su chili. La comida continúa entre preguntas y respuestas de todos, excepto de Daphne quien se mantuvo en silencio desde que la comida empezó hasta que terminó. Tristemente la invitación a Charlotte no fue como pensé, pero al menos pudimos pasar un buen rato.
Al terminar de comer Charlotte y yo nos despedimos para poder ir a mi habitacion y asi tener mas privacidad para hablar.
—Esta es mi habitación—digo cuando abro la puerta y la dejo entrar.
Mira alrededor mientras cierro la puerta detrás de mí, me siento en la cama observándola caminar alrededor de la habitación, sin pena toma una figura de acción y luego la deja en su lugar de nuevo.
—Tu habitación es muy juvenil. — murmura aún recorriendo cada rincón a la vista.
—Solo un poco.
Se acerca a ver los pósters en una de las paredes.
—Veamos, te gustan los vengadores, Cars— sube y baja las cejas burlona— The Bee Gees, Lord Huron también es mi favorito, Kodaline, Bryan Adams...
Mi buen compañero de lágrimas, Bryan Adams.
—Wow, que linda pintura, ¿tú la hiciste?, no tenía idea de que también fueras artista, está de maravilla
—No, no la hice yo— interrumpo.
—Oh, tienes razón, C. H. D—acaricia la firma en color negro. —¿Cuánto costó? de verdad luce de un millón de dólares.
Me costó la pérdida de una buena persona, de alguien que amaba y estaba dispuesto a ayudar. Nada más y nada menos que el precio de la tristeza y melancolía, sin duda fue más de un millón de dólares.
—Fue un regalo.
—Que suerte — continúa mirando todo hasta llegar a la fotografía de la noche del baile, esa foto que conservo con mucho aprecio, como una de mis más grandes tesoros.
—Que linda chica, ¿es tú hermana?
—No. Ella es C. H. D. — aprieto los labios.
—Ella hizo el cuadro...
—Sí.
Deja la fotografía en su lugar y camina hasta la cama para sentarse a mi lado, estamos hombro con hombro mirando en dirección a la pintura.
—¿Cuál era su nombre?
—Charlie Hans Dillard.
Abre la boca y luego la cierra, pero finalmente habla.
—¿Te puedo hacer más preguntas sobre ella?
La miro de reojo con el ceño ligeramente fruncido.
—Sí, ¿por qué no? — alzo los hombros chocando un poco con los suyos.
—Parece que te baja el ánimo, pero está bien, haré solo un par.
—Okay...
—¿Ella te hizo el cuadro porque se fue a otra universidad?, así como una despedida por terminar — susurra no muy segura de lo que dice.
—Sí fue una despedida
—Pero...
Suelto un suspiro pesado y miro mis manos, las cuales están jugueteando con nerviosismo de nuevo.
—Pero... —hago un silencio.
Ella me mira con confusión pero no me apresura a hablar, y lo agradezco mentalmente, porque esta historia nunca ha sido fácil de contar.
—Charlie era parte de nuestro grupo en secundaria, éramos inseparables, siempre estábamos riendo y brincando en la cama elástica de Ken.
Que días... los mejores diría yo.
—Aja...
—Luego ella nos dejó de lado porque tenía problemas en casa y no quería lastimarnos con el mal humor que tenía algunas veces, con sus problemas en general, no quería que alguien más los cargara con ella.
—Así es la gente que tiene muchos problemas, no queremos ayuda porque no queremos ser una carga y creemos que podemos solos, cuando realmente no es así...
—Exactamente eso sucedía con ella. Entramos a último año de preparatoria, y durante dos años y medio nunca nos dirigimos palabra, hasta que un trabajo de historia nos unió a todos de nuevo. Yo estaba muy emocionado por eso, literalmente no dejé de sonreír desde el momento en que supe que estaríamos juntos otra vez.
—¿Te gustaba? —pregunta con una sonrisa.
Sonrío recordando todo lo que me hacía sentir con solo mirarme a los ojos, lo emocionante que era ir a la escuela solo para verla, las miles de mariposas que me hacía sentir con cada palabra. Lo que daría por volver a sentir mariposas al escuchar su voz.
