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28. Daños

Ella es realmente importante para mí, forma parte de mi vida, de mi pasado, mi presente y mi futuro, vive eternamente en mi cabeza, aunque voy a terapia para poder lograr dejar de hacerlo con tanta frecuencia, ella siempre permanecerá ahí, es parte de mí, es importante, y por esa razón estamos aquí.

Mis piernas dobladas sobre el césped, mirando tranquilamente la piedra tallada con su nombre.

—Diecisiete años—susurra Charlotte. Volteo a verla y abre ligeramente sus ojos—perdón, no pensé que me escucharías .

—No te preocupes. Charlotte, ella es Charlie, la chica que movió todo mi mundo con tan solo existir.

Se queda estática y me mira de reojo.

—¿Qué hago?, ¿puedo saludarla o te parecería raro?

—Hablo con ella todo el tiempo, adelante.

—Hola, Charlie, soy Charlotte Hamilton, conocí a Jace en la universidad, y ahora te conozco a ti, él me ha contado maravillas de ti

—Charlie, decidí traer a Charlotte para conocer Texas y celebrar mi cumpleaños, además, quería que te conociera, porque eres importante para mi — Charlotte me mira con una sonrisa y asiente. —Quería que supieras que estoy yendo a un nuevo psicólogo, estoy tomando una terapia y hasta el momento todo va bien, también qué he vuelto a gustar de alguien— la miro y junto nuestra manos dejándolas descansar sobre el césped. —Es una chica buena, es agradable y muy divertida, guapa y carismática, aunque tiene un mal chiste sobre la tonta Texas, pero aún así me causa mariposas en el estómago. Me gusta Charlotte.

—Cuando le conocí era todo un cubito de hielo despeinado, pero ahora es todo un algodón de azúcar aseado, es genial conocer su pasado, porque es muy interesante, y está repleto de historias y acciones que me hacen suspirar. Admiro su historia, aunque Jace dice que es corta, el tiempo es suficiente, si estás enamorado no necesitas mil años, solo unos cuantos minutos.

—Solo necesité alrededor de dos meses.

—Por último, me parece importante aclararlo, no sé si sonará mal o no, pero yo no te quiero reemplazar, respeto mucho tu historia y la de Jace.

—Gracias... —susurro.

—De nada...

Después de un rato hablando con Charlie y presentándole a Charlotte, llega el momento de volver a casa para poder regresar a Ohio. El camino en auto ha sido tranquilo, no hablamos mucho pero solo porque la música ha estado de por medio, aún así hay algo dentro de mi que se siente raro, es como algo en el pecho. Al llegar a casa bajamos del auto y nos adentramos a mi casa encontrándonos con mis padres y mis amigos, Ken, Sucy y Daphne hablan con mis padres, mientras que Leo arma un rompecabezas en la mesa de centro junto con Juliette.

—Hey, ya regresaron— saluda mamá.

—¿Cómo la pasaron?— pregunta papá.

—Genial, fuimos a un par de lugares y conocer la ciudad fue estupendo. — responde Charlotte con mucha emoción en su mirada. Sonrío un poco y asiento lentamente sin decir una sola palabra.

¿Por qué antes me sentía tan seguro de llevarla con Charlie y ahora me siento tan extraño?

—¿Nos vamos ya?—pregunto haciendo que todos me miren. Veo a Daphne la cual me observa con extrañeza, sabe que algo está mal, y si hay algo mal.

Todos tomamos nuestras maletas y las llevamos hasta afuera para que papá comience a acomodarlas con mucho esfuerzo en el maletero. Mientras tanto nosotros tratamos de acomodarnos en la gran camioneta, tan apretados que es un tanto incómodo, mi madre cargando a Juliette en el asiento de enfrente, la cual juego con una clase de plastilina con olor a sal, luego Leo, Daphne, Ken y Sucy en el asiento de atrás muy juntos, y Charlotte y yo en los asientos individuales que hay en la parte media.

Cuando finalmente mi padre logra acomodar seis maletas apiladas sube al auto y comienza el camino hasta el aeropuerto, este ha sido ruidoso, mis padres hablando de sus cosas de gente adulta, la música infantil sobre el abecedario de Juliette en un volumen un poco alto, mis tres mejores amigos hablando de sabe que cosas, Charlotte un poco torcida para lograr hablar con Sucy, y yo solo mirando por la ventana en silencio.

¿Por qué cada vez que intento dar un paso retrocedo tres?

