3. Sucio Destino
JACE POV
Salgo de la habitación externado el cuerpo para eliminar todo rastro de pereza, voy hasta la sala topándome con mis amigos, dos de ellos listos para las clases, y una muriendo en el sofá.
—Nunca me dejen beber tanto como ayer—se queja mi buena y ebria amiga.
—Te dijimos que no bebieras tanto, ¿nos hiciste caso?, obviamente no, pero la niña quería tomarse media botella en un solo shot—dice Leo sin dejar de mirar la tv. Con su comentario capta toda la atención de Daphne y se sienta correctamente en el sofá mirándolo con enfado.
—Tú ni siquiera me cuidaste porque cuidaste mejor a otras personas, así que no me recrimines nada.
Miro de reojo a Ken, el cual también está mirándome. Creo que ambos estamos sorprendidos por lo que acaba de decir Daphne porque ya no está ebria.
—Estabas bien al cuidado de otros—le responde sin mirarla. Sí que está muy enojado con ella. Justo veo a Daphne hacer su cara de indignación, así que decido interrumpir antes de que inicie la verdadera pelea.
—Okay, hay que dejar de lado los reclamos y estar listos para la escuela—digo para tratar de liberar el ambiente tenso que se formó en tan pocos segundos.
—Ay... —suelta un quejido mi amiga— ¿por qué tuve que estudiar medicina?, yo quería estudiar diseño de modas. Alguien explíqueme con manzanas — se pone de pie y arrastrando sus pies va hasta su habitación.
Yo lo puedo explicar.
Estudia medicina por mí. Daphne quería ir a Nueva York para estudiar modas porque era su sueño desde secundaria, siempre estaba dibujando en las últimas hojas de su cuaderno haciendo vestidos para diferentes ocasiones. Y luego sucedió todo y decidió mandar carta a Ohio y venir conmigo.
La verdad se lo agradezco, porque aún necesito todo el apoyo de mis mejores amigos, mucho más de Daphne que es la que comprende más el acercamiento con Charlie. Pero no me gusta mucho la idea de que abandonara sus sueños por mí.
—Creí que sus reclamos sólo serían por la ebriedad—habla Ken para después comer un poco del tocino que ha hecho. Leo se incorpora de golpe y vuelve a vernos por primera vez desde que salí de la habitación.
—No tiene absolutamente nada que reclamarme, ¿desde cuándo me reclama por estar con alguna chica?, ella lo único que hace en las fiestas es estar con un chico de aquí para allá.
Suelto un suspiro pesado y cruzo los brazos sobre el pecho.
—Ambos son un par de estúpidos con el orgullo bien alto como para confesar lo que sienten— susurro.
Mi amigo gira los ojos por lo que le hemos dicho, pero es la verdad, Daphne ya se descubrió de un manera muy grande con sus notorios celos y aun así Leo sigue enfadado, pero también lo apoyo, igual estaría enojado si la chica que me gusta me reclama pero ella tampoco hace nada por demostrar algo.
Y por eso... son un par de estupidos. Ni uno confiesa sus sentimientos.
—¿Podemos no hablar de eso? — susurra cubriendo su rostro.
Los tres nos quedamos callados, Leo escondiéndose entre sus manos, Ken en su celular probablemente hablando con su novia, y no solo existiendo tratando de no pensar en
Mierda ya lo recordé.
Superar a Charlie no ha sido nada fácil porque siempre hay algo que me recuerda a ella como ir por un helado, pasar frente a una galería, pisar una pista de hielo o tan solo un miserable pincel. Ella entró muy rápido y profundo en mi corazón y mente que no ha sido nada fácil olvidar lo que pasó, y eso me detiene a continuar mi vida amorosa, he tenido varias citas y ninguna ha funcionado porque no puedo lograr que mi cerebro y corazón dejen atrás la esencia de Charlie. Y eso es demasiado frustrante.
Desearía un día irme a dormir y despertar con diecisiete años de nuevo, ir a la escuela y verla de nuevo para darme cuenta que solos fue un mal sueño. Pero cada vez ese mal sueño se hace más grande y parte de una realidad muy desgarradora.
