13. Fiesta.
Charlotte y yo descansamos bajo el gran árbol mientras comemos cacahuetes después de una intensa clase de embriología. No hablamos, sólo observamos a nuestro alrededor a las personas, todo está tan tranquilo a nuestro alrededor, nada de interrupciones hasta que llega Leo acompañado de Daphne, Se sientan con nosotros, solo que Leo a mi lado y Daphne al de Charlotte, lo que me parece totalmente extraño.
—Hola, Charlotte—le saluda con amabilidad y una sonrisa que me hace saber que está siendo sincera. Charlotte me mira de reojo y luego sonríe.
—Hola Daphne...
Su plática continúa causándome extrañeza, no creo que Daphne lo haga para algo malo, al contrario, sé que es para algo bueno, para ser amigas, pero... lo repentino que ha sido me causa una sensación extraña en el pecho.
—¿No es extraño? —le pregunto a Leo en un susurro.
—¿Qué cosa?
—Que Daphne se sentara a hablar con Charlotte.
—Ah eso, por la noche dijo que sí era posible que te gustara, entonces ella tendría que mejorar su trato.
—Pero Charlotte no me gusta.
—Pero dijiste aun.
—Sí, lo dije, pero en un sentido en el que nunca se sabe, yo nunca pensé que ustedes se amarían descontroladamente, por eso no descarto.
—Bueno, pero aún así es mejor que la haga su amiga, presiento que Charlotte pasará tiempo en nuestra casa, además, le hace falta una amiga, a veces se molesta porque no sé la diferencia entre morado y púrpura. Soy vanidoso y me gusta la ropa, pero no a tal extremo.
—Lo dudo, me gusta más la casa de Charlotte —susurro.
—¿Su cama es más cómoda que la tuya?
—Mucho más cómoda—bromeo por lo bajo.
—Oye, pero no quites la posibilidad, Charlotte es muy bonita, debe gustarle a algún chico de la universidad.
—Eso es seguro.
—Mejor si ese chico eres tú.
—No digas tonterías.
—No son tonterías...
Al finalizar nuestra hora libre Leo y Daphne se levantan despidiéndose de nosotros y yéndose a su próxima clase, ambos se sonríen y después Leo le pasa el brazo por los hombros acercándola a él y dándole un beso en el cabello con cariño.
—¿Por qué sonríes?— pregunta Charlotte.
—Por Daphne y Leo.
—Hacen una linda pareja.
—Sí, ellos son el uno para el otro y jamás nos dimos cuenta.
—¿Nunca se habían gustado hasta ahora?
—No, Daphne tuvo novio toda la preparatoria, estaba muy enamorada, y luego llegó su desilusión, y Leo tuvo novia por un rato pero las distancias solo les trajeron peleas, pero ahora están felices juntos.
—Después de la herida llega la sanación que borra todo.
O después de la herida queda la cicatriz que te hace recordar todo.
—Me alegra verlos progresar. ¿De qué hablaste con Daphne?
Charlotte sonríe con emoción y se acomoda.
—Hablamos de nosotras, de cómo somos, nuestros gustos, incluso reímos, y me dijo que le caí bien y espera poder volver a hablar conmigo, incluso me pidió opinión sobre si comprar un bolso morado o púrpura, es genial tener una chica con quien hablar lo más mínimo, no solo tener a un malhumorado que no se baña.
—Sí me baño, solo que no me pongo muy guapo porque te enamoraría.
—Jamás me enamoraría de alguien al que sus pies le huelen a queso Chihuahua.
—Que no me huelen a queso, huelen a flores. Bueno, volviendo al tema, me hace feliz ver que Daphne por fin ha roto la pared que construyó.
—Sentía nervios, sentía que si decía algo erróneo ella me odiaría.
—Pues no fue así, o al menos no ahora.
—¿Qué?
—Es broma—rio.
Charlotte sonríe y abraza mi brazo con mucha fuerza.
—¿Vas a ir a la fiesta de hoy?
—¿Qué fiesta? —pregunto.
—Es una fiesta universitaria que organizó un chico de psicología.
—Mmm, paso.
—Anda, vamos, yo quiero ir, y como tu eres mi único amigo me tienes que acompañar—sonríe como si fuera una niña pequeña tratando de conseguir lo que quiere.
—Mejor compremos una pizza y vayamos a alguna colina a ver el cielo.
—Por favor, alcohol, baile, ¡fiesta! —grita levantando las manos y moviendo su cabello como si sus oídos escucharan una canción de rock. Suelto un suspiro y la veo agitar su cabeza todavía después de unos segundos, le tomo el hombro para que se detenga, y lo consigo.
—Que bueno que me hiciste parar, mi cuello comenzaba a doler.
—Está bien, iremos juntos, al cabo también mis amigos irán.
—¡Woh! ¡Fiesta, alcohol, y más fiesta!
Suelto una carcajada y luego sonrío mientras la veo agitar su cabeza y brazos de nuevo. En fin, Charlotte
[...]
Ken, Sucy, Daphne, Leo, Charlotte y yo entramos a la casa del chico de psicología, la casa está repleta de gente bailando, probablemente la mayoría de la facultad de medicina y uno que otro de alguna otra carrera.
—Vamos a alcoholizarnos—dice Charlotte tomando mi mano y comenzando a jalarme entre la gente.
—Vamos a beber con tranquilidad.
—No te escucho por la música tan alta, que lastima.
Sonrío ligeramente hasta que llegamos a la cocina. Yo no sé de dónde saca la gente tanto dinero para alcoholizar a muchas personas, aún no sé de dónde juntábamos tanto dinero Ken, Leo y yo para el alcohol gratis que dábamos en las fiestas. En fin, adolescentes con dinero y sed de derroche.
Charlotte toma una botella verde de cerveza y me da una a mí, la abrimos al mismo tiempo y le damos un gran sorbo. Charlotte toma mi mano, no de la muñeca, de la mano, cosa que me sorprende y hace que mi cuerpo entero se tense, parece no darse cuenta porque me jala a través de las personas hasta la pista improvisada, sin pensarlo comienza a bailar como todo un gusano con sal, mientras tanto yo solo estoy parado frente a ella dando ligeros sorbos a mi botella de cerveza.
—Baila, Jace.
—No sé hacerlo.
—¿Nunca practicaste con el trapeador?
Su pregunta me transporta inmediatamente a aquella noche del baile, yo no sabía bailar muy bien, así que cuando mis padres se fueron por un rato de casa decidí tomar el trapeador y buscar tutoriales de youtube, así aprendí a bailar "el vals perfecto en cinco minutos", pero de ahí en más nunca se me ha dado muy bien bailar las otras canciones, no sé qué movimientos hacer.
—Sí, pero solo el vals, creo que esto no aplica con electrónica.
—Pues no, hay diferentes formas de bailar electrónica.
—¿Cuáles?
—Pues está la de bailar sola—comienza a hacer un pequeño baile al ritmo de la música —Y el de pareja.
¿Pareja?
—¿Eso no solo aplica para los vals y las canciones lentas?
—Claro que no, incluso en la electrónica y música movida se puede.
—¿Cómo se baila?
—¿De verdad quieres que te enseñe?, no es la gran cosa pero seguro te pones nervioso.
—Sí, sí quiero saber, ya me diste la duda ahora resuélvela.
Asiente no muy convencida. ¿Qué tan malo será?
Charlotte se acerca a mí pegando nuestros cuerpos y combinando nuestras respiraciones, bueno, la mía en realidad se ha detenido en el momento en que mi espacio personal se ha reducido. Sus manos pasan por mi cuello creando una corriente por mi espada, pero estoy seguro que no tiene nada que ver con que su cerveza helada ha tocado mi cuello, sino por otra cosa. Nuestros rostros están demasiado cerca.
—Pon tus manos en mi cintura.
—¿Qué? —pregunto tragando un poco de saliva.
—Tus manos en mi cintura.
Lentamente y sin soltar la botella de entre mis dedos, lo hago, mis manos se posan en sus caderas haciéndome aguantar la respiración. Hace tiempo no me sucedía. Comienza a bailar meneando su cuerpo al ritmo de la canción, la verdad que que se ve muy bien bailando, disfruta la música y la siente tanto que cierra los ojos, y es cuando aprovecho para mirar su rostro con detenimiento, sus largas pestañas, sus cejas y su nariz delgada, como relame sus labios mientras sigue con los ojos cerrados,y ese simple acto hace que mi garganta se seque.
Es mi amiga y un simple baile, no debería pasar esto dentro de mí.
Charlotte abre los ojos y me mira con una sonrisa. Ya quisiera yo tener una sonrisa.
¿Acaso es el alcohol? Pero si solo he tomado un sorbo, tal vez ya no tengo ningún tipo de aguante a tal líquido.
¿Entonces qué es? Ni en mil años es amor.
Charlotte suelta mi cuello y luego sonríe.
—Así se baila, bueno, más o menos, en realidad ambos se tienen que mover, pero ya aprenderás.
—Linda forma — Sonrío ligeramente.
—Sí, bailar con la pareja que te gusta es una sensación super... wow.
Alzo una ceja confundido e inmediatamente ella abre los ojos.
—No, no, tú no me gustas, me refería a cuando bailas con otra persona que te gusta.
—Claro, claro, voy a fingir que te creo.
—No digo mentiras, no me gustas, nunca me gustaría alguien a quien le huelen los pies.
—Basta de decir eso—murmuro en broma y bebo un sorbo.
—Entonces no pienses que me gustas.
—Okay, okay, no lo voy a pensar hasta que esté seguro de que no tienes un santuario sagrado con un gran póster de mi cara.
—Cállate, Jace Grey Edwards — frunce las cejas y aprieta los labios.
—¿Por qué te enfadas?, ¿acaso descubrí tu secreto?
—Mi secreto es que te quiero matar ahora mismo.
—¿Mataría a tu obsesión?
—¿No sabía que los acosados casi siempre mueren a manos de sus acosadores?
—No sabía y ahora tengo miedo.
—Tranquilo, no mataría a mi único amigo, eres muy bueno para morir, tú tienes mucho por vivir—dice dándole más seriedad a nuestra conversación.
—¿Crees que realmente merezco la felicidad?
—Sí, eres una persona tierna y amable, mereces todo lo bueno del mundo.
Todo, todo no, porque he sido malo con personas que quiero, pero sí quiero ser feliz, aunque sea lo más mínimo.
—Vamos a seguir bailando, no hay que ser tan cursis en una fiesta—murmura. Asiento mientras aclaro mi garganta, trato de seguirle el paso con la música ruidosa y movida que retumba contra las paredes del lugar.
La noche continúa entre cervezas, botellas y shots de dudosa procedencia. No hay que beber cosas de dudosa procedencia, porque por esa razón ahora estoy riendo a carcajadas con Charlotte camino a su casa. Yo solo recuerdo que alguien puso un pequeño vasito frente a mi cara y lo bebí. Vuelvo a decir, yo tengo que hacer eso.
Durante toda la noche, a pesar de la gran intoxicación en mi cabeza, no pude, corrección, no he podido dejar de ver a Charlotte, solo la escaneo de pies a cabeza y me quedo varios segundos mirándola a los ojos, pero únicamente durante los semáforos me doy un pequeño tiempo para observarla. Es que a pesar de todo se ve muy linda esta noche, tal vez mi intoxicación distorsione todo, pero sus ojos se ven tan brillantes que me es imposible no mirarlos, su cabello se ve tan naturalmente arreglado, sus labios tan rojos y sus mejillas tan rosadas.
Es extraño todo lo que estoy sintiendo al verla.
La cerveza no es buena, definitivamente, mucho menos esos shots...
Finalmente me detengo frente a la puerta de entrada al edificio de Charlotte.
—Me divertíiiiiii, millonessssss—alarga las palabras entre risas mientras baja del auto, la sigo por detrás y nos quedamos parados frente a la gran puerta.
—Yo también me divertí billonessssss—comentó entre risas.
—Quiero que tengas cuidado al iiiiirte a tu casitaaa—sonríe con torpeza mientras pone sus manos en mi cuello y me acerca un poco con un toque brusco.
—Claro que sí señoritaa mejillas rojasss—sonrío frente a su rostro distorsionado mientras pongo mis manos en sus caderas. Ella ya no dice nada y yo tampoco, solo estamos ahí parados a altas horas de la noche, con copas de más, muy cerca, y con unas grandes ganas de algo. Tengo que decir que a pesar de que su rostro se ve de todos colores y borroso, sus labios siguen luciendo atractivos.
Creo que esas son las grandes ganas de algo.
—Jace el texano vaaaaqueritooo—susurra con una sonrisa.
—¿Te puedo dar un beso? —pregunto con tanta seguridad que ni las palabras arrastradas me han salido.
—¿Un beso?
—Sí, uno pequeño, pequeñito, pequeñititito, chiquitititoo—hago ademanes con las manos simulando lo pequeño que quiero que sea. Charlotte separa una mano de mi cuello y la coloca en su barbilla pensante.
—Okay—alza los hombros y vuelve a colocar su mano donde hace rato.
—Bueno.
Corto los últimos centímetros entre ambos y junto nuestras bocas en un pequeñísimo beso de super amigos. Nos separamos y nos miramos con caras atontadas, no por el beso, sino porque el alcohol aún está nadando en nuestro sistema.
—Buenas noches, Princesita.
—Buenas noches, Texanito—sonríe y me da un último beso para después entrar a su casa haciendo un bailecito con brincos. Junto el ceño y así mismo vuelvo al auto.
El viaje a casa ha sido tranquilo, me he mentalizado con que soy conductor y me he concentrado en el camino, así que no he tenido ningún problema. Al subir a casa me he encontrado con mis amigos dormidos en el sofá, todos sentados con las cabezas recargadas en el hombro del otro. Sonrío por la escena y les paso un frazada por encima para que no pasen fríos.
Voy hasta mi habitación y como puedo me coloco la pijama y lavo mis dientes, he tratado usar el hilo dental pero he fallado, así que solo me voy a acostar, paso las cobijas por encima de mi cuerpo y miro al techo como lo más interesante del mundo, como siempre.
¿Besé a Charlotte?
¿Lo voy a recordar mañana?
Bueno, no lo sé, pero fue algo extraño y... lindo.
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