27. Home
Los tres entramos a aquel local de helados y tomamos asiento en una mesa con asientos acolchados color rojo, Charlotte y yo del mismo lado y Camille del otro lado. Ciertamente estoy muy nervioso con lo bien o lo mal que puede salir esta tarde inofensiva.
—Soy Camill Hans—dice con una cara seria mirándonos a ambos. Sus manos están por debajo de la mesa y su postura es un poco jorobada, como si tuviera pena.
—Mucho gusto, Camill, yo soy Charlotte Hamilton.
—¿De dónde eres? — pregunta de inmediato con cara seria.
—Soy de Miami, Florida.
—¿De la playa?
—Así es.
—¿Y tienes hermanos?
—No, soy hija única.
—Mmm...—piensa. Mientras Camill piensa mirando al techo, Charlotte me mira de reojo con una sonrisa minúscula, yo solo levanto mi pulgar para darle cierta motivación.
—¿Y cuantos años tienes?
—Tengo veintiuno, pero pronto cumpliré los veintidós.
Mis nervios comienzan a incrementar cuando la plática se centra en los años, solo pido una y otra vez en mi cabeza que no le pregunte cu
—¿Cuándo cumples años?
—El nueve de julio.
Camill inmediatamente me mira pero no dice nada, no retiro la mirada de la suya porque no quiero evitarla.
—¿Qué te gusta hacer? — cambia de tema de inmediato.
—Me gusta cantar, nadar, surfear, mmm... estar con Jace, ver películas.
—¿Cuáles películas?
—Pues de todas, me gustan las de terror pero también me dan mucho miedo.
—¿Quieres a Jace?
—Lo quiero mucho.
—Jace es mi hermano, y yo lo aprecio y quiero mucho, solo quiero que... —se detiene y baja la mirada. Ni Charlotte ni yo la alentamos a seguir pues no queremos que sienta presión. Tarda mucho rato en hablar, pero finalmente lo hace—... sea feliz otra vez, y parece ser que contigo lo es. Pero él es mi hermano y el de Juliette, así que tienes que cuidarlo, porque es...
No lo digas.
—Él es...
No lo digas.
—Él es lo único que tengo.
Lo dijo...
—Camill, no soy lo único que tienes, están tus padres, pronto tu hermano, tu amigovio.
—No es mi novio.—reprocha.— Y sé que los tengo a ellos, pero tu eres mi único hermano mayor.
—Camill, te juro que cuidaré de Jace, y me aseguraré de que te llame o mande mensajes.
—Sí, tienes que hacer eso, porque lo olvida.
—No lo olvido, cuando te llamo tu celular está ocupado.
—Porque hablo con Dawson, pero aún así a veces lo olvidas, y no culpo a Charlotte, bueno, al principio un poquito, pero ya no.
Charlotte sonríe y alza los hombros.
—Dawson es tu amigovio—digo para molestarla.
—Qué no, no me gusta.
—Yo creo que tú a él sí. En las llamadas siempre parece estar a tu lado, y siempre quiere tomarte la mano.
—¿Eso crees? —pregunta con emoción, sus mejillas están rosadas y sus hombros se han alzado.
—Sí lo creo, pero lastima que tu papá y yo no te dejamos tener novio hasta los treinta.
—Treinta es mucho—frunce el ceño.
—Treinta es buena edad para ti y Juliette.
—¿Charlotte? — se dirige a ella pidiéndole ayuda.
—Yo restaría un par de años, Jace — propone la Princesita.
—Veinte entonces.
—Yo creo que diecisiete es bueno.
—Quince— dice Camill.
—Oh no, Camill, quince es malo, mejor disfruta de tu adolescencia, ten muchos amigos y sé feliz, diecisiete es un número bueno para tener un primer novio, eres un poco más maduro, no mucho, pero más que los quince.
—Okay, diecisiete es bueno — le sonríe Camill.
Es triste que realmente su consejo se basa en experiencia, triste experiencia que un estúpido, idiota, tonto, baboso y tostado ex novio le dejó.
