6. Atormentado
Termino de ponerme un poco de perfume y paso por última vez la mano por mi cabello observando mi aspecto por el espejo con una sonrisa pequeña, me veo de perfil y luego del otro, de espaldas y de frente, no veo nada malo y eso me gusta, luzco normal para la simple salida, no estoy muy formal pero tampoco muy desalineado. Creo que estoy listo.
Hace tiempo que no sonreía al mirar mi reflejo, se me ha bajado un poco el ego en estos caos que me trajo la vida de repente.
En el momento exacto en el que salgo de mi habitación mis amigos entran a la casa riéndose de sabe que cosa, Daphne y Sucy entran primero y Leo y Ken les siguen por detrás hablando y haciéndolas reír aún más. Se detienen de golpe y me miran confundidos.
—¿Qué? — pregunto.
—Huele a perfume, hace mucho no te pones perfume—comenta Leo oliendo mientras camina alrededor de mí, como si fuera una presa y el un depredador.
—Te has peinado— agrega Ken.
—Te lavaste los dientes—agrega Daph.
—Siempre me lavo los dientes.
—¿Y lo demás?—pregunta Leito.
—Iré a cenar con Charlotte porque celebraremos nuestro primer diez como equipo. ¿Hay algún problema con que me peine y ponga perfume?
—Es qué nunca lo haces cuando salimos a un lugar, ni para la escuela, o cualquier cosa desde ella...—susurra Daphne. ¿En serio dejé de hacer este tipo de cosas desde hace años?
Tal vez porque ya no hay a quien impresionar.
—Se me hace tarde—murmuro para evadir sus posibles siguientes preguntas.
—Pero... —comienza Ken.
—Ya déjenlo, adiós Jace, pasala bien—dice Sucy con una sonrisa.
—Gracias por ser la única que no me hace preguntas. Nos vemos—salgo de casa y voy al ascensor, al entrar a este me recargo en una de sus paredes y suelto un suspiro pesado, giro la cabeza y sonrio al verme en un espejo que hay en una de las 4 paredes, creo que debería ponerme de nuevo y más seguido, de verdad había olvidado lo bien que me veo, hasta me siento en preparatoria otra vez, a excepción de mi estatura, cambios físicos y de voz.
Mi camino a su casa es rápido por el corto tráfico que hay, por eso he elegido esta hora, no soy tan tonto después de todo. Un par de calles, semáforos, gritos de automóviles y ancianitas dando un paso por minuto, finalmente estoy en casa de Charlotte. Ella está sentada en una banca que está al lado de la puerta de entrada. Se ve bien con sus jeans con un corte acampanado, blusa de cuello alto blanca y sobre ella un blazer de cuadros cafés, y para finalizar y darle el toque casual unos tenis blancos.
Toco el claxon haciéndola levantar la mirada, reconoce el auto al instante y corre hasta mí, abre la puerta y sube con una sonrisa.
—Hola.
—Te peinaste.
¿De verdad se nota mucho cuando me peino y no?, entonces debo parecer estropajo usado todos los días, tendré que verme en el espejo más seguido.
—Siempre me peino.
—No, las veces que nos vemos tienes los pelos parados por todos lados, estaba pensando seriamente en regalarte un peine.
—Pues ya viste que si tengo peine y si me peino.
—Deberías hacerlo más seguido, te ves bien—dice mientras mira con la ventana todos los edificios.
—Me veo normal
No dice nada porque comienza a mirar alrededor del auto, tal vez no lo vio con exactitud hace rato. Que chismosa.
—¿Puedo poner música? — pregunta cuando la inspección termina en la pantalla de la radio.
—Mjm, mi celular debe estar ya conectado— murmuro sin voltear a verla para no perder de vista el camino. To a el celular con cuidado y al no tener contraseña comienza a buscar en la aplicación de música.
—Playlist de Jace Grey—lee—que aburrido eres para nombrar tus listas.
—¿Cómo es el nombre de tu playlist?
—Canciones para los más rockstars del mundo.
Canciones para campeones. Recuerdo.
—Es un nombre muy peculiar.
—Tendrías que cambiar su nombre, el tuyo es aburrido, además tienes mucha música deprimente, como Angel de Kodaline y ese tipo de canciones.
—Esa canción me gusta mucho, es de mis favoritas.
—Bueno, a mi no me gusta mucho la música sentimental y así, pero te colocaré la que a ti te gusta.
—No te preocupes, pon la que tú...
—No, podré esa.
La melodía comienza y mis músculos se tensan al instante, porque aunque la cancion me gusta mucho, el contexto no es de mi agrado, está en la lista por valor sentimental, pero cómo podría entenderlo ella si apenas y me conoce. Charlotte nota unos segundos después lo tenso que me he puesto y para de inmediato la canción.
—¿Estás bien?
—Pon la que tú quieras.
—De acuerdo, perdón— murmura. Pone una canción de esas que te suben el ánimo y comienza a cantarla sin vergüenza alguna, y debo admitir que canta muy bien, mucho mejor que el promedio. La primera sorpresa de la noche.
—¿Cantas?
—Obvio, ¿tú no?
—Un poco, pero no tan bien como tú.
—¿En serio?, cántame algo.
—Paso.
—Por favooooor.
—No, no lo haré, no canto para los que apenas conozco.
—Que aburrido eres, pero qué puedo esperar de un amargado como tu — bromea.
—Algún día por accidente, muy probablemente, me escucharás cantar.
Suelta un quejido y alza los hombros quitándole importancia.
Poco tiempo después llegamos a un restaurante de McDonald 's que ha elegido, bajamos y entramos al establecimiento que está casi todo vacío, caminamos hasta la barra y miramos las pantallas que iluminan falsamente un delicioso menú.
—Buenas tardes, ¿cuál es su orden?
—Buenas tardes, voy a ordenar una Big Mac, ¿y tú?, ¿otra doble?
—Sí—sonríe con alivio haciéndome fruncir el ceño.
—Entonces dos hamburguesas dobles, por favor, y un refresco de coca cola y — volteo a verla de nuevo.
—Igual.
—Entonces solo eso.
—14 dólares por todo.
Saco mi billetera y de ella un billete de veinte.
—Espera, yo pago lo mío.
—¿Segura?
Asiente sonriente, me alejo de la barra de pedido y le doy el pase para que pague primero.
—De acuerdo.
Saca el dinero y paga su parte para luego yo hacer lo mismo, nos dan un ticket indicando que nuestra orden estará pronto, sin perder tiempo nos dirigimos a una mesa y nos sentamos uno frente al otro en espera de nuestro pedido.
—Mi ex novio siempre me pedía ensaladas y agua. Y tú no—susurra de la nada.
—¿Y sin preguntar?
—Sin preguntar.
—Aún no lo conozco y ya lo odio.
—Ni lo conocerás, él está en Miami y ojala se quede ahí para siempre y no prospere, ni se case para que no le haga daño a más chicas. Pero no pienses que no lo he perdonado, ya lo hice.
Creo que un poco no.
—Bien.
—Bien.
Hay un silencio incómodo donde solo mira a la mesa y sus manos, el tema de su relación pasada parece afectar de golpe, como si fueran secuelas, como si mencionarla le apagara su enchufe de felicidad. Es igual a mí.
—¿Siempre te ha gustado cantar? —pregunto para que se olvide del tema de su novio.
—Sí—sonríe y me mira de inmediato —me gusta desde pequeña, y cuando crecí mucho más porque... —baja la voz—...es lo único bueno que hago—o eso decía mi novio... —susurra.
De verdad que lo odio, no sé cómo es su maldito rostro pero ya lo odio. ¿Quién es él para decir lo bueno y lo malo?, no conozco de hace mucho a Charlotte pero estoy seguro que es bueno en muchas cosas, incluida cantar obviamente. Pero ese ex novio le ha creado tantas inseguridades que tal vez no logra sacar todas sus habilidades a la superficie.
—Pues yo creo que debes hacer muchas cosas buenas.
—Pero solo sé cantar, él tiene razón.
—No, no la tiene. Hay muchas cosas que puedes hacer y nadie te puede decir lo contrario, no dejes que nadie te haga sentir mal o menos. No voy a dejar que lastimen a alguien más en mi presencia.
Frunce el ceño y es cuando me doy cuenta que he hablado de más.
—Olvida lo último.
—¿Seguro?, parece que te...
—¡Mira!—señalo detrás de ella—¡la comida!
Que alivio, porque si hubiéramos seguido con la platica no hubiera sido capaz de mantener mi buen humor. La señorita nos coloca la comida en la mesa y luego se retira, Charlotte mira la hamburguesa y sonríe, la toma entre sus manos y le da un gran mordisco para después suspirar.
—¿Te gustó?
—Demasiado.
Tomo mi refresco y ella lo hace igual, los acercamos y los chocamos.
—Por nuestro diez—décimos al mismo tiempo.
Después de chocar los vasos bebemos de ellos y los dejamos de lado para continuar comiendo.
—Cuéntame cosas de ti, Jace Grey.
—Pues... soy hermano mayor, tengo una hermana que se llama Juliette, tiene tres años y medio y es muy linda, le gusta vestirse sola y no le gusta que toquen su cabello.
—Oww.
—También odio ver a los demás sufrir y no poder ayudarlos, mi comida favorita es la pizza con muchas aceitunas negras, aunque hace mucho que no la como, mi cumpleaños es en Abril, soy malo en historia y recordando algunas cosas, y...
Perdí al amor de mi vida hace cuatro años, tengo depresión, ansiedad, por eso pienso muchas cosas, no duermo, no como y me he vuelto un poco gruñón.
—...es todo.
—Que cortita sinopsis de ti, pero es suficiente.
—¿Tú que me cuentas Charlotte Hamilton?
—Bueno yo soy hija única sin futuros hermanos, nací el nueve de Julio.
Un día antes...
—Me gusta tocar el piano, aunque soy mala para eso, mmm... mi comida favorita es la sopa instantánea, amo la playa porque nací en una obviamente, y... yo soy muy buena en historia.
Sonríe y le da otro mordisco a la hamburguesa.
—¿Tocas algún otro instrumento?
—Un poco el violín y la guitarra.
—Me gustaría aprender a tocar el piano pero me es más fácil la guitarra, he estado aprendiendo un par de canciones.
—¿Algún día las escucharé?
—No creo, necesitaré un diez más, tal vez unos cuantos para que puedas escuchar solo una.
—Eso no vale, eres un tramposo.
—Astuto diría yo.
—Jace Grey—susurra mi nombre para sí misma— ¿tu papá es millonario y se llama Christian?
Giro los ojos por la cantidad infinita que me han hecho el mismo tipo de preguntas.
¿Eres hijo de Christian Grey?
¿Tu padre se llama igual que el del libro?
¿Eres millonario?
—No soy lo que se le llama millonario, pero tengo cierto dinero en mi cuenta. Espero no seas una ladrona, porque estaré frito.
Ríe de forma ligera. Su risa es muy sonora, que con tan solo escucharla me puedo hacer una idea de cómo es que se escucha su canto en voz alta, y la idea es muy bonita.
—Y mi papá no se llama Christian, se llama Eliot Grey.
—Igual que el hermano de Christian Grey.
—Y ese también ha sido un gran problema.
—¿Y tu mamá como se llama?
—Kate Edwards.
—Así que eres Grey Edwards, vaya nombre de niño rico, esperaba algo más yee-haw—molesta entre risas.
—Vamos, tú eres Hamilton...
—Windsor—dice con pena.
—Charlotte Hamilton Windsor. Apellido de niñita de realeza, ¿sabes que te llamas igual que la princesa?
—No molestes, ya lo sé.
—Vaya, veo que a alguien le gusta molestar pero no le gusta que la molesten, Princesita.
Alza los hombros.
—No te equivocas mucho,Texanito.
Me sonríe y yo le correspondo sin pensarlo.
La cena pasa con rapidez entre las pláticas y temas extraños que salen a flote, todo tranquilo y agradable hasta que nos han tenido que sacar del establecimiento para cerrarlo. La verdad no me di cuenta cuando se hizo tan tarde. Ahora mismo estamos fuera del edificio de la Princesa, despidiéndonos de nuestra linda celebración.
—Me divertí—murmura.
—Yo igual.
—Ojalá saquemos otro diez, tal vez ahora podríamos celebrar en un parque de diversiones o algo más alegre.
—Tal vez si
—Bueno, se hace tarde y mañana hay escuela, nos vemos allá.
—Adiós, Princesita—sonrío mientras baja del auto. Me sonríe por última vez y cierra la puerta para después correr hasta la entrada del edificio.
Suelto un suspiro cansado y comienzo el camino a casa.
La he pasado muy bien, hace tiempo que no sonreía tantas veces en un día, ni siquiera con mis amigos, además he comido porque tenía hambre y no por obligación, también me abrí un poco más con una persona nueva, y fue emocionante. Se lo contaría a mis amigos pero tal vez se molesten porque con ellos no soy así, o tal vez Leo y Ken no se enfaden, pero Daphne sí, no lo sé, no siento que hay mucha confianza como antes para hablar tanto de mis otros sentimientos además de los tristes.
Después de unos minutos llego a mi destino, entro a casa y me encuentro con Daphne sentada en el sofá mirando la tv.
—Es muy tarde... —susurra sin mirarme.
—Se me fue la noción del tiempo y...
—Solo ve a dormir, o intentalo. — me interrumpe con un tono para nada contento.
—¿Por qué estás enojada?
Suspira con pesadez y niega.
—No estoy enojada.
—Pues parece que sí. —murmuro con enfado. Ay no...
—¿Ya cenaste? para que lo pregunto si es obvio que...
—Sí lo hice— interrumpo.
—Pero tú...
—Lo hice y ya, comí, eso no debería enojarte, ¿no es lo que quieres que haga siempre? — recrimino enfadado.
Frunce el ceño y se levanta del sofá.
—Ya te dije que no estoy enojada, el enojado parece que eres tú, no sé las razones pero conmigo no te lo desquites— camina a su habitación pero antes de entrar me mira de nuevo —y que bueno que comiste—entra a la habitación y azota la puerta.
Suspiro y me siento en el sofá . Tonto, soy un tonto.
La enojada no es ella, obviamente soy yo. Estoy enojado conmigo mismo por alguna razón. Miro la foto colgada en la pared donde estamos todos juntos en secundaria, pero sobre todo centro mi atención en ella.
—Perdoname, Charlie —susurro sin dejar de mirar la foto— salí con otra chica, y no fue nada pero aún así me siento culpable, muy culpable
Me divertí con alguien más. No debería sentir culpa pero aún así ese sentimiento predomina en mi pecho, y no me agrada.
—Y... comí, por alguna extraña razón no lo sentía como una obligación como con nuestros amigos, lo sentía como necesidad para mí cuerpo. Fue delicioso poder volver a comer con gusto. ¿Te enfada que algo volviera a la normalidad con otra chica? —respiro con dificultad—porque a mí... —me detengo y tomo aire—... sí, sí me enfada mucho... —me detengo de nuevo, esta vez me levanto y corro al baño, me arrodillo frente al WC, pongo dos dedos en mi boca y vómito.
Una horcajada, y luego otra y otra.
Me siento en el suelo y recargo la cabeza en la pared mientras trato de tomar aire lo mas que puedo, con el dorso de la mano me limpio la boca, antes de poder levantarme Ken aparece con un rostro preocupado.
—¿Estás bien?—pregunta arrodillado frente a mí. Niego haciendo todo el esfuerzo para no soltar las lágrimas que tengo retenidas.
—Vomite todo lo que había comido, no me cayó en el estómago como habría querido.
—Tranquilo, es normal, tu estómago no está acostumbrado, tal vez comiste mucho o muy rápido, tú estás acostumbrado a comer pequeñas porciones cada tantas horas. Está bien.
Niego al borde de las lágrimas. No está bien.
—No, no lo está, me lo he provocado.
—¿Provocado?
—Sí, me siento culpable de haber comido con ella, así que lo provoqué.
—Con ella te refieres a Charlotte. ¿Por qué?
—Porque sentí que algo del Jace de Charlie volvió con Charlotte, y eso no está bien...
—No, no hay Jace de Charlie, ni nuevo Jace o lo que sea, solo hay Jace Grey Edwards, eres tuyo y de nadie más, lo que haces es por ti, no deberías sentirte culpable de nada, si comes es por ti, si duermes es por ti, por nadie más, así que por favor no vuelvas a provocarte el vómito.
—Es que...
—Intenta no hacerlo, no quiero que te enfermes.
—Ya lo estoy, no importaría mucho.
—Sí, sí lo haría. Tú tampoco quieres eso para ti, no te preocupes, sabes que nosotros estaremos aquí para apoyarte, cualquier cosa puedes acercarte a nosotros y decirnos. Lo sabes.
Asiento mientras se pone de pie y me ayuda a levantar para salir del baño.
El problema es que ya no me siento con la suficiente confianza para decirles, ya no hay opiniones o consejos, solo los mismos sermones, y estoy cansado de escucharlos.