—Ya estoy— habla Daphne saliendo se su habitación. Lleva ropa deportiva y una sudadera gigantesca que le cubre casi hasta las rodillas.
—Que rapida— murmura Ken con un tono divertido.
—¿Pasamos por un café? — murmura con la voz ronca.
—No—habla Leo tomando las llaves del auto y acercándose a la puerta.
—A ti no te pregunté—murmura. —¿Puedes llevarme, Jace?
—Lástima, vamos en mi auto—agrega Leo.
—Me voy, no necesito escuchar a un par de señores "C —comenta Ken tomando su mochila y saliendo de casa. Bien por él que estudia en otra facultad, pero yo yo tendré que escuchar a un par de enamorados celosos reclamarse o insultarse todo el camino a la maldita universidad.
—Vámonos también nosotros—murmuro.
—Pido atrás para no estar con este—grita Daphne mientras camina fuera del departamento. Leo aprieta la mandíbula con coraje, toma su mochila y le sigue por detrás para llegar al elevador.
—Ni siquiera te dejaría subir enfrente, tampoco quiero estar a tu lado.
—Callate entonces.
—Cállame—articula mi amigo cuando finalmente llega a ella. Con eso la ha callado, se ha quedado sin palabras...
—¡Jace, Jace! —grita exasperada.
—¿Qué? — pregunto cansado.
—¿Me puedo ir en taxi?, tengo dinero suficiente para ir y volver.
—No, ya dejen de comportarse como niños y sean adultos maduros.
Presiono el botón del piso 0, el corto descenso es tedioso, estoy parado entre los dos, incluso sin toparse están dándose las espaldas. Las puertas se abren y detengo con el brazo a Leo para que Daphne salga primero, si se topan seguro que escucho un nuevo reclamo estúpido. Leo enciende el motor e inmediatamente comienza el camino a la facultad.
—Tont
Ay no de nuevo.
—¿Por qué?
—¿Desde cuándo en las fiestas te escabulles con chicas?, siempre estás con Jace y Ken, no con chicas, ¿por qué?, ¿por qué ahora?
—Desde siempre me voy con chicas lindas, pero como siempre estas con un chico ni te das cuenta.
Interrumpo antes de que la chica con más celos que sangre pueda hablar.
—Callense, Leo sí fue con una chica pero solo hablaron y ni siquiera recuerda su nombre, Daphne se fue con una chico a ya sabemos qué, aquí no hay nada que reclamar porque ambos son solteros y libres de estar con quién se les dé la maldita gana.
Se quedan callados pero sin eliminar sus rostros enfadados, solo espero que sea hasta que lleguemos porque si escucho otro reclamo juro que me voy caminando. Afortunadamente llegamos a la facultad muy rápido, pero lamentablemente al bajar ambos solo comparten sus puntos de vista sobre el otro.
—Ya hemos llegado y mientras sigan hablando del otro yo no los conozco ni ustedes a mi.
Daphne se separa para ir a su primera clase pero no sin antes lanzarle una mirada de odio a mi buen amigo Leito, una vez ella está lo suficientemente lejos él vuelve a hablar.
—Me cansa tanto Daphne— golpea con el pie una piedra del suelo mientras vamos a nuestra primera clase.
—Te gusta tanto Daphne— aclaro.
—Bueno, ¿y?
—Y deberías decirle.
—Jamás, no pienso decirle que me gusta a alguien que le encanta tener en la palma de su mano a un chico diferente cada día de su vida.
—Yo creo que Daphne a quien quiere tener comiendo de la palma de su mano es a ti.
—Pues no voy a ser uno más de su montón, merezco más que eso. Tal vez le diga mis sentimientos hasta que deje de gustarme.
—¿Qué?, ¿y tener que aguantar escucharlos reclamarse por cosas estúpidas?, no nos hagas eso a Ken y a mí.
—Lo voy a pensar pero es probable que tengan que aguantarnos— me mira con una sonrisa.
