10. De Super Amigos
—Gracias—agradezco al chico que nos deja entrar a la sala, Charlotte y yo tomamos asiento en nuestros números asignados y esperamos a que la demás gente y hora adecuada llegue.
Hemos decidido tener una salida para distraernos de lo estresante que es una carrera médica, o al menos así lo es para nosotros, bueno, hemos decidido venir al cine y ver la nueva película de la cartelera. Es una salida insignificante, incluso venimos en nuestros peores trapos, ahora si que nos peinamos, pero en trapos feos.
—Si me asusto no te sorprendas cuando te suelte un pellizco.
—Oye no, mi piel es delicada.
—Lastima— se queda un rato en silencio y luego se me acerca un poco—¿Te pusiste perfume?
—Sí...
—Hueles bien, me gusta el olor.
—¿Solo el olor? — sonrio ladino pero al instante desaparezco el gesto.
¿Pero qué cosa acabó de preguntar?
Ha sido totalmente involuntario, tal vez si lo he pensado, pero Dios, yo no quería decir eso.
—También me gustan tus zapatos—dice mirándolos con una sonrisa.
Que suerte que no ha comprendido el otro sentido o de verdad hubiera sido vergonzosa la situación.
Las luces se apagan y los cortos comienzan a reproducirse, que suerte, porque no quiero que otra pregunta involuntaria salga de nuevo. Después de cinco cortos y escuchar cinco veces a Charlotte decir "quiero ver esa", la película por fin empieza. Esta comienza con tonos oscuros en una casa vieja y de fondo una fecha muy antigua, esto promete un buen terror. Los minutos pasan con lentitud y dolor, y digo dolor porque Charlotte está encajando sus uñas en mi brazo, no quiero quejarme porque yo también estoy un poco asustado, y de esa manera no me siento solo, pero de verdad que duele, tal vez tenga las marcas hasta el día de mañana, en ocasiones brincamos porque nos asustamos, otras yo me asusto porque ella se asusta, y otras ella porque yo me asusto. En fin, nos la hemos pasado asustados toda la función. No sé en qué momento pensamos que era buena idea ver una película de terror.
Al terminar nos ponemos de pie y salimos por las grandes puertas hasta estar en la salida del gran cine.
—No me dio miedo—comenta Charlotte obligándome a mirarla con incredulidad
—¿Enserio?, ¿estás bromeando? —levanto la manga de mi sudadera mostrando mi brazo y las marcas rojizas de sus uñas en mi piel.
—Okay, tal vez sí me asusté un poco. ¿Te duelen?
Niego mientras saco las llaves de auto de mi bolsillo y me dirijo a la puerta de piloto para abrirla.
—Pero sin duda no volvería a ver una película de terror contigo.
—Que malo, yo quería a ver el conjuro contigo y así poder dejar rasguños en todo tu cuerpo—bromea.
—Que agresiva, Princesita.
Sonríe mirando al frente cuando comienzo el camino.
—¿Podemos llegar a comprar una pizza? — pregunta.
—Claro, ¿cuál es el motivo para comprar una cena tan elegante?
—Hambre.
Sonrío un poco y voy a dónde me ha pedido hace unos segundos. Conduzco hasta el primer local de pizzas que encuentro, me detengo a frente y Charlotte baja para comprarla. Yo espero paciente a su regreso, veo un poco el celular, y luego sin darme cuenta ya está de nuevo conmigo.
—Huele delicioso—murmuro saboreando el olor y viendo como un vapor sale de la caja. Pizza de pepperoni. ¡Que delicia!
—¿No te gustaría invitarme a cenar? —sugiero con una sonrisa mientras la miro a los ojos.
—La verdad es que no—sonríe sin dejar mi mirada de lado.
—Eres muy mala conmigo—hago un ligero puchero que deshago al instante dándome cuenta del espantoso gesto que acabo de hacer frente a ella.
¿Pero qué estoy haciendo?
—¿Acabas de hacer un puchero? —pregunta con voz burlona y algo emocionada.
—No—digo y comienzo a conducir.
—Sí lo hiciste, y te viste muy lindo y tierno.
—No, no lo hice, estás divagando.
—A que sí, vamos, hazlo otra vez.
Niego sin mirarla para no perder de vista el camino.
—Anda, porfis—súplica.
—Que no. Es mi última palabra y no pienso...
—Y te doy pizza.
Pizza, mi mayor debilidad, y tengo que aceptar que esa caja de pizza se ve y huele delicioso, haría cualquier cosa por una rebanada, pero lo que hay que hacer es muy humillante y cursi, yo ya no soy cursi, al menos no con cualquiera. No cedería por cualquier pizza, pero esa pizza no parece cualquiera y termino haciendo un puchero más.
—¡Ahh! —suelta un grito lleno de emoción—te ves muy tierno, te acabas de ganar incluso dos rebanadas.
—Por la mitad valdrá la pena lo que acabo de hacer, paga mi humillación adecuadamente.
—Entonces la mitad es tuya.
—Ya anhelo poder comerla.
—¿Enserio tienes hambre?
—¿Por qué la duda?
—Pues en lo que llevamos siendo amigos he notado que no tienes un gran apetito.
—Cuando se trata de pizza siempre tengo hambre.
—Que conveniente.
—Demasiado.
Un silencio se apodera cuando ambos solo dejamos al aire un par de sonrisas. Dentro de mi creo que el silencio será largo, pero es interrumpido por un grito.
—¡Mira!
—¿Qué? — pregunto un poco asustado por su reacción tan repentina.
Apunta por la ventana a un gran grupo de personas con ese tipo de linternas de papel que se van volando, como las de la película Rapunzel.
—¿Podemos verlas? —pregunta con una sonrisa como si fuera una niña pequeña solicitando un juguete caro.
—Pero la pizza se va a enfriar... —susurro mirándola por pequeños segundos.
—Podemos comerla mientras vemos las luces. Feliz tú, feliz yo.
Lo pienso un poco y luego suelto un suspiro pesado. Giro el volante y me desvío del camino a casa de Charlotte, me detengo en una colina pequeña y alejada de las personas, pero desde donde podremos ver las luces perfectamente. Ambos bajamos del auto y nos recargamos en el capó, mientras tanto escuchamos la música del auto que he dejado puesta.
—Que lindo es aquí. Las luces de Ohio resplandecen mucho desde este lugar.
—Me recuerda al mirador de mi ciudad, aunque era más alto y con agua debajo, pero me hace recordar.
—Algún día podré ir y comprobarlo.
Guardo silencio mientras respiro el aire, tranquilo y fresco, como el de Austin, la vista es tan hermosa, las personas se mueven de un lado a otro mientras pintan mensajes en sus lámparas de papel, tal vez algún deseo o recuerdo, se ven tan felices.
—¿Eres feliz? —pregunta tan derrepente.
La miro y ya está comiendo una pizza mientras ve a las personas, así que yo tomo una rebanada y antes de darle un mordisco le contesto la pregunta.
—No mucho. ¿Tú?
—Aunque parezca que sí, pues no, no mucho.
—¿Y te gustaría serlo?
—Demasiado. ¿A ti?
—Igual, me encantaría ser la persona que era antes.
—Pues a mí no, o tal vez sí, pero sin mi pasado oscuro, o sea Garret.
Garret. Mmm... sí, suena a nombre de una persona que no tiene escrúpulos y a la cual odiaría infinitamente.
—Pero aun así sigo creyendo que algún día lo seré, que encontraré el amor verdadero y seré la persona más enamoradisima del mundo entero.
Palabras que diría Jace Grey de Diecisiete años, tan cursi e inocente, creyendo que la vida es tal como la pensamos e idealizamos.
—Yo no creo que vuelva a ser feliz, aunque lo deseo infinitamente, eso no lo voy a negar, pero la verdad es que veo muy lejos esa posibilidad.
—Nunca dejes de creer, Jace.
Antes de poder contestarle pone una de sus manos en mi boca haciéndome callar, escuchamos la música de fondo y justo ha comenzado Don't stop believin.
—Canción para la ocasión—murmuro para darle una mordida a la deliciosa creación de un viejo y un horno.
—Amo es canción, vamos, canta conmigo.
—Paso.
—¡She took the midnight train goin' anywhere. Just a city boy. Born and raised in South Detroit !—Canta mientras con su mano simula un micrófono.
Me mira con una sonrisa y me pasa el "micrófono", obligándome a cantar la siguiente parte. No puedo negarme a ella y su entusiasmo. No hoy.
—He took the midnight train goin' anywhere. -- suspiro y niego ante lo que estoy haciendo —A singer in a smokey room, the smell of wine and cheap perfume—canto por lo bajo.
Charlotte me sonríe.
—Es todo lo que cantaré.
—Si cantas conmigo te daré una pizza entera, anda Texanito.
Esas ofertas tan tentadoras, ha encontrado mi punto débil, las pizzas, me manipula con ellas, y lo peor es que caigo y caeré siempre.
—Eso no vale.
—Claro que sí se vale, anda
—For a smile they can share the night, it goes on and on, and on, and on—canto. —Strangers, waitin', up and down the boulevard.
—Their shadows, searching' in the night—canta mientras me mira con una gran sonrisa en su rostro.
Dejamos de cantar y escúchanos ahora solo de fondo la linda melodía, tengo que admitir que ha sido todo un deleite escucharla cantar, tiene una voz demasiado hermosa, tanto como para que salga a la vida y sea reconocida.
—Cantas muy bonito—murmuro.
—Lo normal, supongo.
—Lo normal es estar desafinado, tienes talento y eres muy buena usándolo, explotalo lo suficiente y no lo mantengas a las sombras.
—Eso no pensaba...
—Al diablo con lo que te decía Garret.
—Pero él...
—¿Con quién estás ahora mismo?
—Contigo.
—Entonces este es mi momento, y puedes creerme a mí. Cantas muy lindo, no deberías esconder tu talento nato, podrías hasta ser una gran cantante famosa.
—No lo creo...
—Nunca dejes de creer, Charlotte—susurro imitando lo que me dijo ella hace unos momentos atrás.
Sonríe con los labios cerrados y luego manotea mi brazo cuando el coro de la canción comienza.
—¡Don't stop believin! —canto con fuerza haciendo que me siga.
—Hold on to that feelin.
—Streetlight, people—cantamos al mismo tiempo, y en ese momento todas las personas comienzan a soltar las linternas haciendo que el sueño comience a iluminarse, como luciérnagas volando o estrellas bajando.
Don't stop, believin, hold on.
Charlotte toma una pizza y ahora ese es su nuevo micrófono, lo lleva cerca de su boca y canta con una gran sonrisa.
—Streetlights, people—señala lo que describe la canción.
—Don't stop believin'—canto para después darle una pequeña mordida a la pizza que pega a mi para utilizarlo de micrófono.
—¡Oye!
Me carcajeo y suspiro calmandome mientras el final de la canción está presente, ambos nos quedamos mirando en silencio el cielo.
—Que bella vista... —murmuro cuando las luces flotantes ya están un poco alejadas del suelo.
—Nunca había visto nada así—susurra con fascinación.
—Pero si todo esto es un cliché.
—En Miami nuestro cliché son las fogatas en la playa, esto es nuevo para mí.
—Tan de película.
—Sí, y era estupendo sentir el ligero calor cuando empezaba a anochecer, la brisa del mar pasar por tu nariz, la arena entre tus dedos, después sentándote| con desconocidos para reír y cantar alrededor, guardando el recuerdo como uno de los mejores de tu vida.
—¿Extrañas mucho eso?
—Sí, pero definitivamente me gusta esta nueva experiencia, además, no ha sido necesario tener a muchas personas, cuando tengo a un Texanito que come pizza conmigo.
—Si la pizza está incluida, cuando gustes te acompaño.
Sonríe ligeramente y suspira.
Las rebanadas de pizza cada vez van desapareciendo, las luces en el cielo se van apagando por la lejanía y un ligero viento nos azota. Así que decidimos irnos, recogemos la caja de cartón y subimos al auto, después de un rato freno frente a la casa de la chica a mi lado, ambos bajamos y luego nos detenemos frente a la gran puerta de su edificio.
—Esta noche fue muy agradable—comento en un susurro que se siente pesado en mi pecho.
—Deberíamos hacerlo de nuevo—ladera su cabeza un poco sin dejar de verme.
—No creo que las luces vuelvan cada fin de semana.
—Hablo de salir a algún lado, tener un momento tranquilo
—Siempre y cuando la pizza sea invitada de honor, solo que la próxima la pago yo.
—Tenlo por seguro
—¿Qué te parece si compartimos números celulares? —pregunto mientras saco mi celular y ruego mentalmente que no me rechace la oferta y tenga que meter este nuevamente a mi bolsillo con mucha pena.
—Hablas muy extraño, como un señor anciano, pero claro que te pasaré mi número telefónico por la alianza de la fidelidad inalámbrica incorporada, o prefieres la tecnología de comunicación inalámbrica.
Sonrío mirando la pantalla de mi celular para colocarlo en contactos, le tiendo mi celular y ella comienza a teclear mientras muerde ligeramente sus rosados labios.
—Aquí tienes—pone el celular nuevamente en mis manos.
—Gracias, te mandaré un mensaje de texto.
—No seas tan profesional, ya te gane en eso—sonríe, seguido se acerca a mí y me da un ligero beso en la mejilla.
Me quedo un poco anodadado por lo que acaba de hacer, que no me doy cuenta cuando entra al edificio y ahora solo parezco un idiota parado mirando a la nada. Al salir de la idiotez subo a mi auto y voy hasta casa sin poder dejar de sonreír, y aunque lo he intentado pensando en otras cosas, el recuerdo volvía con una sonrisa todavía más grande, y así sucesivamente, hasta que llego un recuerdo más grande que no me dejo sonreír de nuevo.
Al llegar a casa entro a mi habitación después de dar un pequeño saludo a mis amigos los que hacen sabe que cosa con plastilina en la sala. Me doy un baño rápido de agua tibia que he disfrutado demasiado, al terminar pongo la pijama y lavo mis dientes, entro a la cama y me cubro con mis frazadas hasta la cintura.
Miro mi entretenimiento y suspiro.
El techo.
Las horas pasan con extrema lentitud, pero mis pensamientos no acaban, así que ahora mismo después de un par de horas, siendo las dos de la madrugada, no puedo dormir. Estoy feliz pero a la vez me siento culpable, por divertirme con Charlotte, simplemente no puedo mirar la pintura o la foto de Charlie, porque las náuseas en mi estómago llegan repentinamente.
Culpable por reír.
Culpable por ese beso en la mejilla.
Culpable por comer.
Culpable por salir con otra chica.
Tal vez nunca debí dar entrada a Charlotte...
Un mensaje ilumina mi habitación interrumpiendo mis pensamientos.
—¿Texanito?
Respiro profundo y trato de calmar mi respiración para que mi voz no salga temblorosa y fingir que estoy bien.
—Siempre a la orden de la realeza, Princesita.
—¿No puedes dormir?
—Nada, lo intento pero no logro hacerlo.
—Probablemente la pizza te ha caído pesado. Tal veeeeez si tomas agua, o... vas al baño 🙈
Sonrío por lo último y su emoji.
—Aun así aceptaría de nuevo una salida que implique pizza.
Las pláticas continúan entre sonrisas a través de las pantallas, sé que ella sonríe como yo, es bastante agradable y divertida como para no sonreír. Con cada palabra que dice mi corazón deja de estar acelerado y mi respiración se calma, me siento tranquilo y feliz por un rato.
Finalmente nos despedimos a altas horas de la noche cuando ella se ha estado quedando dormida por segundos, así que he decidido apagar el celular, lo dejo de lado y salgo de la habitación hacia la cocina en busca de un vaso de agua, pero al llegar me encuentro con Daphne bebiendo un poco de jugo directo del cartón.
—¿Qué haces despierto? — guarda el instante el cartón en el refrigerador.
—Qué pregunta más tonta —susurro.
—Lo sé.
—¿Qué haces despierta?, yo si merezco una buena explicación señorita.
—Pues el insomnio... — La puerta de su habitación se abre haciéndome ver en esa dirección, Leo sale con los labios totalmente rojos y colocándose la playera, nos mira y nos da una ligera sonrisa, para después irse a su habitación con extrema rapidez.
Volteo a ver a Daphne y ella me sonríe como una niña pequeña que acaba de romper un plato.