—Demasiado, cada día durante todo un año soñaba con ella, yo era la persona más cursi y azucarada de todas, de verdad daba diabetes escucharme — rio un poco.
—¿Y luego qué pasó?
—Ella y yo comenzamos a hablar más, y mi emoción siempre estaba por explotar, todo el tiempo que ella estaba a mi lado los nervios se adueñaban de cada parte de mi cuerpo.
—Que lindo... —suspira Charlotte sin apartarme la mirada ni un segundo.
—Pero ella tenía problemas muy grandes con su familia, sus padres no pensaban en como la dañaban cuando la trataban mal cada vez que las cosas les salían mal. Ella quería irse con su padre pensando que era bueno, pero su madre no la dejaba verlo mucho, y el juicio donde se decidiría su custodia fue totalmente arreglado
—Pero ella podía decidir sin necesidad de un juicio, así funciona en...
—Estaba arreglado, todo, ni siquiera la dejaron hablar, ella de por sí ya estaba triste, cuando la custodia quedó en su madre se fue para abajo, y ella...
—Se suicidó — susurra.
—Sí, un tres de marzo.
—Lo siento mucho, Jace — pone su mano sobre las mías deteniendo el juego de mis dedos. Miro en esa dirección y sonrio un poco, en sus ojos puedo notar el apoyo que trata de darme.
—Puedes querer y hacer que te quieran, pero si esa persona está rota no puedes hacer más que dejarla ir...
—¿La quieres aún?
—Sí, prometí amarla por toda la eternidad.
—No tenía idea de que el cubito de hielo texano fuera tan cursi. — acaricia mi mano con el pulgar.
—Pues lo era.
—Yo creo que aún hay un poco de ese cursi muy dentro de ti, algún día saldrá a la luz, y será lindo y divertido verlo.
Sonrío y niego mientras observo nuestras manos.
Para que yo sea cursi de nuevo necesito enamorarme infinitamente de la persona adecuada, aquella que, como yo con Charlie, me ayude a superar, pero esta vez con éxito, y tal vez en algún momento llegue alguien más para ayudarme a sanar, porque el amor de mi vida ahora solo brilla como una Evangeline y pinta la noche como Van Gogh.
Me siento bien al haber contado un poco de la historia, siento que una presión entre Charlotte y yo acaba de romperse, y eso me agrada demasiado, me siento libre por primera vez en mucho tiempo.
—Y Charlie se relaciona con Daphne— suelto.
Ella me mira con confusión y espera a que prosiga.
—Charlie y Daphne eran mejores amigas cuando éramos todos amigos, y luego ya no, y después comenzaron a hablar más, tal como mi historia pero sin el romance.
—Oh, ya entiendo.
—No comprendo muy bien, pero yo siempre estaba con Charlie riendo y sonriendo, luego pasó todo y deje de ser divertido y feliz, luego llegas tú y vuelvo a serlo.
—Yo no quiero reemplazar a Charlie— aleja su mano de las mías y se aleja un poco.
—Yo sé que no — me acerco de nuevo a ella y tomo su mano — son muy diferentes.
—A ella le decían "Charl", ¿verdad?
—Sí
—Me lo hubieras dicho antes, lo bueno de todo es que encontramos un nuevo apodo.
—Lo sé, Princesita.
Sonríe y me mira a los ojos.
Tengo que admitir que sus ojos son muy bonitos, café claro, pestañas largas, y unas pequeñas y ligeras líneas de expresión por sonreír tanto. Me transportan a un lugar feliz y tranquilo.
—Agradezco mucho que me hayas tenido confianza para contarme algo que te ha sido muy difícil durante años. Ahora sé que había un Texanito cursi.
Continuamos hablando sentados en mi cama sobre diferentes cosas, algunas de la escuela, otras de mi época preparatoria, incluyendo cosas de Charlie. Lo mejor de todo es que cada cosa que le cuento le interesa y me escucha con una sonrisa. Es lindo tener a alguien a quien contarle tus anécdotas, desde la más emocionante hasta la más triste.
La Princesita y un Texanito pueden ser buenos amigos, con diferentes historias y batallas, pero muy buenos aliados a la hora de enfrentar el dolor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro