5. Un Poco Mal, Un Poco Bien.
—Jace levántate que se hará tarde— Daphne me remueve por octava vez. — ¡Ken, ven y ayúdame!
—¿Qué pasa?
—Mira, no se levanta con nada.
— Jace, por favor— suplica haciendo un mínimo esfuerzo.
—No.
—Lo intenté, perdón pero ya se me hizo tarde para mi primer clase, nos vemos— dice antes de cerrar la puerta de la habitación. Abro los ojos lentamente esperando que ya se hayan ido ambos, pero lamentablemente Daphne sigue aquí mirándome con angustia. Ella sabe que me sucede.
—Jace, por favor...
—No quiero.
—Anda, no puedes faltar de nuevo, sabes lo estrictos que son los doctores con las faltas injustificadas.
—No quiero—repito.
—¿Te sientes mal?, ¿qué es lo que tienes? — pregunta mientras me acaricia el cabello con delicadeza.
—Soñé con ella otra vez, y el dolor sigue siendo el mismo que el primer día, no tengo las fuerzas para levantarme.
—¿Qué pasaba en tu sueño?
—Lo mismo de siempre. Ella me hablaba, me daba a elegir entre irnos juntos o quedarme con ustedes y luego los dos nos íbamos al mismo lugar, pero eso es lo de menos, la volví a ver y se veía igual que hace años, y me duele igual que hace años
—¿Te quieres quedar en casa?
—Sí, no quiero ir así de triste y con las ideas dando vueltas.
—Está bien, duerme otro rato, cuando regresemos te paso los apuntes de las clases que compartimos, y le diré a Leo que te pase los de él.
—Lo intentaré, y gracias por los apuntes.
Suelta un suspiro cansado, se pone de pie para darme un beso en la frente.
—Bien, le diré a Leo que ya nos podemos ir.
—Hasta pronto, y recuerda lo que te dije anoche.
—Claro, intentaré ser amable—gira los ojos y se va dejándome solo en la habitación silenciosa. La puerta principal se escucha cerrarse y ya no hay más ruido por la casa, así que ahora estoy completamente solo, eso quiere decir que ahora soy libre de hundirme en mis pensamientos.
Me paso las palmas por la cara y las dejo caer a los costados con frustración.
Si tan solo pudiera dejarla ir sin sentir remordimiento de algo, pero al cerrar los ojos la veo y mis ganas de llorar vuelven inmediatamente, porque vuelvo a ver al amor de mi vida, la persona que me ha marcado, que me ha enseñado qué es amar de verdad a una gran persona, a quien no pude salvar a pesar de tener la oportunidad
Antes de poder seguir pensando en ella una llamada entra a mi teléfono. miro la pantalla percatandome que es Camill, la hermanita de la dueña de mis pensamientos, ahora que tiene ocho años, le han permitido tener un celular siempre y cuando no le coloque contraseña, así que ahora hablamos por teléfono muy seguido. Deslizo mi dedo y contesto la llamada llevando el celular a mi oreja.
—¡Hola, Jace!
—Hola, Camill.
—¿Cómo estás?
—Un poco triste, soñé con tu hermana de nuevo.
—Que mal que tú sueñes con ella y yo no.
—Eso quiere decir que se despidió de ti, y ya la estás dejando descansar.
—Oh, está bien, solo me gustaría verla de nuevo.
—¿Qué estás haciendo, pequeña Camill?
—Estoy en casa de una amiga, hoy no hemos tenido clases y vamos a jugar toooodo el día en la cama elástica que tiene.
—Eso es genial, espero te diviertas...
—¡Camill, ven conmigo!— se escucha la voz de un niño cerca.
—¿Quién es ese pequeño?, ¿ah?
—Nadie. ¡Vete de aquí Dowson!, estoy hablando con mi hermano postizo... en un momento voy contigo, no, no me tomes la mano...
—Yo creo que a ese niño Dowson le gustas porque te quiere tomar de la mano...
—¡¿Qué?!, no, que asco.
—Mejor te dejo para que puedas tomarle la mano a Dowson...
—Yo no quiero... ¡ya voy pero no tomaré tu mano!, adiós, Jace, hablamos luego.
Sonrío y cuelgo la llamada. Al parecer alguien tiene un interés amoroso, me hubiera comportado como un hermano mayor celoso, pero creo que a ella también le gusta, se ponía nerviosa cada vez que el niño gritaba que le tomara la mano.
Me levanto de la cama y salgo de la habitación con una pequeña sonrisa, voy a la cocina y me siento en uno de los bancos de la barra, podría desayunar como cualquier persona normal pero no tengo nada de hambre. Todo parte de la ansiedad que tengo, ha generado mi trastorno alimenticio y de sueño, y estoy muy consciente de eso, pero no es fácil salir de ello, se necesita de mucho tiempo, cosa que no tengo.
Mi día pasa bastante lento en espera de mis amigos, solo he estado viendo televisión, cosas en mi celular, estudiando un poco, no comí, ni dormí, no me bañé, y ya son las malditas cuatro de la tarde y no he podido hacer nada realmente productivo.
—Ya hemos vuelto—vocea con una sonrisa Daphne mientras abre la puerta.
—¿Por qué la felicidad?, ¿dónde está Leo?—les preguntó.
—Por qué Leo y ella no pelearon todo el día, y Leito está llevando a tu amiga de la universidad porque había ido caminando, por eso Ken ha pasado por mí.
—¿Charlotte iba caminando?
—Sí, ella va en autobús y ambas veces se le ha pasado, así que Leo se ha ofrecido a llevarla—explica Daphne. Parece que ella también está feliz por no pelear con Leo—Ah, también dijo que esperaba que te mejoraras.
—¿Le dijiste por qué no fui?
—Le he dicho que estabas enfermo, no te preocupes.
Sonrío y me levanto del sofá para seguirlos hasta la cocina y sentarme junto a Ken en la gran isla.
—¿Comiste? —pregunta mi amigo.
Trato de hacerme el que no ha escuchado su pregunta, porque sé que me van a regañar.
—¿Desayunaste?—pregunta mi amiga.
Me quedo callado y la miro de reojo.
—Jace, sabes que eso solo te hará más daño, te vas a enfermar y no queremos eso.
—Sí amigo, deberías al menos comer alguna fruta.
—Es que no me da ni la más mínima hambre, y si trato de hacerlo me lleno al instante o me dan ganas de vomitar, me siento satisfecho pero a la vez no, es extraño.
—Te ayudaremos, ¿okay?, comencemos hoy poco a poco hasta que recuperes el apetito. Te prepararé tu comida favorita para ver si así quieres comer.
—Bueno, tal vez si es mi comida favorita pueda comer.
Daphne sonríe e inmediatamente se apresura a preparar mi comida casera favorita, Ken sonríe y me da un pequeño golpe reconfortante en la espalda.
—¡Volví! —grita Leo entrando a la casa—¿a qué huele?
—Daphne cocina.
—Pues huele muy rico, tal vez podrías preparar algún pastel.
—Nah, hazlo tú— niega sin mirarlo.
—Por favor... —murmura Leo mientras se sienta a nuestro lado.
—No te haré un maldito pastel, no me caes mu
Aclaro mi garganta para que pueda recordar lo que le he dicho por la mañana, espero y lo capte.
—¿De qué sabor? — pregunta por lo bajo, entre cediendo y no.
—Me ofende tu pregunta.
—Okay, te prepararé un pastel de chocolate por la noche, como tregua.
—¡Sí, muchas gracias! —se levanta de un salto, camina a ella y le da un beso en la mejilla para después correr a su habitación. Las mejillas de Daphne se encienden de inmediato con un color rojo intenso, y estoy seguro de que Leo está revolcándose de amor en su habitación.
—Uy, te besó— murmuro para molestarla y hacer que se ponga más roja.
—No me besó, sólo se emocionó y no supo como desquitar esa emoción.
—Seguro que sí, ya quisiera que se desquitaran así y no con peleas.
—Dejame cocinar en paz y vete a pasar los apuntes, están en mi mochila.
Sonrío ligeramente por su evidente pena al sonrojarse de esa manera por un besito en la mejilla, es evidente que Leo le gusta mucho, lo que hace mas divertido molestarla, al menos eso sigue siendo igual, las bromas entre amigos como si siguieramos siendo adolescentes de preparatoria. Como me encantaría seguir en esa etapa de mi vida.
[...]
Entró al salón de clases y me siento en una banca desocupada esperando que el Doctor llegue para comenzar, esta clase no la comparto con mis amigos pero creo que la compartiré con Charlotte, y lo sé porque entra por la puerta con una gran sonrisa para mi.
—Hola—le saludo cuando se sienta en la banca frente a la mía.
—Hola, ¿ya te sientes mejor? — gira su cuerpo en la banca para estar de frente.
—Un poco.
—Tienes unas ojeras enormes, mucho más grandes que cuando te conocí y eso no fue hace mucho, ¿duermes bien?
—Es que la carrera de medicina es muy demandante, cualquier estudiante de está facultad está igual o peor que yo— excuso esperando que me crea un poco.
Achica los ojos tratando de averiguar algo más, como si haciendo eso fuera a leer mis pensamientos, sé que no me cree ni lo más mínimo y por eso intenta leerme pero no creo que encuentre nada al achicar la mirada, y justo por eso deja de hacerlo al igual que hacer preguntas relacionadas al tema de mis ojeras, y se lo agradezco mentalmente porque me da mucha pereza explicar las razones de mi insomnio.
—¿Dónde están tus amigos los enamorados?
—No compartimos esta clase.
—Entonces seremos Texas y Florida contra la anestesiología, creí que hoy tampoco vendrías y estaba comenzando a entrar en pánico, ¿qué haría exponiendo el trabajo de la clase sola?
—Pues tranquila, ya estoy yo aquí y soy bueno exponiendo.
—¿De verdad?, ¿no eres un misterioso callado?, porque pareces uno.
—Tengo una vida antes de la universidad.
—Aah, entonces cambiaste tu vida a 180 grados menos en el nombre.
—Puede que sí, es como si fuera otra persona, algún día conocerás a mi otra personalidad, está es como la de bienvenida.
—¿Eres como un fragmentado? porque si es así que miedo.
—Solo era un decir.
—Es algo que diría un fragmentado. No te preocupes, me agrada está personalidad misteriosa y fúnebre, pero si la otra es divertida y arcoíris, estaré dispuesta a conocerla.
Divertida, amigable, sociable, cariñosa y muy cursi.
Me gusta la personalidad que tengo ahora, es tranquila y reservada en algunas cosas, pero también extraño al otro Jace, el que no dejaba de sonreír nunca, el que amaba hacer amigos nuevos y conocer gente nueva. Ahora con mucho esfuerzo estoy conociendo a Charlotte, porque ella es la que se esmera más, pero si yo tuviera que tomar la iniciativa definitivamente este intento de inicio de amistad sería un fracaso total y no estaríamos hablando justo ahora.
La clase de anestesiología pasa bastante rápido y sin hablar mucho, ya que hemos tenido clase de teoría completa y eso solo consiste en escuchar y escribir sin parar hasta que se te acalambre la mano. Ahora estamos yendo a la clase donde hay que exponer, solo espero que Charlotte y yo nos encontremos al tratar de hablar, de no ser así podríamos sacar mala nota, y habré fracasado en elegir mi pareja permanente de trabajo.
—¿Estás lista para comenzar?
—Sí, tengo buena memoria y aprendí todo, así que estoy lista para lo que sea. ¿Tú?
—Un poco, no dormí muy bien así que mi mente no está muy sana para recordar, pero me esforzaré por nosotros.
Ella sonríe y toma mi muñeca cuando la profesora nos llama al frente después de Leo y Daphne, los que sorprendentemente sí terminaron su exposición con éxito. Gracias al cielo ya no pelean tanto, ahora solo cuando los celos los vencen, pero aún ninguno es lo suficientemente valiente para sincerarse, aunque los dos ya saben a la perfección que se gustan mutuamente.
Ambos nos detenemos frente a la clase y comenzamos a hablar, o mejor dicho, Charlotte comienza a hablar, yo solo aporto vagas ideas que me hacen ver un poco interesante y que parezca que he estudiado mucho sobre el tema, pero la realidad es que no sé nada, o al menos no al nivel que Charlotte, ella saca datos curiosos que yo no vi en ni una sola de las páginas de donde sacamos la exposición. Se nota que de verdad le apasiona la medicina. La diapositivas continúan pasando conforme avanzamos la explicación, ella ha tomado las riendas y trato de no quedarme atrás apoyando con ejemplos que me saco de la manga, lo cual le ha agradado a la doctora pues nos sonríe con orgullo al terminar el tema.
—Y así terminamos nuestra linda y muy completa exposición.
—Exacto, su exposición ha estado muy completa, se nota que son un dúo muy dinámico, sin dudarlo su trabajo tendrá el primer diez del día.
Me giro a mirar a Charlotte, nos sonreímos y agradecemos a la doctora para después ir con una gran sonrisa victoriosa a nuestro lugar.
—Felicidades chicos—susurra Leo desde la banca detrás de la de nosotros.
—Gracias—agradezco y luego vuelvo a mirar a Charlotte.
—¿Quieres ir por un café o un helado para celebrar?—pregunta en un susurro.
Siento un revoltijo en mi estomago que me hace sentir un poco incómodo y temeroso, aunque no sé con exactitud el porqué.
—Mmm, tal vez otro día.
Su sonrisa se borra y deja de mirarme para mirar la mesa.
—Oh, está bien—murmura.
Creo que he sido muy malo, pero es que ya no sé cómo reaccionar ante estas situaciones de salir con una chica, yo sé que es como compañeros, no es una cita real pero aún así me parece extraño salir con ella para otra cosa que no sea para hacer un trabajo como el otro día.
Me odio tanto porque solo espero que la persona con la que estoy saliendo sea tan igual a ella y siempre quedo decepcionado, porque es imposible que eso suceda. Mi estabilidad emocional, mental, la ansiedad y depresión giran alrededor de Charlie siempre, y no hay manera de que deje de ser así, lo he intentado y de tantas fallas ya me parece algo imposible.
La escuela pasó rápido y muy aburrida como siempre, Charlotte no habló más durante la clase restante y no compartimos otras clases, así que no la pude ver para pedirle perdón por mis crudas palabras, tal vez por mi tono de voz es que sonó tan hiriente.
Justo ahora estoy con dos de mis amigos en el estacionamiento de la universidad tratando de organizarnos en nuestro dia a dia como roomies, o mejor dicho: intento de adultos independientes.
—¿Entonces vas con Leo al supermercado? —le pregunto a Daphne.
—Obvio, no dejaré que este subnormal haga el super solo, es muy probable que solo compre cheetos y chocolates.
—Sí es muy probable, Daphne... —se gira a verla—...necesito que me controles.
Sonrío y lo veo alzando las cejas una y otra vez.
—En el super para que quede claro—aclara alzando el dedo anular como si de un dato curioso se tratara.
Asiento quitándole importancia a la cara roja de ambos enamorados, me despido de ellos y los veo alejarse hasta el auto de Leo, así que yo me dirijo a mi auto para poder ir a casa y sumergirme en mi miseria, para que el camino no sea más melancólico de lo que ya es, coloco un poco de música de mi playlist: canciones de Jace Grey. El camino va tranquilo y sin distracciones, no hasta que veo a Charlotte caminando por la banqueta tratando de no pisar las lineas como si fuera a morir por hacerlo. Me detengo junto a ella haciendo que mire con desconfianza hasta que bajo la ventanilla y se percata que soy yo.
—¿A dónde vas?
—A casa— responde seca. Creo que sigue algo sentida por lo de hace rato.
—¿No quieres que te lleve?
—Estoy bien así, gracias.
—¿No prefieres el delicioso aire acondicionado de mi auto?, además parece que va a llover—señalo el cielo haciendo que lo mire. Se lo piensa un poco pero finalmente logro que asienta y suba al auto. Eso fue muy fácil.
—¿Hacia dónde voy?
—Wilson Place, ahí vivo.
—Bastante cerca de la universidad eh.
—Sí, aunque es más cómodo venir sobre ruedas pero siempre se me pasa el autobús, aún no le tomo el ritmo y siempre se me va, si me levanto tarde se va, si me levanto temprano también se va. Sigo sin entenderlo mucho, tal vez el chofer me odia o el destino no quiere que vaya en él, en fin. Se va.
—¿No tienes auto?
—¿Tú crees que si tuviera auto tendría el problema del autobús?, no sé ni conducir.
Tonto Jace.
—Tienes razón
—¿Tú dónde vives?
—Yo vivo en un lugar con comida.
—Oh, junto a los basureros, lindo.
—Ja, ja.
—Mis chistes son tan malos que dan risa.
—Claro. ¿Te puedo preguntar algo? —cambio de tema, si no me disculpo ahora me sentiré culpable todo el día y se sentirá como una carga.
—¿Qué sucede? ¿Qué te atormenta?
—Sobre lo de la clase, yo en realidad no quise ser grosero, mi tono de voz pudo ser muy brusco y
—No te preocupes por eso, ya es pasado, es mejor dejarlo ahí.
—Creo que podríamos celebrar, no lo sé, ¿qué te parece si vamos a cenar o por un café más tarde?
—Eso me gustaría mucho.
Wow, he tenido iniciativa y no ha sido un fracaso, en realidad ha sido todo lo contrario, esto es tan extraño y satisfactorio.
—Tal vez una cena estaría bien, podríamos ir a la comida rápida — sugiere sonriente. — Existen McDonalds, Burger King, Wendy's, Chilli's, o conozco un restaurante de fideos a la esquina de mi casa que te deja un gran sabor, podríamos ir ahí y comer, hablar
Y hablar y hablar.
—Me parece, ¿a las siete?—me detengo frente a lo que creo que es su edificio.
—Me parece perfecto.
Sonrío y hago un ademán de despedida.
—Pasaré por ti entonces Charlotte.
Sonríe y cierra la puerta para correr hasta la entrada del edificio, cuando la pierdo de vista me puedo alejar con tranquilidad de que está a salvo de toda gota de lluvia.
El camino a casa es lento ya que el tráfico está para explotarte la cabeza, tanto tiempo he pasado varado en la calle que al estacionar mi auto el de Leo ya está ahí. ¿Cuánto tiempo he durado en el tráfico?, han ido al mercado, vuelto, y yo apenas llego. He durado como mil vidas ahí afuera.
Subo hasta el apartamento y abro la puerta encontrándome con mis tres amigos guardando la despensa.
—¿Dónde te metiste? —pregunta Leo con los brazos en sus caderas, como si fuera mi mamá.
—Llevé a Charlotte a su casa y el tráfico está horrible.
—Charlotte... —susurra Daphne, pero no de una forma emocionada, sino de una más desconfiada.
—Sí, Charlotte, estaba por llover y no sería tan desconsiderado para dejarla caminar con un clima así.
—Claro, no hay problema con eso, sabemos que eres una muy buena persona Jace, y ella es algo así como una nueva amiga—murmura Ken para aligerar el ambiente tenso que en segundos se formó entre mi amiga y yo.
—Sí, claro.
Daphne sonríe un poco forzado y se sienta en el sofá sin decir otra palabra. No sé con certeza que pasa por su cabeza, que le disgusta tanto como para utilizar ese tono de voz, pero sea lo que sea no tiene razones para hacerlo.
—¿Podemos ir a comer a algún lugar?, guardar el super me ha quitado las ganas de cocinar— dice Leo ajeno a la anterior situación.
—Paso—murmuro.
—¿Por qué?
—Porque no tengo hambre.
—Qué raro—murmura girando los ojos. Sé que puede ser cansado cuidar de mí y preocuparse, pero no tengo la culpa de lo que me sucede.
—Dejalo en paz—regaña Daphne—no te preocupes Jace, puedes acompañarnos y solo hacer platica para que no te quedes solo.
—Paso de nuevo, me duele un poco el cuerpo y prefiero quedarme a descansar.
—Okay dejemos que Jace descanse— dice Ken mientras me sonríe un poco.
—Gracias. Te recomiendo que lleves a Sucy porque... —dejo las palabras al aire mientras miro una y otra vez a Leo y Daphne.
—Oh, sí claro, entiendo—parece entender con una sonrisa.
—Yo no entendí—dice Leo mientras come una uva de la bolsa sin preocupación alguna.
—Yo sí... —susurra Daphne con las mejillas rojas. Me encanta ver como volver a sonrojarse por amor, es como volver a ver a la chica de preparatoria con una vida cliché de ensueño.
—Bueno, bueno, yo sufro de hambre severa así que hay que irnos a cualquier restaurante con la única condición de que tengan pasteles de chocolate como parte de su menú—comenta Leo mientras toma las llaves del auto y el abrigo. —Portate bien Jace, volvemos pronto.
—Con este tráfico como en tres horas...
—Vayan adelantándose, yo iré por Sucy.
Daphne y Leo asienten y luego los tres salen de casa.
Me hubiera encantado ir con ellos, pero de verdad que me duele la cabeza, siento pesadez en el cuerpo, y no tengo muchos ánimos de convivir con la sociedad a esta hora, prefiero mi casa, mi sillón y mi tranquilidad. Quiero fuerzas suficientes para poder ir a cenar con Charlotte porque no quiero hacerla sentir mal de nuevo, yo no era así, no soy así, además nos merecemos esa cena, sobre todo Charlotte porque a decir verdad fue gracias a ella que sacamos diez.
Hoy me siento diferente, un poco más feliz que otros días, lo cual es muy extraño porque ya no sé cómo lidiar con la emoción del estómago al tener que salir con una chica, desde hace años no siento ni un ligero revoltijo a pesar de ya haber tenido muchas citas, pero ahora es diferente, de verdad me emociona ir a esa salida aunque es de solo amigos, por eso me parece tan extraño. Y no sé si es bueno o malo, siento que una pequeña parte ha vuelto.
Pero es casi nula...
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