—¿Pero si él no me espera hasta los diecisiete?
—Sí te ama de verdad te esperará y si no llegará alguien que sí, tu mejor disfruta de tu helado, ve y pide uno en el mostrador, eso es mejor que pensar en hombres tontos.
Camill le sonríe y baja de la silla para correr hasta el mostrador y pedir su helado, cuando ya está lejos Charlotte gira a verme y abraza mi brazo.
—¿Crees que si le caí bien?
—La pregunta es tonta, te sonrió, te amó.
—Espero que sí.
—No te preocupes más.
—Okay, creeré que si le caí bien.
—Porque lo hiciste, ven, vayamos por un helado con Camill— me levanto y le tiendo la mano, ella la toma y se pone de pie, ambos caminos hasta mi hermana. Cuando llegamos hasta ella nos sonríe a ambos, cosa que hace a Charlotte soltar el aire que estaba reteniendo hace segundos.
Camill no fue tan mala como imaginé, incluso la aceptó más rápido de lo que creí, cambió de tema y tomó sus consejos, realmente creí que sería muy dura y tardaría horas en tomarle confianza, creo que incluso Camill ha madurado más que yo.
Durante todo nuestro rato juntos estuvimos hablando sobre nuestras vidas, la de Camill, del futuro, del pasado... Nos dimos un tiempo de familia y fue genial. Sentía demasiado miedo sobre esta tarde, creía que sería un desastre, que Camill me odiaría, Charlotte se sentiría fatal y por consecuencia yo mucho más, pero todo ha sido diferente, Camill me ha amado más que nunca, ha amado a Charlotte y eso me basta. Mis amigos, mis padres, y mis hermanas la quieren y a mi me gusta, así que no veo a qué tenerle miedo, ya no más.
Ahora mismo estamos Camill y yo esperando fuera de su puerta esperando que nos abran, solo basta unos segundos para que Jess nos deje ver su sonrisa de bienvenida.
—¡Hola, Jace! —saluda con emoción—¡Mike, Jace está aquí! — grita para luego volver a mirarnos de nuevo. Camille se acerca a ella y le da un beso en la mejilla, luego uno en su barriga.
—Hola, Charles— le saluda y luego corre escaleras arriba perdiéndose de mi vista.
—Por cierto, felices veintidós, ya eres todo un adulto.
—Muchas gracias, Jess, espero mi vida de adulto no sea tan horrible como la adolescente.
—Será mucho mejor.
—¡Hey!, pero si es mi chico cumpleañero. Feliz cumpleaños..
—Gracias señor Hans, y a ti también Jess.
—No es nada, ¿cómo se ha comportado Camill?
—De maravilla, hizo algunas preguntas pero fue muy comprensiva y amable.
—Me alegra mucho, le duele mucho Charlie, y te quiere mucho a ti.
—Estábamos preocupados de que fuera mal educada con tu amiga.
—Pues no lo fue, así que no hay de qué preocuparse.
—Te tiene un regalo—susurra Jess.
—¡Mamá! —suelta un quejido haciendo su gran aparición con una caja mediana en sus manos — era una sorpresa.
—No importa, sorpresa o no, me emociona.
Camill sale de su casa y sus padres esperan a ver que es lo que hay dentro de la caja, así que la abro cuando quito el listón amarillo que rodea la caja azul, de entre papeles color negro saco un pequeño lienzo con una pintura plasmada. Camill y yo sonriendo. Tengo que admitir que Camill ha pintado muy bien, con colores justos y el retrato de las dos personas está impecable. Estoy realmente impactado.
—¿Te ha gustado? —pregunta con impaciencia.
—Me ha encantado, lo colgare en mi pared para verlo todos los días.
—¿Enserio? — pregunta con una mirada brillante.
—Enserio.
—Ha estado tomando clases de pintura todos los días después de la escuela— comenta el señor Hans poniendo su mano en la cabeza de su hija.
—Quiero ser igual de buena que mi hermana.
—A este paso lo serás, esto es genial.
—Gracias, Jace—murmura para después abrazarme con fuerza.
