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17. Ma Belle Evangeline

Me pongo de pie y voy inmediatamente al baño para darme una ducha relajante con agua tibia, al durar exactamente diez minutos salgo del baño y comienzo a cambiarme con ropa adecuada para salir, no con mi pijama. Lavo mis dientes y al terminar me miro en el espejo, tomo un peine y comienzo a pasarlo por mi cabello hasta que está bien arreglado, tomo el perfume y me pongo un poco.

Huelo rico, me veo guapo, estoy listo para... para solo ir y... estudiar.

Salgo de la habitación y me encuentro con mis amigos ya bien cambiados listos para irse.

—Que guapo—dice Daphne con una sonrisa al verme.

—Voy normal.

—Lo sé, solo que me parece que... —comienza Ken.

—... quieres impresionar a alguien—termina Leo con una sonrisa.

Impresionar...

—Mejor vámonos que vamos a llegar tarde—murmuro afirmando el agarre de mi mochila en mi hombro.

Daphne sonríe ligeramente y sale detrás de mis otros dos amigos, antes de cerrar la puerta me miro en un pequeño espejo que tenemos en la entrada, con mis dedos acomodo mi cabello para estar presentable y cuidar que ni un pelo se salga de su lugar. Bajo junto con mis amigos hasta nuestro auto, nos despedimos de Ken quien va a su universidad, y nosotros nos subimos a los autos. Daphne y Leo van en el del antes mencionado, y yo en el mío, ya que debo tener espacio para poder llevar a Charlotte a su casa, para poder seguir feliz coloco música, busco entre mi playlist más escuchada alguna canción feliz, hasta que me encuentro con la adecuada, subo el volumen y ahora me siento en una película, como si todo pasara en cámara lenta. Después de unos quince minutos estoy en la universidad, listo para lo que me venga hoy. Estoy muy entusiasta, es extraño pero se siente bien...

Bajo del auto y camino a paso apresurado hasta mi próxima clase, al entrar al salón me siento en una de las sillas y espero pacientemente, algunas veces utilizo mi celular como espejo para acomodar mi cabello en caso de que algún cabello se haya salido de su lugar, bajo el dispositivo inmediatamente cuando la veo entrar con una sonrisa y su cabello bien arreglado, la sigo con la mirada hasta que llega y se sienta a mi lado.

—Hola.

Junto el ceño.

¿Hola?, ¿un simple hola?

—¿Solo hola?

—Hola, Texanito—corrige con una sonrisa.

—Hola, Princesita—sonrío.

—Que bien te ves hoy.

—¿Enserio? —pregunto con entusiasmo.

—Y hueles muy rico—suspira y cae dramáticamente contra el respaldo de la silla y coloca el dorso de su mano en su frente— Perfume de hombre.

—No es para tanto, no seas dramática.

—Lo único es tu cabello, está muy peinado.

Me acerco un poco y la miro a los ojos.

—Arréglalo—murmuro con una sonrisa. Pasa su mano por mi cabello revolviéndolo todo, pero haciéndolo ver atractivo a la vez.

—Despeinado me gustas más.

Me Gustas.

—Me gusta tú cabello, eso quise decir—corrige de inmediato, asiento lentamente y me siento correctamente en mi silla cruzando los brazos mientras sonrío y miro a las personas entrar al salón de clase.

Me gustas. Eso sonó extraño, pero no demasiado, fue un extraño agradable...

[...]

Charlotte y yo nos sentamos bajo el gran árbol para descansar de todas las tediosas clases que hemos tenido. No he visto a Leo y Daphne desde que comenzó la hora libre, deben estar haciendo sabe que cosas en sabe que lugar.

Me perturba tan solo pensarlo.

—Sabes Jace, deberíamos salir de nuevo, divertirnos en la vida—comenta mientras saca una gran bolsa de cacahuates de su mochila. Tal vez eso ocupe más espacio de lo necesario.

—¿A dónde quieres ir?

—¿Por qué no vamos a dónde miramos las luces flotantes?

—Podemos comer sushi y escuchar música.

—Claro, hablar, divertirnos, ser jóvenes deslindados de responsabilidades por tan solo una noche.

—¿Paso por ti?

—Puedo ir en autobús, eso no es problema.

—Tienes que decir que sí.—susurro. — ¿Paso por ti? — repito. Suspira con una sonrisa y asiente.

—Sí, te estaré esperando.

—Más que perfecto. ¿Cinco?

—¿Seis?

—¿Siete?

Nos quedamos mirando y luego sonreímos ligeramente.

—Ocho—décimos al mismo tiempo.

Una salida más con Charlotte, no sé por qué me resulta tan fácil salir con ella, pero con otras chicas me resultaba lo más difícil del mundo, supongo que porque las demás casi se me lanzaban encima, pero ella no, y eso lo hace diferente, totalmente diferente, me hace sentir que puedo avanzar con lentitud con ella y formar una buena amistad, o lo que sea que se vaya a dar, pero con las demás sentía que debía hacer lo que ella querían.

Abrazos, besos, sexo, y algo tan crudo.

Pero con Charlotte, es diferente, abrazos, risas, juegos, salidas, y ella escucha, me escucha. Lo hace todo diferente.

Al llegar a casa lo primero que hago es ir a mi habitación y dejar mi mochila enseguida de la cama, después vuelvo a salir y me siento en el sofá junto a mis amigos.

—¿Cómo te fue en tu día? —pregunta Ken cuándo se sienta a mi lado.

—Genial—respondo con entusiasmo.

—Te escuchas feliz...

—Me escucho normal.

—No es verdad, te escuchas diferente, tu voz y tu rostro son felices—comenta Daphne desde la cocina donde bebe agua.

—Tal vez sea porque... —comienza a hablar Leo—... pasaste todo el día con Charlotte, hablando, riendo y comiendo cacahuates. Siento una parte de mi rostro calentarse.

—Te pusiste rojito—dice Daphne apretando mis mejillas.

—Basta, dejen de molestarme.

—No te molestamos, solo... molestamos... —murmura Leo no muy convencido de sus palabras.

—Pero de forma bonita—le sigue Daphne, me cruzo de brazos y niego con desaprobación.

—¿Comemos algo? —pregunto. Todos me miran extrañados y por un momento no dicen nada, hasta que me pongo de pie y voy y me siento en la gran isla esperando a que se me unan.

—¿De verdad?, ¿hablas enserio?, ¿puedo preparar algo rápido?— pregunta Ken mientras abre el congelador y saca un par de carnes.

—De verdad, tengo mucha hambre.

Leo y Ken comienzan a cocinar y preparar todo, mientras tanto Daphne y yo los miramos con seriedad, pero una bonita, una de esas que no son para nada incómodas o negativas.

—¿Vas a salir con Charlotte verdad? —susurra Daphne.

Volteo a verla y asiento, sonríe ligeramente y alza los hombros.

—Ahora siempre estás feliz cuando se trata de salir o compartir algo con ella, y está bien, pero no te apoyes mucho en ella, y no estoy siendo negativa o celosa, solo que...—hace una pausa y mira la isla un segundo para después volver a mirarme—... no quiero ver que dependes de alguien de... nuevo—termina en un susurro.

Dependencia emocional.

Cuando un individuo establece una fuerte vinculación con otra persona, que generalmente se centra en la pareja, y que se caracteriza por una fuerte necesidad del otro, sentimiento de temor a que la relación se acabe y una presencia de malestar y sufrimiento significativo que está presente en la mayor parte del tiempo. Es un problema muy habitual hoy en día y cada vez es más frecuente, hasta a mi me ha pasado, a veces creemos que los trastornos y problemas son tan difíciles que nos lleguen, pero la realidad es que nadie elige tener depresión, ansiedad, dependencia o estrés. Nadie. Nadie quiere eso, solo pasa, y es tan horrible como esas cosas que simplemente pasan, nos arruinan la vida poco a poco.

Todos tenemos la oportunidad de salir de esos problemas y trastornos, pero solo pocos lo logran, y muchos se quedan en el fondo, por eso el fondo del mar me da mucho miedo.

—Eso no pasará, lo prometo.

—Tampoco quisiera que la usaras como rehabilitación, si la quieres como amiga, quierela y sé amable, si la quieres como algo más... asegúrate de amarla lo suficiente.

—Okay... —susurro cuando sus palabras se quedan en mi cabeza.

Asegúrate de amarla lo suficientemente...

[...]

Estaciono el auto justo abajo de la colina y ambos bajamos llevando las bolsas llenas de frituras y un par de jugos para pasar el rato. Charlotte coloca una manta gruesa sobre el césped y nos sentamos con toda la comodidad que existe. Saco todo lo de las bolsas y lo acomodo.

—También traje pizza casera hecha por mí especialmente para ti—sonríe cuando saca un tupper con un par de pizzas en ella.

—¿Cuando las hiciste? —sonrío.

—Hoy por la tarde, para la ocasión.

—Muy lindo de tu parte princesita.

Sonríe y las acomoda junto a las bolsas grandes de frituras, lo que solo era una simple salida de repente se convirtió en un picnic nocturno. Tomo una pizza hecha por ella especialmente para mí y me recuesto utilizando mi antebrazo como almohada. Charlotte me mira sentada como esperando que le diga que opino de su creación, le doy una mordida e inmediatamente suelto un suspiro, es realmente deliciosa, el queso, los pepperonis extras, las aceitunas negras cortadas en rodajas.

—Esto es delicioso—murmuro señalando la pizza y haciéndola sonreír con satisfacción.

—Es la respuesta que esperaba.

Charlotte toma una pizza y se recuesta a mi lado.

—Creo que necesitaba un momento así.

—Un momento tranquilo.

—Definitivamente, me hace bien estar contigo, yo ya soy feliz, pero desde que te conocí lo soy más, me hacía falta sentir lo que es la amistad, el cariño sincero.

Amala lo suficiente.

—A mi me agrada pasar el rato contigo, la paso muy bien y me siento seguro. —Volteo a verla pero ella está mirando el cielo nocturno.

—¿De verdad?— voltea a verme, su mirada y su rostro en general es emocionado.

—Sí—susurro.

Sonríe y me sostiene la mirada, puedo notar un brillo en sus ojos, puede ser la luz de la luna y las estrellas, o puede ser otro tipo de brillo, uno con un significado totalmente diferente.

—Tus ojos brillan mucho— susurra. Inmediatamente con esa frase me transporto a unos años atrás, y recuerdo lo que le respondí: no dejarán hacerlo mientras estés frente a mí.

Deshago esas ideas del pasado y me concentro en el presente, en ella, en Charlotte.

—¿De verdad?

Asiente sin dejar de verme con ternura. O al menos es lo que percibo.

—Tal vez sea la luna.

—Y las estrellas. Sería tan lindo que sonara Ma Belle Evangeline en este momento. ¿No crees?

—Lo creo —le sonrío.

—¿Y quién dice que no podemos escucharla? — se pone de pie y busca algo en su celular, yo la miro desde abajo, viendo como saca un poco su lengua como acto de concentración, un par de minutos se comienza a escuchar la canción, la cual a pesar de escucharse únicamente por la bocina del celular, se escucha bastante fuerte porque estamos solos y en silencio. Me tiende la mano para ayudarme a levantar y gustoso la tomo, ambos quedamos frente a frente mirándonos, hasta que ella toma la iniciativa, como siempre, y no es para nada molesto. Toma mi manos y las pone en su cintura, el ligero temblor de estas la hacen sonreír y como consecuencia a mi también, pero esa sonrisa se va borrando ligeramente cuando pasa sus brazos alrededor de mi cuello y la distancia se acorta aún más.

Está teniendo mucha iniciativa, y vuelvo a decir: no es molesta.

Por un momento los dos nos miramos y todos los sonidos externos se van, solo está la música, nosotros y una extraña... tensión. Comenzamos a movernos ligeramente como un vals de graduación.

"Por Las noches vendrás así y más la reina más bella por aquí. Me quieres solo a mí. Siempre hay un método de amar. Y te amo Evangeline.

—El hermoso amor—canta sin apartar la mirada.

—El grandioso amor—le sigo.

—Así es nuestro amor...—cantamos en un susurro. Sus brazos se cierran más haciendo perder el espacio entre los dos, y mis manos en su cintura la juntan más a mi cuerpo, ahora estoy en un baile, un abrazo bajo las estrellas y escuchando una hermosa canción... con una bella chica.

Su cabeza descansa en mi hombro y la mía ligeramente en su cabeza.

Me siento puro, libre y feliz, todos los sentimientos buenos se juntan en mi pecho con cada latido de mi corazón que se sincroniza con el suyo, tal vez estemos creando una nueva melodía.

Levanto la mirada al cielo, específicamente a aquella brillante estrella, y luego la bajo nuevamente a Charlotte cuando se separa y me mira a lo ojos, ambos sonreímos y volvemos a la posición anterior.

Mírenla el cielo encender, te amo Evangeline.

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