Intento mostrarle a Charlotte parte de mi doloroso pasado para poder dejarlo atrás y avanzar mis sentimientos por ella, pero cuando lo hago solo me vuelve a atacar el pensamiento de que he hecho algo malo.

—Jace ¿Estás bien? —pregunta Daphne por detrás acercándose a mi oreja.

—Me duele la cabeza—murmuro con desgana.

—¿Seguro? —vuelve a susurrar.

—Sí... —susurro.

El vuelo de regreso me ha parecido aburrido, Charlotte me ha ofrecido escuchar música juntos pero me he negado, solo he querido ver por la ventana un rato y luego he dormido un rato, al llegar hemos bajado del avión y fuimos por nuestras maletas, tomamos un par de taxis e indicamos la dirección de nuestra casa, miro nuevamente la ventana observando el cielo gris con el que nos ha recibido Ohio.

—¿Qué tienes, Jace?, llevas todo el viaje callado — pregunta Charlotte en un susurro.

—No es nada, solo tengo dolor de cabeza.

—¿Solo eso?

—Si— volteo a verla y le sonrío ligeramente para despreocuparla.

—Okay...—susurra.

Al llegar a casa hemos subido por el ascensor únicamente para dejar mi maleta y poder dejar a Charlotte en su casa, ahí me di cuenta que mis antiguas llaves ya no estaban, sino que en la entrada había una nota que dejaba claro que mi nuevo auto ya está esperándome en el estacionamiento, mientras Charlotte se despide de mis amigos yo bajo solo y me dirijo hasta el estacionamiento, saco las nuevas llaves del bolsillo y presiono el botón de desbloqueo para lograr saber con más facilidad donde se encuentra el auto. Este hace un sonido con eco y sus luces parpadean unos segundos haciéndome saber donde se encuentra. Camino hasta este y lo miro, es negro y brillante, es un BMW del año, y lleva un gran moño rojo en el cofre en la parte de enfrente.

Un gran regalo.

Pero... ¿de verdad lo merezco?, no he sido un gran hijo, no he sido un gran estudiante y mucho menos una gran persona. ¿Por qué premiarme?, ¿por qué darme un regalo tan grande y caro?, con el que tal vez mis padres han trabajado demasiado para lograr dármelo, no lo merezco, no lo quiero, pero no me queda de otra porque ellos ya se deshicieron del anterior.

No lo merezco, como tampoco merezco a mis amigos, a mi familia, y a Charlotte, he sido tan malo con ellos mientras ellos han sido excelentes, cuidándome y tratando de sacarme adelante, ellos no merecen esto, merecen caminar, merecen ser libres de mi, merecen ser felices, pero... yo también, yo también quiero serlo, pero por más que lo intento no lo logro, como si una soga amarrada en mi torso tirara de mí cada vez que intento dar un paso, como si le gustara ilusionarme dejándome dar un par de pasos y luego jalar me hasta el inicio para reírse de mí.

Yo solo quiero lograrlo, solo no quiero depender de ellas, solo quisiera ser el mismo Jace Grey de once años creyéndose un superhéroe.

—¿Ya nos podemos ir? —pregunta su voz a mis espaldas sacándome del trance existencial en el que estaba sumergido.

—Si, sí, dame tu maleta— carraspeo

.

Ella me la da y la subo al maletero para después subir a aquel obsequio, al abrir la puerta el olor a nuevo inunda mi nariz, subo a este y mi cuerpo se amolda a los asientos de cuero negro, la gran pantalla al centro del tablero se enciende cuando presiono el botón de encendido para el motor.

—Es lindo—murmura Charlotte con una sonrisa.

—Lo es— me limito a decir.

Charlotte se pone a mover la pantalla buscando la aplicación de música mientras yo comienzo el recorrido, coloca Forever Young y la canta por lo bajo mientras mira videos en su celular, no me ha hablado y yo a ella tampoco, solo que creo que a ella por distraída y yo porque no quiero hacerlo.

Quiero irme ya a mi casa, quiero ir con Daphne.

Al llegar al frente de su edificio deja su celular de lado y me mira.

—¿Quieres entrar? —pregunta.

Comienzo a negar lentamente hasta que le digo un sólido y seco:

—No.

—Oh, está bien, entonces... ¿nos vemos mañana?

—Creo.

Me mira a los ojos y hace una mueca incómoda.