—Así que el insomnio. ¿Ya tuvieron... ? — trato de hacer alguna seña pero no encuentro la adecuada para describirlo
—No, Jace, todavía no soy capaz de llegar a ese punto—me detiene con rapidez.
—¿Él lo ha intentado?
—No, solo nos escabullimos en la habitación del otro y nos besamos, algunas veces solo va y se acurruca conmigo para hablar sobre cosas, reír, ver películas, cosas.
—¿Y ya?
—Sí, a veces se nos pasa la mano y quedamos sin playera, pero no pasamos a más. Ambos nos gustamos, no queremos que parezca que solo nos queremos para eso.
—Me alegra que traten de sacar adelante su relación, que quieran hacerlo bien.
Asiente y en silencio camina un poco por la cocina, hasta que se detiene y habla de nuevo.
—¿Y tú con Charlotte?
—Solo somos amigos, de hecho aún nos estamos conociendo.
—Hoy tuvieron una cita.
—No era una cita, solo una salida de super amigos.
—¿Y qué hicieron?
—Fuimos al cine y luego cuando iba a dejarla a su casa nos encontramos con un evento de luces flotantes, así que nos quedamos a verla de lejos y como habíamos comprado pizza, la cenamos ahí.
—Fue una linda noche entonces.
—No lo voy a negar, fue muy agradable tener su presencia.
—Te escuché hablando con ella, bueno, tus risas, ¿era ella no? —susurra un poco triste.
Sé y siento que Daphne cree que lo único que busco es un reemplazo, no para ella, sino para Charlie, pero está totalmente equivocada, lo único que quiero es alguien que me comprenda en lo más mínimo, que no me haga sentir culpable o triste.
—Daphne, sé que no te cae bien.
—No es eso.
—Entonces.
—Ella me recuerda a Charlie, creo que es por el impacto que ella genera en ti, como el que generaba ella.
—Charlotte no es el reemplazo de Charlie, ni hoy, ni mañana, ni nunca, son totalmente diferentes. Solo quiero una amiga y eso es todo.
—Pero yo soy tu amiga.
—Pero puedo tener otra, ella me entiende, a ella también le rompieron el corazón.
—Y a mí también.
—Pero tú estás en etapa enamorada, te centras en Leo y eso está bien, yo no...
—Lo dejo de lado si así lo quieres, no quiero que creas que he olvidado a mi mejor amigo.
—Yo tampoco he olvidado a mi mejor amiga, solo quiero una amiga que no me regañe, que me escuche.
—Sabes que puedo hacerlo, si quieres dejo de prestarle tanta atención a Leo y...
—No, no quiero que hagas eso, no quiero que te dejes a ti por mí, vive. Seguiremos siendo mejores amigos.
—Es qué...
—Mira, Daph, Charlotte es una buena chica que solo tiene un amigo aquí y soy yo, solo estamos formando una amistad, ¿de acuerdo?, solo trata de ser amable.
—¿Eso te haría feliz?
—Sí, ella nunca ha tenido muchos amigos porque su ex novio no se lo permitía, así que no sabe mucho sobre amistades. No quiero que descuides tu amor a Leo porque sabemos que es como un niño pequeño.
Sonríe y asiente.
—Okay, seré su amiga.
—No, no quiero que te sientas obligada a ser su amiga, y tampoco quiero que tenga una amiga "falsa" por así decirlo, solo te pido que seas amable con ella y si en algún momento por parte de ambas surge la confianza para iniciar una amistad, adelante.
—Okay, Jace, ya puedes ir a dormir tranquilo.
Se acerca y me da un beso en la mejilla.
—Genial, 2x1, beso de buenas noches de Daphne y Leo.
—Cállate—dice antes de entrar a su habitación.
Yo me voy a la mía después de tomar agua con hielo, al acostarme inmediatamente siento pesadez en mis ojos, lo cual es raro ya que no duermo hasta que comienza a salir el sol, pero bueno, un par de horas más de sueño me harán bien. Siento una ligera paz en mi interior, tal vez porque Daphne ya no será mala o celosa con Charlotte, o porque esa salida de super amigos me hacía falta.
Creo que fue eso.
Cenar en un mirador o en una pequeña colina siempre me hace bien, aunque no sea con la misma persona...
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