Suspiro pesadamente con una media sonrisa. Ken y yo tendremos que aprender a sobrevivir con dos malditos celosos como compañeros de vivienda.
Ambos entramos a nuestra clase de anatomía y tomamos asiento juntos por la parte media, para tener buena vista del profesor y poder escucharlo perfectamente.
—Odio esta clase —murmura.
—¿Por qué?
—Es tediosa.
—Y esencial.
—Pero tediosa.
—Pero serás doctor, es esencial saber hasta lo más mínimo sobre la anatomía.
—Entonces la voy a odiar durante un tiempo hasta que me gradué, después no tanto.
—¿Eso te hace feliz?
—Por el momento si, Jaceito.
—No me digas así.
—Jacie, suena tan tierno, como tú —aprieta mi mejilla con fuerza. Causando un pequeño dolor cuando la suelta.
—No suena tierno, no quiero ser tierno.
—¿Por qué no?
—Porque la última vez que fui tierno se me rompió el corazón. No necesito ser tierno para que venga alguien y tome los pedazos para que luego los eche a una trituradora y los haga polvo para que el viento se los lleve sin rumbo.
Leo me mira un poco confundido, tal vez tratando de procesar lo que le acabo de decir.
—Ya no eres tierno, me consta, pero también me consta que sigues siendo dramático
La puerta se vuelve a abrir, miro a la puerta esperando ver al profesor pero en lugar del viejo con una gran bata blanca y feos lentes, una linda chica nueva en la ciudad llamada Charlotte entra luciendo un poco confundida pero a la vez emocionada.
—Esa es la chica de la fiesta—susurra Leo sin apartar la vista de ella.
—Sí.
—¿Cómo se llama?
—Charlotte Hamilton.
—Tiene nombre de actriz de películas de acción que viene de una familia millonaria llena de personas importantes, ya sabes, de esas que ya son famosas pero su papá es un piloto de la fórmula 1 siete veces campeón, su mamá super modelo de las épocas doradas y su abuelo un saxofonista de jazz de su época.
—Es un nombre normal como los nuestros.
—No creo, tú eres como el hijo de Christian Grey, Ken como el hijo de Jimmy Fallon, y yo como el hijo de Chris Evans.
Hay que castigarle la tv.
—Yo creo que solo en una chica normal con familia normal.
—Saludala—codea mi brazo.
—No, tal vez ni me recuerda.
—Claro que te recuerda, ¿quién no recordaría a esta belleza?, solo alguien con alzheimer.
—¿Y como sabes que no tiene alzheimer?
—Porque te está mirando.
La mira con disimulo mientras intento esconderme de la pena que Leo me hace sentir. ¿Y qué si me está mirando?, no es como que tenga que saludarla siempre porque hablamos en una mísera fiesta. ¿Pero si es verdad o solo son habladurías de Leo?
—¿Me está mirando de verdad?
—Sí, creo que está tratando de saber si eres su cenicienta de fiesta o un chico totalmente común. Voltea para quitarle su duda
—No.
—Sí o yo mismo le voy a gritar que eres tú—susurra disimuladamente. Gracias al cielo Leo sabe disimular, porque si fuera Ken, ya estaría mirándola fijamente y girando como el exorcista a verme a mí.
—Okay, solo una mini mirada y ya.
Miro a un par de personas para no parecer un loco mirándola al instante, después de unas cuantas la veo a ella, me sonríe al instante y alza la mano saludándome de forma frenética.
—No tiene alzheimer—susurra Leo.
Levanto la mano y le devuelvo el saludo pero más tranquilo. Parece ser que el alcohol no es el que le sube la pila, ella es así normalmente.
—Jacie tiene una nueva amiga, repito, Jacie tiene una nueva amiga muy guapa, que si no fuera su nueva amiga es seguro que ya le habría lanzado mi sonrisa conquistadora digna de los mismísimos Dioses. — susurra colocando su mano en la boca simulando tener un radio de policía. Si claro, como si no estuviera perdidamente enamorado de su amiga.
—No somos amigos, solo somos dos desconocidos que hablaron en una fiesta durante un rato.