—Creo que sí... amm, me refiero a que puede haber mucha tarea pero o sea, yo no, yo no quería que pensaras...

—Tranquilo, Jace, entiendo, estudiamos medicina.

Sí claro, es por la medicina.

Ambos bajamos del auto y vamos a la parte trasera y saco la maleta, ella presiona un pequeño botón y una agarradera se dispara hacia arriba.

—Nos vemos mañana— se acerca y con una de sus manos toma mi mejilla para acercarse y darme un beso en los labios.

—Adiós...—murmuro. La veo caminar hasta adentro y perderse.

Siento poco a poco como mi mente vuela y se esfuma, como si no estuviera, miro al frente y respiro un par de veces, luego golpeo el volante una, dos, tres, cuatro, cinco veces, cada una disminuyendo la fuerza hasta que rompo en llanto, no merecemos esto, ninguno de los dos.

Conduzco hasta mi casa con un poco dificultad ya que mi vista se ha nublado un par de veces y la única solución ha sido pasar mi antebrazo con rapidez para recuperar mi vista.

Cuando finalmente llego al estacionamiento bajo del auto con rapidez y azoto la puerta de este, camino a paso pesado hasta el edificio y me introduzco en el ascensor. El rato en este ha sido eterno, camino de esquina a esquina limpiando constantemente mis manos en mi pantalón por el sudor, cuando las puertas se abren salgo de inmediato y entro a casa, no me detengo en la sala, no me recuesto en el sofá para respirar, ni mucho menos me voy a mi habitación, toco a puño cerrado y con mucha fuerza la puerta de Daphne.

—¡Daphne! — grito con voz cortada y con desesperación. —¡Daphne abre, por favor abre! — grito mientras sigo tocando con fuerza. La puerta se abre de golpe dejando ver a Leo y Daphne en pijama y con aspecto somnoliento.

—¿Qué te pasa, Jace? —pregunta Leo con preocupación.

—¿Jace? —pregunta Daphne tratando de tomar mi mano pero de inmediato la retiro y retrocedo. Por el rabillo del ojo veo a Ken y Sucy salir con el mismo aspecto dormido de mis otros dos amigos.

—¿Qué está pasando? — pregunta Ken.

—Yo, yo ya no quiero, ya no, ya no puedo—alcanzo a decir. El llanto continúa sin dejarme hablar y haciendo que respire con dificultad.

—¿De qué hablas? —pregunta Daphne tocando mi hombro.

—No, no, no, no me toquen, no quiero, no merezco que me toquen, porque soy malo con ustedes y con todo lo que toco — camino desde la sala hasta la cocina, en el pequeño recorrido me tropiezo con una pequeña mesa con una lámpara haciendo que esta se rompa en pedazos.

—Necesitas calmarte un poco, estás muy alterado— murmura Ken tratando de acercarse a mí.

—No, no lo estoy—murmura volviendo a tropezar hasta llegar a la cocina. Mis amigos solo me miran desde lejos con caras preocupadas. — No debí hacer eso, no, ella ahora me va a odiar y no quiero que lo haga.

—¿Charlotte? — pregunta Leo.

—¡No! — manotear un vaso de vidrio sobre la isla haciendo que se rompa y los vidrios vuelen, consiguiendo que unos cuantos me corten ligeramente en las manos. —¡Hablo de Charlie, ella me va a odiar porque llevé a Charlotte a nuestro lugar especial, no debí hacer eso! ¿Por qué no puedo ser feliz?, estaba tan emocionado de llevar a Charlotte y mostrarle todo, y ahora me siento culpable porque el único lugar que pertenecía a Charlie y a mí ahora lo he compartido con otra chica, como un desconsiderado, me va a odiar, ella lo hará.

—No eres un desconsiderado, solo estás tratando de avanzar y eso está bien.

—¡¿Y si está bien por qué me siento tan mal?, ¿por qué Daphne?! — me acerco lentamente hasta quedar muy cerca de ella haciéndola lucir pequeña y temerosa, puedo notar como sus ojos se cristalizan poco a poco. —¿Eh?, ¡explícame por qué no puedo ser feliz como ustedes, como todos!

—Aléjate, Jace, necesitas calmarte— dice Leo poniendo su mano en mi pecho y alejándome tranquilamente de Daphne.

—Son situaciones diferentes, sentimos y pensamos diferente—aclara Sucy.

—¿Y por qué yo tuve que sentir y pensar así? — preguntó por lo bajo aún con lágrimas recorriendo mi rostro.

—Por eso estás yendo al psicólogo, para que te ayude— murmura Ken.

—¡Pues no me funciona de nada!, solo estoy sufriendo, me quiero ir ya de aquí y dejar de sufrir y dejar de hacerlos sufrir ¡Ya no quiero! — grito y por la falta de autocontrol en mi cuerpo comienzo a lanzar todo a mi paso. —¡Me odio! ¡Odio todo esto!

—Jace, por favor, ven— murmura Daphne acercándose poco a poco tratando de agarrarme, hasta que... —Auh— se queja tomando su mejilla.

¿Pero qué he hecho?

—Perdóname, Daphne, no fue mi intención golpearte, fue un accidente, perdóname, perdóname— comienzo a disculparme con rapidez. Me acerco a ella pero Leo se interpone mirándole la pequeña herida.

Tomo mi cabello con desesperación al ver que acabo de lastimar a alguien, a mi mejor amiga.

—Daphne— me acerco pero Ken aprovecha para tomarme del brazo y sentarme en el sofá. Comienzo a moverme tratando de liberarme pero Leo viene y le hace segunda— Déjenme, tengo que ver a Daphne, tengo que disculparme, con ella, con Charlie, con Charlotte, con mis padres, con ustedes, conmigo, por favor, déjenme— lloro con fuerza retorciéndome en el sofá para liberarme.

Sucy se para frente a mí y toma un par de colores.

—Dime que color es este— saca un color de palo color rojo.

—Por favor... —susurro.

—Solo dímelo, concéntrate en esto—susurra. Respiro con fuerza mirando el colores y murmuro:

—Rojo.

— Este.

—A... amarillo— alcanzo a decir con un hilo de voz.

—Este.

—¿Dónde está Daphne? —pregunto de nuevo tratando se zafarme del agarre.

—Estoy bien, dile a Sucy los colores— murmura sentándose a un lado de la antes mencionada, cubre su mejilla con su mano y sus ojos están llorosos.

Trago seco.

Necesito controlarme, lastimé a alguien, a mi amiga y eso no está nada bien. Tengo que hacerlo por ellos, por mí.

—Azul— murmuro.

—Este.

—Naranja.

—Este.

—Rosa.

Conforme los colores avanzan mi respiración se va regulando, mi pecho deja de subir y bajar con el tiempo, y las lágrimas dejan de salir poco a poco. Siento como despierto.

Me quedo mirando mis manos con culpa y mis amigos aflojan su agarre poco a poco, liberándome, sorbo por la nariz y continúo viendo mis manos que aún tiemblan.

—¿Más tranquilo? —pregunta Leo.

—¿Me pueden dejar solo?

—¿De verdad?

—Si, por favor, quiero estar un rato solo.

No me atrevo ni a mirarlos a los ojos, me siento tan culpable del daño que he hecho en tan solo unos minutos.

—Okay, está bien, si necesitas algo estaremos en la habitación— murmura Ken levantándose.

Mis cuatro amigos se retiran hasta que me quedo completamente solo, es cuando me atrevo a levantar la mirada y mirar a mi alrededor, las cosas rotas, las cosas tiradas, los daños irremediables.

Este no soy yo, y no quiero serlo más.

Después de un rato pensando en todo, una de las puertas se abre y escucho a una persona caminar hasta mí, finalmente el sofá se hunde y unos brazos me rodean.

—¿Mejor? —pregunta.

—Perdóname.

—Estoy bien, fue un accidente, solo quedó un poco rojo.

—Te golpee Daphne, no estás bien.

—Pero no... —se detiene — mírame.

—No, no puedo.

—Fue un accidente, ahora lo único que importa es que estás bien.

—No lo estoy, estoy mal.

—Y por eso iremos al psicólogo y vas a mejorar.

—Estoy mal— repito.

—¿A dónde llevaste a Charlotte?

—Al mirador y con Charlie.

—Son lugares importantes en tu corazón, por eso te sentiste culpable.

—Es una parte.

—¿Una parte?

Asiento.

—Le dije a Charlotte que me gustaba.

No tengo idea de cómo es la reacción de Daphne ya que aún no puedo mirarla a los ojos, solo se queda en silencio un par de segundos para luego volver a hablar.

—Y como supiste que te enamoraste otra vez?

—Porque me sentí en la preparatoria, sentí que tenía diecisiete otra vez, y ese fue realmente el problema. Tengo miedo Daphne.

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