—No es nada. Bueno, mañana tengo que tomar un vuelo, así que me voy, no veremos en unos meses.
—El diez de julio, para ser exactos— aclara Camill sonriendo.
—Y aquí estaré con un lindo pastel de chocolate.
—¿Lo prometes? — extiende su dedo meñique hacia mí.
—Lo prometo— extiendo mi. Dedo meñique y los entrelazo.
—Entra ya, deja que Jace vaya a descansar.
—Okay, dile a Charlotte que ya no me tenga miedo.
—Claro que se lo diré. Nos vemos— me doy la vuelta y caminó a mi auto con el regalo entre mis manos, entro y cierro la puerta. —Mira.
—Wow, ¿también es artista?
—Lo es.
—Es hermoso, tengo un martillo en mi caja de herramientas, lo colgare en mi casa.
—Pero es mío.
—Mi casa ya parece más tu hogar que tu verdadero hogar.
—No es cierto.
—Claro que sí —sonríe—¿nos vamos?
Enciendo el auto y coloco mi mano en la palanca de cambios.
—Falta combustible—comento. Se asoma al tablero y frunce el ceño confundida.
—No es cierto, tiene más de medio tanque.
—Hablo de mí, no del auto.
—Oh... ¿y cuál es tu combustible?
—¿No es nada obvio? — pregunto y señalo mis labios.
—Ay, eres tan mimado.
—Me acostumbraste.
Sonríe para luego acercarse y darme un corto beso. Con una sonrisa emprendo el camino a casa, un camino radiante y feliz, en el que hemos cantado varias canciones como si fuéramos grandes artistas en un concierto, canciones como happy together, i will survive, walking on sunshine, girls just want to have fun, etc.
De verdad que este día no puede ser mejor.
Al llegar a casa hemos ido directo a mi habitación, ya que mis padres están en su habitación y Juliette en la suya viendo caricaturas a un volumen para que toda la colonia las escuche, nosotros ahora estamos recostados en mi cama viendo una película que está por acabarse, estamos tranquilos sin saber que hora es y realmente no nos importa si es tarde o no, porque estamos cómodos mientras perdemos la noción del tiempo
.
—Mañana regresamos a Ohio—comenta Charlotte sin dejar de ver la película.
—Así es.
—¿Y... si te quieres ir?
—Sí, sí quiero.
—¿Y como es que la has pasado estos días?
—Pará ser sincero, han sido los mejores días que he tenido en Austin desde hace años porque estuve con mi familia, con mis amigos, con mis hermanas, contigo...
—¿Y mañana qué haremos?
—Despertar, e ir a un lugar.
—¿Pero cuál lugar?
—Uno muy significativo.
—¿Es significativo desde antes?
—Lo es.
—¿Y estás seguro de que quieres mostrármelo?, no quiero arruinar su significado.
—No lo harás, al contrario, harás que todo cambie, que todo sea mejor.
—¿De verdad?
—Sí, hoy estás más preguntona que nunca— acaricio su cabello mientras sonrío.
—¿Te molesta?
—Pará nada, me encanta responder tus preguntas por segundo— contesto con una sonrisa.
—Es qué no quiero interferir con tus recuerdos, con tu pasado, con tus vivencias, ni mucho menos quiero destruir tus lazos.
—Y no lo harás, yo quiero mostrártelo, quiero que me conozcas, mi historia, mi pasado, quiero que me comprendas, que no creas que soy como soy por gusto.
—Entonces lo respetaré, si así lo quieres.
—Gracias por comprender...
La película termina haciéndonos ahora ver solamente el menú de inicio de la plataforma.
—Deberíamos dormir—murmura mientras se acurruca contra mi cuerpo.
—Pero antes tienes que darme mi beso de buenas noches.
Cuando Charlotte está decidida a dármelo, levantando su cuerpo e inclinándose hacia mí, la puerta de mi habitación se abre dejando ver un pequeño duendecillo con el cabello alborotado y en pijama.
—¿Qué hacen?
