35. Una Respuesta.
Han pasado varios días, he estado yendo a clases con mucha fuerza de voluntad, la verdad es que es una batalla enorme levantarme de la cama todas las mañanas, mi cuerpo está débil y cansado que a veces me dan ganas de llorar, pero tengo que ir, a fin de cuentas por eso estoy aquí.
Entre Charlotte y yo todo está normal, tan normal como cuando recién nos conocimos, simplemente siendo amigo y hablando de la vida bajo un árbol frondoso, aunque estos últimos días no me dan muchas ganas de hablar de mí, así que hablamos de las clases, que tampoco es de mi agrado, pero es mejor que abrirme una vez más.
Ahora mismo estoy volviendo de la escuela junto a Leo y Daphne, la relación entre ella y yo, ya no es tan tensa como hace pocos días, pero tampoco es la misma que antes, solo hay algo que no encaja, es como si en nuestro perfecto rompecabezas haya surgido una nueva forma entre nuestra piezas haciendo que no encajemos de nuevo
.
—Que bueno que llegan— dice Ken cuando nos ve entrar, está sentado en el sofá viendo la tv pero en el instante que cerramos la puerta detrás de nosotros se levanta. —Hice la comida.
—Gracias, estoy muriendo de hambre—le hace saber Leo. Los tres caminan hasta la isla donde está la comida y cuatro platos
.
—¿Vas a comer? —pregunta Ken con una sonrisa diminuta y amable.
—No tengo hambre, comí en la universidad.
—¿Enserio?, ¿qué comiste? —pregunta Leo.
—Una... una barra de fruta y una botella de agua.
—Y te llenaste con eso... —murmura Ken y yo asiento.
—Completamente.
—Okay, sí tienes hambre puedes venir y sentarte, siempre habrá un plato para ti, no dudes de eso.
—Gracias—murmuro para luego irme a mi habitación arrastrando los pies con cansancio. Una barra de frutas y una botella pequeña de agua no me dan las fuerzas suficientes para estar de pie por tanto tiempo.
Dejo mi mochila a un lado de la puerta y sin esperar más me tumbo en la cómoda cama a la cual ya se le comienzan a notar los resortes, o tal vez mi cuerpo ya ni la siente tan cómoda por el largo tiempo en el que siempre está ahí, suspiro pesado y cansado cuando un mensaje vibra en el bolsillo de mi pantalón.
Justo cuando estaba cerrando mis ojos.
Sin moverme mucho saco el celular y miro la pantalla, es mi padre. Presiono el botón verde y coloco el celular en mi oreja.
—Hola, campeón. ¿Cómo estás?
—Hola papá, estoy llegando de la universidad, y estoy bien.
—¿Cómo te está yendo?
—Bien, supongo.
—Me alegra que esté mejorando. Verás, te llamo para decirte que tal vez el día de mañana tu madre y yo te hagamos videollamada.
—¿Me extrañan? —pregunto mientras sonrío de forma diminuta.
—Todos los días.
—Yo también los extraño, sobre todo a Juliette, quiero verla mañana en la video llamada.
—En realidad ella no estará en la video llamada.
—¿Por qué no?
—Porque será una platica seria que queremos tener entre padres e hijo.
—¿Hice algo malo?
—No, para nada.
—¿Entonces de qué quieren hablar?
—Es sobre algo para tu bienestar, no te lo diré hoy porque tu madre merece estar presente también.
—¿Dónde está ahora?
—Está de compotas con Juliette, van a remodelar una habitación para hacerla más acogedora.
—¿La de huéspedes?
—Eh, sí, sí, creo que la de huéspedes, la verdad que cuando se trata de decisiones de telas y colores de pinturas no me meto mucho.
—Mamá siempre tiene la razón, solo dile que ella tiene el don, a mí me funcionaba en el centro comercial para poder librarme e ir a los videojuegos.
—Que lastima que ya soy un adulto y no puedo huir a los videojuegos tan fácil.
—Es una pena.
—Así es, bueno hijo, te escuchas somnoliento, será mejor que te deje dormir, no olvides que te quiero y nos veremos mañana.
—Claro, yo también te quiero, gracias por llamarme y subirme el ánimo.
—Adiós Campeón.
—Adiós papá.
La llamada finaliza y suspiro.
Necesitaba escuchar los aunque fuera para algo insignificante, definitivamente mi padre es de las personas que más quiero porque me sabe subir el ánimo con tan poco.
Algún día seré tan buen padre como Eliot Grey, siempre preocupándome por el bienestar de mis hijos.
Al perder el sueño decido abrir Instagram y comenzar a ver las diferentes publicaciones e historias de los famosos y amigos a los que sigo, me he encontrado con un nuevo post de Sucy dónde pone una foto de ella y Ken celebrando un nuevo año de noviazgo, una historia de Daphne donde pone una foto de ella y Leo en el parque sentados en el césped sonriendo a la cámara.
Que bello.
Mientras tanto yo estoy moribundo en mi habitación, tal vez pude haber tenido miles de historias y fotos con Charlotte pero ese futuro lo veo bastante lejano.
Sigo bajando con rapidez al no ver nada muy importante, pero le detengo de golpe y regreso un par de fotos arriba hasta llegar a la única que ha despertado completamente mi interés.
Museo de arte / Austin Texas
La pintura más valiosa de la subasta del día de hoy con un costo final de 1 millón de dólares, ha sido peleada por varias personas al escuchar la historia detrás. La obra de arte plasma solamente un color amarillo sólido, un punto negro al centro y una firma de su artista Charlie Hans, la historia ha conmovido a los cientos de personas que han asistido a la subasta donde se vendieron otras de sus pinturas por miles de dólares. La obra ha sido llamada "Dolor en un 2 de Marzo", ya que así indica su historia.
Sin poder evitarlo una lágrima recorre mi mejilla, una lágrima de felicidad pura al verla lograr sus sueños, al verla ser reconocida y amada por el público que aprecia su arte. Aunque ella no está para disfrutarlo, a fin de cuentas siempre fue lo que quiso, y me alegro tanto por ella, porque es lo que merece.
Antes de poder seguir admirando la publicación un mensaje del señor Hans se hace presente en la parte de arriba de mi celular, tal vez quiere decirme sobre la publicación. Debe estar tan feliz como yo, así que decido llamarle para escuchar su felicidad.
—Hola señor Hans.
—Hola, supongo que ya viste la publicación del museo de arte.
—Claro, acabo de verla y estoy muy feliz por ella.
—¿Puedes creerlo? ¡Su arte ha sido evaluado en un millón de dólares! ¡Ella es lo que siempre quiso ser!
Una gran artista.
—¡Una gran artista!— grita con emoción.
—Solo tengo una duda ¿Cómo el museo sabe su historia y su dolor?
—Sobre eso quería hablar. Mientras preparaban la pintura para su exhibición en la subasta encontraron un doble forro detrás pegado con pegamento escolar, tenían miedo de dañar la pintura pero finalmente despegando poco a poco el segundo forro se dieron cuenta de que no afectaba la pintura, así que decidieron removerla por completo... y encontraron una carta donde ponía "Para quién me encuentre", ellos me llamaron para que les diera mi autorización para leerla, y se las di, ahí narraba todo lo que sentía, todo lo que le dolía, y porque se quería ir, ella específicamente menciona que su pintura lleva por nombre "Dolor en un 2 de Marzo". Leer esa carta fue horrible, porque sentía su dolor carcomer cada parte de mi cuerpo sin control alguno. Ella deseaba morir. Luego fui a casa y tomé las dos pinturas que dos dio ese día, tenían forro, las dos, y tenían cartas, una para Jess y Camill, y otra solo para mí. Se despidió de mí, me pidió perdón, me dijo todo lo que hice bien y mal, y me pidió seguir adelante, sus cuadros de despedida tienen cartas.
Sin dejarlo hablar más cuelgo la llamada, me quedo congelado y sintiendo mi respiración acelerarse por una carta, una carta es todo lo que necesito para continuar, una despedida, un adiós, solo eso.
Me levanto y camino hasta el cuadro que está colgado en mi pared, lo tomo entre mis manos y me lo llevo hasta la mesa de la sala, mis amigos aún están ahí y me miran con confusión ya que nunca muevo ese cuadro para no maltratarlo, camino hasta la cocina con la mirada de mis amigos siguiendo cada uno de mis movimientos sin perderse uno solo, sin ninguna palabra resonando en la casa, tomo un gran cuchillo entre mi mano haciendo que el sonido de su filo alerte a mis amigos, se paran al instante y retroceden.
—Baja eso—ordena Daphne.
—Con permiso—trato de caminar pero Ken se acerca con sus manos de frente, tal vez para quitarme el cuchillo.
—Dame el cuchillo, creo que estás teniendo un brote, debes alejarte de todo esto o puedes hacer daño—murmura tratando de quitarme el cuchillo.
—No estoy teniendo nada—levanto el cuchillo levemente.
—Solo ponlo en la mesa Jace— murmura Leo mientras coloca a Daphne detrás de él para resguardarla.
—No voy a hacer nada malo.
—Solo déjalo, te ayudaré con lo que sea que quieres hacer pero baja ese cuchillo ahora—ordena nuevamente Daphne.
—Solo quiero ir a la pintura—los miro con angustia.
—No vas a destrozarla con un cuchillo, esa pintura es muy preciada para ti, no hagas cosas de las que luego te vas a arrepentir.
—No quiero hacer nada malo, lo juro—digo para luego esquivarlos y correr hasta la mesa de centro de la sala y me siguen alertados de lo que pueda suceder.
Comienzo a cortar ligeramente por la orilla hasta lograr levantar una pequeña esquina de aquel misterioso forro, suelto el cuchillo y Leo lo aparta de mí al instante dejándolo lejos, pero eso ya no me importa, ahora mi atención solo se centra en lo que puede estar detrás de ese forro.
Mi estabilidad se puede definir por lo que puede o no haber detrás.
Con mis manos temblando comienzo a jalar aquella esquina con mucho cuidado para no dañar la pintura, lentamente el forro se levanta dejando ver la esquina de un papel grueso, de una carta, sin poder esperar más quito todo lo restante y lo tiro por el suelo, y ahí está, la tomo y leo el frente.
Si me encuentra rápido Super J me salva, por eso la he escondido, porque en esta ocasión Super J no ha podido. Te quiero. Léela cuando la encuentres.
La abrazo aferrándola a mi pecho y sin evitarlo mis lágrimas salen de mis ojos porque ella se acordó de mí. Lloro desconsolado sin soltar la carta, lloro tan alto como mi cuerpo me permite, porque tal vez así ella se de cuenta de que la he encontrado, muy tarde pero lo he hecho.
—El museo encontró una carta, luego el señor Hans, y aquí está la mía—murmuro con dolor aún en mi pecho.
Demasiado tiempo ha tenido que pasar para poder encontrar esto, soñé tanto con este momento, y cada día me preguntaba porque no había dejado nada más que los cuadros, pero era obvio, las escondió bien para así no poder evitar su cometido.
Porque si la hubiera leído al instante hubiera hecho hasta lo imposible por evitar que ella se fuera.
—Cuatro años han tenido que pasar para encontrar una respuesta de Charlie— murmuro finalmente para luego soltar el llanto desconsolado y ser abrazado por mis tres amigos.
Una respuesta.
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