—Ah sí claro, alejado de la gente siempre, en modo vampiro.
El profesor llega al salón explicando el siguiente tema sin siquiera dar los buenos días, mientras comienza a anotar en el pizarrón, miro rápido a Charlotte, notando más a detalle su cabello castaño claro y piel ligeramente bronceada que por las luces de la fiesta y de la luna no pude notar la noche de la fiesta, ella trata de apuntar todo sin perder de vista al doctor, estoy seguro que ha anotado hasta el estornudo que ha dado. Tal vez podamos ser amigos en un futuro, hemos tenido una buena conexión amistosa en la fiesta, en un tiempo seríamos como mejores amigos, pero no sé qué tan difícil sea para mi comenzar una nueva amistad.
Tal vez solo estoy hablando y ni siquiera volveremos a coincidir de esa forma.
La clase continúa normal con preguntas, repuestas, imágenes de anatomía, y uno que otro regaño, hasta que por fin se acaba y nos dejan libres.
—Al fin, la anatomía no me gusta— suspira pesado.
—Anatomía es lo principal para ser doctor y sigue sin agradarte.
—Pues yo seré el doctor sexy con el que las enfermeras van a querer tener una aventura, no voy a ser un doctor real, no es necesario que aprenda la anatomía completa con sus inervaciones y esas cosas.
—Ver grey 's anatomy te afecta la cabeza—rio un poco. Leo es tan raro a veces.
Salimos del aula y nos dirigimos hasta mi árbol dispuestos a descansar mientras que comienza la siguiente clase, pero ya está ocupado
—Dile a tu amiga nueva que ese es mi árbol, yo lo planté para mi beneficio.
—Que no es mi amiga, y ese árbol tiene como cien años, no es nuestro — murmuro hasta que recuerdo algo y volteo a verlo indignado —Además es mi árbol, no tuyo.
—Yo lo adopté, hasta tengo la custodia.
Le doy un ligero golpe en el brazo para que deje las bromas de lado.
—Okay, okay, pero todos aquí saben que en ese árbol siempre nos sentamos nosotros, por eso nunca está ocupado. Preséntale otro árbol y que nos deje ese a nosotros.
—Deja que se siente, después lo comprenderá—me giro pero me regresa del brazo.
—Oh, ya comprendo, no le quieres hablar, que raro porque en la fiesta estaban muy felices hablando.
—Ya callate. No le hablaré —me detengo cuando me interrumpe.
—Que lastima, ya estamos aquí—susurra Leo muy cerca de mi oído.
No tengo idea de en qué momento hemos seguido caminando mientras hablábamos, mejor dicho cómo hemos llegado hasta aquí frente a Charlotte y mi gran árbol. Ella levanta la mirada y nos observa con una ligera sonrisa. ¿Y ahora qué?
—Hola, soy Leonardo, pero me puedes decir Leo guapo Evans—le ofrece la mano y ella la acepta con una sonrisa.
—Mucho gusto Leo guapo Evans, yo soy Charlotte, pero me puedes decir Charl hiperactiva Hamilton.
—Él es mi amigo... –comienza pero le corto la palabra para no parecer un idiota al simular no recordarla cuando claramente la he saludado en el salon de clase.
—Ya nos conocemos.
—Así es, un gusto verte Jace Grey de Texas.
Sonrío mostrando mis dientes al escucharla decir mi nombre, logrando que Leo me mire con extrañeza. Hace mucho no sonreía así con alguien que no fuera de mucha confianza.
—Lo mismo digo, Charlotte Hamilton de Florida.
—¿Nos podemos sentar? —pregunta Leo.
Ella asiente y se hace a un lado junto con sus cosas, nos sentamos y nos acomodamos como de costumbre, las mochilas como respaldo y las piernas estiradas en el pasto.
—Verás Charlotte, te explicaré una cosita —comienza Leo.
—Puedes decirme Charl, ya te lo dije.
Charl.
No gracias, para mi persona y cabeza ese apodo no le pertenece a ella, tal vez con otras personas si lo pueda utilizar, pero conmigo no. No puedo.
—Nosotros no podemos usar ese apodo—aclara Leo mientras la mira con una sonrisa para no parecer maleducado.
—Oh está bien, entonces pueden llamarme como quieran, eso no importa—sonríe.
Uff, gracias al cielo no ha preguntado la razón, porque me dolería escuchar a Leo explicarlo.
—Bueno, lo que te iba a decir es que este árbol es nuestro, solo nosotros lo podemos usar, yo lo planté de hecho en una actividad ecológica del departamento de medicina con estas lindas manos, con todo el sudor y cansancio que me dio mi alma.
—Callate. No le hagas caso Charlotte, este árbol es de todos pero si es bien sabido que aquí siempre estamos nosotros, pero no pasa nada si decides venir y sentarte. El árbol lleva como 100 años aquí, el sudor de Leo que derramó en este árbol sólo es por el intento de llegar y tumbarse aquí.
Rie y mira a Leo.
—Eres un chico mentiroso... —antes de que pueda acabar la frase una chica con el apodo de "mi mejor amiga" se detiene frente a nosotros aclarando su garganta para que la miremos.
Ay no, otra vez.
Daphne tiene los brazos en sus caderas, su rostro no es para nada agradable y su postura es tan intimidante. A mí no me debería dar miedo, pero a mi buen amigo Leito sí, y tal vez a Charlotte también...
—Hola, soy Daphne Jensen—le dirige la mano a la chica sentada a nuestro lado. Charlotte la acepta con una sonrisa.
—Charlotte Hamilton, soy nueva aquí.
—Un gusto, emm... me sentaré justo aquí—señala el lugar que existe entre Charlotte y Leo.
Vaya... nuevamente muriendo de celos, que raro
—No te preocupes, Daphne es nuestra amiga—aclaro.
—La tuya, la mía no—aclara ahora Leo mientras la mira con... ¿desagrado?, ay ajá, como si no quisiera comerle la boca cada minuto de su vida. Ambos son como dos niños pequeños sin saber de qué trata el amor.
—¿Ah sí? — amenaza Daph.
—Sí, desde varias fiestas atrás ya no eres mi amiga, pero de otros muchos parece que sí...
Ay no, esto es luz verde para huir.
—Será mejor que los dejemos solos— asomo la cabeza para que Charlotte me mire. Me pongo de pie y le ofrezco la mano a la chica nueva, ella la toma y a paso lento dejamos atrás a los dos idiotas que ya han comenzado a insultarse para cesar las ganas de besarse.
—¿Ellos son novios?
—Es un poco complicado, se gustan pero ninguno dice nada.
—Es que creo que tu amiga
—¿Se puso celosa porque una chica nueva estaba sentada con nosotros y en especial junto a Leo?, pues la respuesta es sencilla y es un definitivo sí.
—Yo quería hacer amigos, no enemigos.
—Tranquila Charlotte, se le pasará cuando se dé cuenta que Leo no coqueteaba contigo ni tú con él.
—¿Ustedes son amigos desde hace mucho?
—Sí, desde secundaria somos... — cinco—... cuatro.
—Leo, Daphne, tú, y...
—Kenneth, pero él estudia en otro departamento de la universidad.
—Oh, qué emocionante que todos son amigos desde Texas y aún así siguen juntos al mudarse a Ohio.
—Sí, siempre los cuatro inseparables... —susurro.
Cada oportunidad que el mundo me da de hablar con alguien es una oportunidad nueva para recordarla, y es doloroso porque aún la extraño demasiado. Quisiera poder decir que somos cinco inseparables sin sentirme mal o tener ganas de llorar, pero las circunstancias me lo niegan.
Ahora para colmo llega Charlotte con su gran carisma haciendo que me agrade en tan solo dos días de conocernos, pues ha sido inevitable, pero su gran parecido con ella es horrible, su nombre... Su nombre no me ayuda para nada, y utiliza el mismo apodo que ella. Él destino no juega a mi favor, soy su jugador defectuoso, su conejillo de indias, su experimento. Me odia.
¡Pues yo también te odio, destino!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro