🚑Capítulo único🚑
Si alguna vez te preguntan ¿Valió la pena recorrer todo este difícil camino para llegar hasta aquí? Tenlo por seguro que responderías con un "sí", resplandeciente y feliz enmarcado en esa hermosa y cuadrada sonrisa que te cargas. De esas que aseveran todo lo que contiene tu cálido interior mi gentil doctor.
Provocando a todo aquel a tu alrededor para que pueda observar un fragmento de lo que tanto me enamoró de ti. Haciéndolos sentir envidia, y no de la buena dirías, de tener la dicha de morar a mi alrededor envuelto entre miles de mariposas de color.
Tinte que solo tú fuiste capaz de resurgir desde las penumbrosas capas de mi débil corazón.
Cuando nuestra historia de amor daba comienzo y creía que por fin era el momento indicado para mí, dijiste... "Lo siento ángel" Con ese apodo que me habías puesto desde el minuto uno en que te sonreí "Pero no te puedo mentir, tu sintomatología data de una pérdida gradual de la función renal"
Y dentro mío yo decía "¿Pérdida? ¿Otra más en mi corta vida?" Nublándome a tus posteriores explicaciones de la posible causa del daño mayor.
Solo retumbando en mi interior cada maldito recuerdo de la desidia vivida en los años antecesores. Desde vivir en las calles comiendo sobras del resto cuando mi padre murió y quedé huérfano y a la deriva, solo en las manos del Señor y de aquellos que sin piedad me las ponían encima... Hasta perder a la que fue mi madre del corazón, la cual un lluvioso día me recogió de un callejón echo una trémula bolita de pies a cabeza, enseñándome el verdadero significado de la palabra amor y compasión.
De ese ingrediente sin sabor estuvo compuesta mi vida entera desde siempre... Dejándome un amargo gustillo posterior a la decepción de no poder frenar mis desgracias cuando todos los que amaba me dejaban sin ninguna valedera explicación.
Hasta que llegaste tú y tu maldita manía de ver el sol donde se oculta, diciéndome que no todo es de un tono oscuro o marrón y que debo agradecer estar aquí, un resiliente que pueda soportar el dolor, un guerrero de la vida.
Tú, mi salvador, mi ancla perdida, aquel eslabón de unió los retazos de mi sangrante corazón cuando mi piel palidecía. Cuando el dolor del cuerpo asemejaba al de aquel órgano apenas palpitante dentro de mi pecho.
Cuando me miraste a los ojos y dijiste que podía...
Confiaste en mi desde el primer minuto, dándome fe y rellenando mi cuerpo de pasión incontenida. Y no hablo de sexo, porque el maldito dolor me lo impedía. Sino que hablo del calor de tus besos sobre mis resecos labios enfermos. De la forma en que tus brazos me rodeaban como si tú también dependieras de los míos. Y en como mi cuerpo se acoplaba con el tuyo, como si fuera su designio.
"Enfermedad renal crónica en estadio 3" dijiste como el aplicado nefrólogo doctor que me obnubilo desde la primera vez que te vi derivado del médico tratante que me atendió luego de mi ingreso a la guardia. "Provocada por el cuadro de hipertensión descontrolada durante tantos años" finalizaste tu labia.
¡Y yo que pensé que el maldito dolor de cabeza era por el estrés de trabajar tanto para mantenerme en pie! Y que el sangrado de mi nariz era de coqueto, como para ponerle algo de color a mí insignificante vida.
"Necesitas diálisis y cambiar la alimentación, vas a empezar a consumir más proteínas y dejar pastas y harinas" decías mientras mi cabeza daba vueltas en el uno más uno es dos, tratando de ver si había un resto para el pescado o el huevo, ya que solo unas míseras galletas consumía.
Pero estuviste ahí, al pie del cañón sin dejarme caer sobre que viste que estaba a punto de lanzarme de cabeza a la fosa de las almas perdidas. ¿Cómo no enamorarme de ti que luchaste día a día para que encuentre una pequeña luz en mi maldita vida?
Meses de agotadoras diálisis donde no solo filtrabas mi sangre, sino que también purgabas cada recuerdo tormentoso. Creando nuevos escenarios para mis rememores cada que tomabas mi mano y me susurrabas "hermoso"
Hasta que un estudio dió el tan aterrador veredicto "ERT" disgustado susurraste mientras tratabas de encontrarle la vuelta girando la hoja frente mío, una y mil vueltas.
Y si algo me enseñó esta dura vida, donde tener la dicha de ver el sol era una dádiva para un simple mortal moribundo de la sociedad como yo, es que cuanto antes la verdad sea dicha, mejor.
Así que aunando tus dedos y mirando ese rostro tan bello que me regalaba las mejores sonrisas en mis días más grises te dije "Solo dime qué significa y le buscaremos la solución"
Y con el anuncio de las tres letras que marcaron este inminente augurio "Enfermedad renal terminal" te encuentras ahora aquí, profundamente dormido y con tu mente en otro plano terrenal mientras yo, el "supuesto" moribundo desespero por tu despertar.
—Necesito que abras los ojos amor mío, esto es totalmente injusto — susurro enteramente compungido al costado del lecho dónde descansas en un profundo sueño —. Debería ser yo el que esté dormido. ¡Necesito que regreses conmigo..! No soy capaz de abrir los ojos al mundo si no es tomado de la mano y juntos — finalizo entre incipientes lloros.
Un pitido que hace eco en el silencio sepulcral de la habitación en donde te encuentras abnegado, luego de haberte sometido a un trasplante de riñón para salvar a tu verdadero amor, según tus propias palabras liberadas hacia al resto del personal cuando preguntaba.
"Para ser donante vivo es necesario: tener compatibilidad de grupo sanguíneo con el receptor o ingresar en un programa de adaptación para evitar el rechazo del órgano, estar sano y descartar a través de múltiples estudios la presencia de enfermedades potenciales"
Leía en internet cuando me comunicaste que te harías los estudios.
¡Y maldita sea el día que acepté hacerlo!
Porque aunque todavía tengo las sondas puestas, no quiero tener la dicha de caminar fuera de este hospital si no es contigo, de la mano del único hombre que me ama sin medias tintas, solo multicolor.
"Será una simple nefrectomía laparoscópica" dijiste aquella vez... Y lo que nadie espero es que tuvieras una reacción a la anestesia general y mucho menos que te dejara en un estado de latente coma luego de que te sucedió.
Así que paso la mayor parte de mis días, aquí en tu habitación, con mi mascarilla con filtro y bata limpia, siempre y cuando se me permita. A la espera de que abras los ojos y me digas "Hola mi ángel" llenándome de inmensa dicha y de un profundo amor.
—Deberías ir a descansar cariño, se te nota muy pálido, no querrás que venga el doctor y nos rete a ambos ¿No? —articula la enfermera al ingresar al lugar donde descansa el hombre que quiero para mi futuro —. A parte, de que ya es muy tarde... - finaliza.
Me levanto otorgándole la razón aunque no quiera en mi interior, si sucede el cambio de guardias y me encuentran aquí será para que la reten cuando ella hace todo lo posible por qué esté siempre al lado de mi amor.
—Cualquier novedad me despiertas ¿Sí? —le digo resignado y suspirando porque mañana vuelvas a mí.
—Eso ni lo dudes cariño, ahora ve...
Me acercó lentamente hasta mi amor, al hombre que no etiquetó esto que tenemos hasta no llevarme de la mano en un camino rodeado de flores mugunghwa, cuyo significado es el de "Flor eterna que nunca se marchita"...
Porque eso dijo que era yo, una bella flor que florecerá día tras día, solo nutriéndose del inmenso amor que renace desde nuestro cálido interior; cada vez que tengamos la dicha de vernos nuevamente a los ojos.
—Lamento no haberte dicho esto con antelación, es que como verás, en mi vida siempre reinaron negros y nunca me creí capaz de llenarme de intensos rojos que iluminaran cada rincón de la jaula que me apresa... Pero tú, me enseñaste que yo puedo. Así que confiando en tus enseñanzas te confieso: te amo, te amo amor mío, hasta el infinito si es que existe una forma de medir esto que siento. Así que solo puedo rogar porque regreses a mí lado amado mío y me dejes regocijarme entre tus besos.
Me dejó caer en un mar de llantos ahogados sobre tu pecho que tenue realiza su imperceptible movimiento, mientras la enfermera acaricia con extremada delicadeza mi cabeza hasta que se detiene abrupto balbuceando un "cariño" o no estoy seguro realmente.
Los pitidos se incrementan asustándome a sobremanera y juntando mis fuerzas desde el suelo, elevo mi visión rogando al Dios que es grande, de que no entres en paro o te suceda algo peor.
Y como un regalo divino del cielo, cual ángel protector de mi Señor, me encuentro con tus adormecidos orbes que me observan con un inmenso amor mientras lágrimas de gozo recorren tu bello rostro y el mío. Y en donde la perfecta sincronía de tus ojos emulan decir "Yo te amo más" desde lo más profundo de tu corazón.
•FIN•
Haw maldita sea, que vale la pena sufrir por amor.
Para vos qué estás solito en este mundo y crees que no hay solución🥺 Siempre saldrá el sol💖
Gracias por leer y comentar😍
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