—¿Qué haces tú, Luciérnaga?, es tarde y deberías estar dormida — ignora mis palabras y trepa las cobijas para lograr subir a la cama con nosotros.
—Estaba jugando con slime pero ya me dio sueño.
—Entonces debes ir a dormir a tu habitación, ven, te llevaré.
—No, quiero estar contigo, porque mañana te vas a las nubes.
—Solo iré de nuevo a la universidad y luego regreso en unos meses
.
—Pero quiero estar contigo— dice en medio de un puchero.
—Bueno supongo que los tres cabemos a la perfección, ven aquí Juliette—Extiendo el brazo y mi pequeña hermana se recuesta a mi lado acurrucándose con mi pecho, luego extiendo el otro y dirijo mi mirada a la Princesita.
—Ahora tú.
Sonríe y niega, haciéndome fruncir el ceño.
—Nop, ya me voy a la habitación que me ha acomodado tu madre.
—Pero aquí podemos dormir los tres.
Se levanta de la cama y comienza a caminar en dirección a la puerta.
—No voy a faltarle el respeto a tu casa y mucho menos a tus padres— dice imitando las palabras que dije en Miami.
—Bueno, pero necesito mi beso de buenas noches — y en ese mismo segundo que lo menciono un pequeño beso cae en mi mejilla.
—Listo, Jaceito, ahora puedes dolmil.
Sonrío y Charlotte alza los hombros.
—Adiós, duelme bonito, Charlotte, sueña con... —parece pensar —... conmigo, soy más bonita que Jaceito.
—Estoy de acuerdo Julie. Adiós, buenas noches—se despide.
—Buenas noches—decimos los dos Grey al mismo tiempo. Ambos nos acomodamos para dormir, yo un poco rígido y Julie abrazándome cual Koala.
Será una noche larga, muy larga.
[...]
Las voces que se escuchan a lo lejos y algo encajado en mi costilla me hacen despertar de mi profundo e incómodo sueño. A duras penas mis ojos se abren, como puedo me enderezo y veo a Juliette totalmente extendida por la cama, como una estrella de mar en una roca, con razón he sentido que me han apuñalado toda la noche en las costillas, he tenido cinco dedos encajados por horas.
Antes de bajar me doy una ducha rápida y me cambio, no quiero hacer esperar a Charlotte, además que tenemos lugares a los que ir, no me puedo tomar mi tiempo. Al estar totalmente listo le doy un último vistazo a Juliette, sigue dormida y desparramada por la gran cama, no pienso despertarla y arruinar su sueño. No recordaba muy bien lo que era dormir con ella, y mucho menos lo largo que puede ser su horario de descanso, ahora comprendo por qué está con tanta energía por las tardes y las noches.
Bajo las escaleras con prisa y entro a la cocina con una sonrisa.
—Buenos días—saludo a Charlotte, mi madre, y mi padre. Están teniendo un pequeño desayuno en la isla de la cocina.
—Hola, Jace—saluda mi padre.
—Bajaste... —susurro hacia Charlotte. Ella solo asiente con una sonrisa mientras sus brazos están cruzados sobre la isla.
—Me encontré con Charlotte en el pasillo mientras tu padre y yo buscábamos por todos lados a tu hermana, ya que a veces le da por bajar y dormir en los sofás, alguna veces decide ir a alguna habitación de huéspedes, también le gusta tu cama, y por alguna extraña razón le parece cómodo el tapete del baño.
—Les dije que ambos estaban dormidos en tu habitación.
—Ella está ocupando toda mi cama.
—Lo sabemos, tomamos fotos para el álbum familiar—dice papá con un tono de diversión.
—¿Qué?, ¿no es que se había acabado la última hoja de ese álbum?, hay fotos vergonzosas.
—Compramos otro, el anterior está repleto de fotos tuyas, este va a ser protagonizado por Julie.
—Tendrá algo de que sentir vergüenza cuando sea adolescente.
—Presiento que será una adolescente despreocupada, no creo que le importe el álbum —murmura Charlotte.
—Tienes un poco de razón. Bueno padres, nosotros nos vamos, volveremos a tiempo para ir al aeropuerto — Tomo la mano de la Princesita y comenzamos a alejarnos hasta la puerta principal.
—Espero que sí o perderán su vuelo—grita papá.
—Lo prometo—grito para finalmente cerrar la puerta. Ambos subimos al auto y nos colocamos los cinturones de seguridad.
El camino comienza tranquilo, ambos hablando sobre cómo es que hemos dormido, ella como un bebé y yo como en una guerra. Ambos estamos despreocupados y relajados, o al menos eso aparento, porque por dentro estoy muy emocionado de mostrarle el lugar al que vamos. Siento mariposas de emoción, porque después de que conozca el lugar al que vamos la llevaré a un lugar super importante.
—¿Podrías darme una pista de a dónde vamos?
—Nop.
—¿Es grande?
—Nop.
—¿Pequeño?
—Nop— vuelvo a negar.
—¿Público?
Niego una vez más.
—¿Privado?
—Charlotte, ya lo verás.
—Es qué me muero de curiosidad. ¡Ya sé! Me estás llevando a un lugar donde hay toros y se baila country.
—¿A las once de la mañana?
—Oh, es que no he visto ni un solo toro.
—Ni los verás.
—Pues que bueno, porque no traje mi sombrero.
Sonrío y le subo a la canción que está justamente pasando por mi playlist. Home, esta bella canción describe totalmente mi persona y situación. La canción continúa sonando y relajándome, haciéndome pensar y sentir tanto, que cuando me detengo en un semáforo me tomo el tiempo de ver con detalle a Charlotte, hace mucho que no lo hago.
Ella, ella tan hermosa y despreocupada, con su cabello castaño rubio, un poco alborotado, su piel ligeramente bronceada, unos ojos hermosos, su nariz y sus labios delicados, y un rostro tan angelical. Definitivamente he ganado, totalmente he ganado con ella, soy el campeón, la envidia. A veces me llego a preguntar en mis noches de pensar: ¿Por qué alguien tan hermosa y fuerte está conmigo?, que yo también soy guapo, pero no soy para nada fuerte, no sé manejar ese poder de seguir caminando, es más, ni siquiera lo tengo, aunque quiera es difícil, pero aún así ella está aquí conmigo, ayudándome, queriéndome y aceptándome. Y ese paquete no lo toma cualquiera.
—Jace, ya es verde—señala, se gira a verme atrapándome en mi transe tan vergonzoso.
—Ah sí—alcanzo a murmurar antes de aclarar mi garganta.
—Estabas mirándome.
—La verdad es que sí, eres muy bonita como para no hacerlo.
—¿Enserio?
—Tan bonita como... un jardín de tulipanes.
—¿Esa es tu definición de bonito?
—Pues un jardín de tulipanes lo es.
—Intenta de nuevo.
—Tan bonita como... un juego de americano.
—Buuh, sigo yo. Tú eres tan bonito como lo imperfecto.
—¿Imperfecto?
—Sí, eso es belleza, la imperfección, en el amor, en la personalidad, en la fachada. Lo perfecto es aburrido, saliese del plan y los estereotipos es lo bello de la vida, la imperfección da emoción, la hace parecer un garabato y no una figura de lados iguales. Eso no es bonito. Tu eres tan bonito como lo Imperfecto.
—¿Esa es tu definición de bonito?
—Lo es completamente.
—Me gusta.
—Lo sé... —susurra.
Estaciono y ambos bajamos, nos reunimos frente al auto y nos tomamos la mano para comenzar a ir a aquel lugar secreto que ya no es tan secreto.
—Esto es hermoso.
—Y de noche se ve mucho mejor.
—Me encanta, Jace — Se acerca a la baranda recargando sus manos en esta y mirando el paisaje. Ahí está ella, Charlotte, luciendo relajada, feliz y extremadamente bonita. Mientras más me centro en la imagen que estoy viendo, la imagen se va distorsionando, como cuando ves y ves una foto y cada vez tu rostro lo percibes más extraño, solo que en esta ocasión es toda una fotografía completa, no sólo un rostro. Es como si estuviera desconectado de la realidad.
Ahí está otra vez, ella, Charlie en aquella noche en la que cenamos comida china, me mostró a Evangeline y me castigaron por llegar tarde, aquella noche en la que no podía dormir de la emoción porque habíamos avanzado.
El día se ha tornado oscuro, las nubes han desaparecido y han sido sustituidas por estrellas brillantes, y hay comida china en el suelo, brillantes luces de fondo, y... ella en el lugar de Charlotte. Me acerco lentamente pero sin llegar a ella, su cabello castaño claro volando ligeramente por el mínimo viento luciendo tan joven como cuando se fue. Está tan cerca pero tan lejos.
—Jace, oye, oye...
Y vuelvo a la realidad.
Sus manos están en mis mejillas y su expresión es preocupada.
—Jace— vuelve a llamarme.
—Estoy bien—respondo de inmediato, me aclaro la garganta y miro sus ojos.
—¿De verdad?, te has quedado mirando a un punto fijo, tus ojos se aguaron un poco y tu respiración se ha acelerado, te he llamado varias veces y no me respondías de nada, tenías una mirada totalmente oscura y vacía, ¿quieres que nos vayamos?, puedo intentar manejar por ti, tal vez choquemos pero... no, mejor tomemos un taxi.
—Estoy bien, ahora lo estoy.
—¿Seguro?
—Si, Charlotte, solo recordé algo.
—Dijiste que me llevarías a lugares significativos, ¿es por eso?
—Sí.
—Deberíamos irnos, no quiero que te pongas triste.— dice para después tratar de caminar al auto pero antes de que lo haga la tomo de la mano y la regreso al lugar en el que estaba.
—No, no nos iremos aun, quiero contarte por qué este lugar es significativo, es rápido de contar así que no tardaremos mucho— Entrelazo nuestras manos y hago que ambos caminemos hasta la baranda para poder ver la ciudad mientras le cuento la corta historia del porqué el mirador es especial.
—¿Entonces?—pregunta.
—Este lugar es importante por Charlie, vinimos aquí juntos después de una fiesta, vimos las estrellas, me habló de sus gustos como su comida y película favorita, aquí sentí que conectamos, este lugar me dio una esperanza con ella, es importante el mirador, me recuerda a ella.
—¿Y por que si es un lugar muy importante me trajiste a él?
— Ya te lo había dicho, quiero que conozcas parte de mi vida y vivencias.
—¿La recordaste?
—Sí— asiento— lucía tan real, por eso mis ojos se aguaron, pero luego me despertaste, eso es lo que has hecho desde que llegaste y te presentaste en mi vida, despertarme de aquel sueño.
—Oww—murmura por lo bajo mirándome a los ojos con un toque de ternura— ¿De verdad?
Asiento con una ligera sonrisa.
—Me siento muy feliz contigo, Charlotte.
—Yo también me siento muy feliz cuando estoy contigo.
—Me atraes y mucho—suelto. Sus cejas se elevan un poco y su boca se entreabre.
—¿Qué?
—Que me atraes.
—¿Atraer en solo un sentido... sexual?
—No, Charlotte, atraer en un sentido lindo, bonito, romántico.
—¿O sea te gusto?
Asiento.
—¿Te gusto? —vuelve a preguntar.
—Sí, Charlotte, me gustas.
Su cara sorprendida cada vez disminuye y se transforma en un sonrisa acompañada de unas mejillas rojas. Da un brinco y me abraza aferrándose a mi cuello con cariño y emoción.
—¿Te gusto?, ¡te gusto!
—En verdad lo haces.
—Pues tu también me gustas a mi.
—¿Enserio?
—Claro que sí, ¿quién no podría enamorarse de esta cara?
—No te culpo—murmuro con una sonrisa.
Aprieta mis mejillas y deposita un casto beso en mis labios.
—Ahora vámonos, iremos a otro lugar más antes de volver.
—¿Otro más?
—El más importante.
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