[...]
Me siento en el árbol de todos los días para poder esperar a Leo que se ha ido a buscar el almuerzo con Daphne.
Tengo unos cuantos minutos a solas para respirar...
—Hola, Texanito.
—Hola, Princesita— murmuro. Se acabó el tiempo a solas.
—¿Estás bien?
—¿Por qué no lo estaría?
—Estás pálido.
Pálido, con ojeras y manchas en la piel.
—Es que necesito un poco de agua, pero me he olvidado la mía y la tienda está muy lejos.
—Pues yo te doy la mía, ya tomé suficiente agua el día de hoy. — ofrece la botella que lleva en la mano.
—Claro que no, no te voy a quitar el agua.
—Tú la necesitas más que yo. Tómala, me voy a ofender demasiado si no lo haces.
—Que no.
—Por favor—súplica moviendo el agua que se ve muy refrescante frente a mí.
Tomo la botella rápido y la abro.
—Gracias—susurro para después darle un sorbo.
—¿Dónde están tus amigos?
—Ahí—los señalo. Vienen caminando y riendo a la vez, al menos están teniendo mejor química. Leo saluda a Charlotte y se sienta a mi lado como normalmente, Daphne le da una ligera sonrisa y se sienta al lado de Leo, La Princesita se remueve incomoda tal vez por la acción de mi amiga, la verdad no fue la mejor, y tal vez puedo entenderla.
Ella era la única chica con la que hablaba, Charlie era su mejor amiga y la chica de mis sueños, tal vez piensa que la cambiaré o algo parecido, puede haber muchas razones, pero Charlotte solo ha tratado de ser amable con todos, se merece un buen saludo, al menos una sonrisa amable.
—¿Quieres ir a caminar? —pregunto a Charlotte, y sin dudarlo asiente.
Me levanto y le extiendo la mano, la cual toma con gusto, ejerzo fuerza y la ayudo a levantarse. Daphne me mira seria y Leo con una sonrisa, pero no les presto atención y comienzo a caminar con Charlotte por el campus.
—Creo que no le caigo muy bien a Daphne. — murmura una vez estamos lo suficiente lejos de mis amigos.
—No es eso, es solo que ella ha sido por algún tiempo la única chica con la que comparto palabras, además de la novia de mi otro amigo, tal vez se siente amenazada. No te preocupes, cuando sepa que eres buena chica comenzará a tomar confianza.
—Buena chica. Sonó como si fuera un perro—ríe quitándole importancia a lo de Daphne.
Me sorprende como se distrae tan fácil.
—Me caes muy bien—susurro.
—Tú también me caes muy bien.
—Me alegra escuchar eso.
—¿Por qué?
Vacilo un poco pero finalmente hablo.
—Desde hace tiempo no logro socializar con éxito, siempre termina todo en un fracaso, termino siendo malo con las personas y arruino todo.
Un silencio corto nos apodera, solo se puede escuchar a las personas externas hablar y reír, es tan curioso como este silencio no es incómodo, hasta he logrado sentir un cierto alivio.
—No debes arruinar todo, no es muy...
—Te lo juro, no exagero, a veces siento que he arruinado la amistad con mis mejores amigos, y luego me siento solo.
Coloca su mano en mi brazo y me hace mirarla a los ojos.
—Si sigues pensando que arruinas o vas a arruinar algo, lo vas a hacer real de tanto que te atormentas con eso.
Debería tomar su propio consejo.
—Hay demasiadas cosas que me atormentan.
—Y te aseguro que ninguna es tu culpa.
Es parte mi culpa que ella se fuera, pude haber hecho más por ella y no lo hice, la pude hacer feliz y no lo logré. Y eso me atormenta todos los días de mi vida, porque por mi culpa ella no está.
—Alguna que otra puede que sí.
—Pues yo creo que no, tal vez una pero no todas, solamente te atormentas y te haces pensar que sí, debes aprender a soltar.
—No es nada fácil.
—Yo lo logré y soy más débil que tú, yo sé que un niño riquillo de Texas es capaz de lograr todo. — sonríe con una pizca reconfortante.
Sonrío por un segundo y luego aprieto los labios.
—Lo he intentado durante cuatro años.
—¿Y qué es lo que te ha atormentado durante cuatro años?
Simple.
Ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro