4. Daño
Entro a clase junto a Charlotte ya que compartimos la hora, oh sorpresa, nos dirigimos a una banca doble para sentarnos juntos, tal vez es muy confianzudo de mi parte pero no me quiero sentar solo, porque dudo mucho que Leo y Daphne entren a clases, probablemente siguen peleando o ya se están besando. Iugh, es muy extraño pensar en dos de mis amigos besándose.
—¿Tu otra universidad era más grande? —pregunto para no mantenernos en silencio y que poco a poco se convierta en uno incómodo.
—Similar, pero me gusta más esta — mira alrededor admirando el gran salón de clases con un gran pizarrón y un par de esqueletos de exhibición a los costado.
—¿Por qué?
—Aquí todo es más sano, allá todo era una competencia. Además que aquí no está él. Mi único amigo lo llamaba Forky, es infantil pero lo describe.
—¿Por qué?
—Porque es basura, ¿no has visto Toy Story 4 o qué?
—¿Existe una tres?, no lo sabía, así que no tengo idea de quién es Forky la basura.
—Te hace falta cultura, Jace — niega apretando los labios.
—Demasiada, casi no me gusta ver películas de Disney, solo he visto unas cuantas.
—¿Y cuál es tu favorita? —pregunta con los ojos iluminados. Parece que le agrada mucho el tema de esas películas.
—La princesa y el sapo.
—¡Esa película es genial!, me gustaría tener un Evangeline o un Ray, es que su historia de amor no es la protagonista pero es hermosa, el amor incondicional y fiel de él por ella es hermoso.
Pues yo ya tengo a mi Evangeline, curiosamente siempre que me siento triste, o sea todos los días, hay una estrella muy brillante y me encanta mirar al cielo para observar, admirar, amarla, y quererla, imaginando que es mi Charlie.
—La he visto demasiadas veces...
—Que raro, los hombres siempre tienden a ver Cars u otra película que no implique princesas. Son pocos los que he conocido que les gustan las películas que siempre catalogan para niñas.
—Pues es mi favorita por muchas razones.
En realidad solo una y esa es suficiente para poder verla todos los días que pueda y nunca aburrirme. Soñando que algún día yo sea el Ray de la historia y poder ir con Evangeline.
—¿Cuáles?
Aprieto los labios y la miro de reojo por solo segundos.
—Ah, está bien, soy muy preguntona.
Sonrío ligeramente.
—Ya me di cuenta, Charlotte.
—Y tú eres muy callado.
No siempre fue así, pero lo dije una vez y lo vuelvo a decir siempre, ella se llevó toda mi felicidad cuando se fue.
—Algún día podrás conocer mi lado un poco más blando y divertido.
—No te preocupes, tu parte de chico malo me agrada.
Antes de poder contestarle la doctora entra e inmediatamente comienza a dar indicaciones de lo que haremos.
—Este tema ya lo hemos visto durante mucho tiempo, así que ahora haremos un trabajo en pareja, espero que su exposición tenga mucha calidad, porque se supone que ya saben del tema de forma extensa. Hagan las parejas y al finalizar la clase vienen para anotarlos.
Todos inmediatamente comienzan a hablar entre ellos para armar sus parejas, ya casi terminamos este año además de que llevamos compartiendo clases con las mismas personas durante unos cuantos años, así que ya todos conocen a todos, menos Charlotte.
Ella mira a todos tal vez buscando a una persona sola para unirse a ella o él.
—¿Quieres que hagamos el trabajo juntos? —pregunto.
—¿De verdad?
—Sí.
—Oh, de acuerdo, creí que lo harías con Leo.
—Daphne también comparte con nosotros esta clase, así que como ellos no han entrado que lo hagan juntos.
Definitivamente trabajar juntos va a crear un desastre en casa, y no me gustaría estar cuando eso suceda.
—Okay, me parece genial. ¿Puedes hoy?, porque yo tengo toda la tarde libre — abre las manos como si se tratara de Bob Esponja haciendo un arcoiris — no hago mucho durante el día, porque no conozco que cosas raras se pueden hacer en esta ciudad, así que puedo hacer el trabajo cuanto antes. Puedes ir a mi casa, o yo a la tuya, o una cafetería, una biblioteca, un parque, un restaurante...
Sí que habla mucho.
—Una cafetería está muy bien. Hablas mucho, eh.
Cierra la boca haciendo desaparecer su sonrisa y encoge los hombros hundiéndose en su asiento para luego hacer una mueca. ¿Qué ha pasado?, ¡oh!, ¿ella ha pensado que estoy ofendiendola o reprimiendola?
—Oye, lo decía de forma agradable, no quería ofenderte o que te sintieras presionada a no hablar. No me molesta para nada que lo hagas
—Es algo que siempre me han dicho, él decía que es mi defecto...
¿Hablar desde cuando es un defecto?
—¿Hablar como defecto?, que envidia deben de tenerte por ser tan comunicativa y expresiva, creo que no tener vergüenza al hablar con gente es un punto a tu favor, solo los más grandes hablan frente a muchas personas, eso quiere decir que probablemente tú seas alguien realmente importante en un futuro para callar las bocas de todos aquellos que dijeron eso. Incluyéndome a mí y mi broma.
—¿Crees eso?, mi ex novio siempre me decía que me callara por un rato.
—¿Hablas de la basura?, entonces le hace alusión a su apodo extraño—bromeo para que olvide algo parece una inseguridad que a veces se le olvida. Charlotte suelta una carcajada y golpea una vez su mano contra el escritorio para acabar su risotada.
—Comienzas a comprender—finge sacarse una lágrima.
Es tan... extrovertida. Me recuerda a mi en preparatoria.
—¿Entonces nos vemos en qué cafetería?, no conozco aquí.
—Hay una que está frente a la universidad, ¿eres ciega? — digo con una ligera sonrisa.
—¡Oh, es verdad!, ahí compré un helado en mi primer día.
—Muy bien, ahí no veremos después de clases.
—Trato—sonríe.
¿Debería irme? ¿Quedarme?
Es que me da miedo ir con mis amigos y verlos darse un beso, eso sería tan... iugh, entonces me quedo a platicar antes de quedarme traumatizado.
—Cuéntame un chiste —propongo para perder el tiempo.
Y en cuanto se lo pido saca a relucir su bandeja de chistes de todo tipo de temáticas, incluso el de la tonta Texas. Esta vez me he reído, se lo permitiré una que otra vez, pero de Texas solo se ríen los de Texas...
La hora de hacer el trabajo llegó muy rápido, por lo que ahora nos encontramos en una de las mesas dobles que hay en la heladería, tratando de hacer una buena presentación, pero también de saciar el hambre repentino.
—¿Desean pedir algo?
—Un pastel de zanahoria, por favor—murmuro sin retirar la mirada del menú.
—Yo quiero un tarro grande de helado de chispas, chocolate, y...
—Pistacho — agrego a la orden atrayendo la mirada de Charlotte.
—No me gusta el pistacho, ¿tú quieres pistacho?, entonces ponga también helado de pistacho para mi buen amigo.
—Muy bien, ¿te puedo ofrecer algo más?—le sonríe el chico de medio lado, muy coqueto desde lo que yo sé.
—Nada, gracias y adiós, tenemos que estudiar—le hace un ademán para que se vaya, y él se aleja un poco derrotado.
—Creo que quería tu número o algo parecido. — lo señalo con el pulgar disimuladamente.
—Cuando me dé helado gratis lo tendrá.
—No eres tan coqueta como pensé.
—Te repito que estuve atada a alguien que se ponía celoso hasta de mis papás, no podía ser coqueta, así que no sé coquetear.
—Ahora eres libre, coquetea con el mundo entero, ya no hay nadie que lo impida.
—Prefiero no hacerlo, nunca se sabe con qué loco estoy compartiendo números o vida. — hace una mueca mirando a la mesa para luego volver a verme — ya cometí ese error una vez.
—¿Qué te hace creer que yo no soy un loco?
—Tienes cara de niño tierno, se ve que no lastimas ni una mosca, además tu vibra no me molesta ni me hace sentir incómoda.
—Pues maté dos moscas está mañana, creo soy un loco desquiciado.
Suelta una carcajada y niega lentamente.
—Comencemos el trabajo—murmura cuando deja de reír.
Inmediatamente comenzamos el trabajo,con mucha agilidad y comunicación sin parar ni un segundo, bueno, solo para comer helado y un poco de pastel, pero fuera de eso nada nos detiene. Tengo que confesar que trabajar con Charlotte es mucho más fácil que trabajar con uno de mis amigos. Su hiperactividad la utiliza de muy buena manera.
Escribe rápido, piensa rápido y actúa rápido.
Daphne redacta mal, Leo piensa muy tarde, y Ken actúa con lentitud.
Creo que tengo una nueva pareja oficial de trabajos.
—¿Cómo crees que les vaya a tus amigos enamorados?
—Sinceramente creo que no tienen ni el título, deben estar peleando.
—O besándose.
Hago una mueca al imaginarlo y niego para borrar la imagen de mi cabeza. Es imposible imaginarme eso y sentir ternura o algo parecido.
—Iugh, que asco.
—¿Qué cosa?
—No me puedo imaginar a esos dos besándose.
—¿Por qué?, ¿nunca te has besado con un amigo?
—Pues sí pero...
—Entonces ellos también pueden. Yo nunca he besado a un amigo porque es raro, ¿cómo se supone que lo ves a la cara después?, si que son extraños en Texas.
Sonrío y tomo un poco de helado de pistacho, hace exactamente tres años que no pruebo dicho sabor, y puede parecer exagerado pero de verdad he sido incapaz de hacer cosas que me recuerdan a ella, pero por suerte poco a poco y con ayuda de mis amigos he comenzado a volver a retomar esas actividades, sobre todo la más importante: mirar las estrellas, aunque me cuesta un poco, antes no podía hacerlo porque inmediatamente soltaba el llanto, ahora me pone triste pero supe convertir toda esa tristeza en felicidad o al menos la mitad, recordando cada vez que a quien estoy mirando es a mi Evangeline.
[...]
Abro la puerta del apartamento y dejo caer la mochila junto a la puerta, estiro mi espalda y miro a mis dos amigos ver televisión tranquilamente sentados uno al lado del otro en el sofá. Supongo que Daphne no está, porque si lo estuviera habría gritos y reclamos por todos lados, y Ken muerto de un colapso mental.
—¿Dónde está mi mejor amiga?—pregunto sentándome en el sofá y tomando el tazón de palomitas frente a mí para meter un puñado a mi boca.
—Salió con una amiga de su clase—responde Ken sin dejar de ver la televisión.
—Gracias al cielo... —susurra Leo.
Ni quien le crea.
—A mi me dijo que iría a una cita — murmuro esperando la reacción de Leo, y en efecto, me mira con el ceño bien fruncido a la velocidad de la luz, pero una vez nota mi sonrisa burlona gira los ojos y se hace el desinteresado—¿No avanzaron el trabajo?
Antes de responderme da un salto colocándose de rodillas en el sofá y bufa como todo un toro enojado.
—¡¿Por qué sigue reclamandome de la chica de la fiesta?!, ni siquiera recuerdo el nombre de ella, no hicimos nada, solo tuvimos un tema de conversación muy bueno y ya, ella si se besó con otro idiota y casi en mi nariz, aquí—coloca su dedo en la punta de su nariz—¿lo ves?
—Lo veo.
—Y durante todo el maldito tiempo que quisimos dedicar a la exposición sólo se dedicó a preguntarme si me había gustado Charlotte. Y yo decía: ¿qué?, no me gusta Charlotte, pero ella seguía y seguía como pavo a punto de ser sacrificado —explica haciendo ademanes muy exagerados.
Definitivamente la pasó mal.
—La próxima vez no me dejes con ella. Eres mi pareja oficial de trabajo, lo dictamino ahora y con candado.
—Lo siento, he dado ese puesto a Charlotte.
—¿Qué?
—Me recuerdan quién es Charlotte...—murmura Ken.
—La chica con la que Jace estaba coqueteando en la fiesta.
—Yo no estaba coqueteando, solo hablábamos, y ahora es mi nueva pareja de trabajo porque es muy rápida en todo, ya terminamos el trabajo.
—No vale, entonces tendré que hacer trabajos con la loca hasta el final del semestre.
—Oye, siguen siendo amigos.
—Sí, pero antes no me gustaba porque estaba con Mel y ella con Ka con el adefesio, ahora todo es diferente. Tal vez soy yo quien no está hecho para el amor—coloca una mano en su pecho y que tira hacia atrás quedando recostado a los largo del sofá con sus piernas sobre las mías.
Lo empujo y me levanto.
—Eres un exagerado.
—Sí Leito, todos estamos hechos para el amor.
Todos menos yo, y no porque no tenga alguna chica enamorada de mi persona o porque no quiera, sino porque no puedo, de verdad no puedo, es lo más difícil que he intentado hacer porque no quiero a alguien que la sustituya, quiero a alguien que sea diferente y me haga soltarla, y esa persona aún no llega y quién sabe si llegará...
—Me iré a dar un baño—anunció mientras me voy a mi habitación.
El día pasa con rapidez al pasar la mayoría de la tarde estudiando, pero junto ahora estoy acostado descansando viendo la televisión a altas horas de la madrugada porque esta es otra noche sin dormir. La depresión y ansiedad me han hecho esto, ahora se me dificulta dormir y eso es tan frustrante porque me enoja no ser capaz de tan solo cerrar los ojos y hacerlo.
La puerta se abre lentamente dejándome ver a Daphne, camina a la cama arrastrando las pantuflas y se sienta a un lado de mi.
—¿Puedo dormir contigo?, no puedo dormir y sé que tú tampoco.
Sonrío ligeramente y asiento haciéndole un espacio a mi izquierda, se recuesta y se cubre hasta la cintura con la cobija, ambos nos quedamos mirando al techo sin hablar y eso es aburrido, así que hablo.
—¿Por qué peleas con Leo?
—No lo sé— se cubre el rostro con ambas manos.
—Yo sí.
—No, no lo sabes—separa sus manos de sus rostro y cubre mi boca con una de ellas haciéndome callar, quito su mano y susurro.
—Yo creo que te gusta
—¡Callate, Jace! —toma el extremo de la cobija y se cubre hasta la cabeza como si eso evitara que pueda callarme.
—Admítelo, no encuentro otra razón para que le reclames cada vez que está con otra chica.
Baja la cobija y suspira pesado,
—Yo no soy así, con Karl no era así, no me importaba si tenía amigas, si hablaba o reía con ellas, y no sé por qué con Leo es diferente.
—Inseguridad que te creo Karl...
— Supongo que sí, porque yo conocía a la chica con la que estaba, son o... eran amigos, y confiaba en él, ahora cualquier cosa siento que me desplaza.
—¿Pero por qué con Le...?
—¡Sí, me gusta Leo como desde hace un maldito mes!— dice por lo bajo para no gritar
—Iugh.
—Oye, es guapo y gracioso— baja la cobija poco a poco y me mira.
—Lo sé, pero imaginarme a dos de mis mejores amigos besándose me da asco.
—Mis dos mejores amigos se besaban y yo estaba feliz con eso.
—Pero era diferente.
—En realidad no mucho.
—Bueno no era tan diferente, pero el vínculo no era tan fuerte como el que tenemos nosotros cuatro, aunque no creo que el vínculo entre ustedes dos sea el mejor ahora. Te daré un consejo: deja de ser y comportarte así porque le pones los pelos de punta, se enoja muchísimo.
—Pero es que las chicas que se le acercan le coquetean y yo no puedo, y eso es lo que más me molesta.
—Sabes que cuando Leo se enamora no hay nadie más para sus ojos. Tampoco deberías besar chicos frente a él, eso no nos da a entender que le gustamos a alguien.
—¿Tener que ser linda con él?
—No mucho, solo demuéstrale que estás interesada en él, es la forma normal de conquistar a alguien, no coqueteando con otros frente a sus narices.
Sonríe.
—¿Crees que yo le gusto?
—Mmm...
¿Seré un mal amigo?
—Yo creo que sí, porque también te reclama, pero mientras tú no dejes atrás tu vida de amoríos de un día, no podrás tener uno adecuado con él.
—¿Debería hacerle un pastel como tregua?
—Conoces a Leo, la respuesta es fácil.
Nos quedamos un momento en silencio y luego decimos al mismo tiempo:
—Obviamente sí.
Soltamos una pequeña carcajada y nos acurrucamos contra la cobija.
—Deberíamos dormir—susurra.
—Duerme tú.
—No Jace Grey Edwards, ambos tenemos que dormir ahora.
—No me digas el nombre completo, me siento regañado.
—Pues duérmete ya, tienes el sueño dañado y te puedes enfermar.
—Okay, hay que dormir—cierra los ojos y hago lo mismo.
Tan solo pasa como un minuto para que Daphne esté relajada y dormida, y es cuando yo abro los ojos y me quedo mirando al techo. Odio no poder descansar adecuadamente, pero simplemente no puedo sacarla de mi cabeza, solo genero ideas del que hubiera sido sí yo no me hubiera ido aquella noche.
Tal vez ella seguiría aquí.
Me hago historias sobre cómo hubiera sido nuestro posible romance, básicamente sueño despierto, y eso solo hace que me duela más el corazón, me hace querer llorar al saber que nunca más iré a aquel mirador con la chica que me gusta.
Ella realmente me dañó, el amor me dañó.
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